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Jesús Laguna: “Hago muchos tipos de cortes de pelo, pero como me siento cómodo es con el corte a tijera”

CONVERSACIONES DE AGOSTO. Jesús Laguna lleva más de doce años al frente de la peluquería de caballeros que se encuentra en el número 13 de la céntrica calle Romera, a la que desde el primer instante quiso darle el sello de la “barbería” de toda la vida, esa en la que te sientes a gusto, en la que se charla y de la que los clientes salen contentos, además de más guapos.


Jesús Laguna González, nazareno de la calle Melliza, cuenta a sus 39 años de edad que la crisis del 2008 le marcó un antes y un después en su trayectoria profesional. Tras probar con varios trabajos, la necesidad de adaptarse a las circunstancias le hicieron dirigirse hacia el mundo de la peluquería de caballeros, profesión en la que confiesa que se encuentra muy a gusto.

Jesús cuenta que seguramente una de las claves de su éxito, además de su profesionalidad, pudo estar en su apellido, Laguna, cuya saga se remonta a uno de los negocios familiares, el bar ‘Pedrito’, que se encontraba en la esquina de la calle La Mina con Los Jardines, y que después se convirtió en una pensión que llevó su bisabuelo, Pepe Laguna, donde trabajó su abuelo, Curro Laguna, y donde nació su padre, Fernando Laguna.

Pero, además, la Peluquería de Caballero ‘Jesús Laguna’ es también un lugar de encuentro de cofrades y de integrantes de bandas de música de Dos Hermanas, gracias al paso de Jesús Laguna por una de las bandas más importantes de la ciudad y del espectro cofradiero: la Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo, en la que durante años estuvo tocando la corneta.

- ¿Cuánto tiempo estuviste en la Banda?

- Desde 2002 hasta 2016.

- ¿Y por qué lo dejaste?

- Por falta de tiempo. En la barbería hay días en los que se termina muy tarde, y muy cansado, y más en las vísperas de Valme, Navidad o Semana Santa. La Banda tiene que ensayar y yo no puedo llevar su ritmo. Es más, el último año fui a ensayar un día antes de Semana Santa y no pude aparecer hasta las diez y media de la noche. Y eso es inviable. La Banda requiere de un compromiso máximo, y yo ahora mismo no se lo puedo dar.

- Aunque hace poco te quitaste el gusanillo con motivo de la procesión de Santa Ana.

- Sí. Nos invitaron a las viejas glorias, aunque yo soy más vieja que gloria [se ríe], para conmemorar el 35 aniversario de la Banda, y fuimos unos pocos de los viejos. La verdad es que costó trabajo volver a engancharse, pero fue un momento la verdad muy divertido y muy emotivo. Y ha pasado que incluso al final alguno puede ser que se reenganche.

- ¿Qué le pasa a la Banda de la Presentación que parece que en algunos sectores está empezando a ser cuestionada?

- En este caso yo pongo el ejemplo del Barcelona de Guardiola, que tenía a Messi, Iniesta, Xavi, Busquets…, y que lo ganó todo. La Presentación hace unos años tenía a Cristiano Ronaldo y a Messi juntos tocando la corneta. Y tenía un grupo detrás, como el de trompetas, a los que les decían ‘Los Mariachis’ de cómo tocaban. Tenían también un grupo de bajos increíble. Todos los grupos eran superpotentes, de lo mejor que había en Sevilla. Si esos grupos ya no están…, todo lo que venga detrás…, no es que sea más malo, es que lo de antes era extraordinario. Yo creo que no ha habido en Sevilla grupos como esos. Y se juntaron todos a la vez en el mismo momento. Ahora hay mucha gente joven con mucho futuro en la Banda.

- ¿Has tenido otras profesiones antes de ser peluquero?

- Yo he tenido muchas profesiones. He sido, por ejemplo, profesor de tenis. Uno de mis sueños fue ser tenista. Pero he trabajado también en fábricas, de administrativo, en inmobiliarias… Hasta que llegó la crisis y me tuve que reciclar. Además, vino un niño al mundo y había que sacarlo para adelante, de forma que tuve que aprender otra profesión. La peluquería era una cosa que no me disgustaba. Tenía un amigo, que también tocaba en una banda, y que es mi peluquero actualmente, que fue el que me enganchó. Probé, fui poco a poco, y hoy en día me encanta mi profesión.

- ¿Cuándo abriste la barbería?

- En el mes de abril de 2011. Ya llevo aquí doce años y pico.

- ¿La abriste con miedo?

- Mucho. Pero mi padre fue el que me dijo que para adelante. A mí el tema de la barbería lo veía como una cosa bonita, porque yo observaba por ejemplo a mi barbero de siempre, ‘El Poli’, que tenía allí siempre sus tertulias y que era una persona muy querida. Cuando se jubiló, sus clientes se quedaron huérfanos porque no sabían dónde ir, se habían quedado sin su barbero de siempre. De vez en cuando viene por aquí a verme y me cuenta muchos truquillos y muchas anécdotas. La verdad es que es un trabajo muy bonito. Se conoce a mucha gente, que te cuentan además miles de historias.

- Abriste una barbería de estilo clásico, antiguo, cuando hoy en día se llevan peluquerías muy modernas, más vanguardistas. ¿Por qué?

- Porque es lo que no había. Cuando intentas diferenciarte del resto, puedes tener una opción más de triunfar, pero si haces lo mismo, eres uno más. Pongo el ejemplo del ‘Jaula’. Este bar siempre tiene muchísima gente, pero sigue siendo siempre el mismo. Sus tapas de siempre, su clientela de toda la vida. Se abren muchos bares, pero tarde o temprano algunos cierran. Pero el ‘Jaula’ sigue siendo el ‘Jaula’. Y yo quería hacer lo mismo. Cuando empecé a tantear la zona, veía que todas las peluquerías eran más o menos iguales. El barbero muy fuerte, con muchos tatuajes, muy guapos, con unos peinados muy atrevidos. Todo respetable, por supuesto, y muchos de ellos son amigos míos, pero yo me decía: “¿Y el abuelo dónde se pela?”.

- Tú ibas buscando de alguna forma a la gente del pueblo.

- Eso es. A la gente de aquí, al que se acostumbra a ir siempre al mismo sitio, al que pasa todos los días por tu puerta y te da los buenos días, al que se mete contigo cuando pierde el Betis, con el que yo me meto cuando pierde el Sevilla… y todas esas cosas.

- ¿Y cómo respondió el público desde que abriste la barbería?

- Muy bien. La verdad es que tuve una baza a favor, que fue mi apellido. Cuando lo veían en el cartel, muchos me preguntaban que yo qué Laguna era, que quién era mi abuelo o mi padre…Y por ahí la gente empezó a conocerme. Otros me conocían ya de cuando estuve trabajando en la peluquería de Carrefour o en una academia que estuve en el centro, pero el tema de la banda también hizo vinieran por aquí muchos compañeros, lo mismo que cofrades, costaleros, hermanos mayores… Todo eso hizo que fuera creciendo poco a poco. Y, claro, estoy en la calle Romera, que cuando la hicieron peatonal hace que te caigas prácticamente en lo alto de la peluquería. La verdad es que estoy muy satisfecho.

- Está claro que pelarse hoy en día no es igual que hace treinta o cuarenta años. Dentro de las distintas variedades que hay de pelados, ¿qué se estila más ahora?

- En esto lo que te puedo decir es que la moda de los pelados es algo cíclico. Ahora, por ejemplo, se lleva un tipo de corte que es muy arriesgado, muy atrevido, como son los degradados, cuando ese tipo de corte lo llevaba ya Hitler, por ejemplo, y sus mandos de las SS, con media cabeza afeitada. Hoy, por ejemplo, se ve mucho también el corte mullet, con la coronilla de atrás larga y los lados muy cortos, que era algo que se hacía ya en los años 70 y 80, tipo ‘El Tijerita’. Los tupés que se hacen hoy los chiquillos, Elvis Presley llevaba uno mucho más grande todavía. Ahora también hay otra corriente que es llevar los colores en el pelo muy atrevidos, los crazy color, algo que ya hacía Ramoncín durante la movida madrileña. Como también los flequillos cortos sobre la frente son de la época de los emperadores romanos.

- Digamos que en cuestión de pelos, todo es sota, caballo y rey.

- Eso es lo que tenemos. Y más que inventar, lo que hacemos es reciclar. Lo mismo digo con el tema de las barbas. Los hippies de los años 70 tenían las barbas muy largas, y hoy se está haciendo otra vez. Y cuando pasen equis años volverán las barbas cortas. Lo mismo que volverá el bigote o el corte a tijera. Y todo depende también de la edad. Por ejemplo, un chaval con 17 años se hace ahora un corte atrevido, pero cuando empiece a estudiar una carrera universitaria o a hacer prácticas en una empresa, seguro que regresará a su barbero de toda la vida. Y ahí estaré yo.

- ¿Con qué tipo de pelado te sientes más a gusto?

- Con el corte a tijera y el peine. Desde que lo aprendí en la academia. Hago cosas con máquinas, me atrevo a hacer pelados atrevidos, pero donde estoy más cómodo es con la tijera, que es lo que aprendí.

- Haces los pelados atrevidos que llevan ahora los chavales porque te lo piden, pero ¿a ti te gusta?

- La verdad es que no mucho. Yo prefiero pelados más clásicos. Pero, bueno, esos son los gustos de los niños de ahora.

- ¿Qué es lo más raro que te ha pedido un cliente?

- Un abuelo que me pidió que lo afeitara con Mistol porque decía que le dejaba la cara muy suave. Yo tenía casualmente un bote de Mistol, y así lo hice. Pero es que es verdad que se le puso la cara muy suave.

- ¿Y la gente viene también a afeitarse?

- Mucha. Y ocurre porque, no sé la razón, hay ahora muchas personas con problemas en la piel, con descamaciones, dermatitis, y un afeitado a navaja limpia mejor la piel. Y con los productos que hay hoy en día, que tenemos una variedad increíble, se nutre mucho la piel, la tonifica y la hidrata mucho más que cualquier producto que puedas tener en tu casa.

- ¿Una barbería sigue siendo el lugar donde los clientes vienen a contar sus cosas, a desahogarse?

- Totalmente. Este sigue siendo un confesionario. Pero cuando se cuentan cuestiones personales, siempre le digo a los clientes que lo que se habla en la barbería, en la barbería se queda.

- De todas maneras, sí habrá anécdotas que puedas contar, ¿no?

- Te puedo contar la última que me pasó la semana pasada. Y fue con una mosca. Ese día vino el primer cliente para cortarle el pelo y afeitarlo, y una mosca se pegó todo el tiempo dando ruido. Le eché el flight, pero la mosca no se iba. Llega el siguiente cliente, Perico Gómez, y cuando ve la mosca, me cuenta si sabía el truco del 58. Como no tenía ni idea, le pregunté qué era y me dijo que, cuando me pasara esto con una mosca, escribiera en un folio en grande el número 58, y la mosca y los mosquitos se iban. Le dije que si me estaba vacilando, pero me pidió un folio, escribió el número 58 y lo puso en el espejo. Me pidió luego que abriera la puerta de la calle, pero la mosca siguió por aquí, de forma que cerré la puerta. A todo esto, sigo con el pelado de este cliente y a los cuatro o cinco minutos me dice: “Jesús, ¿y la mosca?” Y es que ya no estaba. Por lo visto, es que cuando la mosca o el mosquito ven la figura del 58, se creen que es una telaraña y se van.

- ¿Y cómo andas de chistes de peluqueros?

- Cortito. Aquí los clientes me cuentan los típicos chistes, pero yo tengo mucho malaje para contarlos.

- Hace ya algunas semanas te significaste en redes sociales con algunos vídeos en los que, después de pelar o afeitar a un cliente, le dabas un beso en la cara. ¿Cómo surgió eso?

- ¡Uy!, sí, tengo por lo menos más de cien clientes a los que les doy un beso, pero en redes sociales sólo colgué un par de ellos. Esto surgió porque un cliente me dijo que vio por internet que un peluquero sudamericano le daba besos a los clientes. Ocurría que ese peluquero no les avisaba de que los estaba grabando, y cuando les daba el beso algunos reaccionaban dando un salto o saliendo corriendo detrás de él, y eso me hizo mucha gracia. El caso es que se lo dije a un amigo para probar con él, y me dijo que sí. Y la verdad es que nos hartamos de reír. Y en adelante, lo que hacía, siempre avisando al cliente, era poner una música de fondo y grababa el momento del beso sin que supiera que iba a darle el cariñito. Lo he hecho con muchos clientes, hasta con un cura, pero todo dentro de muy buen rollo.

- Ahora no lo estás haciendo, ¿no?

- No, porque estoy maquinando otras cosas. Y no voy a decir cómo va a ser, pero será seguro muy curioso y simpático. A ver si me hago famoso.

- Ya en Dos Hermanas lo eres.

- Bueno, conocidillo más bien. Y lo agradezco mucho a los clientes que han pasado por aquí. La mejor publicidad que existe es el boca a boca.

- ¿Cómo llevaste el confinamiento y todo ese tiempo en el que era obligatorio el uso de mascarillas?

- Muy mal. Ten en cuenta que estuve un mes y medio largo sin poder abrir mi negocio, pero es que ni siquiera podía ir a hacer domicilios. Y luego imagínate la tensión de cortarle el pelo o afeitar a un cliente con el virus por ahí, con esa incertidumbre. Fue una película muy gorda la que vivimos. Y lo pasamos muy mal. La suerte, en mi caso, es que María José, la dueña de este local, me llamó y me dijo que el alquiler del mes de abril corría de su cuenta, cosa que le agradecí muchísimo.

- ¿Entran mujeres en tu peluquería?

- Yo corto el pelo a los hombres, pero en alguna ocasión sí lo he hecho. Hay mujeres que se cortan el pelo muy corto, lo que a algunas les favorece mucho. Y a alguna niña pequeña también.

- ¿Le has dicho que no alguna vez a un cliente?

- No es que le haya dicho exactamente que no. Normalmente tengo la agenda muy concurrida y si tengo que buscar un hueco donde no lo hay, lo hago con clientes habituales y no con aquel que venga de malas formas, mareado o con escasa higiene. Hay que saber estar en los sitios.

- Hay muchas peluquerías en Dos Hermanas, ¿verdad?

- Más que bares. Y muchas hicieron un daño importante durante un tiempo, sobre todo estas peluquerías de bajo coste. Muy cercana mía pusieron una, y cuando hablé con la dueña me dijo que no iba a cortar a caballeros, pero al poco tiempo pusieron un anuncio en un periódico local ofertando pelados a caballeros por 3,50 euros. Imagínate mi reacción. Pero ahí estuvo mi padre otra vez, que cuando yo estaba incluso pensando en hacer una campaña publicitaria, me dijo que no hiciera nada y que subiera los precios. Subí un euro el corte de pelo, y el caso es que vino más gente a pelarse. Cuando tú no puedes competir con precios, lo tienes que hacer con calidad y con formalidad. Y un corte de pelo a 3,50 euros, tienes que cortar muy rápido, lo que hace que baje la calidad del servicio. Además, cortando cada vez más barato, con la subida de impuestos y productos, es poco rentable.

FRANCISCO GIL / ANDALUCÍA DIGITAL
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