La importancia de esta nueva edición de La educación sentimental, de Gustave Flaubert, reside, a mi juicio, en la nueva oportunidad que nos proporciona para leer o para releer una creación literaria del siglo XIX que sigue “viva y fecunda” en la actualidad.
Es una novela que, por sus episodios y por sus formas de narrarlos o, en resumen, por su calidad literaria, constituye una invitación para que sigamos profundizando en las misteriosas sendas por las que discurren nuestras emociones, ese mundo interior que explica nuestros más diversos y, a veces, contradictorios comportamientos.
Esta duodécima edición (Madrid, Cátedra, 2022) posee, además, el valor que le confiere una cuidada traducción de Germán Palacios que mantiene con habilidad los matices estilísticos del francés, pero que, además, logra que la leamos como si hubiera sido escrita originalmente en español.
Esta obra, en la que Flaubert nos cuenta diferentes experiencias de su vida y nos narra diversos episodios centrados en la pasión que sintió por Elisa Foucault –un asunto también narrado por otros autores como el simbolista Baudelaire o el realista Balzac– sigue siendo objeto de novelas publicadas durante los siglos XX y XXI, y seguirá estimulando, sin duda alguna, a los escritores actuales. Es sabido que los relatos de experiencias sentimentales siguen vivos en nuestros días y pueden ser, incluso, invitaciones para que se exploren nuevas sendas literarias.
En la introducción, Germán Palacios explica y justifica el interés que despierta Flaubert como referencia estimulante para elevar el nivel literario de los relatos igual que ocurre con Proust, Joyce o Kafka. El dibujo de los datos biográficos que determinaron su creación literaria es útil y suficiente para hacernos ver cómo su alejamiento de actividades de la vida pública y su intensa vida interior lo califican como “el primer ejemplo del novelista moderno”.
Esta selección de datos es orientadora para explicar a los alumnos –de los diferentes niveles de la enseñanza– las peculiaridades de las novelas realistas y sus habilidades para “fundir la realidad viva con la ficción novelesca”.
Es una herramienta práctica para orientar los ejercicios imprescindibles de Literatura Comparada sobre todo si los relacionamos con otras obras como, por ejemplo, con las de Flaubert, Valera, Pereda, Unamuno, Azorín, Castelao o Vargas Llosa. Y, por supuesto, una estimulante ayuda para los escritores y novelistas actuales.
Es una novela que, por sus episodios y por sus formas de narrarlos o, en resumen, por su calidad literaria, constituye una invitación para que sigamos profundizando en las misteriosas sendas por las que discurren nuestras emociones, ese mundo interior que explica nuestros más diversos y, a veces, contradictorios comportamientos.
Esta duodécima edición (Madrid, Cátedra, 2022) posee, además, el valor que le confiere una cuidada traducción de Germán Palacios que mantiene con habilidad los matices estilísticos del francés, pero que, además, logra que la leamos como si hubiera sido escrita originalmente en español.
Esta obra, en la que Flaubert nos cuenta diferentes experiencias de su vida y nos narra diversos episodios centrados en la pasión que sintió por Elisa Foucault –un asunto también narrado por otros autores como el simbolista Baudelaire o el realista Balzac– sigue siendo objeto de novelas publicadas durante los siglos XX y XXI, y seguirá estimulando, sin duda alguna, a los escritores actuales. Es sabido que los relatos de experiencias sentimentales siguen vivos en nuestros días y pueden ser, incluso, invitaciones para que se exploren nuevas sendas literarias.
En la introducción, Germán Palacios explica y justifica el interés que despierta Flaubert como referencia estimulante para elevar el nivel literario de los relatos igual que ocurre con Proust, Joyce o Kafka. El dibujo de los datos biográficos que determinaron su creación literaria es útil y suficiente para hacernos ver cómo su alejamiento de actividades de la vida pública y su intensa vida interior lo califican como “el primer ejemplo del novelista moderno”.
Esta selección de datos es orientadora para explicar a los alumnos –de los diferentes niveles de la enseñanza– las peculiaridades de las novelas realistas y sus habilidades para “fundir la realidad viva con la ficción novelesca”.
Es una herramienta práctica para orientar los ejercicios imprescindibles de Literatura Comparada sobre todo si los relacionamos con otras obras como, por ejemplo, con las de Flaubert, Valera, Pereda, Unamuno, Azorín, Castelao o Vargas Llosa. Y, por supuesto, una estimulante ayuda para los escritores y novelistas actuales.
JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO