Loly López Guerrero asegura a sus 70 años de edad que no se cansa de escribir. Este lunes presentó en el Palacio de Alpériz la que es su sexta novela, ‘Herederos del odio’, que sale a la calle de la mano de la editorial sevillana ‘Con M de Mujer’, y en ella asegura que aborda un problema “que por desgracia heredan muchas familias”, como es el odio que existe entre algunos de sus miembros.
- ¿Qué número de libro cumples con éste?
- Es mi sexta novela. Además de un poemario. Y tengo preparadas cuatro novelas más. Es que a mí el confinamiento me ha dado mucho tiempo libre.
- ¿Tienes una máquina de hacer novelas?
- No, tengo un ordenador, que es maravilloso. Y todas las historias que la gente me ha ido contando durante el tiempo que yo he sido profesora en la Autoescuela Pilongo, pues iba tomando muchos apuntes y de ahí voy tirando. De hecho, el problema que centra esta novela me lo contó una alumna que se llamaba Juana sobre la historia de sus padres. Ella vivía en Dos Hermanas, pero sus padres eran de un pueblo de la sierra, y un día hablando me contó la historia de ellos, y yo la he adaptado a nuestros días, pero partiendo del problema que ellos tuvieron.
- Hay que ver lo que da de sí una autoescuela.
- ¿Has visto? Por eso yo digo que mis novelas es una ucronía: una parte de realidad y, lo demás, mi fantasía.
- ¿Ese ha sido tu vivero fundamental para tus novelas?
- Sí. Eso y las historias que me contaba mi abuela, y después mi marido que, teniendo la misma edad que yo, ha vivido en la sierra, porque nació en Guadalcanal, y me cuenta historias que le digo: chiquillo, ¿pero tú dónde has estado?
- Vamos a hablar del libro, pero explícame primero el título.
- Se llama ‘Herederos del odio’, porque, por desgracia en esta vida, aparte de las fortunas que las personas en algunos casos heredamos de los padres, a veces heredamos el odio que existe entre unas familias y otras. Yo he conocido a muchas familias en la que los hermanos no se hablaban y en la que los primos tampoco tenían relación. Y esa herencia que queda ahí. Y tú preguntas: “¿Por qué, papá, no te hablas con tu hermano? No, porque tuvimos un problema. Pero, ¿qué pasó? No, no, esa gente no son tus primos”. ¿Comprendes? Pues eso es lo que pasa con los personajes de esta novela.
- Eso pasa en muchas familias.
- Claro. Y por eso, yo decía: tengo que poner un título para que la gente se identifique con él y que sepan que eso no llega a ningún sitio, que, al final, lo que nos debemos de llevar son las buenas acciones, y que si tu padre y su hermano no se hablan, ¿por qué no te vas a hablar tú con tu primo?
- O sea, que la novela tiene un mensaje al final.
- Sí. Yo he querido dar ese mensaje de que todos debemos de respetar lo que ha pasado con ellos, pero que no nos hagan a los menores productos de sus enfados.
- ¿Quiénes son los protagonistas?
- Una pareja. Él se llama Bruno y ella Lucía. Es un matrimonio de unos 40 años que empezaron de novios muy jovencitos, y, como la familia los traían a maltraer, pues se fueron a otro pueblo a vivir, y allí fundaron su familia. Y nunca le hablaron a sus hijos de esa parte de la familia. Ellos crecieron pensando que no tenían primos, ni a nadie. Entonces, cuando los conocieron, para ellos les supuso una gran alegría.
- ¿Ese pueblo tiene nombre?
- En el libro no tiene nombre, pero la foto de la portada es del pueblo que ellos me dijeron.
- ¿De dónde sacas esta capacidad para escribir?
- Porque me gusta mucho escribir. Yo siempre he escrito muchos poemas, microrrelatos, gané un premio en un concurso con carácter andaluz, otro primer premio en Sevilla, y eso me motivó mucho para seguir escribiendo. Y, cuando tuve tiempo libre, que fue cuando me jubilé, fue cuando yo me dije que era el momento, pero después de hacer también muchos cursos de creación literaria, que no he parado. Yo siempre me tengo que estar formando, porque la escritura evoluciona, y, como me gusta mucho, pues sigo.
- Pero una persona como tú, que te comprometes tanto con distintos colectivos, ¿sigues sacando tiempo para escribir?
- Sí. Siempre procuro sacar tiempo para escribir. Yo duermo muy poco, la verdad, pero es que durante la pandemia, mientras la gente aprovechó para hacer magdalenas, yo lo hice para escribir y para hacer cursos. La próxima novela que voy a publicar es sobre Catalina de Ribera y Hurtado Mendoza, que es una novela histórica, que se sabe que cuesta mucho trabajo porque te tienes que informar, investigar mucho, leer…
- Te gusta la historia especialmente, ¿no?
- Me encanta. De hecho, aquí en el Palacio de Alpériz, cuando hay visitas, la directora me llama y yo la hago. La semana pasada hice una visita guiada en francés.
- Con todos los libros que has publicado, ¿ganas algo?
- Gano algo. Pero, además, mi primer libro, sobre la esposa sevillana de Américo Vespucio, se ha traducido al italiano y están preparando un guion para hacer una película en Florencia una parte y otra en Sevilla.
- ¿Con cuál de tus libros te encuentras más contenta?
- Con el de María Cerezo ['María Cerezo, la esposa sevillana de Américo Vespucio'], el primero, aunque estoy muy satisfecha de ‘Paseando por Dos Hermanas, porque he vendido muchísimos ejemplares, y sigue vendiéndose porque a la gente de Dos Hermanas le gusta la historia del lugar donde vive. Aunque todos se siguen vendiendo, porque en las papelerías de Dos Hermanas están expuestos todos mis libros y me lo siguen pidiendo. Asun, mi editora de antes, me los promocionaba muy bien. Y ahora, con esta editorial nueva que se llama ‘Con M de mujer’, a ver cómo me va.
- ¿Qué número de libro cumples con éste?
- Es mi sexta novela. Además de un poemario. Y tengo preparadas cuatro novelas más. Es que a mí el confinamiento me ha dado mucho tiempo libre.
- ¿Tienes una máquina de hacer novelas?
- No, tengo un ordenador, que es maravilloso. Y todas las historias que la gente me ha ido contando durante el tiempo que yo he sido profesora en la Autoescuela Pilongo, pues iba tomando muchos apuntes y de ahí voy tirando. De hecho, el problema que centra esta novela me lo contó una alumna que se llamaba Juana sobre la historia de sus padres. Ella vivía en Dos Hermanas, pero sus padres eran de un pueblo de la sierra, y un día hablando me contó la historia de ellos, y yo la he adaptado a nuestros días, pero partiendo del problema que ellos tuvieron.
- Hay que ver lo que da de sí una autoescuela.
- ¿Has visto? Por eso yo digo que mis novelas es una ucronía: una parte de realidad y, lo demás, mi fantasía.
- ¿Ese ha sido tu vivero fundamental para tus novelas?
- Sí. Eso y las historias que me contaba mi abuela, y después mi marido que, teniendo la misma edad que yo, ha vivido en la sierra, porque nació en Guadalcanal, y me cuenta historias que le digo: chiquillo, ¿pero tú dónde has estado?
- Vamos a hablar del libro, pero explícame primero el título.
- Se llama ‘Herederos del odio’, porque, por desgracia en esta vida, aparte de las fortunas que las personas en algunos casos heredamos de los padres, a veces heredamos el odio que existe entre unas familias y otras. Yo he conocido a muchas familias en la que los hermanos no se hablaban y en la que los primos tampoco tenían relación. Y esa herencia que queda ahí. Y tú preguntas: “¿Por qué, papá, no te hablas con tu hermano? No, porque tuvimos un problema. Pero, ¿qué pasó? No, no, esa gente no son tus primos”. ¿Comprendes? Pues eso es lo que pasa con los personajes de esta novela.
- Eso pasa en muchas familias.
- Claro. Y por eso, yo decía: tengo que poner un título para que la gente se identifique con él y que sepan que eso no llega a ningún sitio, que, al final, lo que nos debemos de llevar son las buenas acciones, y que si tu padre y su hermano no se hablan, ¿por qué no te vas a hablar tú con tu primo?
- O sea, que la novela tiene un mensaje al final.
- Sí. Yo he querido dar ese mensaje de que todos debemos de respetar lo que ha pasado con ellos, pero que no nos hagan a los menores productos de sus enfados.
- ¿Quiénes son los protagonistas?
- Una pareja. Él se llama Bruno y ella Lucía. Es un matrimonio de unos 40 años que empezaron de novios muy jovencitos, y, como la familia los traían a maltraer, pues se fueron a otro pueblo a vivir, y allí fundaron su familia. Y nunca le hablaron a sus hijos de esa parte de la familia. Ellos crecieron pensando que no tenían primos, ni a nadie. Entonces, cuando los conocieron, para ellos les supuso una gran alegría.
- ¿Ese pueblo tiene nombre?
- En el libro no tiene nombre, pero la foto de la portada es del pueblo que ellos me dijeron.
- ¿De dónde sacas esta capacidad para escribir?
- Porque me gusta mucho escribir. Yo siempre he escrito muchos poemas, microrrelatos, gané un premio en un concurso con carácter andaluz, otro primer premio en Sevilla, y eso me motivó mucho para seguir escribiendo. Y, cuando tuve tiempo libre, que fue cuando me jubilé, fue cuando yo me dije que era el momento, pero después de hacer también muchos cursos de creación literaria, que no he parado. Yo siempre me tengo que estar formando, porque la escritura evoluciona, y, como me gusta mucho, pues sigo.
- Pero una persona como tú, que te comprometes tanto con distintos colectivos, ¿sigues sacando tiempo para escribir?
- Sí. Siempre procuro sacar tiempo para escribir. Yo duermo muy poco, la verdad, pero es que durante la pandemia, mientras la gente aprovechó para hacer magdalenas, yo lo hice para escribir y para hacer cursos. La próxima novela que voy a publicar es sobre Catalina de Ribera y Hurtado Mendoza, que es una novela histórica, que se sabe que cuesta mucho trabajo porque te tienes que informar, investigar mucho, leer…
- Te gusta la historia especialmente, ¿no?
- Me encanta. De hecho, aquí en el Palacio de Alpériz, cuando hay visitas, la directora me llama y yo la hago. La semana pasada hice una visita guiada en francés.
- Con todos los libros que has publicado, ¿ganas algo?
- Gano algo. Pero, además, mi primer libro, sobre la esposa sevillana de Américo Vespucio, se ha traducido al italiano y están preparando un guion para hacer una película en Florencia una parte y otra en Sevilla.
- ¿Con cuál de tus libros te encuentras más contenta?
- Con el de María Cerezo ['María Cerezo, la esposa sevillana de Américo Vespucio'], el primero, aunque estoy muy satisfecha de ‘Paseando por Dos Hermanas, porque he vendido muchísimos ejemplares, y sigue vendiéndose porque a la gente de Dos Hermanas le gusta la historia del lugar donde vive. Aunque todos se siguen vendiendo, porque en las papelerías de Dos Hermanas están expuestos todos mis libros y me lo siguen pidiendo. Asun, mi editora de antes, me los promocionaba muy bien. Y ahora, con esta editorial nueva que se llama ‘Con M de mujer’, a ver cómo me va.
FRANCISCO GIL / ANDALUCÍA DIGITAL