Antes de arrancar, conviene advertir que todo el texto que leerán a continuación está salpicado de spoilers. Dicho queda. Suena la melodía Herz und mund und Tat und Leben, Cantata BWV 147: Jesu, Joy of Man's Desiring de Johan Sebastian Bach. Mientras, vemos los hechos acaecidos en las películas previas, y Hideaki Anno nos ofrece el final del nuevo génesis. El círculo se cierra.
El 13 de agosto de 2021 se ha estrenado en España, algo antes en Japón, Evangelion 3.0+1.0: Thrice upon a time. Nueve años de espera, tras la inquietante Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo. Loado seas, Hideaki Anno.
Hideaki, han pasado 61 años desde que naciste en Ube, en la prefectura japonesa de Yamaguchi. Da igual si es cine de animación o con actores reales. Admítelo, estás obsesionado con los ambientes industriales en los que te criaste.
Love & Pop (Hideaki Anno, 1998). 06:51. Paisaje urbano.
Kareshi Kanojo no Jijō (Hideaki Anno, 1998). Episodio 19. 01:58. Paisaje urbano: “Así, a pesar de ser el final del siglo, sería más apropiado llamarlo un tiempo de caos”.
De chaval fuiste un estudiante introvertido y, según la dirección de tu centro de Educación Primaria, problemático. Y seamos sinceros, algo pillín. Con la excusa de que tu nivel de inglés estaba a la altura de Ana Botella, le pediste a tus padres una grabadora para grabar y estudiar audios, y lo aprovechaste para grabar los audios de la serie Space Battleship Yamato (1974). Y es que eras un friki de los de verdad, no como los chavalillos de ahora, que se creen muy otakus por ver Darling in the Franxx (2018), esa mala copia de tu obra magna.
La jugarreta te salió regular. ¡Encima te encaraste con tu profesor de inglés en un calentón! Durante el Bachillerato, pasaste del tema, y decidiste invertir tus ahorros en una cámara, que te sirvió para elaborar tus primeras creaciones amateurs. Sin embargo, no te enamoraste de la animación en papel hasta que no entraste en el grupo de cine independiente Shado.
En 1978 elaboraste tu primer corto de animación, Ubekusei, con fines escolares, donde ya demostraste tu gusto por los mechas y las explosiones en el contexto de la Guerra Fría y el pavor japonés a la guerra nuclear. De hecho, tu película favorita era Gekido no showashi: Okinawa kessen (Kihachi Okamoto, 1971), que refleja la Batalla de Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial. Al año siguiente elaboraste un corto de imagen real, Nakamurider, una parodia de Kamen Rider de Shotaro Ishinomori, siempre dentro del contexto escolar.
Como era de prever, el inglés te fastidió el acceso a la universidad y pasaste un tiempo en blanco. Repartir periódicos o atender una gasolinera son buenas dedicaciones pero sabías que no era lo tuyo. Por eso, elaboraste por esa época varios cortos de animación como Katowaza Jiten: Heta na Teppō mo Kazu Ucha Ataru! (“Dice el dicho: ¡Quien mucho dispara, acaba dándole al blanco!”, 1979), Mizu (“Agua”, 1980) y Kūchū Kansō (“Sustitución aérea”, 1980).
En 1980 tuviste a bien liberar a tus padres de la angustia que les ocasionó tu tiempo de perreo y lograste entrar en la Universidad de Arte de Osaka. Tampoco podías ponerte muy gallito. Te aceptaron porque valoraron tus obras artísticas, no porque te aplicaras con el inglés. Sin embargo, lo importante es que entraste, y allí conociste a gente que sería clave en el futuro, como Hiroyuki Yamaga, Takami Akai, Kazuhiko Shimamoto o Masahiko Minami.
Elaboraste diferentes cortos o anuncios publicitarios en el contexto académico, como Katowaza Jiten y con un corto nuevo, Basutei ni te… (“En la parada del bus…”, 1980), Reezōko wo Aketara Sensha ga Tobi Dashita! (“¡Ha salido un tanque de la nevera!, 1980”) o Jōbu na Taiya! SHADO Taiya (“¡Neumáticos duraderos! Neumáticos SHADO”, 1980). Sin embargo, permíteme decirte que lo que más me mola de esta época es tu corto cinematográfico independiente Ultraman (1980), inspirado en el mítico anime, que continuaría en Ultraman Deluxe (1981). Friki de narices.
Tras varios pequeños trabajos, tuviste tu oportunidad como animador en Studio Ghibli, de la mano del considerado por muchos como el dios del anime, Hayao Miyazaki. Como vivías en Osaka, tuviste que trasladarte con lo puesto y estuviste un tiempo viviendo en el propio estudio. La gente debió fliparlo un poco, pero estabas decidido a hacer realidad tu sueño. Trabajaste en Nausicaä del Valle del Viento (1984) y, satisfecho con la remuneración, te pudiste permitir un traje con tres piezas.
Colaboraste en numerosos proyectos, tanto amateurs como profesionales, pero el gran hito de este período fue la fundación en Osaka de una de las productoras más legendarias de la historia del anime: Gainax. Tus amigos de la uni y tú erais tan buenos que Miyazaki iba a tentaros para que fuerais a trabajar con él. Lo invitasteis a ver Royal Space Force (Hiroyuki Yamaga, 1987). ¿Recuerdas las lágrimas de Yamaga al ver su obra estrenada? Tú también estabas emocionado, seguro.
Aunque es probable que no lo sepas, el que mejor ha reflejado la evolución de Gainax y de tu propia obra en España ha sido David Heredia Pitarch, cuya obra Gainax y Hideaki Anno: La historia de los creadores de Evangelion (2019) te recomiendo encarecidamente.
El que esté interesado en saber sobre la evolución de Gainax ya tiene lectura. Por lo que a mí respecta, sigo con nuestro repaso nostálgico por tus grandes obras. Es más, empezamos fuerte con tu primera obra seria como director: Gunbuster (1988).
En ella ya se ven algunas líneas maestras de tus obras: robots, relaciones humanas, elecciones trágicas… Pero todo se fue al traste con tu siguiente obra: Fushigi mo Umi no Nadia (“Nadia, el misterio de la piedra azul”, 1990). Fue una de tus producciones más amargas y estaba destinada a un público más infantil. Tras esta serie, entraste un profundo estado de depresión. Y no me extraña: la producción fue un desastre.
Empezaste a trabajar en proyectos ajenos, incluso, a Gainax, a la que volviste para dirigir un proyecto que no fuisteis capaces de acabar. El pozo en que se estaba metiendo Gainax era profundo, pero el tuyo más. Sin embargo, sería en este estado depresivo donde llegaría la obra que marcaría la historia del anime para siempre: Neon Genesis Evangelion.
El anime podía ser cosa de adultos más allá del hentai. Y lo demostraste. Hay quien dice que es el equivalente en la animación japonesa de El grito de Edvard Munch. Una trama llena de subtramas y simbolismos que comienza con lo que parece una inocente muestra más de género mecha y acaba como una tragedia llena de componentes psicológicos que nos acompañarán toda la vida. Pero es que, además, te rodeaste de tan buenos compañeros, que hasta la apertura del anime sigue siendo de los más cantados en los karaokes japoneses. Una pasada que nadie se esperaba.
The end of Evangelion (Hideaki Anno, 1997) 41:43. El último grito de Shinji Ikari, al borde de la catatonia.
La trama parece simple. Los ángeles atacan la Tierra para hacerse con los restos de un ente llamado Adán. Si lo consiguen, se producirá el tercer impacto, que acabará con toda vida en el planeta. Para evitarlo, la organización Nerv produce unos robots, los Evas, que por alguna razón solo pueden ser pilotados por ciertos adolescentes especiales.
Uno de ellos es un niño abandonado por su padre, Shinji Ikari. Su padre, Gendo Ikari, es el comandante supremo de Nerv y lo llama para combatir a uno de los ángeles, sin más explicación que una orden. Por piedad de una piloto herida, a la que le suena haber visto antes, accede a luchar. Así empieza el Evangelio del Nuevo Génesis, donde existen ciertos paralelismos entre Shinji y Kendo, y tú mismo.
Neo Genesis Evangelion (Hideaki Anno, 1995) Episodio 2, 19:40. El EVA 01 enloquece y combate al ángel a vida o muerte.
La trama se complica hasta tal extremo que se han publicado, incluso, libros interpretativos como el imprescindible Tú (no) necesitas ser un héroe, de Álvaro Arbonés. Sería ilusionante que le escribieras, Hideaki, pidiéndole una reedición con la interpretación del último rebuild. No entro a explicar más porque se sale del objetivo de este texto.
Neo Genesis Evangelion (Hideaki Anno, 1995) Episodio 1, 15:16. Enfrentamiento entre padre e hijo. “–¿Por qué a mí? –Porque nadie más puede hacerlo”. Inocencia y autoridad, confusión e imposición. Incomunicación.
La serie salió a la luz en 1997 y tuvo 26 episodios originales y una película en la que dejaste el trasero torcido a media humanidad. No hay fan que haya estado en tu presencia y no te haya preguntado por el sentido de esa mítica escena final.
The end of Evangelion (Hideaki Anno, 1997) 01:25:26. La escena más desconcertante de la historia del anime hasta entonces. La traducción ofrecida suele ser “¡Qué asco!” o el más suave “No me gusta este sentimiento”.
Sin embargo, la serie no estaba redonda. Y lo sabías. Pero hablaremos de ello más tarde. Parodiada, referenciada y discutida, tu franquicia empezó a darte billetes y fama. Pocas veces una depresión dio para tanto. Seguiste con una serie que tendría polémica, pero que resultaba más normalita. Adaptaste un manga escrito por Masami Tsuda, Kareshi Kanojo no Jijō (más conocida como Kare Kano, Las circunstancias de él y ella, 1998).
Kareshi Kanojo no Jijō (Hideaki Anno, 1998). Episodio 24. 07:45. Sōichirō Arima se autoflagela por su origen.
De hecho, hiciste la serie tan a tu modo que hasta la autora acabó quejándose. Se trata de la historia de una relación en la que la pareja deberá superar numerosos obstáculos. Pero, sobre todo, deberán superar sus propios miedos. Al igual que Evangelion, Kare Kano habla de relaciones humanas y de su manera de afrontar la realidad.
El dilema del erizo y las exigencias sociales son otros puntos comunes. Por desgracia, la serie se canceló antes de que pudiera desarrollar los conflictos del protagonista masculino, más oscuros y profundos que los de ella, más centrados en la autoexigencia. Si Evangelion era trágico, Kare Kano era cómico.
Kareshi Kanojo no Jijō (Hideaki Anno, 1998). Episodio 01. 03:36. Yukino Miyazawa, la estudiante modelo, en un intercambio cómico con sus hermanas menores.
Sin embargo, Kare Kano tiene también un fuerte componente social. Quisiste reflejar ese Japón en crisis, cuyos cambios sociales y económicos hicieron la vida más difícil. Un cambio que también reflejarías en tu primer largometraje de imagen real: Love & Pop (1998).
Love & Pop (Hideaki Anno, 1998). 00:10. Una mujer flota sobre lo que parece agua. Un guiño a Evangelion que refleja lo perdida e inconsciente que está la protagonista.
Love & Pop continúa tu senda experimental, pero te alejas de tus robots para continuar con las relaciones humanas. La obra estuvo basada en la novela homónima de Ryū Murakami y aborda cuestiones que van desde la pérdida de la inocencia a la prostitución enmascarada de las chicas de compañía. El ánimo consumista lleva a las chicas a hacer lo que sea por obtener dinero fácil, y la protagonista tendrá que pagar las consecuencias.
Love & Pop (Hideaki Anno, 1998). 01:32:26. El dolor de la violencia y una prostitución disfrazada y sin ningún tipo de protección para la adolescente, que todavía va al instituto.
Mucho más tuya fue Shiki-Jitsu (Ritual, 2000), que ubicaste en tu propia ciudad, Ube. Los espacios urbanos y un bloque de pisos conectados te sirven para reflejar la evolución de la pareja protagonista. Por un lado, un artista en horas bajas y, por otro, una persona con claros problemas mentales. Juntos logran superar sus traumas y recuperar sus vidas.
Shiki-Jitsu (Ritual, Hideaki Anno, 2000). 00:03:00. Los espacios urbanos de Ube sirven de escenario a esta curiosa pareja que, en este momento de la película, están conociéndose.
La experimentación y el simbolismo que te caracterizan están presentes en un film que recupera tu obsesión por el dilema del erizo. Sin embargo, hay una cuestión fundamental que se debe tener en cuenta. Desde un punto de vista emocional, no hay salvación ni madurez en Evangelion (a estas alturas), y las que ofrecen Kare Kano y Shiki-Jitsu acaban cayendo en la dependencia. Los que necesitan salvarse necesitan de una tercera persona. Idea peligrosa de la que hasta tú acabarías dándote cuenta.
Shiki-Jitsu (Ritual, Hideaki Anno, 2000). 00:56:29. Numerosos elementos simbólicos están presentes a lo largo de toda la película.
¿Quién sabe? Quizá tu relación con tu mujer tuviera algo que ver con esa concepción. Conociste a la santísima Moyocco Anno durante la producción de The end of Evangelion. Ella cuenta que no le caíste bien al principio por callado y brusco. Menos mal que la cosa mejoró.
El día de tu boda, el 28 de abril de 2002, tuvo que ser la bomba. Inolvidable. Para lo bueno y para lo malo. Hayao Miyazaki dio un discurso que calificarías de “extremadamente largo y humillante”, en el que recordó tus tiempos de soltero. Que te recuerden delante de tus padres, tu mujer, tus suegros y el resto de invitados que de joven no te bañabas y que dormías entre cucarachas tiene que ser exquisito.
En 2004 hiciste tu última película, o al menos, por una temporada: Cutie Honey (2004). La película estaba basada en un manga homónimo y, discúlpame Hideaki, parece una versión de los Power Rangers a la japonesa.
Cutie Honey (Hideaki Anno, 2004). 00:08:10. Cutie Honey es la protagonista de este film lleno de acción, disfraces y frikismo.
La película resulta superficial y se aleja mucho del estilo de sus largometrajes anteriores. Eso sí, es digno de un friki como tú. Pero tus escarceos en el cine iban a acabar. Sabías que podía mejorarse. Sabías que Evangelion no había acabado todavía.
En el verano de 2002 viste de una sentada toda la serie y redescubriste tu propia obra. Te diste cuenta de que faltaba algo, un proyecto artístico y, como señalaste con honestidad, dinero, y empezaste a pensar en los denominados rebuild. En 2006, viendo que Gainax estaba en otras cosas, reuniste a buena parte del proyecto original y creaste una productora propia, Khara.
El mundo estaba en vilo. ¿Era un remake? ¿Un universo paralelo? Desde que saliera el primer rebuild, Evangelion 1.0: You’re (not) alone (2007), hemos esperado catorce años para entender qué querías hacer. Catorce años. Se dice pronto.
Evangelion 2.0: You can (not) advance (2009) introduce nuevos personajes y dejas claro que no se trata de un simple remake. Y con Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo (2012) nos dejaste a todos en shock. Un cambio absoluto con respecto a la serie original. Y entonces, metiste la pata.
Sí, vale, entiendo que te agobias y te deprimes y esas cosas. Pero… ¿cómo se te ocurre ponerte a hacer una peli de Godzilla? ¡Nueve años! ¡Nueve años esperando a que saliera el final! ¿Parodias de Hitler en El búnker acordándose de toda tu familia no te hacían comprender la urgencia de la situación? Eso no se hace, hombre…
Pero bueno, lo hecho, hecho está. Y hay que admitir que estuvo bien hecho. Has demostrado estar en tu mejor momento. Shin Godzilla (2016) fue un éxito en todos los sentidos. Hiciste el guion, lo codirigiste con Shinji Higuchi y dejaste la banda sonora al glorioso Shirô Sagisu. Una combinación inmejorable.
Shin Godzilla combina tu amor por los monstruos y la tecnología con una crítica social que no te recordábamos desde Love & Pop. Atacas una burocracia que ralentiza todo lo que toca, a los viejos profesores universitarios que demuestran más preocupación por su reputación que por ayudar, a unos políticos ineptos… Y, de manera sorprendente, hasta te metes con la intervención yanki en Japón. Todo ello unido a unos buenos efectos especiales y una magnífica banda sonora.
Sin embargo, desde el punto de vista técnico y sentimental, Evangelion 3.0+1.0: Thrice upon a time (2021) es tu obra maestra, en mi humilde opinión. Una película casi comprensible para lo que eres tú, con buena banda sonora y un guion de escándalo.
Me quedo con dos momentos de la película. En primer lugar, el enfrentamiento directo de Shinji con su padre, tan necesario en la saga. En segundo lugar, la última escena. Shinji en la que el protagonista ha madurado y se ha salvado. No a través del amor ni de chorradas.
No solo se salva –cosa que no hace en la serie original, donde acaba llorando de pura frustración–, sino que se salva él mismo, y salva a los demás. Sin más dramas de los necesarios. Incluso Gendo encuentra la redención. El Evangelio del Nuevo Génesis tiene, por fin, un final feliz, basado en la aceptación.
Tu evangelio lo viví como un asteroide en mi vida. Sé que no soy el único. Prueba de ello es que le pusieran tu nombre a un asteroide, el 9081 Hideakianno. Tu influencia en la cultura otaku y en la vida de tus seguidores es profunda. Quizá, por eso siento ahora un enorme vacío, Hideaki. Te he seguido desde mi más tierna infancia sin saberlo y por fin siento que esto se ha acabado, y para bien.
Por alguna razón, asumiendo tu implicación personal en la saga de Evangelion y tu identificación parcial con Shinji y Gendo, quiero pensar que tú también te has liberado al liberarlos a ellos de sus trabas emocionales. No sé cuál será tu próximo proyecto. Pero, por favor, no toques más el Evangelio del Nuevo Génesis. Ha quedado perfecto, tal y como está.
Haereticus dixit.
El 13 de agosto de 2021 se ha estrenado en España, algo antes en Japón, Evangelion 3.0+1.0: Thrice upon a time. Nueve años de espera, tras la inquietante Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo. Loado seas, Hideaki Anno.
Hideaki, han pasado 61 años desde que naciste en Ube, en la prefectura japonesa de Yamaguchi. Da igual si es cine de animación o con actores reales. Admítelo, estás obsesionado con los ambientes industriales en los que te criaste.
De chaval fuiste un estudiante introvertido y, según la dirección de tu centro de Educación Primaria, problemático. Y seamos sinceros, algo pillín. Con la excusa de que tu nivel de inglés estaba a la altura de Ana Botella, le pediste a tus padres una grabadora para grabar y estudiar audios, y lo aprovechaste para grabar los audios de la serie Space Battleship Yamato (1974). Y es que eras un friki de los de verdad, no como los chavalillos de ahora, que se creen muy otakus por ver Darling in the Franxx (2018), esa mala copia de tu obra magna.
La jugarreta te salió regular. ¡Encima te encaraste con tu profesor de inglés en un calentón! Durante el Bachillerato, pasaste del tema, y decidiste invertir tus ahorros en una cámara, que te sirvió para elaborar tus primeras creaciones amateurs. Sin embargo, no te enamoraste de la animación en papel hasta que no entraste en el grupo de cine independiente Shado.
En 1978 elaboraste tu primer corto de animación, Ubekusei, con fines escolares, donde ya demostraste tu gusto por los mechas y las explosiones en el contexto de la Guerra Fría y el pavor japonés a la guerra nuclear. De hecho, tu película favorita era Gekido no showashi: Okinawa kessen (Kihachi Okamoto, 1971), que refleja la Batalla de Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial. Al año siguiente elaboraste un corto de imagen real, Nakamurider, una parodia de Kamen Rider de Shotaro Ishinomori, siempre dentro del contexto escolar.
Como era de prever, el inglés te fastidió el acceso a la universidad y pasaste un tiempo en blanco. Repartir periódicos o atender una gasolinera son buenas dedicaciones pero sabías que no era lo tuyo. Por eso, elaboraste por esa época varios cortos de animación como Katowaza Jiten: Heta na Teppō mo Kazu Ucha Ataru! (“Dice el dicho: ¡Quien mucho dispara, acaba dándole al blanco!”, 1979), Mizu (“Agua”, 1980) y Kūchū Kansō (“Sustitución aérea”, 1980).
En 1980 tuviste a bien liberar a tus padres de la angustia que les ocasionó tu tiempo de perreo y lograste entrar en la Universidad de Arte de Osaka. Tampoco podías ponerte muy gallito. Te aceptaron porque valoraron tus obras artísticas, no porque te aplicaras con el inglés. Sin embargo, lo importante es que entraste, y allí conociste a gente que sería clave en el futuro, como Hiroyuki Yamaga, Takami Akai, Kazuhiko Shimamoto o Masahiko Minami.
Elaboraste diferentes cortos o anuncios publicitarios en el contexto académico, como Katowaza Jiten y con un corto nuevo, Basutei ni te… (“En la parada del bus…”, 1980), Reezōko wo Aketara Sensha ga Tobi Dashita! (“¡Ha salido un tanque de la nevera!, 1980”) o Jōbu na Taiya! SHADO Taiya (“¡Neumáticos duraderos! Neumáticos SHADO”, 1980). Sin embargo, permíteme decirte que lo que más me mola de esta época es tu corto cinematográfico independiente Ultraman (1980), inspirado en el mítico anime, que continuaría en Ultraman Deluxe (1981). Friki de narices.
Tras varios pequeños trabajos, tuviste tu oportunidad como animador en Studio Ghibli, de la mano del considerado por muchos como el dios del anime, Hayao Miyazaki. Como vivías en Osaka, tuviste que trasladarte con lo puesto y estuviste un tiempo viviendo en el propio estudio. La gente debió fliparlo un poco, pero estabas decidido a hacer realidad tu sueño. Trabajaste en Nausicaä del Valle del Viento (1984) y, satisfecho con la remuneración, te pudiste permitir un traje con tres piezas.
Colaboraste en numerosos proyectos, tanto amateurs como profesionales, pero el gran hito de este período fue la fundación en Osaka de una de las productoras más legendarias de la historia del anime: Gainax. Tus amigos de la uni y tú erais tan buenos que Miyazaki iba a tentaros para que fuerais a trabajar con él. Lo invitasteis a ver Royal Space Force (Hiroyuki Yamaga, 1987). ¿Recuerdas las lágrimas de Yamaga al ver su obra estrenada? Tú también estabas emocionado, seguro.
Aunque es probable que no lo sepas, el que mejor ha reflejado la evolución de Gainax y de tu propia obra en España ha sido David Heredia Pitarch, cuya obra Gainax y Hideaki Anno: La historia de los creadores de Evangelion (2019) te recomiendo encarecidamente.
El que esté interesado en saber sobre la evolución de Gainax ya tiene lectura. Por lo que a mí respecta, sigo con nuestro repaso nostálgico por tus grandes obras. Es más, empezamos fuerte con tu primera obra seria como director: Gunbuster (1988).
En ella ya se ven algunas líneas maestras de tus obras: robots, relaciones humanas, elecciones trágicas… Pero todo se fue al traste con tu siguiente obra: Fushigi mo Umi no Nadia (“Nadia, el misterio de la piedra azul”, 1990). Fue una de tus producciones más amargas y estaba destinada a un público más infantil. Tras esta serie, entraste un profundo estado de depresión. Y no me extraña: la producción fue un desastre.
Empezaste a trabajar en proyectos ajenos, incluso, a Gainax, a la que volviste para dirigir un proyecto que no fuisteis capaces de acabar. El pozo en que se estaba metiendo Gainax era profundo, pero el tuyo más. Sin embargo, sería en este estado depresivo donde llegaría la obra que marcaría la historia del anime para siempre: Neon Genesis Evangelion.
El anime podía ser cosa de adultos más allá del hentai. Y lo demostraste. Hay quien dice que es el equivalente en la animación japonesa de El grito de Edvard Munch. Una trama llena de subtramas y simbolismos que comienza con lo que parece una inocente muestra más de género mecha y acaba como una tragedia llena de componentes psicológicos que nos acompañarán toda la vida. Pero es que, además, te rodeaste de tan buenos compañeros, que hasta la apertura del anime sigue siendo de los más cantados en los karaokes japoneses. Una pasada que nadie se esperaba.
La trama parece simple. Los ángeles atacan la Tierra para hacerse con los restos de un ente llamado Adán. Si lo consiguen, se producirá el tercer impacto, que acabará con toda vida en el planeta. Para evitarlo, la organización Nerv produce unos robots, los Evas, que por alguna razón solo pueden ser pilotados por ciertos adolescentes especiales.
Uno de ellos es un niño abandonado por su padre, Shinji Ikari. Su padre, Gendo Ikari, es el comandante supremo de Nerv y lo llama para combatir a uno de los ángeles, sin más explicación que una orden. Por piedad de una piloto herida, a la que le suena haber visto antes, accede a luchar. Así empieza el Evangelio del Nuevo Génesis, donde existen ciertos paralelismos entre Shinji y Kendo, y tú mismo.
La trama se complica hasta tal extremo que se han publicado, incluso, libros interpretativos como el imprescindible Tú (no) necesitas ser un héroe, de Álvaro Arbonés. Sería ilusionante que le escribieras, Hideaki, pidiéndole una reedición con la interpretación del último rebuild. No entro a explicar más porque se sale del objetivo de este texto.
La serie salió a la luz en 1997 y tuvo 26 episodios originales y una película en la que dejaste el trasero torcido a media humanidad. No hay fan que haya estado en tu presencia y no te haya preguntado por el sentido de esa mítica escena final.
Sin embargo, la serie no estaba redonda. Y lo sabías. Pero hablaremos de ello más tarde. Parodiada, referenciada y discutida, tu franquicia empezó a darte billetes y fama. Pocas veces una depresión dio para tanto. Seguiste con una serie que tendría polémica, pero que resultaba más normalita. Adaptaste un manga escrito por Masami Tsuda, Kareshi Kanojo no Jijō (más conocida como Kare Kano, Las circunstancias de él y ella, 1998).
De hecho, hiciste la serie tan a tu modo que hasta la autora acabó quejándose. Se trata de la historia de una relación en la que la pareja deberá superar numerosos obstáculos. Pero, sobre todo, deberán superar sus propios miedos. Al igual que Evangelion, Kare Kano habla de relaciones humanas y de su manera de afrontar la realidad.
El dilema del erizo y las exigencias sociales son otros puntos comunes. Por desgracia, la serie se canceló antes de que pudiera desarrollar los conflictos del protagonista masculino, más oscuros y profundos que los de ella, más centrados en la autoexigencia. Si Evangelion era trágico, Kare Kano era cómico.
Sin embargo, Kare Kano tiene también un fuerte componente social. Quisiste reflejar ese Japón en crisis, cuyos cambios sociales y económicos hicieron la vida más difícil. Un cambio que también reflejarías en tu primer largometraje de imagen real: Love & Pop (1998).
Love & Pop continúa tu senda experimental, pero te alejas de tus robots para continuar con las relaciones humanas. La obra estuvo basada en la novela homónima de Ryū Murakami y aborda cuestiones que van desde la pérdida de la inocencia a la prostitución enmascarada de las chicas de compañía. El ánimo consumista lleva a las chicas a hacer lo que sea por obtener dinero fácil, y la protagonista tendrá que pagar las consecuencias.
Mucho más tuya fue Shiki-Jitsu (Ritual, 2000), que ubicaste en tu propia ciudad, Ube. Los espacios urbanos y un bloque de pisos conectados te sirven para reflejar la evolución de la pareja protagonista. Por un lado, un artista en horas bajas y, por otro, una persona con claros problemas mentales. Juntos logran superar sus traumas y recuperar sus vidas.
La experimentación y el simbolismo que te caracterizan están presentes en un film que recupera tu obsesión por el dilema del erizo. Sin embargo, hay una cuestión fundamental que se debe tener en cuenta. Desde un punto de vista emocional, no hay salvación ni madurez en Evangelion (a estas alturas), y las que ofrecen Kare Kano y Shiki-Jitsu acaban cayendo en la dependencia. Los que necesitan salvarse necesitan de una tercera persona. Idea peligrosa de la que hasta tú acabarías dándote cuenta.
¿Quién sabe? Quizá tu relación con tu mujer tuviera algo que ver con esa concepción. Conociste a la santísima Moyocco Anno durante la producción de The end of Evangelion. Ella cuenta que no le caíste bien al principio por callado y brusco. Menos mal que la cosa mejoró.
El día de tu boda, el 28 de abril de 2002, tuvo que ser la bomba. Inolvidable. Para lo bueno y para lo malo. Hayao Miyazaki dio un discurso que calificarías de “extremadamente largo y humillante”, en el que recordó tus tiempos de soltero. Que te recuerden delante de tus padres, tu mujer, tus suegros y el resto de invitados que de joven no te bañabas y que dormías entre cucarachas tiene que ser exquisito.
En 2004 hiciste tu última película, o al menos, por una temporada: Cutie Honey (2004). La película estaba basada en un manga homónimo y, discúlpame Hideaki, parece una versión de los Power Rangers a la japonesa.
La película resulta superficial y se aleja mucho del estilo de sus largometrajes anteriores. Eso sí, es digno de un friki como tú. Pero tus escarceos en el cine iban a acabar. Sabías que podía mejorarse. Sabías que Evangelion no había acabado todavía.
En el verano de 2002 viste de una sentada toda la serie y redescubriste tu propia obra. Te diste cuenta de que faltaba algo, un proyecto artístico y, como señalaste con honestidad, dinero, y empezaste a pensar en los denominados rebuild. En 2006, viendo que Gainax estaba en otras cosas, reuniste a buena parte del proyecto original y creaste una productora propia, Khara.
El mundo estaba en vilo. ¿Era un remake? ¿Un universo paralelo? Desde que saliera el primer rebuild, Evangelion 1.0: You’re (not) alone (2007), hemos esperado catorce años para entender qué querías hacer. Catorce años. Se dice pronto.
Evangelion 2.0: You can (not) advance (2009) introduce nuevos personajes y dejas claro que no se trata de un simple remake. Y con Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo (2012) nos dejaste a todos en shock. Un cambio absoluto con respecto a la serie original. Y entonces, metiste la pata.
Sí, vale, entiendo que te agobias y te deprimes y esas cosas. Pero… ¿cómo se te ocurre ponerte a hacer una peli de Godzilla? ¡Nueve años! ¡Nueve años esperando a que saliera el final! ¿Parodias de Hitler en El búnker acordándose de toda tu familia no te hacían comprender la urgencia de la situación? Eso no se hace, hombre…
Pero bueno, lo hecho, hecho está. Y hay que admitir que estuvo bien hecho. Has demostrado estar en tu mejor momento. Shin Godzilla (2016) fue un éxito en todos los sentidos. Hiciste el guion, lo codirigiste con Shinji Higuchi y dejaste la banda sonora al glorioso Shirô Sagisu. Una combinación inmejorable.
Shin Godzilla combina tu amor por los monstruos y la tecnología con una crítica social que no te recordábamos desde Love & Pop. Atacas una burocracia que ralentiza todo lo que toca, a los viejos profesores universitarios que demuestran más preocupación por su reputación que por ayudar, a unos políticos ineptos… Y, de manera sorprendente, hasta te metes con la intervención yanki en Japón. Todo ello unido a unos buenos efectos especiales y una magnífica banda sonora.
Sin embargo, desde el punto de vista técnico y sentimental, Evangelion 3.0+1.0: Thrice upon a time (2021) es tu obra maestra, en mi humilde opinión. Una película casi comprensible para lo que eres tú, con buena banda sonora y un guion de escándalo.
Me quedo con dos momentos de la película. En primer lugar, el enfrentamiento directo de Shinji con su padre, tan necesario en la saga. En segundo lugar, la última escena. Shinji en la que el protagonista ha madurado y se ha salvado. No a través del amor ni de chorradas.
No solo se salva –cosa que no hace en la serie original, donde acaba llorando de pura frustración–, sino que se salva él mismo, y salva a los demás. Sin más dramas de los necesarios. Incluso Gendo encuentra la redención. El Evangelio del Nuevo Génesis tiene, por fin, un final feliz, basado en la aceptación.
Tu evangelio lo viví como un asteroide en mi vida. Sé que no soy el único. Prueba de ello es que le pusieran tu nombre a un asteroide, el 9081 Hideakianno. Tu influencia en la cultura otaku y en la vida de tus seguidores es profunda. Quizá, por eso siento ahora un enorme vacío, Hideaki. Te he seguido desde mi más tierna infancia sin saberlo y por fin siento que esto se ha acabado, y para bien.
Por alguna razón, asumiendo tu implicación personal en la saga de Evangelion y tu identificación parcial con Shinji y Gendo, quiero pensar que tú también te has liberado al liberarlos a ellos de sus trabas emocionales. No sé cuál será tu próximo proyecto. Pero, por favor, no toques más el Evangelio del Nuevo Génesis. Ha quedado perfecto, tal y como está.
Haereticus dixit.
RAFAEL SOTO