Durante años, los astros se cruzaron en mitad del paisaje para que el nombre de Manuel Chaves Nogales se perdiera entre las sombras. Nadie reivindicó su nombre desde su muerte, en 1944, hasta que, de manera sinuosa, volvieron a reeditarse sus obras y su nombre ocupó, por vez primera, el lugar que se merecía. Probablemente, Chaves haya sido el mejor periodista de la primera mitad del siglo XX y su reconocimiento, hoy, es aplaudido y reivindicado en todos los ámbitos, más allá de las academias y de otros ámbitos.
Tanto es así que el próximo 23 de noviembre saldrá a la luz la Obra completa, en cinco volúmenes, con prólogos de Antonio Muñoz Molina y Andrés Trapiello, editada por Libros del Asteroide y Diputación de Sevilla. Un total de 3.664 páginas, pero, con bastante probabilidad, tampoco incluya la totalidad de la obra del periodista sevillano.
Tanto es así que el próximo 23 de noviembre saldrá a la luz la Obra completa, en cinco volúmenes, con prólogos de Antonio Muñoz Molina y Andrés Trapiello, editada por Libros del Asteroide y Diputación de Sevilla. Un total de 3.664 páginas, pero, con bastante probabilidad, tampoco incluya la totalidad de la obra del periodista sevillano.
La edición ha corrido a cargo de Ignacio F. Garmendia. Por alguna razón, se prescindió de María Isabel Cintas, que durante todos estos años ha sido la investigadora responsable de la recuperación de un nombre que estaba perdido en el precipicio del olvido.
Ya son de todos conocidas las trifulcas entre Andrés Trapiello, Abelardo Linares y María Isabel Cintas en torno a Chaves. Pero me cuesta entender –o lo entiendo– por qué se achica o se pretende achicar el nombre de Cintas cuando –y de eso no cabe duda– ha sido la principal investigadora en torno a este periodista.
Ya son de todos conocidas las trifulcas entre Andrés Trapiello, Abelardo Linares y María Isabel Cintas en torno a Chaves. Pero me cuesta entender –o lo entiendo– por qué se achica o se pretende achicar el nombre de Cintas cuando –y de eso no cabe duda– ha sido la principal investigadora en torno a este periodista.
En 1993 ya se había publicado la Obra narrativa completa. Un año antes de que Trapiello reivindicara su nombre en Las armas y las letras, obra publicada en 1994. En 2001 la Diputación de Sevilla publicó, en dos volúmenes, la Obra periodística de Chaves, edición de Cintas, junto con La agonía de Francia. En 2006 se reeditó la Obra narrativa completa. Y en 2013, la Diputación de Sevilla publicó, ampliada, la Obra periodística, ya en tres volúmenes, edición también de María Isabel Cintas Guillén.
No se entiende, o cuesta entender, cómo no se ha contado con ella para esta última edición de las obras completas de Chaves Nogales. Dice Cintas que sí lo hicieron, pero querían que solo fuera colaboradora. Es lógico que no quisiera estar en segunda fila en este acontecimiento, y dice también que apoyó a Garmendia en todo lo que pudo para hacerle más fácil el trabajo recopilatorio. Y confía, eso sí, en su rigor para que el resultado final sea espléndido.
No se entiende, o cuesta entender, cómo no se ha contado con ella para esta última edición de las obras completas de Chaves Nogales. Dice Cintas que sí lo hicieron, pero querían que solo fuera colaboradora. Es lógico que no quisiera estar en segunda fila en este acontecimiento, y dice también que apoyó a Garmendia en todo lo que pudo para hacerle más fácil el trabajo recopilatorio. Y confía, eso sí, en su rigor para que el resultado final sea espléndido.
Tampoco ella sabe cómo será el cómputo final. A diferencia de las ediciones anteriores, en esta ocasión las obras aparecen recopiladas cronológicamente. E incluyen, además de los relatos recopilados en La bolchevique enamorada, casi medio centenar de cuentos, encontrados por Linares y Cintas, así como algunos artículos no publicados en libro. La propia Cintas desconoce el resultado final de estos volúmenes.
Sea como fuere, la obra de Chaves Nogales –independientemente de que aparezca algún que otro original– necesita ya de una profunda revisión bibliográfica donde cada texto se identifique con el género periodístico de origen. Donde no se confunda obra periodística y obra narrativa. Y donde los textos de ficción y de no ficción se diferencien claramente.
Sea como fuere, la obra de Chaves Nogales –independientemente de que aparezca algún que otro original– necesita ya de una profunda revisión bibliográfica donde cada texto se identifique con el género periodístico de origen. Donde no se confunda obra periodística y obra narrativa. Y donde los textos de ficción y de no ficción se diferencien claramente.
Si así fuera, se evitarían errores de bulto, como los propiciados por Martínez Reverte y Trapiello, quienes asumen que, como Chaves se exilió a Francia y después a Londres, cuanto escribió en La defensa de Madrid era pura invención. Claro, ignoran cómo se investiga y se escribe un reportaje. Un argumento vacío y falso donde han tropezado otros investigadores que se suman a rebufo del humo de la pistola.
¿Y por qué ocurre esto? Por el desconocimiento de los géneros periodísticos. Chaves Nogales no es precisamente aquel periodista que se preste a inventar una historia. Además, desgraciadamente, la Guerra Civil escupía historias a mansalva para escribir y para llorar.
En 2017 tuve la suerte y la oportunidad de dirigir la tesis doctoral titulada Manuel Chaves Nogales, antecesor del periodismo narrativo. De la crónica al reportaje. Un estudio de caso: ‘La defensa de Madrid’, de la doctora Remedios Fariñas Tornero, colaboradora también de Andalucía Digital. Es la primera y la única tesis defendida en la Facultad de Comunicación de Sevilla sobre el periodista sevillano, y la segunda después de la tesis de María Isabel Cintas en la Universidad Hispalense.
En 2017 tuve la suerte y la oportunidad de dirigir la tesis doctoral titulada Manuel Chaves Nogales, antecesor del periodismo narrativo. De la crónica al reportaje. Un estudio de caso: ‘La defensa de Madrid’, de la doctora Remedios Fariñas Tornero, colaboradora también de Andalucía Digital. Es la primera y la única tesis defendida en la Facultad de Comunicación de Sevilla sobre el periodista sevillano, y la segunda después de la tesis de María Isabel Cintas en la Universidad Hispalense.
Acaso ha llegado el momento de leer a fondo y de investigar con profundidad los textos de Manuel Chaves Nogales, de contextualizar su obra, de saber con precisión el lugar que ocupa en esta profesión siempre herida de muerte, de descubrirlo a los jóvenes estudiantes de Periodismo para que encuentren en él una clara referencia de excelencia y, sobre todo, para romper viejos litigios que tan lejos quedan de una obra tan necesaria y honesta.
Mi especialidad como catedrático de Periodismo en la Facultad de Comunicación de Sevilla son los géneros periodísticos, la escritura periodística, los textos fronterizos entre literatura y periodismo, la influencia de las tecnologías emergentes que posibilitan otros formatos, las nuevas fórmulas narrativas del periodismo cómic y un largo etcétera.
Para los nuevos periodistas, Chaves Nogales es y debe ser un ejemplo a seguir. A ellos y a nosotros nos corresponde enmarcar su nombre en el lugar que le corresponde, lejos de trifulcas vanas de quienes ignoran de qué se nutría su corazón de periodista sensato y honesto.
Para Maribel Cintas.
Para Maribel Cintas.
ANTONIO LÓPEZ HIDALGO