Paso a paso. Rezo a rezo. Canto a canto. Así completó este domingo la Virgen de Valme su peregrinación extraordinaria hasta el distrito de Quinto, en una primera etapa que le hizo hospedarse durante unas siete horas en el interior de la Parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles y San José de Calasanz, hasta donde fue llevada a hombros por los numerosos fieles que la acompañaron en todo momento.
Más de doscientas personas desafiaron la hora temprana y el frío para ver salir a la Virgen de Valme del interior de la Parroquia de Santa María Magdalena y, por supuesto, acompañarla en su peregrinar hasta Montequinto. Eran las siete de la mañana. El termómetro del móvil marcaba 3 grados. Evidente frío exterior, evidente calor interno. No era septiembre. Era febrero, pero qué importaba. La Protectora de Dos Hermanas asomaba por la puerta de la parroquia mayor y allí estaban sus fieles para no dejarla sola.
El sonido de las campanadas del reloj de la torre se confundió con la apertura de las puertas del templo. Y así se asomó la Virgen, que comenzó a salir portada a hombros en medio de la expectación. Un poco por delante, las primeras autoridades civiles, entre ellas el alcalde nazareno, Francisco Rodríguez, las religiosas con don Manuel Sánchez de Heredia y Hugo Santos Gil como hermano mayor de la Hermandad de Valme.
Y se inició en un camino decidido en busca de unos horizontes que jamás había visitado antes. Pero la Protectora encontró a quien la guiara y a quienes le dieran calor. Desde la Parroquia, se pasó por El Arenal y luego por la barriada de La Moneda. La noche cerrada empezaba a clarear. Paradas para relevos y descansos, y un camino que tuvo su primera gran parada en la Parroquia provisional de San José, en Las Infantas. Allí se detuvo en su interior y se rezó conjuntamente.
El camino se hizo corto luego hasta el comienzo de la nueva zona de expansión de Dos Hermanas, conocida como Entrenúcleos, que ya se ha convertido en el camino más corto hasta alcanzar el otro lado del término nazareno hacia el norte, Montequinto. Sus extensiones de terreno, sus grandes espacios abiertos, ya con plena luz del día, se hizo rápido. No se podía perder mucho el tiempo porque a las doce del mediodía, como muy tarde, había que estar en la Parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles para asistir a la misa. Pero se desvió el camino para rezar también a los pies de la capilla que acoge la Universidad de Loyola.
Reanudada la marcha, los nuevos pisos que se levantan a un lado y otro de las grandes avenidas de Entrenúcleos fueron arropando a la Virgen de Valme, hasta que se entró por fin en el distrito de Quito. Los tiempos indicaban que se llegaría a la hora fijada para la misa, y así fue, aunque finalmente se hiciera con algunos minutos de retraso. Y allí, a los pies del templo quinteño, los fieles se agolparon de nuevo, tanto fuera como en el interior, para ser testigo de algo insólito e histórico.
En quienes acompañaron en todo momento a la Virgen en su caminar, se veían caras de satisfacción. Se preguntaba por el camino realizado y todos decían que, salvo el frío del primer momento, fue muy bien. Y así fue. Ningún incidente. Ningún problema. Y una nueva vivencia que quedará en el recuerdo para siempre.
Se acababa así la primera parte de esta peregrinación extraordinaria con motivo del Año Jubilar concedido a la Hermandad de Valme por el 50º aniversario de su coronación canónica. Allí, en la Parroquia, se sucedieron dos misas prácticamente seguidas en un templo que se mostró pletórico. Se descansó también un poco y se preparó todo para, a partir de las seis de la tarde, completar la jornada con el camino, mucho más corto, hasta la Parroquia de San Juan Pablo II, donde la Protectora de Dos Hermanas permanecerá durante una semana dentro de unas jornadas repletas de actos religiosos y sociales, para ya el domingo, día 12, emprender el camino de regreso, pero por un camino completamente distinto.
Secuencia gráfica
Más de doscientas personas desafiaron la hora temprana y el frío para ver salir a la Virgen de Valme del interior de la Parroquia de Santa María Magdalena y, por supuesto, acompañarla en su peregrinar hasta Montequinto. Eran las siete de la mañana. El termómetro del móvil marcaba 3 grados. Evidente frío exterior, evidente calor interno. No era septiembre. Era febrero, pero qué importaba. La Protectora de Dos Hermanas asomaba por la puerta de la parroquia mayor y allí estaban sus fieles para no dejarla sola.
El sonido de las campanadas del reloj de la torre se confundió con la apertura de las puertas del templo. Y así se asomó la Virgen, que comenzó a salir portada a hombros en medio de la expectación. Un poco por delante, las primeras autoridades civiles, entre ellas el alcalde nazareno, Francisco Rodríguez, las religiosas con don Manuel Sánchez de Heredia y Hugo Santos Gil como hermano mayor de la Hermandad de Valme.
Y se inició en un camino decidido en busca de unos horizontes que jamás había visitado antes. Pero la Protectora encontró a quien la guiara y a quienes le dieran calor. Desde la Parroquia, se pasó por El Arenal y luego por la barriada de La Moneda. La noche cerrada empezaba a clarear. Paradas para relevos y descansos, y un camino que tuvo su primera gran parada en la Parroquia provisional de San José, en Las Infantas. Allí se detuvo en su interior y se rezó conjuntamente.
El camino se hizo corto luego hasta el comienzo de la nueva zona de expansión de Dos Hermanas, conocida como Entrenúcleos, que ya se ha convertido en el camino más corto hasta alcanzar el otro lado del término nazareno hacia el norte, Montequinto. Sus extensiones de terreno, sus grandes espacios abiertos, ya con plena luz del día, se hizo rápido. No se podía perder mucho el tiempo porque a las doce del mediodía, como muy tarde, había que estar en la Parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles para asistir a la misa. Pero se desvió el camino para rezar también a los pies de la capilla que acoge la Universidad de Loyola.
Reanudada la marcha, los nuevos pisos que se levantan a un lado y otro de las grandes avenidas de Entrenúcleos fueron arropando a la Virgen de Valme, hasta que se entró por fin en el distrito de Quito. Los tiempos indicaban que se llegaría a la hora fijada para la misa, y así fue, aunque finalmente se hiciera con algunos minutos de retraso. Y allí, a los pies del templo quinteño, los fieles se agolparon de nuevo, tanto fuera como en el interior, para ser testigo de algo insólito e histórico.
En quienes acompañaron en todo momento a la Virgen en su caminar, se veían caras de satisfacción. Se preguntaba por el camino realizado y todos decían que, salvo el frío del primer momento, fue muy bien. Y así fue. Ningún incidente. Ningún problema. Y una nueva vivencia que quedará en el recuerdo para siempre.
Se acababa así la primera parte de esta peregrinación extraordinaria con motivo del Año Jubilar concedido a la Hermandad de Valme por el 50º aniversario de su coronación canónica. Allí, en la Parroquia, se sucedieron dos misas prácticamente seguidas en un templo que se mostró pletórico. Se descansó también un poco y se preparó todo para, a partir de las seis de la tarde, completar la jornada con el camino, mucho más corto, hasta la Parroquia de San Juan Pablo II, donde la Protectora de Dos Hermanas permanecerá durante una semana dentro de unas jornadas repletas de actos religiosos y sociales, para ya el domingo, día 12, emprender el camino de regreso, pero por un camino completamente distinto.
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REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: JUANMA RODRÍGUEZ
FOTOGRAFÍA: JUANMA RODRÍGUEZ
