CONVERSACIONES DE AGOSTO. La mirada de Blas García Romero siempre ha sido penetrante, tanto se diría como lo es su poesía. Después de años escribiendo poemas en soledad, el pasado año se decidió a recoger algunos de ellos en un libro cuyo título no podía ser otro que ‘Miradas de un verso libre’ y cuya imagen no podía ser otra que un primer plano de sus penetrantes ojos.
Blas García Romero tiene 51 años. Es administrativo y técnico especialista en Relaciones Públicas, y desde 2017 trabaja en el CSD Vistazul. Nació en la ciudad alemana de Oberndorf am Neckar, en plena Selva Negra, famosa porque allí se compuso y se interpretó por primera vez el universal villancico ‘Noche de paz’. Pero, sobre todo, se trata de uno de esos versos libres que se revuelve ante la injusticia, lo que le llevó a liderar la lucha de clases en organizaciones políticas y sindicales.
De su padre apenas le quedan recuerdos; los que es capaz de conservar un niño de tan sólo 3 añitos que vio cómo su progenitor falleció de forma prematura por una enfermedad. Pero de su madre, Vicenta, que cuenta con 86 años de edad, le queda todo, porque es a la que Blas cuida cada día y a la que, en agradecimiento a la vida que le entregó a él y a sus cinco hermanos, le dedicó su libro de poemas.
- ¿Por qué el título de 'Miradas de un verso libre?
- Porque las miradas, aparte de recibir información del entorno, sirven para comunicar, y si hay algo que tiene la mirada es que no miente. Entonces, es un juego de palabras en el que cada uno de los poemas es una forma de mirar, una mirada mía sobre cómo me gustaría que fuese el mundo. En unos versos relato cómo me gustaría ser, los sueños, y en otros simplemente describo lo que a mí me gusta, o una vivencia o cómo me gustaría que fuera.
- ¿En qué período de tu vida los escribiste?
- La selección que hice fue de los últimos seis o siete años.
- ¿Desde cuándo escribes poemas?
- Yo empecé a escribir poesía entre los 12 y los 14 años. Antes escribí algún cuento, algunos relatos. Siempre me ha gustado escribir. Pero en la poesía descubrí algo que no encontré en otras formas de expresión. Yo escribía por hobby. Cuando me aburría, en vez de hacer las cosas que hacen otros niños, yo me ponía a escribir.
- ¿Y sobre qué temática?
- El 80 por ciento de libro son poesías de amor. El libro, de hecho, tiene un subtítulo, ‘Amor, un sentimiento puro, único’, porque para mí el mundo lo mueven dos cosas: el amor, en cualquiera de sus variantes, y la codicia (el dinero). Pero, obviamente, a mí lo que me hace moverme es el amor, no el dinero, porque, entre otras cosas, no lo tengo y he tenido que renunciar muchas veces a mejores posiciones económicas por no querer tragar con cualquier cosa para ganarme la vida. De hecho, el título del libro tiene su significado. Yo tenía el título antes que el mismo libro y antes que el propio diseño de la portada y casi antes que los poemas. Y cuando lo tuve, rápidamente se me ocurrió la portada. Todo lo demás lo hizo mi editora.
- ¿Son poemas autobiográficos?
- No. Es verdad que hay alguno que sí, pero una amiga que lo compró en la Feria del Libro de Dos Hermanas me llamó al día siguiente por teléfono diciéndome que lo había leído, que ella sabía que no eran poemas autobiográficos, pero me dijo que en cada poema estaba yo. Y eso es para mí en realidad la poesía: estoy transmitiendo lo que soy, cómo lo veo, mis sueños, la vida de otras personas que me han rodeado. Pero no son todos poemas de amor, porque también los hay contra la violencia de género o contra la injusticia social, como ocurre con los inmigrantes, pero incluso hay un poema, el último, que está dedicado a mi abuelo, que lo escribí justo hace unos cuatro años cuando salió Vox en el Parlamento de Andalucía.
- ¿Por qué?
- Porque mi abuelo murió defendiendo la libertad, la democracia y la república en la Guerra Civil. De hecho, no sabemos dónde está. Mi familia es de Jaén, de la zona de La Carolina. Y mi abuelo, cuando dieron el golpe de estado en el 36, se alistó voluntario y ya no supimos nada más de él.
- ¿Qué sientes cuando escribes poesía?
- Una liberación. De hecho, cuando el poema es muy profundo o me ha emocionado -al igual que puedo estar escribiendo dos o tres días seguidos porque me entra una fiebre de creatividad-, me he quedado tan vacío que no puedo escribir durante unos días, porque para mí la poesía es como una terapia. Aunque no tengo una mala expresión verbal a la hora de dirigirme a un público, porque además de estudiar Relaciones Públicas he liderado movimientos sindicales y he estado en movimientos políticos, sin embargo hay veces que uno reconoce la torpeza que tiene a la hora de expresar las cosas de forma hablada, y, sin embargo, cuando escribes te das cuenta de que no tienes ninguna barrera porque es como si te estuvieras hablando contigo mismo.
- Eso le pasa a la mayoría de las personas.
- Claro, porque, primero, para escribir no hay prisas y puedes elegir la palabra exacta, pero cuando ya has hablado, hay veces en las que a lo mejor no encuentras la expresión correcta para lo que quieres expresar. A mí me pasa algo curioso: a mí la poesía me sale sola. Yo, cuando me voy a correr o a andar, como la poesía es ritmo, y cuando se corre tienes que coger un ritmo, pues yo voy en ese momento pensando en verso.
- Escribes con rima libre. Menos académico, ¿no?
- Sí. Primero porque me parece muy difícil, aunque todo se trabaja, la métrica, aunque en algunos de mis poemas intento acercarme a algo más encorsetado. Lo importante de la poesía es que tenga armonía, ritmo, porque si tiene eso y sabes jugar con las rimas, te va a llegar todo más fácil.
- ¿Escribes a lápiz, bolígrafo, ordenador?
- Antes escribía con bolígrafo, pero no me gustaba porque hacía muchos tachones, algo que odio. Entonces, escribir a mano me parece lento. Yo escribo en mi portátil, pero también tenemos ahora los dispositivos móviles, de forma que si te entra la inspiración en un momento dado, me paro, abro mi blog de notas y, al menos, marco una idea que luego ya desarrollaré. Además, tengo comprobado que si no escribes la idea en ese momento, se te olvida.
- ¿Lees poesía?
- Leo más prosa. Y es curioso porque yo, que soy un poeta romántico, sin embargo la que me gusta es la novela negra, la de terror, de fantasía. Hay un libro que no tiene nada que ver con eso, y que es uno de mis favoritos, que es el ‘Lobo estepario’, de Hermann Hesse. Yo siempre me he sentido muy identificado con él porque siempre me he sentido un lobo estepario. De mi libro, el título de ‘Miradas de un verso libre’, ese verso libre soy yo, por eso pongo mi mirada porque no puede ser otra mirada que la mía porque ella estoy abriendo mi alma. Yo me he sentido siempre un verso libre porque entendía que no iba a encajar nunca en ningún sitio por mi sensación de que iba nadando a contracorriente y por mi sensación constante de soledad por defender ciertas cosas que, de tener a cincuenta detrás de ti en un primer momento, luego ves que te quedas solo.
- ¿Tienes algún poeta de referencia?
- Hay un poeta español que le escribe al amor, que ahora creo que se le está volviendo a reconocer lo grande que ha sido, que es Gustavo Adolfo Bécquer, que siempre ha sido considerado un poeta menor por eso de que hacía poemas cortos, pero su poesía me parece una genialidad. Después, Pablo Neruda me vuelve loco. Yo creo que nadie le ha escrito a la mujer o al amor como él. Y hay una poetisa que me impactó, que fue Gloria Fuertes, que es brutal, pero que ha sido ridiculizada en muchos aspectos porque era lesbiana y su aspecto era muy masculino, y eso en una España que todavía no estaba preparada para la igualdad le marcó en cierta forma. Y como además le hizo la triste parodia ‘Martes y Trece’, fue convertida en una caricatura. Y, por supuesto, aunque quería ser pintor, Rafael Alberti, que me encanta. Y hay un poeta de la Generación del 27, con el que más he disfrutado leyendo, y el que más me ha angustiado al mismo tiempo, que es Miguel Hernández. Hay una canción con la que siempre lloro, ‘Al alba’, y que me recuerda también la difícil y dura manera de morir que tuvo precisamente por seguir defendiendo sus ideales. Y no digo nada de Lorca, al que saco de concurso, aunque me gusta más su obra de teatro porque nadie ha descrito a la mujer andaluza como él, nadie ha descrito la Andalucía profunda como él, y me parece uno de los genios más grandes de la historia de la humanidad.
- ¿No te has atrevido nunca con la novela?
- A mí me encanta Juan José Millás, al que escucho en la Cadena Ser los fines de semana en el programa de Javier del Pino, que, por cierto, me parece posiblemente el mejor periodista de este país, que siempre decía: “Yo envidio a los poetas porque no trabajan. Tienen sus golpes de genialidad. Y los que no tenemos talento escribimos”. Obviamente, él lo exagera, porque para escribir novelas hay que tener mucho talento. Yo tengo la idea de una novela en la cabeza, tengo su estructura, la idea, pero, además de que no tengo tiempo ahora mismo, me da miedo porque sé lo difícil que es. La novela tiene que tener una estructura y una lógica, y todos los personajes que aparezcan tienen que tener sentido. Un personaje que chirría, se la carga. Y en la novela no pueden quedar cabos sueltos. En las presentaciones de libro de poemas, he dicho esto: que en una novela no puede haber cabos sueltos, y sin embargo un cabo suelto en un poema es un verso.
- ¿Eres de los que escribes por la mañana, por la tarde, de noche…?
- A cualquier hora. A mí me gusta también mucho la divulgación científica. La creatividad es un recurso que tienen los homínidos desde hace cientos de miles de años, y eso es como el botón del joker, del comodín, de cuando ya no te quedan fuerzas, te encuentras acorralado, las fieras te persiguen, hay un precipicio, una pared, y te preguntas qué hago, entonces la creatividad es un clic que se te enciende en la cabeza y que te saca del apuro. Y, sin embargo, aunque sea ese el origen de la creatividad, ésta es capaz de crear canciones maravillosas, películas increíbles, cuadros espectaculares… Y en cierto modo también es una forma de salvarnos, porque lo que nos salva de la realidad es precisamente la creatividad de los artistas, que crean obras para que podamos vivir en el momento que las contemplamos en otra realidad que nos saca de la que estamos viviendo ahora.
- ¿Qué vendrá después de ‘Miradas de un verso libre?
- Otro libro, seguro. Puede que sea también de poemas, aunque quiero desarrollar la novela, del que tengo ya incluso hasta el título, ‘Liberto, mi pequeño gladiador’, y la portada, con una imagen que será impactante en la que se ve a un niño de unos 9 años con la armadura de un adulto que le queda grande, pero que muestra una mirada de superviviente, de luchador.
Blas García Romero tiene 51 años. Es administrativo y técnico especialista en Relaciones Públicas, y desde 2017 trabaja en el CSD Vistazul. Nació en la ciudad alemana de Oberndorf am Neckar, en plena Selva Negra, famosa porque allí se compuso y se interpretó por primera vez el universal villancico ‘Noche de paz’. Pero, sobre todo, se trata de uno de esos versos libres que se revuelve ante la injusticia, lo que le llevó a liderar la lucha de clases en organizaciones políticas y sindicales.
De su padre apenas le quedan recuerdos; los que es capaz de conservar un niño de tan sólo 3 añitos que vio cómo su progenitor falleció de forma prematura por una enfermedad. Pero de su madre, Vicenta, que cuenta con 86 años de edad, le queda todo, porque es a la que Blas cuida cada día y a la que, en agradecimiento a la vida que le entregó a él y a sus cinco hermanos, le dedicó su libro de poemas.
- ¿Por qué el título de 'Miradas de un verso libre?
- Porque las miradas, aparte de recibir información del entorno, sirven para comunicar, y si hay algo que tiene la mirada es que no miente. Entonces, es un juego de palabras en el que cada uno de los poemas es una forma de mirar, una mirada mía sobre cómo me gustaría que fuese el mundo. En unos versos relato cómo me gustaría ser, los sueños, y en otros simplemente describo lo que a mí me gusta, o una vivencia o cómo me gustaría que fuera.
- ¿En qué período de tu vida los escribiste?
- La selección que hice fue de los últimos seis o siete años.
- ¿Desde cuándo escribes poemas?
- Yo empecé a escribir poesía entre los 12 y los 14 años. Antes escribí algún cuento, algunos relatos. Siempre me ha gustado escribir. Pero en la poesía descubrí algo que no encontré en otras formas de expresión. Yo escribía por hobby. Cuando me aburría, en vez de hacer las cosas que hacen otros niños, yo me ponía a escribir.
- ¿Y sobre qué temática?
- El 80 por ciento de libro son poesías de amor. El libro, de hecho, tiene un subtítulo, ‘Amor, un sentimiento puro, único’, porque para mí el mundo lo mueven dos cosas: el amor, en cualquiera de sus variantes, y la codicia (el dinero). Pero, obviamente, a mí lo que me hace moverme es el amor, no el dinero, porque, entre otras cosas, no lo tengo y he tenido que renunciar muchas veces a mejores posiciones económicas por no querer tragar con cualquier cosa para ganarme la vida. De hecho, el título del libro tiene su significado. Yo tenía el título antes que el mismo libro y antes que el propio diseño de la portada y casi antes que los poemas. Y cuando lo tuve, rápidamente se me ocurrió la portada. Todo lo demás lo hizo mi editora.
- ¿Son poemas autobiográficos?
- No. Es verdad que hay alguno que sí, pero una amiga que lo compró en la Feria del Libro de Dos Hermanas me llamó al día siguiente por teléfono diciéndome que lo había leído, que ella sabía que no eran poemas autobiográficos, pero me dijo que en cada poema estaba yo. Y eso es para mí en realidad la poesía: estoy transmitiendo lo que soy, cómo lo veo, mis sueños, la vida de otras personas que me han rodeado. Pero no son todos poemas de amor, porque también los hay contra la violencia de género o contra la injusticia social, como ocurre con los inmigrantes, pero incluso hay un poema, el último, que está dedicado a mi abuelo, que lo escribí justo hace unos cuatro años cuando salió Vox en el Parlamento de Andalucía.
- ¿Por qué?
- Porque mi abuelo murió defendiendo la libertad, la democracia y la república en la Guerra Civil. De hecho, no sabemos dónde está. Mi familia es de Jaén, de la zona de La Carolina. Y mi abuelo, cuando dieron el golpe de estado en el 36, se alistó voluntario y ya no supimos nada más de él.
- ¿Qué sientes cuando escribes poesía?
- Una liberación. De hecho, cuando el poema es muy profundo o me ha emocionado -al igual que puedo estar escribiendo dos o tres días seguidos porque me entra una fiebre de creatividad-, me he quedado tan vacío que no puedo escribir durante unos días, porque para mí la poesía es como una terapia. Aunque no tengo una mala expresión verbal a la hora de dirigirme a un público, porque además de estudiar Relaciones Públicas he liderado movimientos sindicales y he estado en movimientos políticos, sin embargo hay veces que uno reconoce la torpeza que tiene a la hora de expresar las cosas de forma hablada, y, sin embargo, cuando escribes te das cuenta de que no tienes ninguna barrera porque es como si te estuvieras hablando contigo mismo.
- Eso le pasa a la mayoría de las personas.
- Claro, porque, primero, para escribir no hay prisas y puedes elegir la palabra exacta, pero cuando ya has hablado, hay veces en las que a lo mejor no encuentras la expresión correcta para lo que quieres expresar. A mí me pasa algo curioso: a mí la poesía me sale sola. Yo, cuando me voy a correr o a andar, como la poesía es ritmo, y cuando se corre tienes que coger un ritmo, pues yo voy en ese momento pensando en verso.
- Escribes con rima libre. Menos académico, ¿no?
- Sí. Primero porque me parece muy difícil, aunque todo se trabaja, la métrica, aunque en algunos de mis poemas intento acercarme a algo más encorsetado. Lo importante de la poesía es que tenga armonía, ritmo, porque si tiene eso y sabes jugar con las rimas, te va a llegar todo más fácil.
- ¿Escribes a lápiz, bolígrafo, ordenador?
- Antes escribía con bolígrafo, pero no me gustaba porque hacía muchos tachones, algo que odio. Entonces, escribir a mano me parece lento. Yo escribo en mi portátil, pero también tenemos ahora los dispositivos móviles, de forma que si te entra la inspiración en un momento dado, me paro, abro mi blog de notas y, al menos, marco una idea que luego ya desarrollaré. Además, tengo comprobado que si no escribes la idea en ese momento, se te olvida.
- ¿Lees poesía?
- Leo más prosa. Y es curioso porque yo, que soy un poeta romántico, sin embargo la que me gusta es la novela negra, la de terror, de fantasía. Hay un libro que no tiene nada que ver con eso, y que es uno de mis favoritos, que es el ‘Lobo estepario’, de Hermann Hesse. Yo siempre me he sentido muy identificado con él porque siempre me he sentido un lobo estepario. De mi libro, el título de ‘Miradas de un verso libre’, ese verso libre soy yo, por eso pongo mi mirada porque no puede ser otra mirada que la mía porque ella estoy abriendo mi alma. Yo me he sentido siempre un verso libre porque entendía que no iba a encajar nunca en ningún sitio por mi sensación de que iba nadando a contracorriente y por mi sensación constante de soledad por defender ciertas cosas que, de tener a cincuenta detrás de ti en un primer momento, luego ves que te quedas solo.
- ¿Tienes algún poeta de referencia?
- Hay un poeta español que le escribe al amor, que ahora creo que se le está volviendo a reconocer lo grande que ha sido, que es Gustavo Adolfo Bécquer, que siempre ha sido considerado un poeta menor por eso de que hacía poemas cortos, pero su poesía me parece una genialidad. Después, Pablo Neruda me vuelve loco. Yo creo que nadie le ha escrito a la mujer o al amor como él. Y hay una poetisa que me impactó, que fue Gloria Fuertes, que es brutal, pero que ha sido ridiculizada en muchos aspectos porque era lesbiana y su aspecto era muy masculino, y eso en una España que todavía no estaba preparada para la igualdad le marcó en cierta forma. Y como además le hizo la triste parodia ‘Martes y Trece’, fue convertida en una caricatura. Y, por supuesto, aunque quería ser pintor, Rafael Alberti, que me encanta. Y hay un poeta de la Generación del 27, con el que más he disfrutado leyendo, y el que más me ha angustiado al mismo tiempo, que es Miguel Hernández. Hay una canción con la que siempre lloro, ‘Al alba’, y que me recuerda también la difícil y dura manera de morir que tuvo precisamente por seguir defendiendo sus ideales. Y no digo nada de Lorca, al que saco de concurso, aunque me gusta más su obra de teatro porque nadie ha descrito a la mujer andaluza como él, nadie ha descrito la Andalucía profunda como él, y me parece uno de los genios más grandes de la historia de la humanidad.
- ¿No te has atrevido nunca con la novela?
- A mí me encanta Juan José Millás, al que escucho en la Cadena Ser los fines de semana en el programa de Javier del Pino, que, por cierto, me parece posiblemente el mejor periodista de este país, que siempre decía: “Yo envidio a los poetas porque no trabajan. Tienen sus golpes de genialidad. Y los que no tenemos talento escribimos”. Obviamente, él lo exagera, porque para escribir novelas hay que tener mucho talento. Yo tengo la idea de una novela en la cabeza, tengo su estructura, la idea, pero, además de que no tengo tiempo ahora mismo, me da miedo porque sé lo difícil que es. La novela tiene que tener una estructura y una lógica, y todos los personajes que aparezcan tienen que tener sentido. Un personaje que chirría, se la carga. Y en la novela no pueden quedar cabos sueltos. En las presentaciones de libro de poemas, he dicho esto: que en una novela no puede haber cabos sueltos, y sin embargo un cabo suelto en un poema es un verso.
- ¿Eres de los que escribes por la mañana, por la tarde, de noche…?
- A cualquier hora. A mí me gusta también mucho la divulgación científica. La creatividad es un recurso que tienen los homínidos desde hace cientos de miles de años, y eso es como el botón del joker, del comodín, de cuando ya no te quedan fuerzas, te encuentras acorralado, las fieras te persiguen, hay un precipicio, una pared, y te preguntas qué hago, entonces la creatividad es un clic que se te enciende en la cabeza y que te saca del apuro. Y, sin embargo, aunque sea ese el origen de la creatividad, ésta es capaz de crear canciones maravillosas, películas increíbles, cuadros espectaculares… Y en cierto modo también es una forma de salvarnos, porque lo que nos salva de la realidad es precisamente la creatividad de los artistas, que crean obras para que podamos vivir en el momento que las contemplamos en otra realidad que nos saca de la que estamos viviendo ahora.
- ¿Qué vendrá después de ‘Miradas de un verso libre?
- Otro libro, seguro. Puede que sea también de poemas, aunque quiero desarrollar la novela, del que tengo ya incluso hasta el título, ‘Liberto, mi pequeño gladiador’, y la portada, con una imagen que será impactante en la que se ve a un niño de unos 9 años con la armadura de un adulto que le queda grande, pero que muestra una mirada de superviviente, de luchador.
FRANCISCO GIL / ANDALUCÍA DIGITAL