Un equipo de investigación perteneciente al grupo Derivados de la Uva de la Universidad de Sevilla, junto con el Instituto de la Grasa adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Copenhague (Dinamarca), ha logrado aplicar una metodología que analiza muestras y emplea la nariz humana como detector y permite evaluar la calidad del vinagre de vino a través del aroma.
En efecto, la nueva técnica es capaz de determinar qué olores y atributos caracterizan a cada tipo de vinagre de vino y, con esa información, se puede evaluar y establecer indicadores que verifiquen la calidad de este producto en función de su olor.
En este estudio, las expertas identificaron un total de 103 compuestos aromáticos en las muestras analizadas de vinagres de vino españoles con Denominación de Origen Protegida (DOP). De éstas, se seleccionaron 69 como odorantes de impacto, que son los aromas que destacan en una muestra y contribuyen en gran medida al aroma global, dado que "sirven como indicador y factor diferenciador".
Según Rocío Ríos, investigadora de la Universidad de Sevilla y coautora del estudio Characterization of the aroma profile and key odorants of the Spanish PDO wine vinegars, publicado en la revista Food Chemistry, el equipo de investigación ha utilizado la combinación de técnicas analíticas y sensoriales.
"Las primeras permiten identificar los aromas presentes en una muestra de vinagre", señaló Ríos, quien añadió que, tras el análisis y una vez establecidos los diferentes compuestos que determinan el olor, "estos se agrupan en distintas familias (lácteo, herbáceo, químico) y se seleccionan los odorantes de impacto".
La técnica sensorial es un proceso que implica la presencia de un investigador experto, que debe ‘catar’ los aromas que van ascendiendo por una parte de la máquina. "Son noventa minutos en los que se debe ir describiendo con rapidez a qué y con qué intensidad huele cada compuesto", detalló Rocío Ríos, quien resaltó que el objetivo final es el de "poder establecer posibles marcadores de calidad y autenticidad de estos vinagres andaluces".
Con todo, la investigación destaca por su aplicabilidad. Según Raquel Callejón, integrante del equipo, "se puede trasladar la metodología a otras matrices alimentarias" y, además, aseguró que "estas técnicas permitirían a los fabricantes personalizar y encontrar nuevos métodos de producción, detener el proceso de envejecimiento cuando el vinagre alcance los indicadores olfativos que garanticen su calidad e incluso adaptar los atributos del producto a las preferencias del consumidor".
El estudio ha sido financiado a través de un Proyecto de Excelencia de la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad de la Junta de Andalucía para Jóvenes Investigadores, liderado por la investigadora Raquel Callejón, y en el que participaban los tres Consejos Reguladores, la Universidad de Copenhague, el Instituto de la Grasa y la Universidad de Sevilla.
En efecto, la nueva técnica es capaz de determinar qué olores y atributos caracterizan a cada tipo de vinagre de vino y, con esa información, se puede evaluar y establecer indicadores que verifiquen la calidad de este producto en función de su olor.
En este estudio, las expertas identificaron un total de 103 compuestos aromáticos en las muestras analizadas de vinagres de vino españoles con Denominación de Origen Protegida (DOP). De éstas, se seleccionaron 69 como odorantes de impacto, que son los aromas que destacan en una muestra y contribuyen en gran medida al aroma global, dado que "sirven como indicador y factor diferenciador".
Según Rocío Ríos, investigadora de la Universidad de Sevilla y coautora del estudio Characterization of the aroma profile and key odorants of the Spanish PDO wine vinegars, publicado en la revista Food Chemistry, el equipo de investigación ha utilizado la combinación de técnicas analíticas y sensoriales.
"Las primeras permiten identificar los aromas presentes en una muestra de vinagre", señaló Ríos, quien añadió que, tras el análisis y una vez establecidos los diferentes compuestos que determinan el olor, "estos se agrupan en distintas familias (lácteo, herbáceo, químico) y se seleccionan los odorantes de impacto".
La técnica sensorial es un proceso que implica la presencia de un investigador experto, que debe ‘catar’ los aromas que van ascendiendo por una parte de la máquina. "Son noventa minutos en los que se debe ir describiendo con rapidez a qué y con qué intensidad huele cada compuesto", detalló Rocío Ríos, quien resaltó que el objetivo final es el de "poder establecer posibles marcadores de calidad y autenticidad de estos vinagres andaluces".
Con todo, la investigación destaca por su aplicabilidad. Según Raquel Callejón, integrante del equipo, "se puede trasladar la metodología a otras matrices alimentarias" y, además, aseguró que "estas técnicas permitirían a los fabricantes personalizar y encontrar nuevos métodos de producción, detener el proceso de envejecimiento cuando el vinagre alcance los indicadores olfativos que garanticen su calidad e incluso adaptar los atributos del producto a las preferencias del consumidor".
El estudio ha sido financiado a través de un Proyecto de Excelencia de la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad de la Junta de Andalucía para Jóvenes Investigadores, liderado por la investigadora Raquel Callejón, y en el que participaban los tres Consejos Reguladores, la Universidad de Copenhague, el Instituto de la Grasa y la Universidad de Sevilla.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA PRINCIPAL: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA PRINCIPAL: JOSÉ ANTONIO AGUILAR