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Mariani Molina, en las horas previas al homenaje a los pregones de Valme: “Sé que vamos a hacer algo único”

Mariani Molina irradia en estos días una tremenda ilusión ante el gran reto que se le presenta delante, nunca antes concebido: conducir un homenaje a la historia de los pregones de la Romería de Valme. Pero al mismo tiempo es más que consciente de la gran responsabilidad que ha recaído sobre ella. Eso sí, con sólo el agradecimiento de quien lo presencie, se da por más que satisfecha.


A Mariani Molina no hay ni que presentarla en Dos Hermanas. Pero si hay por ahí algún despistadillo o despistadilla, sólo decir que es una de las grandes comunicadoras de la radio en España, nacida, criada y vecina de esta ciudad, y devota de la Virgen de Valme desde que nació. Como si tal cosa, lleva ya más de treinta años trabajando en el mundo de la radio, desde aquella recordada e histórica ‘Radio Estrella’, a retos de mucho más peso en emisoras nacionales como ‘Cadena Ser’ o ‘Cope’, donde hoy en día se le puede escuchar junto a su inseparable Carlos Herrera.

Este domingo, mañana mismo, en la Parroquia Santa María Magdalena, a partir de las 12:00 horas, va a ser la gran protagonista de un acto, concebido bajo el título de 'Valme, el Pregón de un pueblo', con el que se quiere rendir un homenaje a la historia del Pregón de la Romería y a los que fueron sus protagonistas. Y ella será quien lo conduzca. Luego, al final, serán todos los nazarenos y nazarenas quienes digan si lo que ella aún guarda en secreto será una presentación, un pregón o un pregón de pregones. Pero eso no lo sabremos hasta mañana. Ahora lo que sí podemos es aventurarnos en conocer algo más de esta gran comunicadora nazarena, de quién es, de cómo llegó a ser lo que es, de qué siente por la Virgen de Valme, pero ante cuyo poder de narración sobran las preguntas.

“Yo nací en el Hospital Militar, pero mis padres vivían en las casas que la Guardia Civil tenían en la barriada del Rocío en Dos Hermanas. En los años 60 llegó el destacamento de Tráfico de la Guardia Civil, y mi padre, Juan Molina Ruiz, fue uno de los que vino, pero como eran tantos y no cabían en la casa cuartel, durante un tiempo estuvo en una pensión, hasta que conoció a mi madre, Pepi Gutiérrez Bernabé, y, como la Guardia Civil compró una serie de casas en la barriada del Rocío, cuando se casaron se fueron a vivir allí. Mi padre murió cuando yo tenía 8 años de edad de una ‘miastenia gravis’, una enfermedad neurodegenerativa. No pude disfrutarlo, la verdad, aunque me acuerdo mucho de él porque yo tenía casi 9 años. Mi padre murió en noviembre. Yo odio ese mes. Los niños sabes que tenemos mucha memoria, porque nuestro cerebro todavía no está contaminado, y todo lo que se vive en esa época, se recuerda. Y yo, el proceso degenerativo de la enfermedad de mi padre, que duró dos años, lo recuerdo de una manera muy nítida. De lo único que no me acuerdo es del tono de su voz, pero de lo demás, absolutamente de todo porque era mi héroe. Nosotras somos dos hermanas, yo era la mayor y mi padre para mí lo fue todo. De hecho, lo sigue siendo. Mi padre era de ascendencia cordobesa, lo que ocurre es que, como buen guardia civil, era ciudadano del mundo. De pequeño se crió entre Palma del Río, pero pasó por muchos destinos”.

“Mi nombre, Mariani, viene de Mariana, pero mis padres consideraron que era un nombre demasiado grande para una niña tan pequeña, porque yo de chica era un pimientillo, un rabo de lagartija, y por eso me llamaban así. En mi casa, yo soy la última Mariana. La primera, que sepamos, fue mi abuela paterna, luego una tía, dos primas mayores, y yo la más pequeña de ellas. Y creo que conmigo morirá ya este nombre”.

“Es curioso, pero a pesar de ser de Dos Hermanas, por mi acento me dicen que si soy castellana. Me pasa muchísimo. Y eso me viene de mi padre. Precisamente, por su profesión, que como digo tuvo un sinfín de destinos, no hablaba un andaluz cerrado, pero es que mi madre tampoco. En el colegio me llamaban ‘La Fisna’ porque decían que hablaba muy bien. Mi acento es neutro, pero también hay que tener en cuenta una cosa: que es que yo llevo treinta y tantos años trabajando y hablando castellano, porque a nosotros antes en radio y en televisión nos obligaban a hablar en castellano. Los acentos estaban prohibidos. Amén de los destinos que he tenido, porque todo se pega. Pero, pese a ello, cuando viví en Madrid dejé expresiones como: ‘¡Qué arte más grande!’, y ese tipo de cosas. El del bar de ‘Radio Madrid’ siempre me decían: “Háblame un poquito en sevillano”, y yo le decía: “¿Qué quieres, mi arma?”, y ya lo tenía entregado”.

“De pequeña es verdad que siempre presentaba todas las fiestas de fin de curso en el Colegio de la Sagrada Familia. Supongo que las monjas vieron en mí, antes que yo incluso, actitudes para la comunicación. Y yo era a la que le tocaba siempre leer en la misa, en las fiestas de fin de curso…, pero ni remotamente pensaba por entonces que yo iba a dedicarme a la comunicación. Y estando estudiando luego Filología Inglesa, llegó un día mi hermana y me dijo:

- “Han abierto una emisora de radio en Dos Hermanas y están pidiendo a gente para que se presente”.

Y juro que, de guasa, le dije:

- “Bueno, pues yo me voy a presentar”.

Mi hermana me dijo:

- “Tú no eres capaz”.

Y yo le respondí:

- “Claro que soy capaz”.

Total, que me piqué y me presenté. Di entonces todos los pasos y me llamaron para hacerme la prueba. Era ‘Radio Estrella’ ¿Y quién me hizo la prueba? Casimiro Rivas, que para mí fue importantísimo porque fue mi mentor. La prueba consistió, además de en dar una noticia y leer una poesía, en retransmitir mentalmente, sin más ayuda que mi propia imaginación, una salida de la Virgen de Valme. Así que empecé con Valme, y no es que ahora me vaya a encontrar otra vez con Valme, sino es que siempre ha estado ahí conmigo. En esa prueba conseguí el número uno y me incorporé inmediatamente a la radio. A partir de ahí empezó todo mi periplo en este mundo”.

“Yo por entonces continuaba estudiando, al mismo tiempo que hacía mis cosas en la radio. El ambiente allí era maravilloso. La sede la tuvo en un primer momento en el garaje que Paco Alcocer tenía en la calle Calderón de la Barca, donde había una especie de tallercito, porque él era radioaficionado. Cuando yo llegué, ya llevaban unos meses emitiendo. Y por allí estaban Casimiro, el propio Paco Alcocer, José Manuel Palacios, Manolo Pérez, María Antonia Gascón…, éramos cinco o seis personas. La verdad es que estábamos jugando a hacer radio. Era una aventura de cinco o seis locos que nunca imaginamos que aquello iba a tomar el peso que tomó. Hasta que llegó un momento en el que tuvimos que decidir entre cerrar definitivamente la emisora, porque no teníamos infraestructura, o tirarnos a la piscina y seguir adelante, porque Dos Hermanas estaba demandando que hiciéramos más cosas. Lo que me parece mentira es que Dos Hermanas no tenga hoy una radio. Pero está claro por qué, porque hasta ahora a las autoridades, que son las que en realidad dan las licencias, no les ha interesado. Y cuando ‘Radio Sevilla’ empieza a decir que la emisora era rentable, lo que quería era realmente que algunos, los más punteros, pasáramos a Sevilla, y tener aquí un repetidor, que acabó convirtiéndose en ‘Radio Olé’, con dos locutores y sin más historia. ¿Qué pasa? Pues que se pidió ayuda al Ayuntamiento, que no se posicionó en ningún momento. A mí es una de las cuestiones que más me escuece, porque yo he ido a pueblos con mucha menor identidad que Dos Hermanas, y he visto que tienen su televisión y su radio. ¡Y aquí con la de cosas que se pueden contar! Y te puedo decir que el anterior alcalde, en su momento, me dijo que no quería que se hablara ni bien ni mal de Dos Hermanas, sino que no se hablara. Y eso no puede ser en un núcleo de población con ciento cuarenta y tantos mil habitantes”.

“En Radio Estrella fue cuando empezó a entrarme en vena esta forma de comunicación, aunque yo aún no tenía ni idea de que iba a acabar dedicándome a esto de manera profesional. Yo estaba conjugando los estudios con la radio, pero cuando los medios profesionales se ponen en contacto contigo, te fichan y ya empiezas a trabajar, ves que esto es ya otra cosa. De hecho, nosotros, que éramos muy jóvenes, fuimos los primeros locutores de ‘Cadena Dial’ aquí cuando la compró la ‘Cadena Ser’, y éramos todos gente de unos 20 años, que estábamos estudiando y que luego teníamos nuestras horas de radio. Algunos acabaron marchándose y continuando con sus estudios o con otras historias, porque no le vieron salida, pero en mi caso me topé con un señor que se llama Carlos Herrera, que fue el que me cambió la vida. Pero antes ya había pasado por ‘Radio Corazón’, donde estuve ocho meses, y a partir de enero de 1990 en la ‘Cadena Ser’, donde me llevé 22 años, y por medio haciendo también televisión, para TVE o para Canal Sur, y ya hasta que llegó el momento en el que Carlos me dijo que se iba a la Cope y que me fuera con él”.

“Lo que más me gusta de la radio es el resultado final del trabajo. ¿Cómo se mide ese resultado final? En la satisfacción del oyente. Cuando el oyente te para por la calle y te dice: “Por fin te pongo cara. Gracias por contar las cosas como las cuentas porque me lo paso muy bien, pero, sobre todo, me entero de lo que dices”. O, por ejemplo, cuando alguien me dijo: “Eres mi valium. Contigo me lo paso tan bien que se me olvida hasta la depresión”. El efecto que tu trabajo produce en los demás, eso es lo que más me gusta. Y, después, la adrenalina que te produce cuando surge una noticia y se para absolutamente todo lo que estás haciendo y te metes de lleno en eso, y llamas a unos y a otros, y sientes cómo ese cuerpo se va revolucionando que parece enteramente una lavadora centrifugando. Pues esas dos cosas son las que me dan vida. La radio es compañera, lo que pasa es que la gente tiene un concepto de radio muy romántica, y piensa que nosotros llegamos, nos sentamos, empezamos a hablar y ya está, pero muchos desconocen el trabajazo que hay detrás del instante en el que te pones delante de un micrófono, que es de horas, de días, de no comer, y de aprender a quitar incluso el Whatsapp en algunos momentos, porque es que Herrera a las cinco de la mañana ya está llamando para que le consiga esto o aquello. He tenido que ir cambiando de hábito porque la radio te copa las 24 horas del día de los siete días de la semana”.

“El caso es que empecé en la radio con una retransmisión imaginaria de una salida de la Virgen de Valme, y ahora me encuentro con un reto que me apasiona, como es realizar un homenaje a los pregones de la Romería. La persona que me lo comunicó fue Hugo Santos, el hermano mayor, quien me dijo que tenían una idea de lo que querían hacer en este año tan especial, teniendo en cuenta que era el Cincuenta Aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen, pero que en realidad no sabían cómo, partiendo de la base de que se tenía que tener como eje al pregón, pero no pronunciar uno al uso porque el que hizo Alberto García Reyes estaba aún muy reciente. Y por eso se pensó en un homenaje a los pregones de antaño. Pero, claro, ahora había que darle forma, y para eso me llamaron a mí. A partir de que me lo ofrecieron, empecé a trabajar robándole muchísimas horas al sueño. Yo no he tenido vacaciones, porque esto fue a mediados de julio, y hasta he pasado unas vacaciones en las que no he dejado el portátil en ningún momento pensando cómo le daba forma a todo. La verdad es que la Hermandad llegó a mí con una tela valiosísima, por la historia que tenía, por lo rica que era, por el contenido que había en ella, pero ahora a mí me tocaba hilarla, bordarla…, y eso es lo que he hecho. En agosto, cuando nos volvimos a reunir, presenté a la Hermandad el guion de cómo pensaba que podía hacerse, y se quedaron muy sorprendidos. Me dijeron:

- “¿Ves? Por eso te hemos llamado”.

La verdad es que les encantó la idea de cómo concebía yo que tenía que ser el acto, y así es como se va a hacer”.

“Lo que no sé exactamente es cómo presentarme en este caso, porque ni es un pregón que yo pronuncie, ni soy una presentadora de un pregón. Pero en este caso, lo que sí ocurre es que dar paso a cada pregón va a constituir en sí parte también de un pregón. Es curioso. Un compañero de Cope me lo decía hace poco durante una entrevista: “¿Pregonera? ¿Presentadora?” Y yo le decía que ni lo uno ni lo otro, porque, como es algo novedoso, pues casi mejor llamarme ‘Maestra de ceremonia’. Cuando me reuní con el resto de los que me acompañan para ir marcando directrices de lo que íbamos a hacer, porque todo el mundo sabe ya que no voy a estar sola sino que me acompañarán algunas personas, todas maravillosas por cierto, me di cuenta de que íbamos a hacer algo único. Y por eso creo que entre todos vamos a construir un pregón a base de pregones. ¿Se puede llamar pregón de pregones? Pues a lo mejor, porque es que tiene todos los elementos: vivencias, lírica, música, recuerdos…, vamos, todo lo que tiene un pregón. Y creo que además va a resultar algo muy entretenido, que es mi finalidad. Mi obsesión, aunque se han filtrado ya algunas cosas, es que se supiera de todo esto cuanto menos, mejor. ¿Por qué? Porque yo quiero mantener la atención de las personas que estén en la Parroquia o en sus casas, preguntándose todos y todas qué iba a venir luego. Dentro además de lo que supone dar lectura a un texto de un pregón, cada uno con una temática completamente diferente. Y vamos a ir conjugando texto, poesía, música… Esto no va a ser la presentación de la Gala de los Óscar, sino que, como decía, será un pregón de pregones, que al final va a acabar resultando un pregón. Ojalá la gente dijera eso al final, porque sería la mayor alabanza que podría recibir. De vedad. Y mira que yo me niego a hacer pregones. Yo ya hice uno, el de la Cabalgata de los Reyes Magos hace un montón de años, pero desnudarme de manera espiritual me cuesta mucho, aunque en esta ocasión algo lo haré porque voy a compartir emociones y ciertas intimidades. Y la responsabilidad de conseguir llegar al corazón de la gente, ¡uuuffff! No sé qué es más difícil, si que te den un papel en blanco y ¡hala, ancha es Castilla! y tú ahí resuelves, o que te den un montón de cosas y empieces a formar un rompecabezas”.

“La Virgen de Valme lo ha sido todo a lo largo de mi vida. Hasta sin querer, porque Ella se ha empeñado. En mi casa hemos vivido Valme siempre porque mi madre es una gran valmista, y mi padre, los años que vivió participaba de la Romería. En mi casa hemos vivido siempre todo eso. Este domingo voy a llevar dos medallas muy especiales, y una de ellas con más de sesenta años, que es la de mi madre, que la ha llevado en el camino desde que era jovencita. Yo he hecho muchos años el camino, salvo en aquellos en los que estuve viviendo lejos de Dos Hermanas. Y luego, por una cosa o por otra, cuando estaba por aquí pero no podía verla, o porque ese año estuviera yo con tenía ganas, ya Ella se encargaba de que la viera. Durante estos meses, lo mejor que me ha ocurrido es que hemos estado las dos muy cerca. La he tenido pegada aquí [se señala el hombro] y ha habido veces en las que le he tenido que decir a las cinco de la mañana: “Vamos a dormir ya, ¿no?”. Sin querer, Ella siempre ha insistido en que yo tenía que estar ahí”.

“En cualquier caso, lo que me tiene un poco preocupada es ver la excesiva expectación que se ha creado. El peso de la responsabilidad es muy grande, porque hay gente que no ha ido nunca al Pregón de la Romería y que ya me han dicho que este año van a ir nada más que para verme. Esas expectativas me crean una gran responsabilidad con respecto a mí y a lo que yo voy a hacer. Entonces, ojalá consiga llegar a la gente y ojalá la gente, cuando salga de allí, diga: “¡Caramba, qué bonito!”, o “Me he emocionado” o “Qué cosa más original”…; en definitiva, que salga con una sensación positiva. Sólo eso me hará ya muy feliz”.


FRANCISCO GIL / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: X
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