Joaquín F. Domínguez Escobar, es Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla en 1991, Máster en Dirección Médica y Gestión clínica en 2018 por la UNED, médico de Urgencias y Atención primaria en ejercicio libre con 25 años de experiencia, coordinador de equipos de Urgencias a domicilio y hospitalarias entre 1997 y 2004, y director médico en Hospital San Agustín de Dos Hermanas desde 2004 hasta la fecha.
¿Qué tiene este virus que se contagia fácilmente?
La gran relevancia de este virus no es otra que la de ser un patógeno nuevo, lo que hace que la población no se encuentre inmunizada. Es decir, los virus ya conocidos, como los que causan resfriados comunes, son muy contagiosos, pero al haber estado en contacto con nuestro sistema inmunitario en otras ocasiones, permiten ser reconocidos por éste y actuar rápidamente fabricando defensas (anticuerpos) frente a ellos, lo que frena el avance de la infección. El coronavirus (covid-19), en cambio, al tener una estructura nueva, hasta su aparición, nunca estuvo en contacto con el sistema inmunitario humano, y por tanto las personas afectadas no pueden responder en tiempo adecuado, desarrollando la enfermedad y contagiando a otras personas de forma muy rápida y exponencial.
Si revisamos la historia con detenimiento, nos encontramos con muchos episodios en los que una población, ante la exposición de un nuevo germen, se ve muy afectada. Así ocurrió, por ejemplo, con la población indígena del continente americano tras la llegada de los colonizadores españoles.
¿Por qué las personas mayores, diabéticas, hipertensas y con problemas cardiovasculares son las más vulnerables?
Estos pacientes que denominamos “de riesgo” tienen un sistema inmunitario incapaz de responder adecuadamente a una amenaza como es la infección por un virus nuevo, bien por envejecimiento (mayores), bien por alteración debido a una enfermedad crónica. A medida que vamos envejeciendo, van agotándose estructural y funcionalmente todos nuestros sistemas (cardíaco, respiratorio, neurológico, metabólico, etc.)., lo que no permite responder adecuadamente a una situación estresante como es una infección. Los enfermos crónicos (diabéticos, cardiópatas, broncópatas, etc), ante una infección de este calibre y sin inmunidad previa se pueden descompensar fácilmente permitiendo el avance de la infección de forma muy rápida.
¿Cuál es la diferencia con la gripe estacional?
A medida que va avanzando la infección por el coronavirus, nos damos cuenta de que existen mayores diferencias con los patógenos conocidos hasta la fecha. No obstante, su comportamiento es muy similar al de otros virus. La diferencia con el virus influenza radica nuevamente en la existencia de una inmunidad de la población, aunque en el caso de la gripe hablamos de una inmunidad adquirida gracias a las campañas de vacunación, pues sin ellas, probablemente tendríamos anualmente pandemias como la que estamos viviendo. Sabemos que la gripe es estacional, pero aún no sabemos si este nuevo virus lo será o creará una inmunidad permanente. Tanto la gripe como el covid-19 son virus muy contagiosos, afectan de forma leve a la mayoría de los enfermos, existiendo un porcentaje menor de pacientes en los que ocasionan complicaciones como la neumonía (pacientes de “riesgo”). En ambos casos, los datos clínicos son similares (fiebre y tos y dificultad respiratoria, en su mayoría), si bien los datos radiológicos están siendo muy característicos en el caso del coronavirus, lo que nos ayuda al diagnóstico diferencial.
Siguiendo las recomendaciones sanitarias de estar a un metro de distancia de otra persona, no salir, lavarse las manos,… ¿se evita el contagio?
La aplicación de todas estas medidas pretende evitar la transmisión del virus de un individuo a otro, dado que el virus se transmite a través de las gotitas de Flügge, que son desprendidas por nuestro aparato respiratorio con la saliva o el moco a una distancia entre 1 y 2 metros. Las gotitas de Flügge son partículas diminutas expelidas al hablar, toser, estornudar, respirar, y pueden transportar gérmenes infecciosos de un individuo a otro. Estas partículas miden de 0.5 a 10 micrómetros, y pueden permanecer hasta 30 minutos en el aire en suspensión.
Pero la forma de contagio más evidente es a través de las manos, pues al llevarlas a las zonas respiratorias (nariz, boca) de forma involuntaria al toser o estornudar, se contagian y permiten la transmisión a todo lo que tocamos. De ahí la gran relevancia del lavado de manos. Todas estas recomendaciones son muy necesarias, realmente imprescindibles, aunque son insuficientes si no actuamos todos a la vez. Nuestro objetivo es frenar el avance rápido de la infección.
¿Hasta cuándo hay que seguir manteniendo estas medidas?
Según los epidemiólogos, existe un momento en el que la curva de evolución de una pandemia alcanza un punto de inflexión, comenzando a descender. Cuando empecemos a ver el comienzo de este descenso, estaremos en condiciones de saber el tiempo que aún debemos mantener estas medidas. Existe otro momento en que los pacientes curados superarán a los afectados, es entonces cuando podremos empezar a decir que estamos venciendo a la infección.
¿Cuándo se espera el pico más alto de la enfermedad?
Para poder conocer el momento de inflexión de la enfermedad, hay que esperar al menos 5 días desde que se toman acciones relevantes. Con las medidas estrictas que se han adoptado por las autoridades sanitarias, como el confinamiento o el cierre de fronteras, se estima que durante la semana próxima podrá alcanzarse el punto más alto de casos afectados.
Estamos en una situación que también genera ansiedad, ¿qué se puede hacer para paliarla?
Es indudable que todos nos encontramos en una encrucijada en la que nunca nos hemos visto. El miedo, la incertidumbre, la preocupación que observamos en las declaraciones de las autoridades, la situación excepcional de un confinamiento en nuestro domicilio, etc. todos son factores que producen en las personas una ansiedad generalizada que en ocasiones lleva a una histeria colectiva. En estos momentos o situaciones excepcionales hay que echar mano de nuestra capacidad de resiliencia. Hemos de adaptarnos al cambio con voluntariedad, determinación y decisión. Mi consejo es que debemos mantener una disciplina diaria para mantenernos ocupados, donde no falten los momentos de trabajo, de deporte, de ocio y de relax.
Como profesional médico, ¿qué sería una urgencia para acudir a un centro médico y qué no?
En las circunstancias en las que nos encontramos, se hace más necesario saber cuándo, cómo y para qué acceder a los servicios médicos. Lo más importante es ser responsable. Aunque esta situación debería ser en todo momento, ahora resulta más necesario para evitar la sobresaturación de nuestros recursos sanitarios. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una urgencia se define como la aparición fortuita de un problema médico de causa diversa y gravedad variable que ocasiona una necesidad inminente de atención de la persona que lo sufre. Por tanto, no es una urgencia todo problema médico que no requiera atención inmediata. Todo el mundo entiende que un dolor torácico opresivo de aparición brusca requiere atención sanitaria urgente, mientras que un dolor de garganta sin afectación del estado general no es una urgencia, puede esperar. Por último, quiero resaltar que disponemos de un sistema sanitario nacional preparado para afrontar este tipo de situaciones. Las redes hospitalarias públicas y privadas están en estos momentos a disposición de las autoridades sanitarias competentes. Estamos ante un grave problema de salud pública que necesita la colaboración y responsabilidad de todos.
¿Qué tiene este virus que se contagia fácilmente?
La gran relevancia de este virus no es otra que la de ser un patógeno nuevo, lo que hace que la población no se encuentre inmunizada. Es decir, los virus ya conocidos, como los que causan resfriados comunes, son muy contagiosos, pero al haber estado en contacto con nuestro sistema inmunitario en otras ocasiones, permiten ser reconocidos por éste y actuar rápidamente fabricando defensas (anticuerpos) frente a ellos, lo que frena el avance de la infección. El coronavirus (covid-19), en cambio, al tener una estructura nueva, hasta su aparición, nunca estuvo en contacto con el sistema inmunitario humano, y por tanto las personas afectadas no pueden responder en tiempo adecuado, desarrollando la enfermedad y contagiando a otras personas de forma muy rápida y exponencial.
Si revisamos la historia con detenimiento, nos encontramos con muchos episodios en los que una población, ante la exposición de un nuevo germen, se ve muy afectada. Así ocurrió, por ejemplo, con la población indígena del continente americano tras la llegada de los colonizadores españoles.
¿Por qué las personas mayores, diabéticas, hipertensas y con problemas cardiovasculares son las más vulnerables?
Estos pacientes que denominamos “de riesgo” tienen un sistema inmunitario incapaz de responder adecuadamente a una amenaza como es la infección por un virus nuevo, bien por envejecimiento (mayores), bien por alteración debido a una enfermedad crónica. A medida que vamos envejeciendo, van agotándose estructural y funcionalmente todos nuestros sistemas (cardíaco, respiratorio, neurológico, metabólico, etc.)., lo que no permite responder adecuadamente a una situación estresante como es una infección. Los enfermos crónicos (diabéticos, cardiópatas, broncópatas, etc), ante una infección de este calibre y sin inmunidad previa se pueden descompensar fácilmente permitiendo el avance de la infección de forma muy rápida.
¿Cuál es la diferencia con la gripe estacional?
A medida que va avanzando la infección por el coronavirus, nos damos cuenta de que existen mayores diferencias con los patógenos conocidos hasta la fecha. No obstante, su comportamiento es muy similar al de otros virus. La diferencia con el virus influenza radica nuevamente en la existencia de una inmunidad de la población, aunque en el caso de la gripe hablamos de una inmunidad adquirida gracias a las campañas de vacunación, pues sin ellas, probablemente tendríamos anualmente pandemias como la que estamos viviendo. Sabemos que la gripe es estacional, pero aún no sabemos si este nuevo virus lo será o creará una inmunidad permanente. Tanto la gripe como el covid-19 son virus muy contagiosos, afectan de forma leve a la mayoría de los enfermos, existiendo un porcentaje menor de pacientes en los que ocasionan complicaciones como la neumonía (pacientes de “riesgo”). En ambos casos, los datos clínicos son similares (fiebre y tos y dificultad respiratoria, en su mayoría), si bien los datos radiológicos están siendo muy característicos en el caso del coronavirus, lo que nos ayuda al diagnóstico diferencial.
Siguiendo las recomendaciones sanitarias de estar a un metro de distancia de otra persona, no salir, lavarse las manos,… ¿se evita el contagio?
La aplicación de todas estas medidas pretende evitar la transmisión del virus de un individuo a otro, dado que el virus se transmite a través de las gotitas de Flügge, que son desprendidas por nuestro aparato respiratorio con la saliva o el moco a una distancia entre 1 y 2 metros. Las gotitas de Flügge son partículas diminutas expelidas al hablar, toser, estornudar, respirar, y pueden transportar gérmenes infecciosos de un individuo a otro. Estas partículas miden de 0.5 a 10 micrómetros, y pueden permanecer hasta 30 minutos en el aire en suspensión.
Pero la forma de contagio más evidente es a través de las manos, pues al llevarlas a las zonas respiratorias (nariz, boca) de forma involuntaria al toser o estornudar, se contagian y permiten la transmisión a todo lo que tocamos. De ahí la gran relevancia del lavado de manos. Todas estas recomendaciones son muy necesarias, realmente imprescindibles, aunque son insuficientes si no actuamos todos a la vez. Nuestro objetivo es frenar el avance rápido de la infección.
¿Hasta cuándo hay que seguir manteniendo estas medidas?
Según los epidemiólogos, existe un momento en el que la curva de evolución de una pandemia alcanza un punto de inflexión, comenzando a descender. Cuando empecemos a ver el comienzo de este descenso, estaremos en condiciones de saber el tiempo que aún debemos mantener estas medidas. Existe otro momento en que los pacientes curados superarán a los afectados, es entonces cuando podremos empezar a decir que estamos venciendo a la infección.
¿Cuándo se espera el pico más alto de la enfermedad?
Para poder conocer el momento de inflexión de la enfermedad, hay que esperar al menos 5 días desde que se toman acciones relevantes. Con las medidas estrictas que se han adoptado por las autoridades sanitarias, como el confinamiento o el cierre de fronteras, se estima que durante la semana próxima podrá alcanzarse el punto más alto de casos afectados.
Estamos en una situación que también genera ansiedad, ¿qué se puede hacer para paliarla?
Es indudable que todos nos encontramos en una encrucijada en la que nunca nos hemos visto. El miedo, la incertidumbre, la preocupación que observamos en las declaraciones de las autoridades, la situación excepcional de un confinamiento en nuestro domicilio, etc. todos son factores que producen en las personas una ansiedad generalizada que en ocasiones lleva a una histeria colectiva. En estos momentos o situaciones excepcionales hay que echar mano de nuestra capacidad de resiliencia. Hemos de adaptarnos al cambio con voluntariedad, determinación y decisión. Mi consejo es que debemos mantener una disciplina diaria para mantenernos ocupados, donde no falten los momentos de trabajo, de deporte, de ocio y de relax.
Como profesional médico, ¿qué sería una urgencia para acudir a un centro médico y qué no?
En las circunstancias en las que nos encontramos, se hace más necesario saber cuándo, cómo y para qué acceder a los servicios médicos. Lo más importante es ser responsable. Aunque esta situación debería ser en todo momento, ahora resulta más necesario para evitar la sobresaturación de nuestros recursos sanitarios. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una urgencia se define como la aparición fortuita de un problema médico de causa diversa y gravedad variable que ocasiona una necesidad inminente de atención de la persona que lo sufre. Por tanto, no es una urgencia todo problema médico que no requiera atención inmediata. Todo el mundo entiende que un dolor torácico opresivo de aparición brusca requiere atención sanitaria urgente, mientras que un dolor de garganta sin afectación del estado general no es una urgencia, puede esperar. Por último, quiero resaltar que disponemos de un sistema sanitario nacional preparado para afrontar este tipo de situaciones. Las redes hospitalarias públicas y privadas están en estos momentos a disposición de las autoridades sanitarias competentes. Estamos ante un grave problema de salud pública que necesita la colaboración y responsabilidad de todos.
REDACCIÓN / DHD DIGITAL