Recientemente publiqué un artículo que llevaba por título Familias con un hijo en el que abordaba las nuevas formas familiares centrándome, aquella vez, en un modelo numéricamente muy frecuente en nuestra sociedad. Otro grupo familiar muy habitual en la actualidad es aquel que cuenta con dos hijos. Creo, pues, que merece la pena analizar cómo los propios niños o niñas se ven a sí mismos y a sus padres dentro de sus propias familias.
Este trabajo complementaría a otros como El mundo de los hermanos que publiqué en dos entregas, dada la complejidad de relaciones que pueden establecerse entre ellos. Y es que el desarrollo de las emociones, al que ahora se les está dando la importancia que tiempo atrás no se le prestaba, va a depender de varios factores que comentaré a partir de una selección de dibujos de niños y niñas que he realizado. Una forma de abordar esta modalidad podría ser del siguiente modo:
a) Familias con dos hijas.
b) Familias con dos hijos.
c) Familias con un hijo y una hija.
También habría que considerar las edades, quién es el mayor y el menor, pues, en cierto modo, determinan las relaciones entre ellos. Para comenzar, podemos fijarnos en la portada en la que aparece un excelente dibujo de una chica de 12 años que, en el momento de realizarlo, estudiaba en sexto curso de Primaria, encontrándose, pues, en la preadolescencia.
El dibujo de las figuras está realizado en plano tres cuartos, es decir, las ha trazado a partir de las rodillas, por lo que la imagen se aproxima al concepto fotográfico de encuadre. Desde el punto de vista compositivo, observamos que el centro del grupo familiar está ocupado por sus padres, al tiempo que a los lados aparecen su hermana menor, en la izquierda, y ella misma, en la derecha. La cercanía a su madre es manifestación de la proximidad emocional que siente hacia ella, quizás por ese sentimiento de hacerse mayor y encontrar apoyo en la figura materna.
En el caso de familias en las que las hijas no estén muy seguidas en edad, la primogénita espera a su hermana con gran aceptación, puesto que a las niñas, generalmente, se las educa de un modo un tanto diferenciado de los niños, ya que el trato hacia ellas es menos rígido y más cariñoso. Por otro lado, muchos de sus juegos continúan alrededor de los roles de la maternidad y el cuidado de los pequeños, por lo que la llegada de un nuevo hermano o hermana suelen acogerlo bastante bien.
Esto sucede en la escena de María, una niña de 6 años, en la que aparecen de manera destacada su madre, como si fuera el miembro de la familia más relevante, y su pequeña hermana Paula, que la muestra en un carrito al lado de ella. Como puede apreciarse, el dibujo es bastante alegre y vitalista, en el que predominan los colores rosa y violeta.
Lógicamente, a medida que se crece, el dibujo se hace más rico en expresión y matices, de modo que la representación de la familia se realiza de manera más elaborada. Es lo que acontece en el que acabamos de ver de una niña de 10 años que nos la muestra jerarquizada por edades, puesto que aparece en primer lugar el padre; continúa con la figura de la madre; en tercer lugar, se dibuja a sí misma; y acaba con su hermana que es algo más pequeña. Debo apuntar que la agrupación de las tres figuras femeninas es una manifestación de la identidad de género, puesto que la autora se siente más cercana a su madre y a su hermana que hacia su padre.
Con el dibujo de Alejandro, de 5 años, iniciamos el breve recorrido de las familias con dos hijos varones. El pequeño autor se encontraba en tercero de Educación Infantil cuando representó a su familia. Comenzó por el trazado de sus padres en la izquierda, realizando dos figuras muy alargadas, puesto que veía a sus padres muy grandes e importantes. Tras ellos, se dibujó a sí mismo, acabando con su hermano pequeño con el que juega habitualmente. El trazado de las figuras de forma sonriente y con los brazos hacia arriba en señal de la alegría y felicidad que el pequeño autor siente en el seno de su familia.
Una de las grandes aficiones en los niños es el fútbol, de modo que en bastantes dibujos aparecen los hermanos jugando entre ellos con un balón. Es lo que acontece en la escena que nos muestra este niño de 6 años, en la que se ha dibujado a sí mismo intentando chutar la pelota a su hermano mayor que extiende los brazos para cogerla. Resulta curiosa la forma de trazarse, dada las dificultades que para esa edad representar las figuras de perfil o de espaldas, por lo que lo logra con distintas posiciones de la propia figura. Los padres, por otro lado, les animan aplaudiendo y saludándoles.
A medida que se avanza en edad, los escolares logran plasmar una mejor representación de los espacios interiores. Esto lo vemos en la anterior escena, realizada por un chico de 11 años, que ha logrado mostrar a los cuatro miembros de la familia en el salón de la casa con la denominada perspectiva cónica. De este modo, lo vemos sentado con su hermano menor en una butaca, mientras que en la otra se encuentran sus padres. El hermano pequeño porta una camiseta del Real Madrid, tal como nos confirmó el autor del dibujo, por lo que entendemos que la afición al fútbol nace a edades tempranas con la adhesión a alguno de los equipos más relevantes.
La tercera posibilidad de las familias con dos hijos es que sean un niño y una niña. En este caso, la formación de las identidades masculina y femenina vendrá dada, en gran medida, por los modelos que les aportan el padre y la madre. De este modo, el dibujo de una niña de 7 años llama la atención que trazara las figuras con un encuadre en plano tres cuartos, cuando esto suele suceder en edades más avanzadas. Por otro lado, es significativo que lo comenzara por su hermano pequeño, ya que es manifestación del cariño que siente por él, puesto que se traza a sí misma como si le estuviera cuidando.
Jugar con los padres suele ser una experiencia grata para los hijos, hecho que recordarán cuando sean mayores. Es lo que expresa el autor del dibujo anterior, ya que en la escena vemos a los cuatro miembros de la familia jugando o en una actividad deportiva: el padre, en el lado izquierdo, porta una raqueta y una pelota de tenis; a continuación su madre enlaza la cinta con él mismo para que su hermana más pequeña salte a la comba. En la escena, llaman la atención el enorme sol que ha trazado y el que todos aparezcan con la boca abierta, viéndoseles la lengua, expresión de risa, que nos indica que están contentos y se divierten.
Para cerrar, traigo el trabajo de una chica, de 12 años, ya que en la escena muestra a su familia en el campo, pues las salidas a la naturaleza a los hijos les resultan muy gratificantes. La autora se ha trazado junto a su hermano menor, quien le pasa el brazo por encima como manifestación de cariño hacia ella. Los padres, a su vez, aparecen a ambos lados, como expresión de la protección que tienen hacia los dos. Hay que notar que la chica se coloca al lado de su madre y su hermano lo presenta al lado de su padre, algo habitual porque, como he apuntado, el desarrollo emocional de niños y niñas se va formando también a partir de la identidad de género en el seno familiar.
Este trabajo complementaría a otros como El mundo de los hermanos que publiqué en dos entregas, dada la complejidad de relaciones que pueden establecerse entre ellos. Y es que el desarrollo de las emociones, al que ahora se les está dando la importancia que tiempo atrás no se le prestaba, va a depender de varios factores que comentaré a partir de una selección de dibujos de niños y niñas que he realizado. Una forma de abordar esta modalidad podría ser del siguiente modo:
a) Familias con dos hijas.
b) Familias con dos hijos.
c) Familias con un hijo y una hija.
También habría que considerar las edades, quién es el mayor y el menor, pues, en cierto modo, determinan las relaciones entre ellos. Para comenzar, podemos fijarnos en la portada en la que aparece un excelente dibujo de una chica de 12 años que, en el momento de realizarlo, estudiaba en sexto curso de Primaria, encontrándose, pues, en la preadolescencia.
El dibujo de las figuras está realizado en plano tres cuartos, es decir, las ha trazado a partir de las rodillas, por lo que la imagen se aproxima al concepto fotográfico de encuadre. Desde el punto de vista compositivo, observamos que el centro del grupo familiar está ocupado por sus padres, al tiempo que a los lados aparecen su hermana menor, en la izquierda, y ella misma, en la derecha. La cercanía a su madre es manifestación de la proximidad emocional que siente hacia ella, quizás por ese sentimiento de hacerse mayor y encontrar apoyo en la figura materna.
En el caso de familias en las que las hijas no estén muy seguidas en edad, la primogénita espera a su hermana con gran aceptación, puesto que a las niñas, generalmente, se las educa de un modo un tanto diferenciado de los niños, ya que el trato hacia ellas es menos rígido y más cariñoso. Por otro lado, muchos de sus juegos continúan alrededor de los roles de la maternidad y el cuidado de los pequeños, por lo que la llegada de un nuevo hermano o hermana suelen acogerlo bastante bien.
Esto sucede en la escena de María, una niña de 6 años, en la que aparecen de manera destacada su madre, como si fuera el miembro de la familia más relevante, y su pequeña hermana Paula, que la muestra en un carrito al lado de ella. Como puede apreciarse, el dibujo es bastante alegre y vitalista, en el que predominan los colores rosa y violeta.
Lógicamente, a medida que se crece, el dibujo se hace más rico en expresión y matices, de modo que la representación de la familia se realiza de manera más elaborada. Es lo que acontece en el que acabamos de ver de una niña de 10 años que nos la muestra jerarquizada por edades, puesto que aparece en primer lugar el padre; continúa con la figura de la madre; en tercer lugar, se dibuja a sí misma; y acaba con su hermana que es algo más pequeña. Debo apuntar que la agrupación de las tres figuras femeninas es una manifestación de la identidad de género, puesto que la autora se siente más cercana a su madre y a su hermana que hacia su padre.
Con el dibujo de Alejandro, de 5 años, iniciamos el breve recorrido de las familias con dos hijos varones. El pequeño autor se encontraba en tercero de Educación Infantil cuando representó a su familia. Comenzó por el trazado de sus padres en la izquierda, realizando dos figuras muy alargadas, puesto que veía a sus padres muy grandes e importantes. Tras ellos, se dibujó a sí mismo, acabando con su hermano pequeño con el que juega habitualmente. El trazado de las figuras de forma sonriente y con los brazos hacia arriba en señal de la alegría y felicidad que el pequeño autor siente en el seno de su familia.
Una de las grandes aficiones en los niños es el fútbol, de modo que en bastantes dibujos aparecen los hermanos jugando entre ellos con un balón. Es lo que acontece en la escena que nos muestra este niño de 6 años, en la que se ha dibujado a sí mismo intentando chutar la pelota a su hermano mayor que extiende los brazos para cogerla. Resulta curiosa la forma de trazarse, dada las dificultades que para esa edad representar las figuras de perfil o de espaldas, por lo que lo logra con distintas posiciones de la propia figura. Los padres, por otro lado, les animan aplaudiendo y saludándoles.
A medida que se avanza en edad, los escolares logran plasmar una mejor representación de los espacios interiores. Esto lo vemos en la anterior escena, realizada por un chico de 11 años, que ha logrado mostrar a los cuatro miembros de la familia en el salón de la casa con la denominada perspectiva cónica. De este modo, lo vemos sentado con su hermano menor en una butaca, mientras que en la otra se encuentran sus padres. El hermano pequeño porta una camiseta del Real Madrid, tal como nos confirmó el autor del dibujo, por lo que entendemos que la afición al fútbol nace a edades tempranas con la adhesión a alguno de los equipos más relevantes.
La tercera posibilidad de las familias con dos hijos es que sean un niño y una niña. En este caso, la formación de las identidades masculina y femenina vendrá dada, en gran medida, por los modelos que les aportan el padre y la madre. De este modo, el dibujo de una niña de 7 años llama la atención que trazara las figuras con un encuadre en plano tres cuartos, cuando esto suele suceder en edades más avanzadas. Por otro lado, es significativo que lo comenzara por su hermano pequeño, ya que es manifestación del cariño que siente por él, puesto que se traza a sí misma como si le estuviera cuidando.
Jugar con los padres suele ser una experiencia grata para los hijos, hecho que recordarán cuando sean mayores. Es lo que expresa el autor del dibujo anterior, ya que en la escena vemos a los cuatro miembros de la familia jugando o en una actividad deportiva: el padre, en el lado izquierdo, porta una raqueta y una pelota de tenis; a continuación su madre enlaza la cinta con él mismo para que su hermana más pequeña salte a la comba. En la escena, llaman la atención el enorme sol que ha trazado y el que todos aparezcan con la boca abierta, viéndoseles la lengua, expresión de risa, que nos indica que están contentos y se divierten.
Para cerrar, traigo el trabajo de una chica, de 12 años, ya que en la escena muestra a su familia en el campo, pues las salidas a la naturaleza a los hijos les resultan muy gratificantes. La autora se ha trazado junto a su hermano menor, quien le pasa el brazo por encima como manifestación de cariño hacia ella. Los padres, a su vez, aparecen a ambos lados, como expresión de la protección que tienen hacia los dos. Hay que notar que la chica se coloca al lado de su madre y su hermano lo presenta al lado de su padre, algo habitual porque, como he apuntado, el desarrollo emocional de niños y niñas se va formando también a partir de la identidad de género en el seno familiar.
AURELIANO SÁINZ