Segundo día de la Semana Santa nazarena y segunda jornada repleta de primavera, de sol, de buenas temperaturas y, de nuevo, de tanta gente que quiere aprovecharlo para vivir la calle y sus cofradías. Y cuando se trata de la Hermandad de la Santa Cruz, su barrio parece seguirla casi al completo allá por donde va, ya sea en la salida, en el paso por la Pasarela, en la Carrera Oficial o en el regreso a las calles de su feligresía.
La especial idiosincrasia de esta cofradía se percibe desde mucho antes de que las puertas de la capilla de Santa Cruz se abrieran, con los constantes abrazos y deseos de buen camino que hace que todos parezcan miembros de una gran familia, porque todos se conocen, todos se llaman por sus nombres o por sus motes y todos se quieren. Un hermanamiento que se convierte en pura emoción y, en muchos casos, en lágrimas vivas.
Desde que esta cofradía puso el pie en la calle y hasta que se recogió, de nuevo brindó una tarde y noche para el recuerdo de todos los que la siguieron en sus distintos puntos del recorrido, y haciendo recordar a muchos que no hace falta irse a Sevilla para ver buena Semana Santa..., que aquí en Dos Hermanas la hay y, además, repleta de constantes sentimientos.
Este año, la salida desde su capilla estuvo de nuevo sembrada de emociones, de fuertes emociones, de esas que llegan a nublar la vista. Y, luego, en su discurrir hacia el centro de la ciudad, de constantes gestos de entrega, del darlo todo por los que están dispuestos a esperar el tiempo que haga falta para ver a Nuestro Padre Jesús en la Presentación al Pueblo llevando la música al paso que marcan sus costaleros, y al de Nuestra Señora del Amor y Sacrificio que se deja mecer con la gloria por bandera.
Tarde y noche de nuevo clamorosa, de esas que no defraudan a nadie, con mil detalles, con cientos de gestos, con presentaciones ante hermandades hermanas, como el Gran Poder o Vera-Cruz, pero también ante la Abuela Santa Ana, y con una entrega final a la gente de su barrio, de sus barrios más bien, que son las que, ante el cansancio y el agotamiento, hacen que de nuevo florezcan fuerzas de donde no las hay. Pero es que había muchas ganas, de tan larga la espera, y eso lo puede todo.
Secuencia gráfica de la salida
La especial idiosincrasia de esta cofradía se percibe desde mucho antes de que las puertas de la capilla de Santa Cruz se abrieran, con los constantes abrazos y deseos de buen camino que hace que todos parezcan miembros de una gran familia, porque todos se conocen, todos se llaman por sus nombres o por sus motes y todos se quieren. Un hermanamiento que se convierte en pura emoción y, en muchos casos, en lágrimas vivas.
Desde que esta cofradía puso el pie en la calle y hasta que se recogió, de nuevo brindó una tarde y noche para el recuerdo de todos los que la siguieron en sus distintos puntos del recorrido, y haciendo recordar a muchos que no hace falta irse a Sevilla para ver buena Semana Santa..., que aquí en Dos Hermanas la hay y, además, repleta de constantes sentimientos.
Este año, la salida desde su capilla estuvo de nuevo sembrada de emociones, de fuertes emociones, de esas que llegan a nublar la vista. Y, luego, en su discurrir hacia el centro de la ciudad, de constantes gestos de entrega, del darlo todo por los que están dispuestos a esperar el tiempo que haga falta para ver a Nuestro Padre Jesús en la Presentación al Pueblo llevando la música al paso que marcan sus costaleros, y al de Nuestra Señora del Amor y Sacrificio que se deja mecer con la gloria por bandera.
Tarde y noche de nuevo clamorosa, de esas que no defraudan a nadie, con mil detalles, con cientos de gestos, con presentaciones ante hermandades hermanas, como el Gran Poder o Vera-Cruz, pero también ante la Abuela Santa Ana, y con una entrega final a la gente de su barrio, de sus barrios más bien, que son las que, ante el cansancio y el agotamiento, hacen que de nuevo florezcan fuerzas de donde no las hay. Pero es que había muchas ganas, de tan larga la espera, y eso lo puede todo.
Secuencia gráfica de la salida
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
