Impresionante. No cabe otra palabra. “Indescriptible”, decía en medio de la euforia el propio hermano mayor de Valme, Hugo Santos Gil. Y se podrían añadir cuantos calificativos se quieran porque lo vivido esta tarde en Dos Hermanas ha sido, sin duda, algo histórico.
La expectación creada en torno a la Parroquia de Santa María Magdalena la verdad es que ya dejaba entrever instantes antes de la salida de Nuestra Señora de Valme del interior de este templo, lo que podía ocurrir, ante la masiva presencia de niños, jóvenes y, sobre todo, mayores, que se congregaron para presenciar lo que sabían que iba a ser algo único.
Las primeras aglomeraciones y murmullos se crearon cuando minutos antes de las cinco y media de la tarde hacía su aparición el deslumbrante coche descapotable que iba a trasladar a la Protectora de Dos Hermanas hasta la Catedral de Sevilla. De color negro, de chasis bajo, casi era imposible poder verlo entre la multitud, con muchos curiosos que se preguntaban incluso que qué estaba pasando allí.
El conductor del vehículo, alquilado para la ocasión y que imita a los coches de época, le dejó marcha atrás a escasos dos metros de la puerta de la Parroquia, en medio una auténtica nube de medios gráficos, muchos de ellos venidos de Sevilla, que, desde luego, casi impidieron momentos a cuantos allí se congregaban siquiera poder presenciar las estampas que se estaban dibujando.
Y en medio de esa expectación fue cuando a las cinco y media en punto se abrieron las puertas de la Parroquia para dejar paso al hermano mayor de Valme y al párroco de este templo, don Manuel Sánchez de Heredia, que portaban a la Virgen y que la depositaron en el asiento trasero del vehículo con tremendo cuidado, siempre bajo la estrecha vigilancia de María Luisa Díaz, su fiel camarera.
Esos fueron tal vez los momentos en los que, por encima de las cabezas y de los brazos que se alzaban portando móviles para tratar de captar este instante, se pudo ver algo a la Virgen, porque a partir del momento en el que ocupó ya el asiento trasero del coche, pese a ser descapotable, se convirtió en tarea casi imposible.
Se le cantó el himno en su honor y se inició un breve recorrido hasta la Plazoleta Menéndez y Pelayo, donde a los pies de su monumento el vehículo sería cubierto y se despediría de todos para dirigirse, por la Carretera Vieja, camino de Sevilla. Pero la marcha, casi imposible por momentos, se vio obligada en repetidas ocasiones a detenerse ante la gran aglomeración de fotógrafos y personas que se amontaban a su alrededor.
Justo detrás del coche aparecieron las autoridades civiles de la ciudad, con el alcalde, Paco Rodríguez, a la cabeza, y con don Manuel Sánchez de Heredia a un lado, escoltando junto con María Luisa Díaz a la Protectora, que, además, estrenaba su nuevo manto, una pieza sobre terciopelo de color turquesa con un salpicado de cien flores de lis bordadas en plata salido del taller del bordador malagueño Samuel Cervantes.
Ese breve recorrido por la Plaza de la Constitución y Santa María Magdalena hasta la Plazoleta se tardó algo más de media hora en recorrerse, de la gente que seguía acumulándose a su alrededor, y, claro, en medio de todo, un Hugo Santos Gil que no cabía en sí de gozo, y que así se expresó para este Diario Digital: “Ahora mismo estoy que no tengo muchas palabras, porque me encuentro creo que igual de impactado que todo el mundo. Esto es algo que no habíamos visto nunca, ni siquiera con las fotografías que hay del año 1948, sobre las que nos podíamos hacer una idea. Y la verdad es que son momentos de emoción, porque ver a la Virgen así, en una imagen inédita, y despidiéndola del pueblo para ir a Sevilla, nada menos que con esta conmemoración del 775 Aniversario, pues es algo indescriptible”.
Y así fue. Indescriptible y, con toda seguridad, imborrable para la memoria de cuantos presenciaron esta histórica estampa, porque parecía como si nadie en Dos Hermanas quisiera perdérsela.
Cuando marcaban más o menos las seis y diez de tarde, fue el momento en el que personal de la empresa propietaria del vehículo empezó a echar la capota del vehículo y a colocar en los laterales los plásticos que, a modo de ventanilla, tratarían de proteger a la imagen en su recorrido hasta la capital. Y cuando parecía que la imagen iría sólo en compañía del conductor, fue la camarera de la Virgen la que se subió junto a éste para hacer un viaje con Ella que seguro que no olvidará nunca.
Allí se despidió el pueblo de Dos Hermanas de su Protectora, con vivas a la Virgen de Valme que incluso se atrevió a pronunciar la propia María Luisa Díaz, con muchos que, corriendo, incluso se marcharon con rapidez, unos hacia la estación del tren y otros en vehículos hasta la parada del Metro en Olivar de Quintos para, una vez ya en Sevilla, dirigirse hasta la Plaza Virgen de los Reyes, donde la Protectora sería paseada en andas hasta el interior de la Iglesia Catedral de Sevilla.
Pero eso es ya otra historia. La previsión era que la Virgen saliera portada en andas sobre las siete y cuarto de la tarde desde el Palacio Arzobispal para hacer un breve recorrido por la Plaza de la Virgen de los Reyes, con ofrenda floral ante el monumento dedicado al Papa San Juan Pablo II. Y, seguidamente, hacer su entrada en la Catedral para quedar entronizada junto a la Virgen de los Reyes y la urna con el cuerpo incorrupto del Santo Rey Fernando III. Porque desde allí partirá mañana, día 25 de noviembre, a las 17:00 horas para protagonizar otro momento histórico: la procesión extraordinaria con motivo de cumplirse el 775º aniversario de la Reconquista de Sevilla y de la Restauración del Culto Cristiano.
Secuencia gráfica de la salida
La expectación creada en torno a la Parroquia de Santa María Magdalena la verdad es que ya dejaba entrever instantes antes de la salida de Nuestra Señora de Valme del interior de este templo, lo que podía ocurrir, ante la masiva presencia de niños, jóvenes y, sobre todo, mayores, que se congregaron para presenciar lo que sabían que iba a ser algo único.
Las primeras aglomeraciones y murmullos se crearon cuando minutos antes de las cinco y media de la tarde hacía su aparición el deslumbrante coche descapotable que iba a trasladar a la Protectora de Dos Hermanas hasta la Catedral de Sevilla. De color negro, de chasis bajo, casi era imposible poder verlo entre la multitud, con muchos curiosos que se preguntaban incluso que qué estaba pasando allí.
El conductor del vehículo, alquilado para la ocasión y que imita a los coches de época, le dejó marcha atrás a escasos dos metros de la puerta de la Parroquia, en medio una auténtica nube de medios gráficos, muchos de ellos venidos de Sevilla, que, desde luego, casi impidieron momentos a cuantos allí se congregaban siquiera poder presenciar las estampas que se estaban dibujando.
Y en medio de esa expectación fue cuando a las cinco y media en punto se abrieron las puertas de la Parroquia para dejar paso al hermano mayor de Valme y al párroco de este templo, don Manuel Sánchez de Heredia, que portaban a la Virgen y que la depositaron en el asiento trasero del vehículo con tremendo cuidado, siempre bajo la estrecha vigilancia de María Luisa Díaz, su fiel camarera.
Esos fueron tal vez los momentos en los que, por encima de las cabezas y de los brazos que se alzaban portando móviles para tratar de captar este instante, se pudo ver algo a la Virgen, porque a partir del momento en el que ocupó ya el asiento trasero del coche, pese a ser descapotable, se convirtió en tarea casi imposible.
Se le cantó el himno en su honor y se inició un breve recorrido hasta la Plazoleta Menéndez y Pelayo, donde a los pies de su monumento el vehículo sería cubierto y se despediría de todos para dirigirse, por la Carretera Vieja, camino de Sevilla. Pero la marcha, casi imposible por momentos, se vio obligada en repetidas ocasiones a detenerse ante la gran aglomeración de fotógrafos y personas que se amontaban a su alrededor.
Justo detrás del coche aparecieron las autoridades civiles de la ciudad, con el alcalde, Paco Rodríguez, a la cabeza, y con don Manuel Sánchez de Heredia a un lado, escoltando junto con María Luisa Díaz a la Protectora, que, además, estrenaba su nuevo manto, una pieza sobre terciopelo de color turquesa con un salpicado de cien flores de lis bordadas en plata salido del taller del bordador malagueño Samuel Cervantes.
Ese breve recorrido por la Plaza de la Constitución y Santa María Magdalena hasta la Plazoleta se tardó algo más de media hora en recorrerse, de la gente que seguía acumulándose a su alrededor, y, claro, en medio de todo, un Hugo Santos Gil que no cabía en sí de gozo, y que así se expresó para este Diario Digital: “Ahora mismo estoy que no tengo muchas palabras, porque me encuentro creo que igual de impactado que todo el mundo. Esto es algo que no habíamos visto nunca, ni siquiera con las fotografías que hay del año 1948, sobre las que nos podíamos hacer una idea. Y la verdad es que son momentos de emoción, porque ver a la Virgen así, en una imagen inédita, y despidiéndola del pueblo para ir a Sevilla, nada menos que con esta conmemoración del 775 Aniversario, pues es algo indescriptible”.
Y así fue. Indescriptible y, con toda seguridad, imborrable para la memoria de cuantos presenciaron esta histórica estampa, porque parecía como si nadie en Dos Hermanas quisiera perdérsela.
Cuando marcaban más o menos las seis y diez de tarde, fue el momento en el que personal de la empresa propietaria del vehículo empezó a echar la capota del vehículo y a colocar en los laterales los plásticos que, a modo de ventanilla, tratarían de proteger a la imagen en su recorrido hasta la capital. Y cuando parecía que la imagen iría sólo en compañía del conductor, fue la camarera de la Virgen la que se subió junto a éste para hacer un viaje con Ella que seguro que no olvidará nunca.
Allí se despidió el pueblo de Dos Hermanas de su Protectora, con vivas a la Virgen de Valme que incluso se atrevió a pronunciar la propia María Luisa Díaz, con muchos que, corriendo, incluso se marcharon con rapidez, unos hacia la estación del tren y otros en vehículos hasta la parada del Metro en Olivar de Quintos para, una vez ya en Sevilla, dirigirse hasta la Plaza Virgen de los Reyes, donde la Protectora sería paseada en andas hasta el interior de la Iglesia Catedral de Sevilla.
Pero eso es ya otra historia. La previsión era que la Virgen saliera portada en andas sobre las siete y cuarto de la tarde desde el Palacio Arzobispal para hacer un breve recorrido por la Plaza de la Virgen de los Reyes, con ofrenda floral ante el monumento dedicado al Papa San Juan Pablo II. Y, seguidamente, hacer su entrada en la Catedral para quedar entronizada junto a la Virgen de los Reyes y la urna con el cuerpo incorrupto del Santo Rey Fernando III. Porque desde allí partirá mañana, día 25 de noviembre, a las 17:00 horas para protagonizar otro momento histórico: la procesión extraordinaria con motivo de cumplirse el 775º aniversario de la Reconquista de Sevilla y de la Restauración del Culto Cristiano.
Secuencia gráfica de la salida
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL