El aceite de oliva virgen es uno de los productos estrella de Andalucía. Su gran calidad lo convierte en un elemento muy preciado tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Las cifras sin inapelables: el aceite de oliva virgen extra es el producto alimentario más exportado desde Andalucía, con más de 1200 millones de euros en ventas desde el principio de 2020 hasta octubre según el informe de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, y una importante demanda realizada desde Europa (Alemania, Francia o UK), pero también, y a pesar de las trabas de la ya anterior administración, desde los Estados Unidos.
Sin embargo, las recientes noticias apuntan a que la producción de la presente temporada será considerablemente menor que en las anteriores. La razón: al parecer, el rendimiento graso de la aceituna es más bajo (concretamente, hasta 3 puntos por debajo de lo común). La climatología tiene un importante papel en este fenómeno, y es que la sequía castigó a la aceituna en un momento clave para su desarrollo, cuando se forma la pulpa, hasta tal punto que las lluvias posteriores no han conseguido revertir este proceso.
No son pocas las voces que culpan de estas anomalías climáticas (como la sequía anteriormente referenciada) al castigo al que se somete al planeta a nivel medioambiental. Es por ello que son diversas las iniciativas internacionales, públicas y privadas, para revertir el proceso de degradación ambiental, como los diferentes pactos mundiales o el Día de la Tierra, por poner algunos ejemplos. Sean más o menos efectivas y aglutinen o no un necesario consenso, lo que sí tenemos que tener claro es que la protección del planeta es vital para poder seguir con el modelo agrario que tantos puestos de trabajo crea y tantos productos de calidad nos permite disfrutar a los consumidores.
De una forma u otra, este no ha sido el único factor causante de la baja producción, y es que el cambio de tendencia registrado los últimos años apunta a un adelanto en la recogida de la materia prima. Esta estrategia pretende conseguir una mayor calidad en detrimento de la cantidad de producto. De hecho, dicha recolección se está avanzando hasta el décimo mes del año para evitar un avanzado estado de maduración de la aceituna, a pesar de que el rendimiento graso pudiera ser superior en tal caso.
Más herramientas para aumentar la calidad
En este particular, también influye el avance tecnológico del que nos hacíamos eco hace pocos meses. Y es que el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), en colaboración con la Consejería, ha desarrollado dos métodos que resultan de gran utilidad para mejorar la calidad del “oro líquido”: por un lado, un sistema mediante la visión artificial para conocer el nivel de impurezas y de humedad de los aceites de oliva vírgenes; y de otro, una aplicación para dispositivos móviles que determinaría el contenido graso de la aceituna. Dicha tecnología representaría una importante ventaja para los empresarios del ramo, que podrían acceder a dicha información de manera sencilla y sin un elevado coste.
La apuesta por la calidad del aceite de oliva virgen extra sigue siendo muy necesaria para poder conseguir unos precios adecuados, máxime cuando la competencia se está multiplicando por parte de otros países, aunque la calidad del producto nacional es, con diferencia, muy superior. A pesar de dicha competencia, liderada por países como Túnez, Italia o Portugal, el aceite andaluz sigue teniendo una gran demanda, con unas ventas que rondan las 138.558 toneladas en el pasado mes de noviembre, algo que parece bastante esperanzador de cara a la previsión de este año 2021.
Esperamos, por tanto, que la demanda internacional sepa valorar no ya sólo éste preciado artículo, sino que también aplique un precio justo y sea capaz de apreciar que la calidad se está anteponiendo a otros factores aún con la consecuencia de limitar las ventas. El aceite de oliva virgen extra es una de los buques insignia del campo andaluz, y así debería ser reconocido mundialmente.
Sin embargo, las recientes noticias apuntan a que la producción de la presente temporada será considerablemente menor que en las anteriores. La razón: al parecer, el rendimiento graso de la aceituna es más bajo (concretamente, hasta 3 puntos por debajo de lo común). La climatología tiene un importante papel en este fenómeno, y es que la sequía castigó a la aceituna en un momento clave para su desarrollo, cuando se forma la pulpa, hasta tal punto que las lluvias posteriores no han conseguido revertir este proceso.
No son pocas las voces que culpan de estas anomalías climáticas (como la sequía anteriormente referenciada) al castigo al que se somete al planeta a nivel medioambiental. Es por ello que son diversas las iniciativas internacionales, públicas y privadas, para revertir el proceso de degradación ambiental, como los diferentes pactos mundiales o el Día de la Tierra, por poner algunos ejemplos. Sean más o menos efectivas y aglutinen o no un necesario consenso, lo que sí tenemos que tener claro es que la protección del planeta es vital para poder seguir con el modelo agrario que tantos puestos de trabajo crea y tantos productos de calidad nos permite disfrutar a los consumidores.
De una forma u otra, este no ha sido el único factor causante de la baja producción, y es que el cambio de tendencia registrado los últimos años apunta a un adelanto en la recogida de la materia prima. Esta estrategia pretende conseguir una mayor calidad en detrimento de la cantidad de producto. De hecho, dicha recolección se está avanzando hasta el décimo mes del año para evitar un avanzado estado de maduración de la aceituna, a pesar de que el rendimiento graso pudiera ser superior en tal caso.
Más herramientas para aumentar la calidad
En este particular, también influye el avance tecnológico del que nos hacíamos eco hace pocos meses. Y es que el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), en colaboración con la Consejería, ha desarrollado dos métodos que resultan de gran utilidad para mejorar la calidad del “oro líquido”: por un lado, un sistema mediante la visión artificial para conocer el nivel de impurezas y de humedad de los aceites de oliva vírgenes; y de otro, una aplicación para dispositivos móviles que determinaría el contenido graso de la aceituna. Dicha tecnología representaría una importante ventaja para los empresarios del ramo, que podrían acceder a dicha información de manera sencilla y sin un elevado coste.
La apuesta por la calidad del aceite de oliva virgen extra sigue siendo muy necesaria para poder conseguir unos precios adecuados, máxime cuando la competencia se está multiplicando por parte de otros países, aunque la calidad del producto nacional es, con diferencia, muy superior. A pesar de dicha competencia, liderada por países como Túnez, Italia o Portugal, el aceite andaluz sigue teniendo una gran demanda, con unas ventas que rondan las 138.558 toneladas en el pasado mes de noviembre, algo que parece bastante esperanzador de cara a la previsión de este año 2021.
Esperamos, por tanto, que la demanda internacional sepa valorar no ya sólo éste preciado artículo, sino que también aplique un precio justo y sea capaz de apreciar que la calidad se está anteponiendo a otros factores aún con la consecuencia de limitar las ventas. El aceite de oliva virgen extra es una de los buques insignia del campo andaluz, y así debería ser reconocido mundialmente.
REDACCIÓN / DHD DIGITAL