Andalucía Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una reflexión sobre las consecuencias que se derivarán, a nivel global y en un futuro, de la pandemia mundial por el coronavirus Covid-19. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
Cuando todo pase, porque pasará, nos replantearemos la vida tal y como la conocemos. De manera inapelable se cuestionarán todas las estructuras sociales, culturales, económicas y productivas actuales. De qué decisiones y conclusiones saquemos y de cómo modifiquemos nuestro modo de vida, dependerá que la humanidad avance hacia un futuro complejo, pero esperanzador o, por el contrario, nos hundamos en un pozo profundo, de lucha por la supervivencia, donde solo los mas fuertes lo logren.
Eso, cuando todo pase. Ahora toca resistir, apretar los dientes, ser resilientes, ser valientes. Resistir es vencer: debemos entrever el final de todo esto, la luz al final del túnel y agarrarnos a eso. Porque es verdad, porque el final llegará. La humanidad avanza hacia el descubrimiento de nuevos medicamentos y vacunas a ritmo acelerado. Y se lograrán más pronto que tarde.
El tiempo que discurra mientras tanto es difícil de gestionar, quién lo duda. Cargado de noticias e informaciones que nos sumergen en la duda y la zozobra, que nos reducen la esperanza, que nos aturden y desequilibran. Debemos sobreponernos, sacar lo mejor de nosotros mismos. ¿Cómo? A través del esfuerzo, la generosidad y la inteligencia emocional.
A veces es útil el recurso al pasado y pensar por un momento en lo que fue vivir en ciudades bombardeadas durante meses y años en la Segunda Guerra Mundial. O comparar esta guerra (que lo es) con otras actuales y pasadas.
Pensemos en el horror global de las pandemias sufridas a lo largo de la historia de nuestro continente de manera reiterada, donde solo la selección natural decidía entre la supervivencia y la muerte. Por supuesto, la humanidad está infinitamente más preparada que en anteriores pandemias. La crisis actual es muy grave, pero los avances sociales, tecnológicos y sanitarios nos permiten, en la mayoría de los casos, sobrellevarla con mayor facilidad que otras anteriores sufridas por la humanidad.
Y ahora hay que hablar del día siguiente. Ese día en que respiraremos hondo, nos abrazaremos y lloraremos de emoción por lo sufrido, por los reencuentros, por la vuelta de la esperanza y la libertad que perdimos. Y, cómo no, ese día lloraremos a todas las victimas de esta guerra, porque el miedo que ahora nos atenaza ya no estará, y podremos llorarlas libre y sinceramente, como merecen.
Estas víctimas de la tragedia, que nos han dejado, en muchos casos por su gran debilidad física y social, en absoluta soledad, en silencio, atendidos por nuestros heroicos y desbordados sanitarios, que están haciendo mucho más de lo humanamente exigible. Estás víctimas del virus destructor no son colaterales, son víctimas dolorosas y nuestras en esta guerra, a las que nunca debemos olvidar.
Cuando pasen la euforia y el duelo, llegará, debe llegar, el momento de recuperar la perspectiva y decidir entre todos qué debemos cambiar. Debemos realizar una ambiciosa recapitalización y fuerte inversión en valores. Sí, han leído bien, en valores humanos y morales que nos permitan renacer como sociedad. Que modifiquen los erróneos estándares vitales por los que nos dejamos conducir hasta ahora. Que permitan que la valía de un ser humano deje de medirse por el número de casas, coches y lo abultado de las cuentas corrientes que posee.
Renazcamos como una sociedad de ciudadanos, cuyo horizonte vital sea la legítima búsqueda de la felicidad a través de la dignidad en lo material, pero también en el plano moral, intelectual y espiritual. Donde no tengan cabida los cretinos, especuladores y depredadores que destrozan todo a su paso. Donde se permita e invite al individuo a trascender de lo puramente material, a través de la educación, la cultura y la salud garantizadas por una sociedad civil fuerte y rigurosa.
Iniciemos un enorme proyecto global, que a través de la revolución científica y tecnológica, una a las futuras generaciones en un inmenso objetivo común por el que la humanidad comience a forjar los cimientos de un futuro viable, que evitará que estemos abocados a que llegue el día en que fruto de nuestras propias contradicciones, nos autodestruyamos y, por ende, nos extingamos como especie.
Cuando todo pase, porque pasará, nos replantearemos la vida tal y como la conocemos. De manera inapelable se cuestionarán todas las estructuras sociales, culturales, económicas y productivas actuales. De qué decisiones y conclusiones saquemos y de cómo modifiquemos nuestro modo de vida, dependerá que la humanidad avance hacia un futuro complejo, pero esperanzador o, por el contrario, nos hundamos en un pozo profundo, de lucha por la supervivencia, donde solo los mas fuertes lo logren.
Eso, cuando todo pase. Ahora toca resistir, apretar los dientes, ser resilientes, ser valientes. Resistir es vencer: debemos entrever el final de todo esto, la luz al final del túnel y agarrarnos a eso. Porque es verdad, porque el final llegará. La humanidad avanza hacia el descubrimiento de nuevos medicamentos y vacunas a ritmo acelerado. Y se lograrán más pronto que tarde.
El tiempo que discurra mientras tanto es difícil de gestionar, quién lo duda. Cargado de noticias e informaciones que nos sumergen en la duda y la zozobra, que nos reducen la esperanza, que nos aturden y desequilibran. Debemos sobreponernos, sacar lo mejor de nosotros mismos. ¿Cómo? A través del esfuerzo, la generosidad y la inteligencia emocional.
A veces es útil el recurso al pasado y pensar por un momento en lo que fue vivir en ciudades bombardeadas durante meses y años en la Segunda Guerra Mundial. O comparar esta guerra (que lo es) con otras actuales y pasadas.
Pensemos en el horror global de las pandemias sufridas a lo largo de la historia de nuestro continente de manera reiterada, donde solo la selección natural decidía entre la supervivencia y la muerte. Por supuesto, la humanidad está infinitamente más preparada que en anteriores pandemias. La crisis actual es muy grave, pero los avances sociales, tecnológicos y sanitarios nos permiten, en la mayoría de los casos, sobrellevarla con mayor facilidad que otras anteriores sufridas por la humanidad.
Y ahora hay que hablar del día siguiente. Ese día en que respiraremos hondo, nos abrazaremos y lloraremos de emoción por lo sufrido, por los reencuentros, por la vuelta de la esperanza y la libertad que perdimos. Y, cómo no, ese día lloraremos a todas las victimas de esta guerra, porque el miedo que ahora nos atenaza ya no estará, y podremos llorarlas libre y sinceramente, como merecen.
Estas víctimas de la tragedia, que nos han dejado, en muchos casos por su gran debilidad física y social, en absoluta soledad, en silencio, atendidos por nuestros heroicos y desbordados sanitarios, que están haciendo mucho más de lo humanamente exigible. Estás víctimas del virus destructor no son colaterales, son víctimas dolorosas y nuestras en esta guerra, a las que nunca debemos olvidar.
Cuando pasen la euforia y el duelo, llegará, debe llegar, el momento de recuperar la perspectiva y decidir entre todos qué debemos cambiar. Debemos realizar una ambiciosa recapitalización y fuerte inversión en valores. Sí, han leído bien, en valores humanos y morales que nos permitan renacer como sociedad. Que modifiquen los erróneos estándares vitales por los que nos dejamos conducir hasta ahora. Que permitan que la valía de un ser humano deje de medirse por el número de casas, coches y lo abultado de las cuentas corrientes que posee.
Renazcamos como una sociedad de ciudadanos, cuyo horizonte vital sea la legítima búsqueda de la felicidad a través de la dignidad en lo material, pero también en el plano moral, intelectual y espiritual. Donde no tengan cabida los cretinos, especuladores y depredadores que destrozan todo a su paso. Donde se permita e invite al individuo a trascender de lo puramente material, a través de la educación, la cultura y la salud garantizadas por una sociedad civil fuerte y rigurosa.
Iniciemos un enorme proyecto global, que a través de la revolución científica y tecnológica, una a las futuras generaciones en un inmenso objetivo común por el que la humanidad comience a forjar los cimientos de un futuro viable, que evitará que estemos abocados a que llegue el día en que fruto de nuestras propias contradicciones, nos autodestruyamos y, por ende, nos extingamos como especie.
LUIS MORENO VICENTE
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Andalucía Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.