Familiares de algunos de los fusilados por el franquismo y cuyos cuerpos se encuentran en la fosa común del cementerio de Dos Hermanas, mostraron de nuevo ayer, coincidiendo con el homenaje que, como cada 18 de julio, se rinde a los ‘Mártires de la libertad’, su deseo de que sus cuerpos puedan ser recuperados lo antes posible para darles una “justa y digna sepultura”.
La fosa común del Cementerio de San Pedro sirvió en la tarde de este martes para que un numeroso grupo de personas rindiera un nuevo homenaje a los hombres y mujeres -republicanos, cenetistas, socialistas o comunistas- que fueron fusilados tras el golpe de estado del 36 y que se encuentran enterrados en un rincón de este camposanto.
Sobre las 19:30 horas, más de medio centenar de personas partieron andando desde la Plaza del Arenal, en un tradicional recorrido que les condujo hasta el Cementerio de Dos Hermanas, donde les aguardaban otros tantos, y entre ellos José Sánchez Gutiérrez, la persona que se encarga, desde hace sesenta años, de llevar un ramo de claveles rojos adornado con la bandera tricolor para depositarlo en la fosa común donde yacen los restos de los asesinados por el fascismo durante la Guerra Civil.
Allí, José Sánchez volvió a emocionarse y a emocionar a los presentes con sus palabras entrecortadas, en las que volvió a recordar la memoria de alguno de las casi doscientas personas que yacen allí. Y siempre con el mismo ánimo de hacerlo sin intención de revancha, pero sí con la de conseguir un recuerdo profundo para los "mártires olvidados de propios y extraños". Y en esta ocasión los homenajeados fueron Antonio Expósito Pérez y Cristóbal Martínez Fernández, ambos vecinos de Dos Hermanas asesinados tras el golpe de estado.
El primero de ellos, Antonio, era de profesión calderero y fue fusilado en Barranco el 21 de agosto de 1936 a la edad de 43 años, sin que se le conociera afiliación política alguna. Su familia, que vive en el País Vasco, trabaja desde hace años para recuperar sus restos, y una de sus nietas, Nekane, estuvo de nuevo ayer en el cementerio para rendir un sentido homenaje a su abuelo. Y el segundo, Cristóbal, era un agricultor que fue fusilado el 21 de julio de 1938 a la edad de 46 años, estando presente ayer ante la fosa común su nieta Dolores.
Pero no fueron estos los únicos recordados en la calurosa tarde de ayer, por cuanto el presidente del Foro Republicano Manuel Benítez Rufo, Jesús Marín, se encargó también de rescatar las figuras, entre los 65 fusilados cuyos nombres aparecen en la relación que se muestra sobre la fosa común, de José Perea Méndez, campesino asesinado el 4 de agosto del 36 a la edad de 27 años; de Juan García Burgos, asesinado el 6 de septiembre del mismo año en la carretera de Carmona a la edad de 30 años; y de Diego Cabrera Fernández, ejecutado el 8 de diciembre del 36 cuando tan sólo contaba con 17 años de edad en las tapias del cementerio de Sevilla.
Y, junto a ellos, de los sesenta jóvenes, con edades que iban de los 16 a los 25 años, que igualmente fueron ejecutados en aquellos primeros días tras el golpe de estado, preguntándose Jesús Marín que “cómo pudo morir tanta gente joven y de una forma tan trágica y sin sentido”. Con esas edades no consideraba el presidente del Foro Republicano que “debían tener a sus espaldas delitos o deudas importantes que pagar, ni malicia en sus actos más allá del compromiso político o sindical que pudieran tener en una época tan complicada”.
“Segaron sus vidas”, continuó Jesús Martín, “con un tiro en la nuca, en cualquier cuneta o en el talud de Barranco, siempre Barranco. Y de allí, a la fosa común cavada con urgencia de noche, cubiertos sus cuerpos con cal para evitar el mal olor que pudieran desprender en esos días de calor: era el verano del 36”.
Todas estas palabras se pronunciaron ante el fondo de una pancarta en la que se podía leer: “Exhumación de la fosa víctimas del franquismo ya”. Y es que la coincidencia de todos los presentes fue la de pedir que se procediera lo antes posible a la excavación de la fosa común que guarda los restos de 372 fusilados, hombres y mujeres, de los que tan sólo un centenar se encuentran de momento identificados.
La fosa común del Cementerio de San Pedro sirvió en la tarde de este martes para que un numeroso grupo de personas rindiera un nuevo homenaje a los hombres y mujeres -republicanos, cenetistas, socialistas o comunistas- que fueron fusilados tras el golpe de estado del 36 y que se encuentran enterrados en un rincón de este camposanto.
Sobre las 19:30 horas, más de medio centenar de personas partieron andando desde la Plaza del Arenal, en un tradicional recorrido que les condujo hasta el Cementerio de Dos Hermanas, donde les aguardaban otros tantos, y entre ellos José Sánchez Gutiérrez, la persona que se encarga, desde hace sesenta años, de llevar un ramo de claveles rojos adornado con la bandera tricolor para depositarlo en la fosa común donde yacen los restos de los asesinados por el fascismo durante la Guerra Civil.
Allí, José Sánchez volvió a emocionarse y a emocionar a los presentes con sus palabras entrecortadas, en las que volvió a recordar la memoria de alguno de las casi doscientas personas que yacen allí. Y siempre con el mismo ánimo de hacerlo sin intención de revancha, pero sí con la de conseguir un recuerdo profundo para los "mártires olvidados de propios y extraños". Y en esta ocasión los homenajeados fueron Antonio Expósito Pérez y Cristóbal Martínez Fernández, ambos vecinos de Dos Hermanas asesinados tras el golpe de estado.
El primero de ellos, Antonio, era de profesión calderero y fue fusilado en Barranco el 21 de agosto de 1936 a la edad de 43 años, sin que se le conociera afiliación política alguna. Su familia, que vive en el País Vasco, trabaja desde hace años para recuperar sus restos, y una de sus nietas, Nekane, estuvo de nuevo ayer en el cementerio para rendir un sentido homenaje a su abuelo. Y el segundo, Cristóbal, era un agricultor que fue fusilado el 21 de julio de 1938 a la edad de 46 años, estando presente ayer ante la fosa común su nieta Dolores.
Pero no fueron estos los únicos recordados en la calurosa tarde de ayer, por cuanto el presidente del Foro Republicano Manuel Benítez Rufo, Jesús Marín, se encargó también de rescatar las figuras, entre los 65 fusilados cuyos nombres aparecen en la relación que se muestra sobre la fosa común, de José Perea Méndez, campesino asesinado el 4 de agosto del 36 a la edad de 27 años; de Juan García Burgos, asesinado el 6 de septiembre del mismo año en la carretera de Carmona a la edad de 30 años; y de Diego Cabrera Fernández, ejecutado el 8 de diciembre del 36 cuando tan sólo contaba con 17 años de edad en las tapias del cementerio de Sevilla.
Y, junto a ellos, de los sesenta jóvenes, con edades que iban de los 16 a los 25 años, que igualmente fueron ejecutados en aquellos primeros días tras el golpe de estado, preguntándose Jesús Marín que “cómo pudo morir tanta gente joven y de una forma tan trágica y sin sentido”. Con esas edades no consideraba el presidente del Foro Republicano que “debían tener a sus espaldas delitos o deudas importantes que pagar, ni malicia en sus actos más allá del compromiso político o sindical que pudieran tener en una época tan complicada”.
“Segaron sus vidas”, continuó Jesús Martín, “con un tiro en la nuca, en cualquier cuneta o en el talud de Barranco, siempre Barranco. Y de allí, a la fosa común cavada con urgencia de noche, cubiertos sus cuerpos con cal para evitar el mal olor que pudieran desprender en esos días de calor: era el verano del 36”.
Todas estas palabras se pronunciaron ante el fondo de una pancarta en la que se podía leer: “Exhumación de la fosa víctimas del franquismo ya”. Y es que la coincidencia de todos los presentes fue la de pedir que se procediera lo antes posible a la excavación de la fosa común que guarda los restos de 372 fusilados, hombres y mujeres, de los que tan sólo un centenar se encuentran de momento identificados.
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL