Cuando ya nada se espera, el libro de memorias de José Antonio Griñán, es una buena lectura para este verano ahora que se ha conocido la sentencia del Tribunal Supremo que lo condena a seis años de cárcel. El fallo, un episodio más de la guerra judicial (lawfare) que se libra a escala planetaria y en cada Estado contra las ideas progresistas y las personas que las representan, es una victoria de la derecha por la mínima (3-2) que tiene dos votos particulares contra la injusta decisión de los otros tres magistrados.
Leer las memorias autobiográficas de Pepe Griñán es un buen ejercicio para entender la peripecia personal de un funcionario público intachable, inspector de Trabajo, que llegó a la política por su compromiso ético personal y la dejó sin un euro de lucro en el bolsillo. El libro está escrito para explicarle a su hijo que ha merecido la pena su dedicación a la gestión pública a pesar de los sinsabores cosechados.
Griñán es una víctima más de la judicialización de la política en España y de la patrimonialización de la justicia por parte de la derecha. Por eso, el Partido Popular se niega a desbloquear los nombramientos de los órganos judiciales porque, como dijo hace menos de un año Enrique López, portavoz de Justicia de los populares y número dos de Ayuso, “el PP tiene el apoyo de la mayoría de la carrera judicial”, reflejado en la portada de La Razón del domingo, 12 de septiembre de 2021.
Era y es el reconocimiento sin pudor y sin complejos de que los jueces son suyos y que el bloqueo les beneficia, fundamentalmente como escudo del rosario de las causas en las que están implicadas figuras populares por enriquecerse con dinero público. Los réditos del bloqueo les ayudan, por otra parte, a darle los últimos toques a la construcción del relato del fin de ciclo socialista en Andalucía y en España, tarea en la que se afana la nueva cúpula liderada por Feijóo.
Aunque el partido de la pugna política es permanente y todavía queda mucho tiempo de juego hasta las municipales y las generales de 2023, el sentimiento en los sectores de la izquierda es de pérdida por goleada en los medios jurídicos, a la vista de lo que ha ocurrido en Estados Unidos con las recientes resoluciones del Tribunal Supremo, y la que se espera aquí del Tribunal Constitucional sobre el recurso contra la última reforma del aborto.
Las memorias de Griñán no son un pliego de descargo, ni un ajuste de cuentas con sus adversarios políticos: son un documentado testimonio de un protagonista de la Transición que cuenta sin acritud un proceso que –en mi opinión– aseguró la impunidad del franquismo y de sus herederos.
Leer las memorias autobiográficas de Pepe Griñán es un buen ejercicio para entender la peripecia personal de un funcionario público intachable, inspector de Trabajo, que llegó a la política por su compromiso ético personal y la dejó sin un euro de lucro en el bolsillo. El libro está escrito para explicarle a su hijo que ha merecido la pena su dedicación a la gestión pública a pesar de los sinsabores cosechados.
Griñán es una víctima más de la judicialización de la política en España y de la patrimonialización de la justicia por parte de la derecha. Por eso, el Partido Popular se niega a desbloquear los nombramientos de los órganos judiciales porque, como dijo hace menos de un año Enrique López, portavoz de Justicia de los populares y número dos de Ayuso, “el PP tiene el apoyo de la mayoría de la carrera judicial”, reflejado en la portada de La Razón del domingo, 12 de septiembre de 2021.
Era y es el reconocimiento sin pudor y sin complejos de que los jueces son suyos y que el bloqueo les beneficia, fundamentalmente como escudo del rosario de las causas en las que están implicadas figuras populares por enriquecerse con dinero público. Los réditos del bloqueo les ayudan, por otra parte, a darle los últimos toques a la construcción del relato del fin de ciclo socialista en Andalucía y en España, tarea en la que se afana la nueva cúpula liderada por Feijóo.
Aunque el partido de la pugna política es permanente y todavía queda mucho tiempo de juego hasta las municipales y las generales de 2023, el sentimiento en los sectores de la izquierda es de pérdida por goleada en los medios jurídicos, a la vista de lo que ha ocurrido en Estados Unidos con las recientes resoluciones del Tribunal Supremo, y la que se espera aquí del Tribunal Constitucional sobre el recurso contra la última reforma del aborto.
Las memorias de Griñán no son un pliego de descargo, ni un ajuste de cuentas con sus adversarios políticos: son un documentado testimonio de un protagonista de la Transición que cuenta sin acritud un proceso que –en mi opinión– aseguró la impunidad del franquismo y de sus herederos.
ÁNGEL FERNÁNDEZ MILLÁN
FOTOGRAFÍA: J.P. BELLIDO
FOTOGRAFÍA: J.P. BELLIDO