No descubro nada si digo que vivimos en uno de los momentos más inquietos y convulsos de la humanidad en este siglo XXI. La irracionalidad, el fanatismo, el egoísmo, el odio, la mentira y el miedo, parecen que se han extendido como una plaga, no solo por algunos gobiernos conocidos, presididos por idiotas con el apoyo de magnates y superricos como si la humanidad fuera un mercado del que hay que extraer los máximos beneficios. De ahí que nos veamos caminando de modo acelerado, como si no supiéramos cuál va a ser nuestro destino en las próximas fechas.
Ante semejante situación, solemos preguntarnos las causas o razones por las que el mundo ha llegado a situaciones que creíamos que no volverían a aparecer. Intuimos que las causas son diversas y que se entrelazan, de modo que apelar a solo una de ellas nos resulta insuficiente, ya que pronto aparecen otras razones, colectivas o individuales, que emergen para impedir una comprensión nítida de lo que acontece.
Quizás, lo que podamos hacer es seguir reflexionando, y acudir a autores relevantes que nos sirvan de punto de partida para comprendernos a nosotros mismos, y, de paso, entender el mundo de que rodea; tarea nada fácil. Así pues, muestro otros cinco aforismos o pensamientos en la quinta entrega de esta serie.
“El progreso colectivo no ha venido, ni vendrá nunca de la falta de amor, de los egoísmos individuales en lucha. La historia exige hoy, entre otros cambios, sustituir el individualismo por una organización social basada en la solidaridad espontánea y no en la agresiva competencia. El hombre solo es humano en sociedad y solo es libre cuando todos lo son” [José Luis Sampedro (1917-2013)].
El 8 de abril de 2013 fallecía uno de los grandes escritores de nuestro país: José Luis Sampedro. Catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid, miembro de la Real Academia Española y Premio Nacional de las Letras Españolas.
Publicó obras tan conocidas como La sonrisa etrusca; Octubre, octubre o El amante lesbiano. En esta frase muestra su convicción de que uno de los males actuales es el radical individualismo que se promueve dentro de la sociedad del capitalismo desatado en el que vivimos.
“La felicidad –ya me entienden– no se la encuentra; se construye” [Carlos Castilla del Pino (1922–2009)].
Al hablar de felicidad, Castilla del Pino, quien fuera un eminente psiquiatra, no dice que esta se logre solo de manera individual, puesto que también la felicidad es colectiva. Pero, lúcidamente, nos apunta que ese estado de bienestar tan deseado no es algo que nos venga dado, como algunos puedan pensar, sino que es el resultado de un notable esfuerzo.
Solamente los niños pueden ser receptores de felicidad por parte de sus padres o de su entorno familiar cuando se sienten verdaderamente queridos. Los adultos, en cambio, tenemos que trabajar denodadamente para acercarnos un poco a ese estado ideal.
“Si nosotros cambiamos mucho, los amigos nuestros que no han cambiado se convierten en fantasmas de nuestro propio pasado: su voz llega hasta nosotros con un sonido horrible, espectral; como si nos oyésemos a nosotros mismos, pero más jóvenes, duros, inmaduros” [Friedrich Nietzsche (1844-1900)].
Esta frase sacada de Humano, demasiado humano, que el apasionado filósofo alemán publicó entre 1878 y 1879, nos apunta a que la amistad, uno de los grandes valores necesarios para el bienestar de la persona, puede desvanecerse si no se cultiva con el paso del tiempo. Esto lo podemos comprobar por aquellos casos de amistades que se forjaron en la infancia, en la juventud o en la propia adultez, pero que no sobrevivieron con el paso de los años. Eran momentos en los que se creía que ese lazo de unión afectiva se mantendría con el tiempo, pero, tristemente, en ocasiones se comprueba que los cambios dan lugar a que finalmente se vaya por caminos distintos.
“El miedo impulsa a obrar de determinada manera para librarse de la amenaza y de la ansiedad que produce. Por tanto, quien puede suscitar miedo se apropia hasta cierto punto de la voluntad de la víctima” [José Antonio Marina (1939-)].
La visión humanista que nos proponía José Luis Sampedro suena a rara avis en este mundo en el que hablar de “progreso colectivo”, ni de lejos, entra en el pensamiento de ciertos personajes que todos tenemos en mente. La frase que acabamos de leer de José Antonio Marina, precisamente, nos sitúa en algo muy actual: el uso de la amenaza para suscitar miedo en la población sigue siendo uno de los factores que inciden con fuerza en la psicología y el comportamiento colectivos. De este modo, el miedo injustificado, como apunta el propio Marina, conduce a la obediencia o la sumisión a un poder irracional.
“Nuestro rencor proviene del hecho de haber quedado por debajo de nuestras posibilidades sin haber podido alcanzarnos a nosotros mismos. Y eso nunca se lo perdonaremos a los demás” [Emil Cioran (1911-1995)].
Cierro con una frase de Emil Cioran, escritor rumano afincado en París, centrada en la psicología individual. Y aunque se refiera a la frustración personal como origen del rencor y del sentimiento de venganza, no debemos olvidar que, tal como nos indica Andrea Rizzi en su reciente libro La era de la revancha, los grandes déspotas como Vladimir Putin o Benjamin Netanyahu se mueven con este sentimiento muy arraigado en sus mentes. También, cómo no, puede aplicarse aquellos que apoyan las organizaciones políticas que promueven el rechazo o el odio hacia los sectores más débiles como son los inmigrantes que huyen del paro, el hambre o de las guerras.
Ante semejante situación, solemos preguntarnos las causas o razones por las que el mundo ha llegado a situaciones que creíamos que no volverían a aparecer. Intuimos que las causas son diversas y que se entrelazan, de modo que apelar a solo una de ellas nos resulta insuficiente, ya que pronto aparecen otras razones, colectivas o individuales, que emergen para impedir una comprensión nítida de lo que acontece.
Quizás, lo que podamos hacer es seguir reflexionando, y acudir a autores relevantes que nos sirvan de punto de partida para comprendernos a nosotros mismos, y, de paso, entender el mundo de que rodea; tarea nada fácil. Así pues, muestro otros cinco aforismos o pensamientos en la quinta entrega de esta serie.

“El progreso colectivo no ha venido, ni vendrá nunca de la falta de amor, de los egoísmos individuales en lucha. La historia exige hoy, entre otros cambios, sustituir el individualismo por una organización social basada en la solidaridad espontánea y no en la agresiva competencia. El hombre solo es humano en sociedad y solo es libre cuando todos lo son” [José Luis Sampedro (1917-2013)].
El 8 de abril de 2013 fallecía uno de los grandes escritores de nuestro país: José Luis Sampedro. Catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid, miembro de la Real Academia Española y Premio Nacional de las Letras Españolas.
Publicó obras tan conocidas como La sonrisa etrusca; Octubre, octubre o El amante lesbiano. En esta frase muestra su convicción de que uno de los males actuales es el radical individualismo que se promueve dentro de la sociedad del capitalismo desatado en el que vivimos.

“La felicidad –ya me entienden– no se la encuentra; se construye” [Carlos Castilla del Pino (1922–2009)].
Al hablar de felicidad, Castilla del Pino, quien fuera un eminente psiquiatra, no dice que esta se logre solo de manera individual, puesto que también la felicidad es colectiva. Pero, lúcidamente, nos apunta que ese estado de bienestar tan deseado no es algo que nos venga dado, como algunos puedan pensar, sino que es el resultado de un notable esfuerzo.
Solamente los niños pueden ser receptores de felicidad por parte de sus padres o de su entorno familiar cuando se sienten verdaderamente queridos. Los adultos, en cambio, tenemos que trabajar denodadamente para acercarnos un poco a ese estado ideal.

“Si nosotros cambiamos mucho, los amigos nuestros que no han cambiado se convierten en fantasmas de nuestro propio pasado: su voz llega hasta nosotros con un sonido horrible, espectral; como si nos oyésemos a nosotros mismos, pero más jóvenes, duros, inmaduros” [Friedrich Nietzsche (1844-1900)].
Esta frase sacada de Humano, demasiado humano, que el apasionado filósofo alemán publicó entre 1878 y 1879, nos apunta a que la amistad, uno de los grandes valores necesarios para el bienestar de la persona, puede desvanecerse si no se cultiva con el paso del tiempo. Esto lo podemos comprobar por aquellos casos de amistades que se forjaron en la infancia, en la juventud o en la propia adultez, pero que no sobrevivieron con el paso de los años. Eran momentos en los que se creía que ese lazo de unión afectiva se mantendría con el tiempo, pero, tristemente, en ocasiones se comprueba que los cambios dan lugar a que finalmente se vaya por caminos distintos.
“El miedo impulsa a obrar de determinada manera para librarse de la amenaza y de la ansiedad que produce. Por tanto, quien puede suscitar miedo se apropia hasta cierto punto de la voluntad de la víctima” [José Antonio Marina (1939-)].
La visión humanista que nos proponía José Luis Sampedro suena a rara avis en este mundo en el que hablar de “progreso colectivo”, ni de lejos, entra en el pensamiento de ciertos personajes que todos tenemos en mente. La frase que acabamos de leer de José Antonio Marina, precisamente, nos sitúa en algo muy actual: el uso de la amenaza para suscitar miedo en la población sigue siendo uno de los factores que inciden con fuerza en la psicología y el comportamiento colectivos. De este modo, el miedo injustificado, como apunta el propio Marina, conduce a la obediencia o la sumisión a un poder irracional.

“Nuestro rencor proviene del hecho de haber quedado por debajo de nuestras posibilidades sin haber podido alcanzarnos a nosotros mismos. Y eso nunca se lo perdonaremos a los demás” [Emil Cioran (1911-1995)].
Cierro con una frase de Emil Cioran, escritor rumano afincado en París, centrada en la psicología individual. Y aunque se refiera a la frustración personal como origen del rencor y del sentimiento de venganza, no debemos olvidar que, tal como nos indica Andrea Rizzi en su reciente libro La era de la revancha, los grandes déspotas como Vladimir Putin o Benjamin Netanyahu se mueven con este sentimiento muy arraigado en sus mentes. También, cómo no, puede aplicarse aquellos que apoyan las organizaciones políticas que promueven el rechazo o el odio hacia los sectores más débiles como son los inmigrantes que huyen del paro, el hambre o de las guerras.
AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: AURELIANO SÁINZ

