En marzo de 2021 se bloqueó el Canal de Suez por el encallamiento del Ever Given, uno de los buques portacontenedores más grandes jamás construidos. El transporte marítimo mundial se paralizó durante seis días, poniéndose de manifiesto la trascendencia económica de esta ingente obra de ingeniería del siglo XIX. En la actualidad, más del 10 por ciento del comercio mundial sigue pasando por este estrecho canal de 163 kilómetros de longitud que une el mar Rojo con el mar Mediterráneo.
El canal de Suez fue inaugurado por la española Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses, el 17 de noviembre de 1869. Las obras se habían empezado el 10 de abril de 1859 y reutilizó gran parte de los canales ya abiertos desde tiempos de los faraones. Fue un éxito de la Francia de Napoleón III, promovido por el diplomático y empresario Ferdinand Marie, vizconde de Lesseps y, además, primo de Eugenia.
Sin embargo poco tiempo pudo disfrutar Francia del éxito del canal. En julio de 1870 comenzó la guerra franco-prusiana que finalizó en mayo de 1871 con victoria de Prusia, provocando la caída del II Imperio Francés y el exilio a Inglaterra de Napoleón III y de Eugenia de Montijo.
En enero de 1871, un año después de su inauguración y en plena guerra franco-prusiana, el canal de Suez fue visitado por Jaime Puig Monmany, un buen amigo de México de la familia Alvear, en especial de Joaquina Gomez de la Cortina, condesa de la Cortina.
Joaquina estaba casada con el montillano Francisco Alvear y Ward y residía en España desde 1861, pero era mexicana de nacimiento y conservaba familia y amistades en su país de origen. A Montilla se trasladó a vivir con su marido Francisco cuando éste empezó a dirigir Bodegas Alvear.
Hoy compartimos algunos párrafos de la carta que Joaquina, condesa de la Cortina, recibe en su casa de Montilla y que el 20 de enero de 1871 le envía desde Nápoles Jaime Puig Monmany. En esta curiosa misiva, Jaime recoge sus impresiones del canal de Suez y lo compara con los canales y acequia de su querida México:
"Querida Joaquina (…) En Alejandría estuve 2 días, 3 en Jaffa, uno en Rama, 13 en Jerusalén, 2 en Bethelem, 1 en Sn. Juan, 1 en Port Said, 1 en Ismailia pues paré el Canal, y 1 en Suez. El canal, respecto al proyecto y creencia de la posibilidad de hacerse sin los riesgos que en otro tiempo se temían, es una gran obra. Pero respecto a la ejecución nada le encontré de particular pues no es más que cuestión de dinero. Recuerda usted la acequia de México, pues en una mayor escala ese es el Canal. Principia en Port Said, forma un gran lago en Ismailia que es como a la mitad del Canal y antes era desierto, y termina en Suez. No hay compuertas (…).
El lecho del canal es de arena pues que está en el desierto. Su forma, la de una cuna. El ancho varía hasta 70 o 80 metros. La profundidad hasta 10 o 11 metros (…). También resulta curioso las elevadas tarifas por el derecho de paso de buques y pasajeros: (…) Los buques pagan de derecho para pasar 10 francos por tonelada y 10 francos por cada pasajero. Los buques que más pasan son los vapores. Hoy con motivo de la guerra (franco-prusiana) pasan sobre 90 buques al mes y de éstos casi la mitad son ingleses. En tiempos comunes pasan el canal sobre 180 o 90 buques. Pocos son los buques que cuesta el pasaje menos de 2.000 fr (…)".
El canal tuvo una consecuencia adicional para España. La ruta comercial tradicional que unía a la península con Filipinas, con escala en América, había quedado definitivamente rota con la independencia americana en la primera mitad del siglo XIX. La ruta alternativa, rodeando el continente africano, requería tres meses de navegación. La dificultad y duración del viaje hizo que los lazos económicos y sociales entre la península y Filipinas se fuesen debilitando.
La apertura del canal en 1859 acortó la duración del viaje de España a Filipinas a un solo mes de travesía, lo que revitalizó de nuevo los lazos económicos y en general de relación entre España y su colonia. Fruto de ese nuevo impulso del interés de España en Filipinas fue la creación en 1894 de una Escuela Normal de Maestras en Manila.
Y una de las profesoras fundadoras de la Escuela Normal sería Luisa Alvear y Gómez de la Cortina, una de las niñas que Jaime Puig menciona en su carta cuando se despide de Joaquina y le dice: “Saludo con mucho gusto al Sñr. Alvear y a las niñas (Luisa, Maria y Candelaria Alvear Gómez de la Cortina)".
Así pues, Luisa también sería uno de esos pasajeros que cruzarían el canal de Suez en barco y lo haría en abril de 1893. Luisa iba camino de Manila para la fundación de la mencionada Escuela Normal de Maestras. En una serie de cartas que conserva la Familia Alvear, Luisa nos dejó una detallada e interesante descripción de este viaje a Manila, así como de su estancia en Filipinas, pero todo ello formará parte de un próximo relato.
El canal de Suez fue inaugurado por la española Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses, el 17 de noviembre de 1869. Las obras se habían empezado el 10 de abril de 1859 y reutilizó gran parte de los canales ya abiertos desde tiempos de los faraones. Fue un éxito de la Francia de Napoleón III, promovido por el diplomático y empresario Ferdinand Marie, vizconde de Lesseps y, además, primo de Eugenia.
Sin embargo poco tiempo pudo disfrutar Francia del éxito del canal. En julio de 1870 comenzó la guerra franco-prusiana que finalizó en mayo de 1871 con victoria de Prusia, provocando la caída del II Imperio Francés y el exilio a Inglaterra de Napoleón III y de Eugenia de Montijo.
En enero de 1871, un año después de su inauguración y en plena guerra franco-prusiana, el canal de Suez fue visitado por Jaime Puig Monmany, un buen amigo de México de la familia Alvear, en especial de Joaquina Gomez de la Cortina, condesa de la Cortina.
Joaquina estaba casada con el montillano Francisco Alvear y Ward y residía en España desde 1861, pero era mexicana de nacimiento y conservaba familia y amistades en su país de origen. A Montilla se trasladó a vivir con su marido Francisco cuando éste empezó a dirigir Bodegas Alvear.
Hoy compartimos algunos párrafos de la carta que Joaquina, condesa de la Cortina, recibe en su casa de Montilla y que el 20 de enero de 1871 le envía desde Nápoles Jaime Puig Monmany. En esta curiosa misiva, Jaime recoge sus impresiones del canal de Suez y lo compara con los canales y acequia de su querida México:
"Querida Joaquina (…) En Alejandría estuve 2 días, 3 en Jaffa, uno en Rama, 13 en Jerusalén, 2 en Bethelem, 1 en Sn. Juan, 1 en Port Said, 1 en Ismailia pues paré el Canal, y 1 en Suez. El canal, respecto al proyecto y creencia de la posibilidad de hacerse sin los riesgos que en otro tiempo se temían, es una gran obra. Pero respecto a la ejecución nada le encontré de particular pues no es más que cuestión de dinero. Recuerda usted la acequia de México, pues en una mayor escala ese es el Canal. Principia en Port Said, forma un gran lago en Ismailia que es como a la mitad del Canal y antes era desierto, y termina en Suez. No hay compuertas (…).
El lecho del canal es de arena pues que está en el desierto. Su forma, la de una cuna. El ancho varía hasta 70 o 80 metros. La profundidad hasta 10 o 11 metros (…). También resulta curioso las elevadas tarifas por el derecho de paso de buques y pasajeros: (…) Los buques pagan de derecho para pasar 10 francos por tonelada y 10 francos por cada pasajero. Los buques que más pasan son los vapores. Hoy con motivo de la guerra (franco-prusiana) pasan sobre 90 buques al mes y de éstos casi la mitad son ingleses. En tiempos comunes pasan el canal sobre 180 o 90 buques. Pocos son los buques que cuesta el pasaje menos de 2.000 fr (…)".
El canal tuvo una consecuencia adicional para España. La ruta comercial tradicional que unía a la península con Filipinas, con escala en América, había quedado definitivamente rota con la independencia americana en la primera mitad del siglo XIX. La ruta alternativa, rodeando el continente africano, requería tres meses de navegación. La dificultad y duración del viaje hizo que los lazos económicos y sociales entre la península y Filipinas se fuesen debilitando.
La apertura del canal en 1859 acortó la duración del viaje de España a Filipinas a un solo mes de travesía, lo que revitalizó de nuevo los lazos económicos y en general de relación entre España y su colonia. Fruto de ese nuevo impulso del interés de España en Filipinas fue la creación en 1894 de una Escuela Normal de Maestras en Manila.
Y una de las profesoras fundadoras de la Escuela Normal sería Luisa Alvear y Gómez de la Cortina, una de las niñas que Jaime Puig menciona en su carta cuando se despide de Joaquina y le dice: “Saludo con mucho gusto al Sñr. Alvear y a las niñas (Luisa, Maria y Candelaria Alvear Gómez de la Cortina)".
Así pues, Luisa también sería uno de esos pasajeros que cruzarían el canal de Suez en barco y lo haría en abril de 1893. Luisa iba camino de Manila para la fundación de la mencionada Escuela Normal de Maestras. En una serie de cartas que conserva la Familia Alvear, Luisa nos dejó una detallada e interesante descripción de este viaje a Manila, así como de su estancia en Filipinas, pero todo ello formará parte de un próximo relato.
CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR
FOTOGRAFÍAS: DEPOSITPHOTOS.COM / FUNDACIÓN ALVEAR
FOTOGRAFÍAS: DEPOSITPHOTOS.COM / FUNDACIÓN ALVEAR