Cuesta creer que haya gente mala, pero la hay. Hay seres inhumanos que, por poder o por dinero, son capaces de pisarle el cráneo a su madre. ¿Se cree esta gente tóxica que van a vivir siempre? Un día llega la muerte y nadie lo siente o, incluso, algunos festejan que hayan desaparecido.
¿Qué nos vamos a llevar de este mundo? ¿Riquezas? ¿Casas? ¿Cuentas bancarias? ¿Bolsos de lujo? Son unos desgraciados que van hiriendo a la gente a su paso. La gente feliz no jode a nadie. Dejan víctimas y cadáveres, infligen sufrimiento a personas buenas que creen las mentiras que escupen de sus bocas.
Cuanto más débil sienten a su víctima, más se ensañan con ella, más energía le chupan. Necesitan la energía ajena porque ellos no tienen nada que dar o aportar. El dinero o el poder es su único dios. Y para machacar utilizan frases denigrantes, hirientes, para que el que está bajo su pie pierda la confianza en él y crea que es una mierda y que tiene que estar continuamente demostrando algo.
Entonces empieza a sentirse vigilado y, lo peor, deja de creer en sí mismo y nunca llega a una meta ficticia que cambia cada día. Sin darse cuenta, la voz del acosador se instala en su cabeza y llega un momento en el que no escucha nada más.
La angustia se apodera de su vida y, de repente, está en un sótano oscuro, aislado del mundo. Ya no ve su vida, ni su familia, ni nada: solo oye órdenes. Hay que estar alerta porque estos psicópatas están por todos lados y donde menos te lo esperas.
Son malos bichos que, en el fondo, saben que no valen nada, que son unos mediocres y que no son nadie sin personas a las que pisotear. Hay que huir de ellos pero, sobre todo, lo que hay que hacer es enseñarles los dientes porque no son más que sacos de mierda miedosos.
¿Qué nos vamos a llevar de este mundo? ¿Riquezas? ¿Casas? ¿Cuentas bancarias? ¿Bolsos de lujo? Son unos desgraciados que van hiriendo a la gente a su paso. La gente feliz no jode a nadie. Dejan víctimas y cadáveres, infligen sufrimiento a personas buenas que creen las mentiras que escupen de sus bocas.
Cuanto más débil sienten a su víctima, más se ensañan con ella, más energía le chupan. Necesitan la energía ajena porque ellos no tienen nada que dar o aportar. El dinero o el poder es su único dios. Y para machacar utilizan frases denigrantes, hirientes, para que el que está bajo su pie pierda la confianza en él y crea que es una mierda y que tiene que estar continuamente demostrando algo.
Entonces empieza a sentirse vigilado y, lo peor, deja de creer en sí mismo y nunca llega a una meta ficticia que cambia cada día. Sin darse cuenta, la voz del acosador se instala en su cabeza y llega un momento en el que no escucha nada más.
La angustia se apodera de su vida y, de repente, está en un sótano oscuro, aislado del mundo. Ya no ve su vida, ni su familia, ni nada: solo oye órdenes. Hay que estar alerta porque estos psicópatas están por todos lados y donde menos te lo esperas.
Son malos bichos que, en el fondo, saben que no valen nada, que son unos mediocres y que no son nadie sin personas a las que pisotear. Hay que huir de ellos pero, sobre todo, lo que hay que hacer es enseñarles los dientes porque no son más que sacos de mierda miedosos.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ