Miguel Ángel Pérez es tan reservado para sus cosas, que hasta a sus más íntimos les resulta muy complicado tratar de adivinar qué le está pasando por su cabeza en cada momento. Pero, eso sí, se le ve tan seguro de cada paso que da, aunque éstos sean pausados, que, como alma libre, se le acaba dejando volar. Por eso el 7 de diciembre de 2021 muchos en Dos Hermanas se quedaron con la boca abierta cuando abrió su ‘Living Book’.
Miguel Ángel Pérez Rivas es un nazareno de 51 años de edad que, tras exitosas incursiones de joven en el mundo de las copas en Sevilla y Dos Hermanas, tuvo que asumir el negocio de diseños y venta de muebles de cocina que su familia regentaba en la calle Nuestra Señora de Valme, donde, como jefe de proyectos, y junto con su hermano Álvaro, estuvo alrededor de una veintena de años.
Casado con Gema Martín Mendoza, con quien tiene tres hijos, Miguel Ángel, Ángela y Álvaro, de 19, 13 y 12 años, cualquiera de estos días se le puede ver en su nuevo negocio. Y a muchos les resultará fácil adivinar quién es el autor de este nuevo concepto de librería y cafetería en Dos Hermanas. Sólo habría que mirar a su alrededor, y seguro que la mirada se acaba posando en un hombre que no aparenta su medio siglo de vida, delgado, con un pelo liso de poderosa negrura, como su poblada barba y con casi el mismo tono que una juvenil vestimenta habitual que le da apariencia de pequeño héroe de barrio.
Éste es el artífice de ‘Living Book’, donde tomar un café puede llevar a cualquiera a verse atrapado en una de las muchas aventuras que guardan los miles de libros que la envuelven. Y así cuenta a continuación, en primera persona, cómo surgió todo:
“Mi profesión no la tengo claro ni yo. Yo me defino como una persona innovadora. Lo que me gusta es crear algo. Todo lo que sea crear en cualquier ámbito, es lo que me motiva y lo que me gusta. Yo me he dedicado siempre al diseño. Estudié hasta Bachillerato en el Claret. Empecé luego la mili y, cuando la acabé, nos aventuramos un amigo y yo en un negocio en el Centro Comercial Los Arcos durante dos veranos, que fue bastante bien. Era una terraza de verano, de copas principalmente, situado en la zona de la cubierta de este lugar. Se llamaba ‘Chic’. Hay por ahí recortes de periódicos de Sevilla en los que se hablaba de que con este bar habíamos creado un movimiento en aquella época. Incluso teníamos una pequeña pista de baile que creaba un ambiente muy agradable”.
“De allí me vine para Dos Hermanas, ya yo solo, y cogí ‘Las Palmeritas’, también con el nombre de ‘Chic’, donde estuve un verano que fue un poco caótico, porque resultó tal el éxito, que me resultó algo incontrolable. Eso fue por el año 1996. Por ese motivo decidí dejarlo. Pero no me quedé ahí y abrí otra terraza en la zona donde está el polvero Hermanos Román, junto con Narciso y un grupo de amigos de Dos Hermanas. Allí se montaron un conjunto de terrazas, y una de ellas la cogimos nosotros. Y fue también muy bien. La verdad es que donde montábamos algo, iba bien. Eran además montajes que resultaban bonitos, porque a mí siempre me ha gustado recrearme en lo que he hecho”.
“A partir de ahí, mi padre, Juan Pérez Barrera, sufrió una embolia en una pierna, y como yo era el único de la casa que tenía carné de conducir, tuve que empezar a hacerme cargo del negocio familiar, una tienda de muebles de cocina que estaba en este mismo local donde estamos ahora, en la calle Nuestra Señora de Valme. Allí, junto con mi hermano Álvaro, nos encargábamos de llevar los muebles y montarlos. Fue la época en la que también me casé. Era el año 2001. Y como mi padre no se acababa de recuperar, nos dijimos mi hermano y yo que esto tenía que durar muchos años y que debíamos cambiar e intentar adaptarnos a las nuevas tendencias. Hicimos una obra, cambiamos toda la exposición y la verdad es que ‘Artex Cocinas’ fue marchando bien. Yo tenía por aquella época unos 27 años. Allí era jefe de Proyectos y la verdad es que fue un trabajo que no me disgustaba, pero que no resultaba fácil. Empezábamos a las ocho y media de la mañana y terminábamos a las diez de la noche, porque había que cargar, descargar, subir, montar las cocinas,,. Y, luego por la tarde, vender, dibujar, diseñar, atender, hacer presupuestos, realizar pedidos... Así estuve hasta los 49 años, momento en el que decidí cesar la actividad por completo”.
“Esta decisión la tomé después de la pandemia. Durante la pandemia, los dos meses que estuvimos confinados, yo seguí en contacto con diferentes fabricantes, y lo que hacíamos era promover ideas para despegar. De hecho, salieron muy buenas ideas, que resultaron muy fructíferas luego para muchos fabricantes. Ocurrió en esta difícil época que en vez de estar asustados, resultó todo lo contrario, ya que nos unimos todo el sector y estábamos con ganas y con ilusión de que todo esto terminara porque sabíamos que íbamos a vender. Pero empezaron a sucederse muchas incidencias, muchas roturas de stocks, a no haber producción porque no había hierros, electrodomésticos…, y ahí es cuando decido que se acabó”.
“A partir de ahí, yo nunca le dije a nadie lo que iba a hacer en adelante. La idea de abrir esta librería y cafetería la estuve forjando durante un año. Iba diciéndole a mi mujer:
- “Mira, Gema, todos los libros que tenemos los vamos a ir sacando y vamos a hacer un inventario”.
- “¿Y eso para qué?”, me preguntaba.
“Y yo le insistía en seguir sacando libros, en una labor en la que estuvimos casi un año. La tienda de cocina la tenía todavía abierta. Pero empecé a poner estanterías y una mañana le dije a mi mujer”:
- “Esto se acaba y vamos a empezar una etapa nueva, que va a venir con mucha incertidumbre, pero que va a salir todo bien. Así que vamos a ir al ataque”.
“Y, a partir de ahí, nos atrincheramos los dos aquí, cerramos la tienda y empezamos. Nos tiramos un año con el montaje. Aquí no entraba nadie, nada más que mi mujer, mi hermano Álvaro y yo. Y todos nos preguntaban:
- “¿Qué estás haciendo?”
- “Nada”, contestaba yo.
“Y ya por último me quedé yo sólo, porque aquello era una locura. Recuerdo que había mañanas en las que te levantabas con más ganas y otras con menos, pero esto tenía que seguir adelante y tenía que abrirse. Y, afortunadamente, cuando se abrió, pues ya todo cambió y entró por la puerta una magia sorprendente. ‘Living Book’ lo abrimos el 7 de diciembre de 2021”.
“Y esa es la historia. Yo toda la vida lo que he hecho ha sido trabajar, trabajar y trabajar. Ya está. Este negocio lo concibo como una librería, en la que se podía leer libros en el interior acompañado con un café. Es sorprendente, porque cuando hicimos el proyecto de obra y de acondicionamiento del local, yo discutía con el técnico porque no entendía cómo había que presentar tantos papeles y pedir tantos permisos. Y yo le decía:
- “Pero si esto va a ser una librería. Si aquí lo único que va a haber es una maquinita de café…”
- “No, pero hay que tenerlo, Miguel Ángel, porque si luego el negocio crece o lo que sea, ya lo tienes”, le respondía el técnico.
- “Pues venga. Vale”, se conformó Miguel Ángel. “La idea nuestra era poder vender aquí libros nuevos, y los viejos, tenerlos para consulta o lectura tranquila, porque de libro viejo lo que nosotros tenemos es sólo un uno por ciento. El caso es que jamás pensamos que hubiera tenido esto el éxito que está teniendo. Cuando estábamos Gema y yo aquí antes de abrir, hicimos nuestros números, y nos dijimos: - “Mira, nosotros necesitamos muy poquito para vivir. Hasta que todo esto empiece a volar”.
“Y así fue. Pero el caso es que luego empezó a crecer, y de la máquina de Nesspresso que teníamos de cápsulas de café, la tuvimos que cambiar por una máquina industrial. En estos momentos tenemos una colección de unos 34.000 libros, que están todos a la venta. Todos, menos los libros viejos, que esos no los vendemos”.
“El éxito de ‘Living Book’ nos ha sorprendido a todos, la verdad. Nosotros no iniciamos el proyecto sabiendo que iba a ser un éxito. Pensamos que iba a ser nuestro medio de vida menos estresante que el que teníamos antes. Sacrificado es, porque Gema y yo llevamos un año y cuatro meses sin descansar ni un solo día”.
“El público para este negocio sí lo había en Dos Hermanas, estaba, y son muchos, pero es un público que quizás nadie se había acordado de ellos. Nosotros, cuando abrimos esto, pensamos en un público vanguardista, cosmopolitan, el público que se ve en Europa. Y ese público estaba en Dos Hermanas, lo que pasa que no tenía su sitio donde poderse juntar. Cuando empecé a pensar en este negocio, no tuve ninguna referencia porque yo voy creando conforme se me va viniendo a la cabeza. Y cuando está terminado, está terminado y ya está. Eso lo hago con todo. Me digo simplemente:
- “Voy a encender la luz y ya podéis entrar para verlo”.
“Esta librería se ha convertido en este tiempo en la casa del público literario, pero, también, del público gastronómico. En cuanto al literario, la verdad es que hay un movimiento muy grande en Dos Hermanas y muchísima afición a la escritura, que ahora mismo es un movimiento social importante. Antes, publicar un libro no era tarea fácil, pero hoy en día es muy sencillo, y eso motiva todavía más a que la gente se lance a escribir. El público de escritura sabe que tiene aquí su casa. Así lo hemos hecho desde que iniciamos la actividad y así seguirá si esto perdura durante años. Nosotros, para empezar, abrimos nuestras puertas de forma altruista a todo aquel que quiera presentar un libro, incluso le damos vino o cerveza para que invite a sus amigos, porque queremos que sea una fiesta. Y ayudarlo en todo lo que podamos. Es más, la Asociación Literaria Alnazar se creó aquí. Esto fue algo que surgió también por magia, porque era la Feria del Libro de Dos Hermanas del año 2022 y había un montón de autores que querían estar en la Feria y que no podían, y yo les dije:
- “¡Pues estar aquí! Vamos a montar un tinglado bonito y digno de vosotros”.
“Se preparó, y la verdad es que fue un éxito. Y lo pasamos además genial, porque es de lo que se trata, de pasarlo bien. Fue una semana de trabajo muy dura, pero los resultados fueron buenos porque ellos se lanzaron y vendieron. Yo me integré también en esta asociación, compuesta por escritores y escritoras, porque yo también escribo desde hace mucho tiempo, pero lo que pasa es que no lo publico porque lo que escribo es muy raro, algo muy personal. Son como mis propias vivencias, pero desarrolladas de una manera extrema. Filosofía, si lo queremos entender de alguna manera. Ha habido casos en los que he dejado algún escrito mío a alguien y no lo ha entendido. Entonces, por eso no lo publico”.
“A mí me gustaría que Dos Hermanas fuera un referente nacional en el libro de la escritura. Es tirar muy alto, pero, de hecho, cuando se fundó Alnazar, era el principal objetivo, además de ayudar de forma altruista a todo aquel que se acerque. Y convertir a Dos Hermanas en un referente de escritura y de lectura a nivel nacional. Y hasta tengo mi ruta trazada, lo que pasa es que ahora mismo lo que no tengo es el tiempo para poderla desarrollar. Pero se va a hacer. Ya veréis”.
Miguel Ángel Pérez Rivas es un nazareno de 51 años de edad que, tras exitosas incursiones de joven en el mundo de las copas en Sevilla y Dos Hermanas, tuvo que asumir el negocio de diseños y venta de muebles de cocina que su familia regentaba en la calle Nuestra Señora de Valme, donde, como jefe de proyectos, y junto con su hermano Álvaro, estuvo alrededor de una veintena de años.
Casado con Gema Martín Mendoza, con quien tiene tres hijos, Miguel Ángel, Ángela y Álvaro, de 19, 13 y 12 años, cualquiera de estos días se le puede ver en su nuevo negocio. Y a muchos les resultará fácil adivinar quién es el autor de este nuevo concepto de librería y cafetería en Dos Hermanas. Sólo habría que mirar a su alrededor, y seguro que la mirada se acaba posando en un hombre que no aparenta su medio siglo de vida, delgado, con un pelo liso de poderosa negrura, como su poblada barba y con casi el mismo tono que una juvenil vestimenta habitual que le da apariencia de pequeño héroe de barrio.
Éste es el artífice de ‘Living Book’, donde tomar un café puede llevar a cualquiera a verse atrapado en una de las muchas aventuras que guardan los miles de libros que la envuelven. Y así cuenta a continuación, en primera persona, cómo surgió todo:
“Mi profesión no la tengo claro ni yo. Yo me defino como una persona innovadora. Lo que me gusta es crear algo. Todo lo que sea crear en cualquier ámbito, es lo que me motiva y lo que me gusta. Yo me he dedicado siempre al diseño. Estudié hasta Bachillerato en el Claret. Empecé luego la mili y, cuando la acabé, nos aventuramos un amigo y yo en un negocio en el Centro Comercial Los Arcos durante dos veranos, que fue bastante bien. Era una terraza de verano, de copas principalmente, situado en la zona de la cubierta de este lugar. Se llamaba ‘Chic’. Hay por ahí recortes de periódicos de Sevilla en los que se hablaba de que con este bar habíamos creado un movimiento en aquella época. Incluso teníamos una pequeña pista de baile que creaba un ambiente muy agradable”.
“De allí me vine para Dos Hermanas, ya yo solo, y cogí ‘Las Palmeritas’, también con el nombre de ‘Chic’, donde estuve un verano que fue un poco caótico, porque resultó tal el éxito, que me resultó algo incontrolable. Eso fue por el año 1996. Por ese motivo decidí dejarlo. Pero no me quedé ahí y abrí otra terraza en la zona donde está el polvero Hermanos Román, junto con Narciso y un grupo de amigos de Dos Hermanas. Allí se montaron un conjunto de terrazas, y una de ellas la cogimos nosotros. Y fue también muy bien. La verdad es que donde montábamos algo, iba bien. Eran además montajes que resultaban bonitos, porque a mí siempre me ha gustado recrearme en lo que he hecho”.
“A partir de ahí, mi padre, Juan Pérez Barrera, sufrió una embolia en una pierna, y como yo era el único de la casa que tenía carné de conducir, tuve que empezar a hacerme cargo del negocio familiar, una tienda de muebles de cocina que estaba en este mismo local donde estamos ahora, en la calle Nuestra Señora de Valme. Allí, junto con mi hermano Álvaro, nos encargábamos de llevar los muebles y montarlos. Fue la época en la que también me casé. Era el año 2001. Y como mi padre no se acababa de recuperar, nos dijimos mi hermano y yo que esto tenía que durar muchos años y que debíamos cambiar e intentar adaptarnos a las nuevas tendencias. Hicimos una obra, cambiamos toda la exposición y la verdad es que ‘Artex Cocinas’ fue marchando bien. Yo tenía por aquella época unos 27 años. Allí era jefe de Proyectos y la verdad es que fue un trabajo que no me disgustaba, pero que no resultaba fácil. Empezábamos a las ocho y media de la mañana y terminábamos a las diez de la noche, porque había que cargar, descargar, subir, montar las cocinas,,. Y, luego por la tarde, vender, dibujar, diseñar, atender, hacer presupuestos, realizar pedidos... Así estuve hasta los 49 años, momento en el que decidí cesar la actividad por completo”.
“Esta decisión la tomé después de la pandemia. Durante la pandemia, los dos meses que estuvimos confinados, yo seguí en contacto con diferentes fabricantes, y lo que hacíamos era promover ideas para despegar. De hecho, salieron muy buenas ideas, que resultaron muy fructíferas luego para muchos fabricantes. Ocurrió en esta difícil época que en vez de estar asustados, resultó todo lo contrario, ya que nos unimos todo el sector y estábamos con ganas y con ilusión de que todo esto terminara porque sabíamos que íbamos a vender. Pero empezaron a sucederse muchas incidencias, muchas roturas de stocks, a no haber producción porque no había hierros, electrodomésticos…, y ahí es cuando decido que se acabó”.
“A partir de ahí, yo nunca le dije a nadie lo que iba a hacer en adelante. La idea de abrir esta librería y cafetería la estuve forjando durante un año. Iba diciéndole a mi mujer:
- “Mira, Gema, todos los libros que tenemos los vamos a ir sacando y vamos a hacer un inventario”.
- “¿Y eso para qué?”, me preguntaba.
“Y yo le insistía en seguir sacando libros, en una labor en la que estuvimos casi un año. La tienda de cocina la tenía todavía abierta. Pero empecé a poner estanterías y una mañana le dije a mi mujer”:
- “Esto se acaba y vamos a empezar una etapa nueva, que va a venir con mucha incertidumbre, pero que va a salir todo bien. Así que vamos a ir al ataque”.
“Y, a partir de ahí, nos atrincheramos los dos aquí, cerramos la tienda y empezamos. Nos tiramos un año con el montaje. Aquí no entraba nadie, nada más que mi mujer, mi hermano Álvaro y yo. Y todos nos preguntaban:
- “¿Qué estás haciendo?”
- “Nada”, contestaba yo.
“Y ya por último me quedé yo sólo, porque aquello era una locura. Recuerdo que había mañanas en las que te levantabas con más ganas y otras con menos, pero esto tenía que seguir adelante y tenía que abrirse. Y, afortunadamente, cuando se abrió, pues ya todo cambió y entró por la puerta una magia sorprendente. ‘Living Book’ lo abrimos el 7 de diciembre de 2021”.
“Y esa es la historia. Yo toda la vida lo que he hecho ha sido trabajar, trabajar y trabajar. Ya está. Este negocio lo concibo como una librería, en la que se podía leer libros en el interior acompañado con un café. Es sorprendente, porque cuando hicimos el proyecto de obra y de acondicionamiento del local, yo discutía con el técnico porque no entendía cómo había que presentar tantos papeles y pedir tantos permisos. Y yo le decía:
- “Pero si esto va a ser una librería. Si aquí lo único que va a haber es una maquinita de café…”
- “No, pero hay que tenerlo, Miguel Ángel, porque si luego el negocio crece o lo que sea, ya lo tienes”, le respondía el técnico.
- “Pues venga. Vale”, se conformó Miguel Ángel. “La idea nuestra era poder vender aquí libros nuevos, y los viejos, tenerlos para consulta o lectura tranquila, porque de libro viejo lo que nosotros tenemos es sólo un uno por ciento. El caso es que jamás pensamos que hubiera tenido esto el éxito que está teniendo. Cuando estábamos Gema y yo aquí antes de abrir, hicimos nuestros números, y nos dijimos: - “Mira, nosotros necesitamos muy poquito para vivir. Hasta que todo esto empiece a volar”.
“Y así fue. Pero el caso es que luego empezó a crecer, y de la máquina de Nesspresso que teníamos de cápsulas de café, la tuvimos que cambiar por una máquina industrial. En estos momentos tenemos una colección de unos 34.000 libros, que están todos a la venta. Todos, menos los libros viejos, que esos no los vendemos”.
“El éxito de ‘Living Book’ nos ha sorprendido a todos, la verdad. Nosotros no iniciamos el proyecto sabiendo que iba a ser un éxito. Pensamos que iba a ser nuestro medio de vida menos estresante que el que teníamos antes. Sacrificado es, porque Gema y yo llevamos un año y cuatro meses sin descansar ni un solo día”.
“El público para este negocio sí lo había en Dos Hermanas, estaba, y son muchos, pero es un público que quizás nadie se había acordado de ellos. Nosotros, cuando abrimos esto, pensamos en un público vanguardista, cosmopolitan, el público que se ve en Europa. Y ese público estaba en Dos Hermanas, lo que pasa que no tenía su sitio donde poderse juntar. Cuando empecé a pensar en este negocio, no tuve ninguna referencia porque yo voy creando conforme se me va viniendo a la cabeza. Y cuando está terminado, está terminado y ya está. Eso lo hago con todo. Me digo simplemente:
- “Voy a encender la luz y ya podéis entrar para verlo”.
“Esta librería se ha convertido en este tiempo en la casa del público literario, pero, también, del público gastronómico. En cuanto al literario, la verdad es que hay un movimiento muy grande en Dos Hermanas y muchísima afición a la escritura, que ahora mismo es un movimiento social importante. Antes, publicar un libro no era tarea fácil, pero hoy en día es muy sencillo, y eso motiva todavía más a que la gente se lance a escribir. El público de escritura sabe que tiene aquí su casa. Así lo hemos hecho desde que iniciamos la actividad y así seguirá si esto perdura durante años. Nosotros, para empezar, abrimos nuestras puertas de forma altruista a todo aquel que quiera presentar un libro, incluso le damos vino o cerveza para que invite a sus amigos, porque queremos que sea una fiesta. Y ayudarlo en todo lo que podamos. Es más, la Asociación Literaria Alnazar se creó aquí. Esto fue algo que surgió también por magia, porque era la Feria del Libro de Dos Hermanas del año 2022 y había un montón de autores que querían estar en la Feria y que no podían, y yo les dije:
- “¡Pues estar aquí! Vamos a montar un tinglado bonito y digno de vosotros”.
“Se preparó, y la verdad es que fue un éxito. Y lo pasamos además genial, porque es de lo que se trata, de pasarlo bien. Fue una semana de trabajo muy dura, pero los resultados fueron buenos porque ellos se lanzaron y vendieron. Yo me integré también en esta asociación, compuesta por escritores y escritoras, porque yo también escribo desde hace mucho tiempo, pero lo que pasa es que no lo publico porque lo que escribo es muy raro, algo muy personal. Son como mis propias vivencias, pero desarrolladas de una manera extrema. Filosofía, si lo queremos entender de alguna manera. Ha habido casos en los que he dejado algún escrito mío a alguien y no lo ha entendido. Entonces, por eso no lo publico”.
“A mí me gustaría que Dos Hermanas fuera un referente nacional en el libro de la escritura. Es tirar muy alto, pero, de hecho, cuando se fundó Alnazar, era el principal objetivo, además de ayudar de forma altruista a todo aquel que se acerque. Y convertir a Dos Hermanas en un referente de escritura y de lectura a nivel nacional. Y hasta tengo mi ruta trazada, lo que pasa es que ahora mismo lo que no tengo es el tiempo para poderla desarrollar. Pero se va a hacer. Ya veréis”.
FRANCISCO GIL / ANDALUCÍA DIGITAL