Un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla, en colaboración con investigadores de la Universidad Pablo de Olavide y del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa), ha confirmado que la cubierta vegetal de una leguminosa sobre vides de la variedad de uva tinta Syrah mejora el potencial aromático de los mostos.
Se trata de la primera vez que se confirma que la cubierta vegetal de zulla –una planta leguminosa que también recibe el nombre de pipirigallo, sulla o esparceta–, junto a factores como un clima cálido y lluvias moderadas, favorece las cualidades aromáticas de los vinos tintos elaborados con uvas de la variedad Syrah.
En este artículo publicado en la revista 'Scientia Horticulturae', las autoras de la investigación explican que compararon diferentes tratamientos agronómicos en el cultivo de la variedad de uva Syrah en los viñedos del Rancho de la Merced, en Jerez de la Frontera, donde el Ifapa cuenta con un reputado centro de estudio.
Para ello, se plantaron en dos parcelas: una de cultivo convencional y otra de ecológico. "En esta última se dejó crecer una cubierta vegetal de zulla, un recurso habitual en la agricultura ecológica que protege el suelo de la erosión, mejora el balance hídrico, la calidad del aire y la resistencia vegetal ante plagas, entre otros beneficios", subrayan desde la Fundación Descubre.
Durante tres años consecutivos, las especialistas analizaron con técnicas químicas los compuestos aromáticos del mosto en ambos tipos de cultivos. De este modo, detectaron en los mostos de la variedad Syrah un total de 40 compuestos glicosilados, es decir, moléculas precursoras del aroma y responsables de muchas de las cualidades olfativas que se perciben. Para el equipo científico, "esto supone la obtención de frutos de mejor calidad".
"La presencia de este compuesto en las uvas es una de las razones por las que los vinos pueden tener perfiles aromáticos tan complejos y variados", explica Lourdes Morales, investigadora de la Universidad de Sevilla, quien añade que "esta cantidad de precursores glicosilados significa que la uva tiene una gran diversidad de compuestos que contribuirán a su aroma".
Las expertas sostienen que esta mejora de las cualidades aromáticas se debe a la competencia entre la zulla y las vides, dado que la presencia de ambas especies en el mismo terreno hace que ambas tengan menos recursos nutritivos e hídricos. "Este estrés en determinadas etapas del ciclo vegetativo de la vid, que tiene lugar entre octubre y marzo, favorece la producción de compuestos aromáticos en las uvas, enriqueciendo así su perfil sensorial", aseguran.
De este modo, el equipo investigador concluyó que los efectos de la zulla dependen en gran medida de la climatología de cada cosecha, sugiriendo que su empleo podría ser favorable para variedades como la Syrah, que comenzó a implantarse en la Campiña Sur Cordobesa con la llegada del año 2000, al amparo de las ayudas que la Unión Europea concedió para la reconversión y la reestructuración del viñedo de la zona Montilla-Moriles. Sin embargo, de aquella apuesta que se hizo ya solo quedan algunas parcelas testimoniales.
A juicio de las autoras de la investigación, "estos resultados permiten que el agricultor elimine las tareas de laboreo y uso de herbicidas implantando cubiertas vegetales que enriquezcan el suelo sin que esto tenga un efecto contraproducente en el aroma de los vinos".
El siguiente paso de las investigadoras será la aplicación de esta estrategia durante más campañas para explorar nuevas formas de mejorar las cualidades sensoriales del vino, reduciendo, al mismo tiempo, el uso de agroquímicos y reduciendo el impacto medioambiental.
Este estudio ha sido financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, en el marco del Programa Operativo Andalucía FEDER 2014-2020. Asimismo, ha recibido apoyo del Ifapa a través del proyecto Investigación e Innovación Tecnológica en Vitivinicultura y el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER).
Se trata de la primera vez que se confirma que la cubierta vegetal de zulla –una planta leguminosa que también recibe el nombre de pipirigallo, sulla o esparceta–, junto a factores como un clima cálido y lluvias moderadas, favorece las cualidades aromáticas de los vinos tintos elaborados con uvas de la variedad Syrah.
En este artículo publicado en la revista 'Scientia Horticulturae', las autoras de la investigación explican que compararon diferentes tratamientos agronómicos en el cultivo de la variedad de uva Syrah en los viñedos del Rancho de la Merced, en Jerez de la Frontera, donde el Ifapa cuenta con un reputado centro de estudio.
Para ello, se plantaron en dos parcelas: una de cultivo convencional y otra de ecológico. "En esta última se dejó crecer una cubierta vegetal de zulla, un recurso habitual en la agricultura ecológica que protege el suelo de la erosión, mejora el balance hídrico, la calidad del aire y la resistencia vegetal ante plagas, entre otros beneficios", subrayan desde la Fundación Descubre.
Durante tres años consecutivos, las especialistas analizaron con técnicas químicas los compuestos aromáticos del mosto en ambos tipos de cultivos. De este modo, detectaron en los mostos de la variedad Syrah un total de 40 compuestos glicosilados, es decir, moléculas precursoras del aroma y responsables de muchas de las cualidades olfativas que se perciben. Para el equipo científico, "esto supone la obtención de frutos de mejor calidad".
"La presencia de este compuesto en las uvas es una de las razones por las que los vinos pueden tener perfiles aromáticos tan complejos y variados", explica Lourdes Morales, investigadora de la Universidad de Sevilla, quien añade que "esta cantidad de precursores glicosilados significa que la uva tiene una gran diversidad de compuestos que contribuirán a su aroma".
Las expertas sostienen que esta mejora de las cualidades aromáticas se debe a la competencia entre la zulla y las vides, dado que la presencia de ambas especies en el mismo terreno hace que ambas tengan menos recursos nutritivos e hídricos. "Este estrés en determinadas etapas del ciclo vegetativo de la vid, que tiene lugar entre octubre y marzo, favorece la producción de compuestos aromáticos en las uvas, enriqueciendo así su perfil sensorial", aseguran.
De este modo, el equipo investigador concluyó que los efectos de la zulla dependen en gran medida de la climatología de cada cosecha, sugiriendo que su empleo podría ser favorable para variedades como la Syrah, que comenzó a implantarse en la Campiña Sur Cordobesa con la llegada del año 2000, al amparo de las ayudas que la Unión Europea concedió para la reconversión y la reestructuración del viñedo de la zona Montilla-Moriles. Sin embargo, de aquella apuesta que se hizo ya solo quedan algunas parcelas testimoniales.
A juicio de las autoras de la investigación, "estos resultados permiten que el agricultor elimine las tareas de laboreo y uso de herbicidas implantando cubiertas vegetales que enriquezcan el suelo sin que esto tenga un efecto contraproducente en el aroma de los vinos".
El siguiente paso de las investigadoras será la aplicación de esta estrategia durante más campañas para explorar nuevas formas de mejorar las cualidades sensoriales del vino, reduciendo, al mismo tiempo, el uso de agroquímicos y reduciendo el impacto medioambiental.
Este estudio ha sido financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, en el marco del Programa Operativo Andalucía FEDER 2014-2020. Asimismo, ha recibido apoyo del Ifapa a través del proyecto Investigación e Innovación Tecnológica en Vitivinicultura y el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER).
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: J.P. BELLIDO
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