Parece que el destino de la humanidad es no librarse de la violencia en todas sus facetas, por lo que el ataque que ha comenzado a sufrir la población de Ucrania por parte de la Rusia de Putin parece la continuidad de un relato que, no por inesperado, deja de ser tan verídico como fue uno de los mayores atentados que conocimos a comienzos de este siglo: el sufrido por las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
Sobre el tema de la violencia, en sus distintas formas, quisiera apuntar que comencé a trabajarlo en el campo educativo hace ya más de tres décadas, cuando publiqué como director de una investigación el libro que llevaba por título Signos y cultura de la violencia. Una investigación en el aula.
Más tarde, precisamente en ese año de 2001, vio la luz otro libro mío acerca de esta línea de investigación que he continuado hasta hoy. Su título fue Las ideas de la paz y de la violencia en los escolares. Análisis a través de sus dibujos.
Dado que las guerras y los atentados parecen no detenerse, cuando se produjo el del 11-S en Nueva York –y, posteriormente, el 11-M en Madrid– llevé a cabo investigaciones en distintos centros educativos para saber cómo los escolares de Primaria y los estudiantes de Secundaria habían interpretado esos atentados que habían conocido por los medios de comunicación, especialmente los canales televisivos.
De este modo, y puesto que ahora la violencia bélica se transmite casi en directo, he considerado oportuno abordar esta temática, pues influye cognitiva y emocionalmente en niños y adolescentes que contemplan atónitos que el mundo es un lugar inseguro, cargado de crueldad y con unos gobernantes que anteponen intereses espurios que, en gran medida, ellos no comprenden.
Aunque inicié estas investigaciones antes de que se desmembrara la antigua Yugoslavia, me ha parecido conveniente publicar estos trabajos a partir de los que se han producido en el nuevo siglo que, anticipadamente y con infundado optimismo, se nos ofrecía como el que dejaría atrás los actos de barbarie que han asolado la humanidad a lo largo de su historia.
Y comienzo por los atentados del 11-S en Nueva York, puesto que fueron retransmitidos y visionados en directo a través de los canales de televisión por todo el planeta.
Nos encontrábamos en la hora en la que habitualmente las familias españolas nos reuníamos alrededor de la mesa para almorzar. De pronto, los programas se cortan para emitirnos unas imágenes en las que, atónitos, contemplábamos cómo un avión, y posteriormente otro, se estrellaban contra las grandes Torres Gemelas de la ciudad de los rascacielos. Esto queda bien expresado en uno de los dibujos, en el que se nos muestra el salón de una casa con un televisor en el que se anuncia la conexión para informar del quien impulsó el atentado.
El impacto en la gente fue brutal. Nunca podíamos imaginar que se pudiera producir un acto de esta índole en la más importante ciudad de Estados Unidos. Esto me impulsó, en los días siguientes, a realizar una investigación en el ciclo superior de Educación Primaria, es decir, con escolares de 10, 11 y 12 años, acerca de lo que habían visto por la televisión, de lo que sentían y de cómo interpretaban estos atentados. Creía que era relevante saber cómo les afectaban emocionalmente este ataque tan bárbaro a dos edificios llenos de población civil.
Para ello, tomé contacto con los responsables de distintos centros educativos, a los que informé de mis objetivos. Ya en las aulas, a los alumnos les indiqué que dibujaran en una hoja en blanco lo que ellos desearan de lo que había acontecido en Nueva York, al tiempo que les sugerí que por detrás, o en una hoja aparte, explicaran por escrito lo que habían representado.
Tengo que indicar que los resultados fueron de gran interés, dado que las escenas que habían dibujado eran relatos visuales de lo que más les había impactado, al tiempo que sus explicaciones complementaban lo que habían expresado gráficamente.
Como trabajo de investigación cuya finalidad era ser publicado, debo apuntar que agrupé los significados de lo que ellos habían querido decir en sus dibujos y en sus redacciones. De este modo, expuse siete temáticas que fueron las siguientes:
Las imágenes que más impactaron a quienes contemplaron los atentados a través de la televisión y en tiempo real fueron las de la gente que se arrojaba al vacío ante el temor de morir aplastada por el derrumbe de partes del edificio o por el fuego que inmediatamente se extendía en ambas torres. Estas imágenes quedaron fuertemente grabadas en sus retinas, por lo que serían las más reproducidas en las clases.
Fue tan alta la impresión en los espectadores que en el propio Estados Unidos se dieron indicaciones de que no se emitieran por los medios audiovisuales fotografías o filmaciones de los afectados para evitar la conmoción que producía en la gente que las contemplaba. Y es que mostrar imágenes de los cuerpos estrellados contra el suelo, inevitablemente, conmovían a todo el mundo, especialmente, a los más pequeños.
En sentido contrario, ver a la policía, a los bomberos, al personal sanitario e, incluso, a personas normales ayudando en esta tragedia ayudaba a comprender que la sociedad está organizada y preparada por profesionales para dar el apoyo a quienes lo necesitan en momentos muy dramáticos. Por otro lado, el que hubiera gente que se prestaba a ayudar a los heridos se convertía en un signo de solidaridad en momentos cruciales.
Curiosamente, encontré bastantes dibujos que representaban a los medios de comunicación y a periodistas que, como corresponsales en Nueva York, tenían que informar de lo que estaba aconteciendo en la zona del atentado. Me llamó especialmente la atención el que, en algunos casos, escribieran los nombres de esos informadores que se encontraban en medio de la tragedia y tenían que hacer su trabajo lo mejor posible.
Muy pronto se supo el nombre de la organización terrorista islámica, Al Qaeda, autora de los atentados, así como el de su líder, Osama Bin Laden, cuyo rostro se hizo mundialmente famoso. Fue esta la razón por la que algunos de los alumnos que participaron en esta investigación se decantaran por plasmarlo. De igual modo, aparecieron dibujos en los que describían gráficamente la guerra que comenzaba contra Afganistán; guerra que se ha cerrado veinte años después con los resultados que todos conocemos.
Para finalizar, quisiera indicar que vivimos en un mundo globalizado en el que las informaciones se dan y llegan de manera instantánea. Esto que pertenece a la visibilidad y la inmediatez en la que nos encontramos inmersos tiene, como casi todo lo humano, sus pros y contras.
En la parte de los inconvenientes se encuentran los impactos emocionales que ejercen sobre niños y adolescentes las imágenes de la violencia y la crueldad de las guerras y de los atentados. Y sobre este punto debemos estar atentos a lo que reciben en sus móviles y tablets, pues empiezan a dejar un poso negativo en sus estados anímicos ante la acumulación de noticias y hechos tan terribles.
Sobre el tema de la violencia, en sus distintas formas, quisiera apuntar que comencé a trabajarlo en el campo educativo hace ya más de tres décadas, cuando publiqué como director de una investigación el libro que llevaba por título Signos y cultura de la violencia. Una investigación en el aula.
Más tarde, precisamente en ese año de 2001, vio la luz otro libro mío acerca de esta línea de investigación que he continuado hasta hoy. Su título fue Las ideas de la paz y de la violencia en los escolares. Análisis a través de sus dibujos.
Dado que las guerras y los atentados parecen no detenerse, cuando se produjo el del 11-S en Nueva York –y, posteriormente, el 11-M en Madrid– llevé a cabo investigaciones en distintos centros educativos para saber cómo los escolares de Primaria y los estudiantes de Secundaria habían interpretado esos atentados que habían conocido por los medios de comunicación, especialmente los canales televisivos.
De este modo, y puesto que ahora la violencia bélica se transmite casi en directo, he considerado oportuno abordar esta temática, pues influye cognitiva y emocionalmente en niños y adolescentes que contemplan atónitos que el mundo es un lugar inseguro, cargado de crueldad y con unos gobernantes que anteponen intereses espurios que, en gran medida, ellos no comprenden.
Aunque inicié estas investigaciones antes de que se desmembrara la antigua Yugoslavia, me ha parecido conveniente publicar estos trabajos a partir de los que se han producido en el nuevo siglo que, anticipadamente y con infundado optimismo, se nos ofrecía como el que dejaría atrás los actos de barbarie que han asolado la humanidad a lo largo de su historia.
Y comienzo por los atentados del 11-S en Nueva York, puesto que fueron retransmitidos y visionados en directo a través de los canales de televisión por todo el planeta.
Nos encontrábamos en la hora en la que habitualmente las familias españolas nos reuníamos alrededor de la mesa para almorzar. De pronto, los programas se cortan para emitirnos unas imágenes en las que, atónitos, contemplábamos cómo un avión, y posteriormente otro, se estrellaban contra las grandes Torres Gemelas de la ciudad de los rascacielos. Esto queda bien expresado en uno de los dibujos, en el que se nos muestra el salón de una casa con un televisor en el que se anuncia la conexión para informar del quien impulsó el atentado.
El impacto en la gente fue brutal. Nunca podíamos imaginar que se pudiera producir un acto de esta índole en la más importante ciudad de Estados Unidos. Esto me impulsó, en los días siguientes, a realizar una investigación en el ciclo superior de Educación Primaria, es decir, con escolares de 10, 11 y 12 años, acerca de lo que habían visto por la televisión, de lo que sentían y de cómo interpretaban estos atentados. Creía que era relevante saber cómo les afectaban emocionalmente este ataque tan bárbaro a dos edificios llenos de población civil.
Para ello, tomé contacto con los responsables de distintos centros educativos, a los que informé de mis objetivos. Ya en las aulas, a los alumnos les indiqué que dibujaran en una hoja en blanco lo que ellos desearan de lo que había acontecido en Nueva York, al tiempo que les sugerí que por detrás, o en una hoja aparte, explicaran por escrito lo que habían representado.
Tengo que indicar que los resultados fueron de gran interés, dado que las escenas que habían dibujado eran relatos visuales de lo que más les había impactado, al tiempo que sus explicaciones complementaban lo que habían expresado gráficamente.
Como trabajo de investigación cuya finalidad era ser publicado, debo apuntar que agrupé los significados de lo que ellos habían querido decir en sus dibujos y en sus redacciones. De este modo, expuse siete temáticas que fueron las siguientes:
- Avión acercándose al edificio
- Avión impactando en una de las torres
- Personas arrojándose desde lo alto
- Asociación del hecho con símbolos y términos españoles
- Los ciudadanos y el personal de auxilio
- Los medios de comunicación
- Al Qaeda y Guerra de Afganistán.
Las imágenes que más impactaron a quienes contemplaron los atentados a través de la televisión y en tiempo real fueron las de la gente que se arrojaba al vacío ante el temor de morir aplastada por el derrumbe de partes del edificio o por el fuego que inmediatamente se extendía en ambas torres. Estas imágenes quedaron fuertemente grabadas en sus retinas, por lo que serían las más reproducidas en las clases.
Fue tan alta la impresión en los espectadores que en el propio Estados Unidos se dieron indicaciones de que no se emitieran por los medios audiovisuales fotografías o filmaciones de los afectados para evitar la conmoción que producía en la gente que las contemplaba. Y es que mostrar imágenes de los cuerpos estrellados contra el suelo, inevitablemente, conmovían a todo el mundo, especialmente, a los más pequeños.
En sentido contrario, ver a la policía, a los bomberos, al personal sanitario e, incluso, a personas normales ayudando en esta tragedia ayudaba a comprender que la sociedad está organizada y preparada por profesionales para dar el apoyo a quienes lo necesitan en momentos muy dramáticos. Por otro lado, el que hubiera gente que se prestaba a ayudar a los heridos se convertía en un signo de solidaridad en momentos cruciales.
Curiosamente, encontré bastantes dibujos que representaban a los medios de comunicación y a periodistas que, como corresponsales en Nueva York, tenían que informar de lo que estaba aconteciendo en la zona del atentado. Me llamó especialmente la atención el que, en algunos casos, escribieran los nombres de esos informadores que se encontraban en medio de la tragedia y tenían que hacer su trabajo lo mejor posible.
Muy pronto se supo el nombre de la organización terrorista islámica, Al Qaeda, autora de los atentados, así como el de su líder, Osama Bin Laden, cuyo rostro se hizo mundialmente famoso. Fue esta la razón por la que algunos de los alumnos que participaron en esta investigación se decantaran por plasmarlo. De igual modo, aparecieron dibujos en los que describían gráficamente la guerra que comenzaba contra Afganistán; guerra que se ha cerrado veinte años después con los resultados que todos conocemos.
Para finalizar, quisiera indicar que vivimos en un mundo globalizado en el que las informaciones se dan y llegan de manera instantánea. Esto que pertenece a la visibilidad y la inmediatez en la que nos encontramos inmersos tiene, como casi todo lo humano, sus pros y contras.
En la parte de los inconvenientes se encuentran los impactos emocionales que ejercen sobre niños y adolescentes las imágenes de la violencia y la crueldad de las guerras y de los atentados. Y sobre este punto debemos estar atentos a lo que reciben en sus móviles y tablets, pues empiezan a dejar un poso negativo en sus estados anímicos ante la acumulación de noticias y hechos tan terribles.
AURELIANO SÁINZ