Aurora Ruiz es, pese a sus 23 años de edad, una artista de firmes convicciones, y, desde el punto de vista personal, de sólidas bases devocionales, especialmente hacia lo que han sido sus raíces, que pasan indefectiblemente por la Virgen de Valme y su Romería. Por eso, cuando empezó a pintar el cartel de la Romería de Valme de 2023, ese que ha sido objeto de críticas y de elogios, asegura que lo hizo en base a una idea en la que confiaba plenamente.
Cuando el pasado mes de julio la Hermandad de Valme dio a conocer que la autora de este año del cartel que anunciara la Romería de Valme iba a ser la nazarena Aurora Ruiz Moreno –la primera mujer, por cierto, en hacerlo-, ya se esbozó una trayectoria artística que denotaba una cierta madurez pese a su juventud. Licenciada en la Facultad de Bellas Artes, obteniendo el premio al Mejor Expediente Académico de su promoción (2017-2021) por la Universidad de Sevilla y la Medalla de la Real Maestranza de Caballería en reconocimiento a sus méritos académicos, y formada en la Accademia di Belle Arti de Roma, en estos momentos, además de trabajar en su nuevo estudio ubicado en el sevillano barrio de San Lorenzo, está realizando el Máster en Investigación en Historia del Arte.
Su obra se encuentra ya presente en colecciones particulares de Canadá, Estados Unidos y parte de Europa, y ha realizado exposiciones individuales y colectivas, entre éstas en la muestra ‘Almas LXXV’ promovida por el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla y la Universidad Loyola por el 75º aniversario del Cristo de las Almas, titular de la Hermandad de los Javieres, habiendo sido, por otra parte, la comisaria de la exposición ‘Proyecto Váleme’ que reunió el pasado mes de mayo en la Casa de la Provincia de Sevilla obras de una treintena de artistas plásticos.
Pero el cartel que Aurora Ruiz presentó el pasado viernes no ha pasado desapercibido. Su visión personal de la Romería y de la Virgen de Valme ha sido recibida por unos con elogios y por otros con críticas, siendo objeto incluso de ciertas bromas, algo que, en cuanto a lo primero, asegura que agradece, y, en cuanto a lo segundo, que asume siempre que venga desde el respeto.
Para unos y otros, se ofrece a continuación esta entrevista con Aurora Ruiz, una nazarena que asegura que para ella ha sido un auténtico honor realizar el cartel de la Romería de Valme de este año.
- ¿Cómo está viviendo estos días después de la presentación del cartel?
- Pues muy feliz. Estoy muy contenta. El día de la presentación la verdad es que recibí muy buena acogida del cartel, con muchas palabras de cariño.
- ¿Cuándo y cómo se dirige a usted la Hermandad de Valme para encargarle el cartel?
- Fue su hermano mayor, Hugo Santos Gil, quien lo hizo en nombre de la Hermandad. Me llamó un día y me dijo que a ver si podíamos vernos porque habían pensado que este año hiciera yo el cartel de la Romería. Esto pasó más o menos a mitad del mes de julio.
- ¿Y no se lo pensó?
- Por supuesto. No me lo pensé. Me hacía mucha ilusión porque no es sólo la devoción que le tengo a la Virgen de Valme, sino que es algo que en mi familia se hereda. Desde que eres pequeño le tienes esa devoción y ese cariño a la Virgen porque lo tuvo tu abuela y lo tiene tu madre y porque tú misma también lo desarrollas. Eso en mi familia es algo inherente. Se puede decir que desde que se nace ya somos valmistas. Entonces, por esa parte me hizo mucha ilusión. Pero, claro, a su vez sentí mucho respeto por ese cartel porque sé el peso y la importancia que tiene, y para mí era una gran responsabilidad.
- ¿Había pintado algún cartel anteriormente?
- Hice uno para ‘Onda Cero’ con motivo de la Semana Santa de Sevilla de este año. Cada año salía una hermandad y el cartelista tenía que hacer un cartel en torno a una imagen, y yo tuve la suerte de que a mí ese año me tocó el Cristo de la Sed, que es una imagen que siempre me ha llamado mucho la atención.
- Valmista y amante de la Semana Santa, ¿no?
- Me gusta mucho la Semana Santa, pero creo que me siento mucho más cercana a la Virgen de Valme. No hablo de qué es mejor o peor, pero a mí la Romería de Valme me lleva inevitablemente a mi infancia y a mis raíces. Si yo un año no estoy en Semana Santa, pues me puede dar pena, por supuesto, pero sólo ha habido un año en el que no pude ir a la Romería, ya que estaba estudiando con una beca en la Academia de Arte de Roma, y ese día la verdad es que lo pasé muy mal. Eso creo que es algo que le pasa a todos los que somos de Dos Hermanas y hemos vivido desde pequeños la Romería, y que para mí es volver a mi infancia, a mi familia, a las personas que ya no están… Es como una vuelta a lo que somos y a lo que hemos sido, incluso a lo que vamos a ser en un futuro.
- O sea, que el encargo de la Hermandad de Valme le llenó de ilusión.
- Por supuesto. Es verdad que para hacerlo contaba con menos tiempo del que a mí me gusta tener cuando trabajo, porque me gusta hacerlo a fuego lento, muy pausadamente, intentando dar pasos lo más segura posible, y aunque es verdad que en un mes y medio es posible hacer un cartel, para ello he tenido que dejar de lado otros trabajos. Pero a mí en este caso no me importó. Dejé todo lo que tenía que hacer y me centré completamente en ello.
- ¿Y cómo fue ese proceso de creación?
- Al final seguí un método muy parecido a los trabajos que hago. Siempre me gusta partir del análisis del vínculo que existe entre la escena, la persona o la imagen y yo misma, cuál es el motivo que a mí me atrae para traducir de forma plástica lo que está ocurriendo. Una vez que yo me acerco a eso, ya empiezo a hacer un pequeño trabajo de investigación que muchas veces suele ir a la par de lo que me transmite esa imagen. Es decir, realicé un proceso de investigación en torno a Valme, con el estudio de la propia imagen, de la talla, del estilo, de la forma, del color, de si ha tenido o no restauraciones. Yo tenía en mi estudio una pared llena de posits, creando como una especie de mapa mental, donde empecé a relacionar ideas.
- ¿Con qué intención?
- Con la de intentar llegar a la esencia o al núcleo, a lo que perdura en el tiempo y que defina a su vez la esencia de lo que es la Romería. Y después de ese análisis, de los elementos que pueden ser más representativos. Al final se acaba depurando poco a poco esa pared llena de posits con palabras hasta que llegas a una única, que suele ser la que define todo.
- ¿Y cuál fue?
- En este caso fue la ‘fe’, la Virgen en sí misma como figura predominante en la Romería. De hecho, se puede hablar por ejemplo de la figura gótica, de su origen, de la estética, de su tamaño reducido para que pudiera ser trasladada de un sitio a otro y pudiera acompañar a San Fernando… También, el objetivo que perseguía no era tanto una representación más de lo que se veía, sino de lo que no se veía, dejando de lado la parte estética. Todo eso estaba para mí muy presente a la hora de concebir una idea.
- ¿Y qué vino después?
- Después de esa lluvia de ideas, fui desarrollando bocetos y pruebas hasta que llegué a una que, por lo que sea, sientes que tiene que ser esa, que al final es la más honesta contigo misma y con las conclusiones que he ido sacando. Y fue después cuando vino la segunda parte, que es la pintura, el momento de afrontar el lienzo. Cuando se traslada ese boceto a un soporte y con una técnica diferente, en este caso un lienzo de un metro y medio con óleo, hay cosas que en esa traducción acaban sufriendo una variación para adaptarse a ese soporte y seguir manteniendo un diálogo. Es decir, yo partí de los pilares del núcleo al que yo llegué dentro de lo estable de lo que es la Romería, la Virgen, los años, y de ahí partieron todas esas conclusiones verbales o emocionales traduciéndose al lenguaje plástico. Porque cuando estás pintando, estás dialogando con el propio soporte y con la pintura, con su densidad, hasta que incluso pueda ocurrir que de pronto caiga una mancha de forma accidental que redirija el cuadro por completo y lo acabe llevando a otro resultado estético, aunque siempre sea con el objetivo de acercarse a esa misma esencia dentro del lenguaje plástico.
- Antes de ponerse a trabajar sobre su cartel, ¿realizó algún estudio de los carteles de anteriores ediciones de la Romería o no quiso saber nada de lo que se había hecho anteriormente?
- Es que de forma irremediable ya conocía muchos porque yo he vivido en Dos Hermanas toda mi vida. No puedo recordarlos todos, pero al final los acabas viendo porque la Romería en Dos Hermanas tiene muchísima repercusión, y si vas a un estanco, a una panadería o a la carnicería, te acabas encontrando con un cartel de la Romería.
- ¿Y tenía claro que su cartel podría ser rompedor en relación con la línea de carteles anteriores?
- Es que es algo que no me lo planteé en ningún momento. Como comenté, el proceso que seguí es ese y lo que he hecho siempre es ser lo más honesta conmigo y con lo que yo pensaba que tenía que hacer. Fue algo que ya le adelanté a Hugo Santos cuando me encargó el cartel, quien ya había visto trabajos míos anteriores, como el crucificado que hice para la Hermandad de Los Javieres sobre el Cristo de las Almas, y que lo ha acabado comprando la Universidad Loyola; o el de ‘Onda Cero’ y alguno más. Él me dijo que le gustaba mucho lo que yo hacía. Yo le comenté que para mí era un honor hacer el cartel de la Romería, pero que quería que supiera que no sabía lo que iba a hacer porque hasta que no empiezo a trabajar, no sé qué camino va a coger el cuadro. La pintura para mí se podría resumir en que lo más interesante que tiene es que es impredecible. Una nunca sabe qué cuadro va a resultar, porque la pintura es en muchos casos la que te va direccionando. Insisto en que yo quería ser honesta conmigo misma, y eso en muchos casos puede tener una mejor o peor aceptación.
- ¿Y sospechó, una vez que ya tenía el cartel, que pudiera ser motivo de debate o de polémica?
- La verdad es que la polémica no la metí dentro de la ecuación. Yo lo que sí planteaba, por supuesto, porque este cartel está hecho para todos, es que a algunos les gustaría y a otros no. Entonces, para mí que haya un conflicto como tal no entraba en mi ecuación porque pienso que las cosas siempre se dicen con respeto y todos los comentarios pueden ser perfectamente aceptados, y más si son constructivos.
- ¿Pero le han afectado los comentarios, memes o críticas emitidas por distintos soportes, entre ellas las redes sociales, hacia su cartel?
- Yo he visto cosas por encima, pero la verdad es que los comentarios que me han llamado algo la atención han sido los que han tenido más respeto hacia mi trabajo, y, por supuesto, muchos también que han sido buenos. Es lo que digo, que siempre que se hable desde el respeto, aunque no se comparta la opinión, sea cual sea, para mí es más que aceptable, e incluso insisto en que las tendré en cuenta.
- Desde luego, ha conseguido que, no sólo en Dos Hermanas, se hable de su cartel de la Romería de Valme.
- Eso parece, pero insisto en que no pienso en esas cosas cuando trabajo. No puedes hacerlo. Ya le dije a Hugo Santos que no sabía lo que iba a salir. Cuando estaba en el estudio, yo solamente pintaba y lo hacía sobre una idea en la que yo confiaba plenamente, y sabía que el cartel tenía que ser ese. Pero no lo hice con ninguna pretensión de nada. He pintado lo que pensé que tenía que pintar.
- ¿Por qué ese color rojo tan llamativo y uniforme?
- Puede tener muchas acepciones. La idea principal parte de los colores corporativos de la Hermandad. Y decidí seleccionar el rojo porque es muy sugerente dentro de la simbología que ha tenido a lo largo de los años, como también con las cosas con las que se puede relacionar. Para mí Valme es una señal en el corazón. Por eso hablo de mi infancia, de lo que me recuerda…, es como un hilo conductor que permanece a lo largo de todas las generaciones. Y me recuerda a mi abuelo, aunque no lo conocí, pero que también la miró.
- ¿Le pone nombre a sus cuadros?
- A algunos sí. Al del Cartel de Valme no lo pensé mucho, la verdad. Le iba a poner ‘Una señal en el corazón’, pero no lo llegué a hacer. Le puse simplemente ‘Cartel de Valme’. En muchos casos es interesante ponerle título a las obras porque actúan como antesala para el espectador antes de que observe la imagen, pero en otros es más positivo cuando no se le pone ningún título porque es verdad que llega mucho más abierto a quien lo pueda ver. No le puse título al cartel de la Romería porque no quería hermetizar para nada lo que la gente entendiese sobre el cuadro.
- Eres una persona muy joven, y a pesar de ello has realizado una serie de obras que no han pasado desapercibidas. ¿Cómo se describiría usted como artista plástica?
- Yo intento ser lo más humilde posible con mi trabajo. No creo que haya una etiqueta que me pueda poner, porque al igual que no premedito el final del cuadro, tampoco premedito el lenguaje que quiero utilizar. Mi prioridad es hacer un retrato de lo que veo y siento. Es mucho más sensorial o emocional, y para llegar a eso en muchos casos utilizo una traducción plástica en unos casos y otra en otros. Pero insisto en que lo principal para mí es ser honesta conmigo misma, y, sobre todo, ser libre por completo a la hora de seguir el camino que me vaya marcando con el objetivo de que el lenguaje de la pintura esté presente.
Cuando el pasado mes de julio la Hermandad de Valme dio a conocer que la autora de este año del cartel que anunciara la Romería de Valme iba a ser la nazarena Aurora Ruiz Moreno –la primera mujer, por cierto, en hacerlo-, ya se esbozó una trayectoria artística que denotaba una cierta madurez pese a su juventud. Licenciada en la Facultad de Bellas Artes, obteniendo el premio al Mejor Expediente Académico de su promoción (2017-2021) por la Universidad de Sevilla y la Medalla de la Real Maestranza de Caballería en reconocimiento a sus méritos académicos, y formada en la Accademia di Belle Arti de Roma, en estos momentos, además de trabajar en su nuevo estudio ubicado en el sevillano barrio de San Lorenzo, está realizando el Máster en Investigación en Historia del Arte.
Su obra se encuentra ya presente en colecciones particulares de Canadá, Estados Unidos y parte de Europa, y ha realizado exposiciones individuales y colectivas, entre éstas en la muestra ‘Almas LXXV’ promovida por el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla y la Universidad Loyola por el 75º aniversario del Cristo de las Almas, titular de la Hermandad de los Javieres, habiendo sido, por otra parte, la comisaria de la exposición ‘Proyecto Váleme’ que reunió el pasado mes de mayo en la Casa de la Provincia de Sevilla obras de una treintena de artistas plásticos.
Pero el cartel que Aurora Ruiz presentó el pasado viernes no ha pasado desapercibido. Su visión personal de la Romería y de la Virgen de Valme ha sido recibida por unos con elogios y por otros con críticas, siendo objeto incluso de ciertas bromas, algo que, en cuanto a lo primero, asegura que agradece, y, en cuanto a lo segundo, que asume siempre que venga desde el respeto.
Para unos y otros, se ofrece a continuación esta entrevista con Aurora Ruiz, una nazarena que asegura que para ella ha sido un auténtico honor realizar el cartel de la Romería de Valme de este año.
- ¿Cómo está viviendo estos días después de la presentación del cartel?
- Pues muy feliz. Estoy muy contenta. El día de la presentación la verdad es que recibí muy buena acogida del cartel, con muchas palabras de cariño.
- ¿Cuándo y cómo se dirige a usted la Hermandad de Valme para encargarle el cartel?
- Fue su hermano mayor, Hugo Santos Gil, quien lo hizo en nombre de la Hermandad. Me llamó un día y me dijo que a ver si podíamos vernos porque habían pensado que este año hiciera yo el cartel de la Romería. Esto pasó más o menos a mitad del mes de julio.
- ¿Y no se lo pensó?
- Por supuesto. No me lo pensé. Me hacía mucha ilusión porque no es sólo la devoción que le tengo a la Virgen de Valme, sino que es algo que en mi familia se hereda. Desde que eres pequeño le tienes esa devoción y ese cariño a la Virgen porque lo tuvo tu abuela y lo tiene tu madre y porque tú misma también lo desarrollas. Eso en mi familia es algo inherente. Se puede decir que desde que se nace ya somos valmistas. Entonces, por esa parte me hizo mucha ilusión. Pero, claro, a su vez sentí mucho respeto por ese cartel porque sé el peso y la importancia que tiene, y para mí era una gran responsabilidad.
- ¿Había pintado algún cartel anteriormente?
- Hice uno para ‘Onda Cero’ con motivo de la Semana Santa de Sevilla de este año. Cada año salía una hermandad y el cartelista tenía que hacer un cartel en torno a una imagen, y yo tuve la suerte de que a mí ese año me tocó el Cristo de la Sed, que es una imagen que siempre me ha llamado mucho la atención.
- Valmista y amante de la Semana Santa, ¿no?
- Me gusta mucho la Semana Santa, pero creo que me siento mucho más cercana a la Virgen de Valme. No hablo de qué es mejor o peor, pero a mí la Romería de Valme me lleva inevitablemente a mi infancia y a mis raíces. Si yo un año no estoy en Semana Santa, pues me puede dar pena, por supuesto, pero sólo ha habido un año en el que no pude ir a la Romería, ya que estaba estudiando con una beca en la Academia de Arte de Roma, y ese día la verdad es que lo pasé muy mal. Eso creo que es algo que le pasa a todos los que somos de Dos Hermanas y hemos vivido desde pequeños la Romería, y que para mí es volver a mi infancia, a mi familia, a las personas que ya no están… Es como una vuelta a lo que somos y a lo que hemos sido, incluso a lo que vamos a ser en un futuro.
- O sea, que el encargo de la Hermandad de Valme le llenó de ilusión.
- Por supuesto. Es verdad que para hacerlo contaba con menos tiempo del que a mí me gusta tener cuando trabajo, porque me gusta hacerlo a fuego lento, muy pausadamente, intentando dar pasos lo más segura posible, y aunque es verdad que en un mes y medio es posible hacer un cartel, para ello he tenido que dejar de lado otros trabajos. Pero a mí en este caso no me importó. Dejé todo lo que tenía que hacer y me centré completamente en ello.
- ¿Y cómo fue ese proceso de creación?
- Al final seguí un método muy parecido a los trabajos que hago. Siempre me gusta partir del análisis del vínculo que existe entre la escena, la persona o la imagen y yo misma, cuál es el motivo que a mí me atrae para traducir de forma plástica lo que está ocurriendo. Una vez que yo me acerco a eso, ya empiezo a hacer un pequeño trabajo de investigación que muchas veces suele ir a la par de lo que me transmite esa imagen. Es decir, realicé un proceso de investigación en torno a Valme, con el estudio de la propia imagen, de la talla, del estilo, de la forma, del color, de si ha tenido o no restauraciones. Yo tenía en mi estudio una pared llena de posits, creando como una especie de mapa mental, donde empecé a relacionar ideas.
- ¿Con qué intención?
- Con la de intentar llegar a la esencia o al núcleo, a lo que perdura en el tiempo y que defina a su vez la esencia de lo que es la Romería. Y después de ese análisis, de los elementos que pueden ser más representativos. Al final se acaba depurando poco a poco esa pared llena de posits con palabras hasta que llegas a una única, que suele ser la que define todo.
- ¿Y cuál fue?
- En este caso fue la ‘fe’, la Virgen en sí misma como figura predominante en la Romería. De hecho, se puede hablar por ejemplo de la figura gótica, de su origen, de la estética, de su tamaño reducido para que pudiera ser trasladada de un sitio a otro y pudiera acompañar a San Fernando… También, el objetivo que perseguía no era tanto una representación más de lo que se veía, sino de lo que no se veía, dejando de lado la parte estética. Todo eso estaba para mí muy presente a la hora de concebir una idea.
- ¿Y qué vino después?
- Después de esa lluvia de ideas, fui desarrollando bocetos y pruebas hasta que llegué a una que, por lo que sea, sientes que tiene que ser esa, que al final es la más honesta contigo misma y con las conclusiones que he ido sacando. Y fue después cuando vino la segunda parte, que es la pintura, el momento de afrontar el lienzo. Cuando se traslada ese boceto a un soporte y con una técnica diferente, en este caso un lienzo de un metro y medio con óleo, hay cosas que en esa traducción acaban sufriendo una variación para adaptarse a ese soporte y seguir manteniendo un diálogo. Es decir, yo partí de los pilares del núcleo al que yo llegué dentro de lo estable de lo que es la Romería, la Virgen, los años, y de ahí partieron todas esas conclusiones verbales o emocionales traduciéndose al lenguaje plástico. Porque cuando estás pintando, estás dialogando con el propio soporte y con la pintura, con su densidad, hasta que incluso pueda ocurrir que de pronto caiga una mancha de forma accidental que redirija el cuadro por completo y lo acabe llevando a otro resultado estético, aunque siempre sea con el objetivo de acercarse a esa misma esencia dentro del lenguaje plástico.
- Antes de ponerse a trabajar sobre su cartel, ¿realizó algún estudio de los carteles de anteriores ediciones de la Romería o no quiso saber nada de lo que se había hecho anteriormente?
- Es que de forma irremediable ya conocía muchos porque yo he vivido en Dos Hermanas toda mi vida. No puedo recordarlos todos, pero al final los acabas viendo porque la Romería en Dos Hermanas tiene muchísima repercusión, y si vas a un estanco, a una panadería o a la carnicería, te acabas encontrando con un cartel de la Romería.
- ¿Y tenía claro que su cartel podría ser rompedor en relación con la línea de carteles anteriores?
- Es que es algo que no me lo planteé en ningún momento. Como comenté, el proceso que seguí es ese y lo que he hecho siempre es ser lo más honesta conmigo y con lo que yo pensaba que tenía que hacer. Fue algo que ya le adelanté a Hugo Santos cuando me encargó el cartel, quien ya había visto trabajos míos anteriores, como el crucificado que hice para la Hermandad de Los Javieres sobre el Cristo de las Almas, y que lo ha acabado comprando la Universidad Loyola; o el de ‘Onda Cero’ y alguno más. Él me dijo que le gustaba mucho lo que yo hacía. Yo le comenté que para mí era un honor hacer el cartel de la Romería, pero que quería que supiera que no sabía lo que iba a hacer porque hasta que no empiezo a trabajar, no sé qué camino va a coger el cuadro. La pintura para mí se podría resumir en que lo más interesante que tiene es que es impredecible. Una nunca sabe qué cuadro va a resultar, porque la pintura es en muchos casos la que te va direccionando. Insisto en que yo quería ser honesta conmigo misma, y eso en muchos casos puede tener una mejor o peor aceptación.
- ¿Y sospechó, una vez que ya tenía el cartel, que pudiera ser motivo de debate o de polémica?
- La verdad es que la polémica no la metí dentro de la ecuación. Yo lo que sí planteaba, por supuesto, porque este cartel está hecho para todos, es que a algunos les gustaría y a otros no. Entonces, para mí que haya un conflicto como tal no entraba en mi ecuación porque pienso que las cosas siempre se dicen con respeto y todos los comentarios pueden ser perfectamente aceptados, y más si son constructivos.
- ¿Pero le han afectado los comentarios, memes o críticas emitidas por distintos soportes, entre ellas las redes sociales, hacia su cartel?
- Yo he visto cosas por encima, pero la verdad es que los comentarios que me han llamado algo la atención han sido los que han tenido más respeto hacia mi trabajo, y, por supuesto, muchos también que han sido buenos. Es lo que digo, que siempre que se hable desde el respeto, aunque no se comparta la opinión, sea cual sea, para mí es más que aceptable, e incluso insisto en que las tendré en cuenta.
- Desde luego, ha conseguido que, no sólo en Dos Hermanas, se hable de su cartel de la Romería de Valme.
- Eso parece, pero insisto en que no pienso en esas cosas cuando trabajo. No puedes hacerlo. Ya le dije a Hugo Santos que no sabía lo que iba a salir. Cuando estaba en el estudio, yo solamente pintaba y lo hacía sobre una idea en la que yo confiaba plenamente, y sabía que el cartel tenía que ser ese. Pero no lo hice con ninguna pretensión de nada. He pintado lo que pensé que tenía que pintar.
- ¿Por qué ese color rojo tan llamativo y uniforme?
- Puede tener muchas acepciones. La idea principal parte de los colores corporativos de la Hermandad. Y decidí seleccionar el rojo porque es muy sugerente dentro de la simbología que ha tenido a lo largo de los años, como también con las cosas con las que se puede relacionar. Para mí Valme es una señal en el corazón. Por eso hablo de mi infancia, de lo que me recuerda…, es como un hilo conductor que permanece a lo largo de todas las generaciones. Y me recuerda a mi abuelo, aunque no lo conocí, pero que también la miró.
- ¿Le pone nombre a sus cuadros?
- A algunos sí. Al del Cartel de Valme no lo pensé mucho, la verdad. Le iba a poner ‘Una señal en el corazón’, pero no lo llegué a hacer. Le puse simplemente ‘Cartel de Valme’. En muchos casos es interesante ponerle título a las obras porque actúan como antesala para el espectador antes de que observe la imagen, pero en otros es más positivo cuando no se le pone ningún título porque es verdad que llega mucho más abierto a quien lo pueda ver. No le puse título al cartel de la Romería porque no quería hermetizar para nada lo que la gente entendiese sobre el cuadro.
- Eres una persona muy joven, y a pesar de ello has realizado una serie de obras que no han pasado desapercibidas. ¿Cómo se describiría usted como artista plástica?
- Yo intento ser lo más humilde posible con mi trabajo. No creo que haya una etiqueta que me pueda poner, porque al igual que no premedito el final del cuadro, tampoco premedito el lenguaje que quiero utilizar. Mi prioridad es hacer un retrato de lo que veo y siento. Es mucho más sensorial o emocional, y para llegar a eso en muchos casos utilizo una traducción plástica en unos casos y otra en otros. Pero insisto en que lo principal para mí es ser honesta conmigo misma, y, sobre todo, ser libre por completo a la hora de seguir el camino que me vaya marcando con el objetivo de que el lenguaje de la pintura esté presente.
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL