Europa cuenta desde hace unos días con un nuevo y más potente cohete de carga pesada con el que acceder al espacio sin depender de lanzadores de otros países. El flamante Ariane 6, que sustituye al Ariane 5 –retirado en 2023–, es un cohete de más de 60 metros de altura capaz de poner en órbita cargas de hasta 21 toneladas, según la configuración de sus propulsores (dos o cuatro).
El vuelo inaugural, un test para probar su funcionamiento, concluyó de manera exitosa, tras despegar desde el Puerto Espacial Europeo de Korú, en la Guayana francesa, demostrando que estaba listo para empezar a cumplir con las misiones que ya tiene programadas: otro vuelo a final de año, cuatro más en 2025, ocho en 2026 y, a partir de 2027, mantener una cadencia de nueve lanzamientos al año.
Ninguna de estas misiones irá de vacío, pues están contratados ya sus primeros treinta encargos, 18 de los cuales fueron reservados por la compañía de Jeff Bezos, Amazon, para lanzar su propia constelación de satélites de comunicación, denominada Kuiper.
El Ariane 6 es un lanzador desarrollado por la Agencia Espacial Europea (ESA) con la colaboración de un conglomerado industrial de 13 países europeos, liderados por el contratista principal del lanzador, Ariane Group. Francia, que se encarga de la rampa de lanzamiento, contribuye con el 55 por ciento del proyecto; Alemania, con el 22 por ciento; Italia, con cerca del 8 por ciento; y España, cerca de un 5 por ciento. Los servicios que prestará el Ariane 6 se comercializan a través de la empresa Arianespace.
Para el director general de ESA, Josef Aschbacher, este cohete “hará historia”, pues gracias a él “nos preparamos para dejar huella en la historia de Europa, para el futuro de Europa, para generaciones de europeos”. Un entusiasmo que comparte el comisario europeo de Industria y Espacio, Thierry Breton, quien señaló que el nuevo vector espacial supone un “gran éxito para el espacio europeo” y “un hito crucial para nuestra independencia en el espacio”.
Y no es para menos, pues, tras la retirada del Ariane 5 en 2023, tras 117 vuelos, Europa no contaba con lanzadores propios. Además, ante la imposibilidad de utilizar los cohetes rusos Soyuz debido a la guerra de Ucrania, solo quedaba el recuso de contratar los servicios de la estadounidense Space X, de Elon Musk.
Una dependencia que ahora queda solventada con el Ariane 6, un lanzador aun más potente que el anterior y que garantiza un acceso seguro y autónomo al espacio. No es un empeño baladí, ya que, en la actualidad, la vida cotidiana depende cada vez más del espacio para conectar a las personas a través de dispositivos vinculados a satélites en órbita no solo en el campo de las comunicaciones, la banca, el comercio o la ciencia, sino también en el de la vigilancia medioambiental, la meteorología y, naturalmente, la seguridad y la defensa.
Quedarse atrás en el acceso al espacio sería perder el tren del progreso y la relevancia, cosa que Europa, como potencia mundial, no se puede permitir. De ahí la importancia estratégica que representa este nuevo cohete, ya que coloca Europa al mismo nivel de las potencias espaciales que disponen de lanzadores similares propios, como EE.UU –con sus Falcon Heavy–, Rusia –con los Angará A5–, China –y sus Larga Marcha– o Japón –con el H3–.
Aparte de probar el lanzador, la primera misión del Ariane 6 sirvió para transportar y poner en órbita ocho minisatélites, dos de los cuales eran españoles: el dispensador de satélites RAMI, de la empresa gallega UARX Space, y un cubesat de la Universidad Politécnica de Cataluña. También debía desarrollar varios experimentos y desplegar dos cápsulas experimentales de reentrada en la atmósfera. Sin embargo, esto último fue lo que falló durante el vuelo de prueba de este complejo lanzador espacial.
Después de colocar en órbita la carga de satélites que transportaba, el Ariane 6 realizó una práctica de encendido y apagado del motor Vinci de su segunda etapa, diseñado para elevar su órbita o dirigirlo hacia la Tierra. Pero durante el segundo encendido se detectó una anomalía en la Unidad Auxiliar de Propulsión que hizo que el sistema, siguiendo la programación establecida, cancelara dicho encendido.
La finalidad de esta prueba era dirigir el cohete hacia la atmósfera de la Tierra para que se desintegrase y no contribuir a aumentar la basura espacial. Tampoco se pudieron desplegar las dos cápsulas de reentrada experimentales que debían caer cerca del punto Nemo del Océano Pacífico, el lugar más alejado de cualquier costa.
Desde el principio, el Ariane 6 se concibió, a comienzos de la década de 2010, para reemplazar el Ariane 5, pero hubo de aguardar hasta 2019 para poder planear su primer vuelo orbital, previsto para 2020. La pandemia y la guerra de Ucrania retrasaron esos planes hasta el último trimestre de 2023. Finalmente, no ha sido hasta julio de este año cuando el Ariane 6 levantaría raudo vuelo, rumbo al espacio.
Y es que se trata de un lanzador complejo que consta de tres secciones: propulsores (dos o cuatro), primera etapa y segunda etapa. Los propulsores, que brindan el empuje principal durante el despegue, están situados en los laterales de la primera etapa.
A su vez, la primera etapa está impulsada por un motor Vulcain de combustible líquido, en versión mejorada del que tenía el Ariane 5. Y la segunda etapa está propulsada por un motor Vinci de reignición, alimentado también por oxígeno e hidrógeno líquidos, que ayuda a maniobrar al cohete para poner en distintas órbitas varios satélites en una sola misión.
A pesar de esos fallos menores producidos en la última parte de su vuelo, el Ariane 6 cumplió con las expectativas depositadas en un vector estratégico del proyecto espacial europeo. Ahora resta que escriba esa historia que, según sus promotores, dejará huella en las generaciones venideras de este continente. Ojalá sea así.
El vuelo inaugural, un test para probar su funcionamiento, concluyó de manera exitosa, tras despegar desde el Puerto Espacial Europeo de Korú, en la Guayana francesa, demostrando que estaba listo para empezar a cumplir con las misiones que ya tiene programadas: otro vuelo a final de año, cuatro más en 2025, ocho en 2026 y, a partir de 2027, mantener una cadencia de nueve lanzamientos al año.
Ninguna de estas misiones irá de vacío, pues están contratados ya sus primeros treinta encargos, 18 de los cuales fueron reservados por la compañía de Jeff Bezos, Amazon, para lanzar su propia constelación de satélites de comunicación, denominada Kuiper.
El Ariane 6 es un lanzador desarrollado por la Agencia Espacial Europea (ESA) con la colaboración de un conglomerado industrial de 13 países europeos, liderados por el contratista principal del lanzador, Ariane Group. Francia, que se encarga de la rampa de lanzamiento, contribuye con el 55 por ciento del proyecto; Alemania, con el 22 por ciento; Italia, con cerca del 8 por ciento; y España, cerca de un 5 por ciento. Los servicios que prestará el Ariane 6 se comercializan a través de la empresa Arianespace.
Para el director general de ESA, Josef Aschbacher, este cohete “hará historia”, pues gracias a él “nos preparamos para dejar huella en la historia de Europa, para el futuro de Europa, para generaciones de europeos”. Un entusiasmo que comparte el comisario europeo de Industria y Espacio, Thierry Breton, quien señaló que el nuevo vector espacial supone un “gran éxito para el espacio europeo” y “un hito crucial para nuestra independencia en el espacio”.
Y no es para menos, pues, tras la retirada del Ariane 5 en 2023, tras 117 vuelos, Europa no contaba con lanzadores propios. Además, ante la imposibilidad de utilizar los cohetes rusos Soyuz debido a la guerra de Ucrania, solo quedaba el recuso de contratar los servicios de la estadounidense Space X, de Elon Musk.
Una dependencia que ahora queda solventada con el Ariane 6, un lanzador aun más potente que el anterior y que garantiza un acceso seguro y autónomo al espacio. No es un empeño baladí, ya que, en la actualidad, la vida cotidiana depende cada vez más del espacio para conectar a las personas a través de dispositivos vinculados a satélites en órbita no solo en el campo de las comunicaciones, la banca, el comercio o la ciencia, sino también en el de la vigilancia medioambiental, la meteorología y, naturalmente, la seguridad y la defensa.
Quedarse atrás en el acceso al espacio sería perder el tren del progreso y la relevancia, cosa que Europa, como potencia mundial, no se puede permitir. De ahí la importancia estratégica que representa este nuevo cohete, ya que coloca Europa al mismo nivel de las potencias espaciales que disponen de lanzadores similares propios, como EE.UU –con sus Falcon Heavy–, Rusia –con los Angará A5–, China –y sus Larga Marcha– o Japón –con el H3–.
Aparte de probar el lanzador, la primera misión del Ariane 6 sirvió para transportar y poner en órbita ocho minisatélites, dos de los cuales eran españoles: el dispensador de satélites RAMI, de la empresa gallega UARX Space, y un cubesat de la Universidad Politécnica de Cataluña. También debía desarrollar varios experimentos y desplegar dos cápsulas experimentales de reentrada en la atmósfera. Sin embargo, esto último fue lo que falló durante el vuelo de prueba de este complejo lanzador espacial.
Después de colocar en órbita la carga de satélites que transportaba, el Ariane 6 realizó una práctica de encendido y apagado del motor Vinci de su segunda etapa, diseñado para elevar su órbita o dirigirlo hacia la Tierra. Pero durante el segundo encendido se detectó una anomalía en la Unidad Auxiliar de Propulsión que hizo que el sistema, siguiendo la programación establecida, cancelara dicho encendido.
La finalidad de esta prueba era dirigir el cohete hacia la atmósfera de la Tierra para que se desintegrase y no contribuir a aumentar la basura espacial. Tampoco se pudieron desplegar las dos cápsulas de reentrada experimentales que debían caer cerca del punto Nemo del Océano Pacífico, el lugar más alejado de cualquier costa.
Desde el principio, el Ariane 6 se concibió, a comienzos de la década de 2010, para reemplazar el Ariane 5, pero hubo de aguardar hasta 2019 para poder planear su primer vuelo orbital, previsto para 2020. La pandemia y la guerra de Ucrania retrasaron esos planes hasta el último trimestre de 2023. Finalmente, no ha sido hasta julio de este año cuando el Ariane 6 levantaría raudo vuelo, rumbo al espacio.
Y es que se trata de un lanzador complejo que consta de tres secciones: propulsores (dos o cuatro), primera etapa y segunda etapa. Los propulsores, que brindan el empuje principal durante el despegue, están situados en los laterales de la primera etapa.
A su vez, la primera etapa está impulsada por un motor Vulcain de combustible líquido, en versión mejorada del que tenía el Ariane 5. Y la segunda etapa está propulsada por un motor Vinci de reignición, alimentado también por oxígeno e hidrógeno líquidos, que ayuda a maniobrar al cohete para poner en distintas órbitas varios satélites en una sola misión.
A pesar de esos fallos menores producidos en la última parte de su vuelo, el Ariane 6 cumplió con las expectativas depositadas en un vector estratégico del proyecto espacial europeo. Ahora resta que escriba esa historia que, según sus promotores, dejará huella en las generaciones venideras de este continente. Ojalá sea así.
DANIEL GUERRERO
FOTOGRAFÍA: DEPOSITPHOTOS.COM
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