Sólo el 41,7 por ciento de las viviendas construidas entre los años 2001 y 2019 en Andalucía utilizan energía solar, casi alcanzado el porcentaje de hogares que utilizan combustibles derivados del petróleo. Además, casi el 70 por ciento de los hogares cuenta con bombillas LED y más de la mitad ya tiene grandes electrodomésticos con una calificación energética A, A+ o A++. Estas son algunas de las principales conclusiones de la Encuesta Social 2018. Medio Ambiente y Hogares en Andalucía, cuyos trabajos de campo se realizaron entre mayo y julio de 2019.
En esta encuesta se refleja una clara tendencia positiva en la gestión medioambiental cotidiana que realizan los andaluces de sus hogares. En materia de recursos energéticos, se concluye que en más del 70 por ciento de las viviendas que se construyeron antes de la década de los 70, se mantiene el uso de gases licuados del petróleo como el butano. Por el contrario, los porcentajes se ubican por debajo del 47,4 por ciento cuando se trata de construcciones edificadas a partir del año 2001.
En sentido inverso ocurre con la energía solar. La instalación de infraestructuras que permiten el aprovechamiento del sol como fuente de energía empieza a hacerse más visible en las viviendas construidas a partir de la década de los 80, y se mantiene en valores por debajo del 10 por ciento en las viviendas levantadas hasta el año 2000.
Entre las edificaciones construidas en la primera década del siglo se observa un repunte, ya que el 11,2 por ciento de viviendas construidas entre los años 2001 y 2010 utilizan este tipo de energía. Y en la última década despega definitivamente: el 41,7% de las viviendas construidas entre los años 2001 y 2019 utilizan energía solar, casi alcanzado el porcentaje de hogares que utilizan combustibles derivados del petróleo.
En cuanto al consumo de recursos naturales, destaca que el 9,6 por ciento de las viviendas de Andalucía cuenta con piscina y el 58,6 por ciento con patio o jardín, teniendo en cuenta que en ambos casos se pueden corresponder a propiedades individuales o colectivas.
En lo que respecta a la iluminación, las viviendas de la comunidad han optado por sistemas más eficientes en términos energéticos, siendo el más utilizado las bombillas de bajo consumo (77,9%), más de doce puntos más que en 2008 y las de tipo LED (69,7%), cuyo uso no existía hace una década.
Por otro lado, la mayor parte de la población ya tiene electrodomésticos con una calificación energética A, A+ o A++. En el caso de los frigoríficos se sitúa en el 53,8 por ciento, para las lavadoras en el 55,3 por ciento y en los lavavajillas es del 53,6 por ciento. En esta evolución hacia la ecoficiencia en los hogares influye la capacidad económica que los andaluces tienen para poder llevar a cabo esta renovación.
En el ámbito de la gestión de residuos se observa una evolución en los comportamientos, aunque un claro margen de mejora en distintos aspectos. El porcentaje de hogares andaluces que reciclan plástico, vidrio y papel ha aumentado en torno a 20 puntos porcentuales en cada uno de estos residuos en la última década.
Esta tendencia también se observa cuando se trata de gestionar otro tipo residuos. Por ejemplo, el 75,2 por ciento de la población afirma que deposita los medicamentos en puntos específicos de recogida y asciende al 83,7 por ciento en el caso de pilas y pequeñas baterías. Los porcentajes son menores para otros elementos como los aceites de cocina (63,8%) o teléfonos móviles (40,1%).
Ahorro de agua
En los comportamientos relacionados con el ahorro de agua en los hogares andaluces se registra un cambio en sentido positivo en la última década. Los datos de 2018 muestran altos porcentajes de viviendas en las que se han incorporado hábitos como tener una botella fría en la nevera para no dejar correr el agua (78,8%), esperar a que estén llenos lavavajillas y lavadora (92,6%) o tener en el cuarto de baño papeleras para no utilizar el inodoro como cubo de basura (85,9%). Los hogares que no incorporan hábitos en este sentido son minoritarios.
Esas prácticas conviven, sin embargo, con otros hábitos que inciden en un consumo menos sostenible. Por ejemplo, el 49,3 por ciento de los andaluces consume agua embotellada. El comportamiento por provincias en este consumo es muy dispar, siendo las provincias litorales de Almería y Málaga las que presentan un mayor consumo (72,5% y 66,9%, respectivamente). Sevilla es la provincia con un menor consumo de este tipo de agua (31,6%).
También en el uso y los equipamientos eléctricos se observa esta ambivalencia. Los hogares han crecido en equipamientos básicos, lo que supone también un mayor consumo energético, especialmente en el de carácter eléctrico. El 85,4 por ciento de las viviendas dispone de algún tipo de calefacción, 42,3 puntos porcentuales más que en 2008. La clase de calefacción más utilizada es la de tipo eléctrico (76,2%), compuesta fundamentalmente por radiadores y acumuladores eléctricos, seguido en importancia de las bombas de calor (56,8%).
Igualmente, crece la disponibilidad de aire acondicionado: el 68,8 por ciento de los hogares dispone de algún aparato, 11,4 puntos más que en 2008. Este crecimiento viene acompañado de mejores prácticas en el uso: la temperatura media durante el día es de 23,2 grados, medio grado más alto que diez años antes, si bien todavía no se sitúa en los 25 grados, que es la temperatura recomendada en verano por la Agencia Andaluza de la Energía.
Conciencia medioambiental
También se percibe una evolución en la concienciación medioambiental de la población de Andalucía, a través de otros comportamientos tales como la participación activa en acciones a favor del medio ambiente y algunos factores que se tienen presentes a la hora de consumir.
En las encuestas se percibe un aumento claro en la última década en acciones como firmar en contra de situaciones que afectan al medio ambiente o en la participación en voluntariados y manifestaciones. Por el contrario, la colaboración económica con organizaciones que centran su actividad en este ámbito apenas ha cambiado.
Estas pautas son transversales en toda la población, si bien las características sociodemográficas permiten comprender en qué sectores se localizan principalmente este tipo de actitudes y comportamientos. Por ejemplo, mientras el porcentaje general de personas que firman en contra de acciones o situaciones perjudiciales para el medio ambiente es del 32,7 por ciento, aumenta hasta el 45 por ciento entre las personas con estudios universitarios.
Uso de vehículos
Otra forma de observar los cambios de modelo de consumo de la población está relacionada con las pautas de uso de los vehículos de motor. Actualmente, del total de viviendas que tienen como principal modo de desplazamiento un vehículo a motor, el 98,1 por ciento utilizan un combustible fósil, de los cuales la mayoría es diésel (61,8%).
De este modo, un 1,9 por ciento tiene vehículos híbridos o eléctricos y un 27,6 por ciento se ha planteado comprar un vehículo de este tipo en el futuro. Este último porcentaje aumenta hasta el 35,4% en los hogares con mayores ingresos (más de 3.000 euros netos al mes).
Atendiendo a la antigüedad del parque automovilístico, el 44,9 por ciento de la población tiene un vehículo principal a motor con más de diez años, si bien esta cifra se reduce hasta el 29,7 por ciento entre las viviendas de mayores ingresos.
En esta encuesta se refleja una clara tendencia positiva en la gestión medioambiental cotidiana que realizan los andaluces de sus hogares. En materia de recursos energéticos, se concluye que en más del 70 por ciento de las viviendas que se construyeron antes de la década de los 70, se mantiene el uso de gases licuados del petróleo como el butano. Por el contrario, los porcentajes se ubican por debajo del 47,4 por ciento cuando se trata de construcciones edificadas a partir del año 2001.
En sentido inverso ocurre con la energía solar. La instalación de infraestructuras que permiten el aprovechamiento del sol como fuente de energía empieza a hacerse más visible en las viviendas construidas a partir de la década de los 80, y se mantiene en valores por debajo del 10 por ciento en las viviendas levantadas hasta el año 2000.
Entre las edificaciones construidas en la primera década del siglo se observa un repunte, ya que el 11,2 por ciento de viviendas construidas entre los años 2001 y 2010 utilizan este tipo de energía. Y en la última década despega definitivamente: el 41,7% de las viviendas construidas entre los años 2001 y 2019 utilizan energía solar, casi alcanzado el porcentaje de hogares que utilizan combustibles derivados del petróleo.
En cuanto al consumo de recursos naturales, destaca que el 9,6 por ciento de las viviendas de Andalucía cuenta con piscina y el 58,6 por ciento con patio o jardín, teniendo en cuenta que en ambos casos se pueden corresponder a propiedades individuales o colectivas.
En lo que respecta a la iluminación, las viviendas de la comunidad han optado por sistemas más eficientes en términos energéticos, siendo el más utilizado las bombillas de bajo consumo (77,9%), más de doce puntos más que en 2008 y las de tipo LED (69,7%), cuyo uso no existía hace una década.
Por otro lado, la mayor parte de la población ya tiene electrodomésticos con una calificación energética A, A+ o A++. En el caso de los frigoríficos se sitúa en el 53,8 por ciento, para las lavadoras en el 55,3 por ciento y en los lavavajillas es del 53,6 por ciento. En esta evolución hacia la ecoficiencia en los hogares influye la capacidad económica que los andaluces tienen para poder llevar a cabo esta renovación.
En el ámbito de la gestión de residuos se observa una evolución en los comportamientos, aunque un claro margen de mejora en distintos aspectos. El porcentaje de hogares andaluces que reciclan plástico, vidrio y papel ha aumentado en torno a 20 puntos porcentuales en cada uno de estos residuos en la última década.
Esta tendencia también se observa cuando se trata de gestionar otro tipo residuos. Por ejemplo, el 75,2 por ciento de la población afirma que deposita los medicamentos en puntos específicos de recogida y asciende al 83,7 por ciento en el caso de pilas y pequeñas baterías. Los porcentajes son menores para otros elementos como los aceites de cocina (63,8%) o teléfonos móviles (40,1%).
Ahorro de agua
En los comportamientos relacionados con el ahorro de agua en los hogares andaluces se registra un cambio en sentido positivo en la última década. Los datos de 2018 muestran altos porcentajes de viviendas en las que se han incorporado hábitos como tener una botella fría en la nevera para no dejar correr el agua (78,8%), esperar a que estén llenos lavavajillas y lavadora (92,6%) o tener en el cuarto de baño papeleras para no utilizar el inodoro como cubo de basura (85,9%). Los hogares que no incorporan hábitos en este sentido son minoritarios.
Esas prácticas conviven, sin embargo, con otros hábitos que inciden en un consumo menos sostenible. Por ejemplo, el 49,3 por ciento de los andaluces consume agua embotellada. El comportamiento por provincias en este consumo es muy dispar, siendo las provincias litorales de Almería y Málaga las que presentan un mayor consumo (72,5% y 66,9%, respectivamente). Sevilla es la provincia con un menor consumo de este tipo de agua (31,6%).
También en el uso y los equipamientos eléctricos se observa esta ambivalencia. Los hogares han crecido en equipamientos básicos, lo que supone también un mayor consumo energético, especialmente en el de carácter eléctrico. El 85,4 por ciento de las viviendas dispone de algún tipo de calefacción, 42,3 puntos porcentuales más que en 2008. La clase de calefacción más utilizada es la de tipo eléctrico (76,2%), compuesta fundamentalmente por radiadores y acumuladores eléctricos, seguido en importancia de las bombas de calor (56,8%).
Igualmente, crece la disponibilidad de aire acondicionado: el 68,8 por ciento de los hogares dispone de algún aparato, 11,4 puntos más que en 2008. Este crecimiento viene acompañado de mejores prácticas en el uso: la temperatura media durante el día es de 23,2 grados, medio grado más alto que diez años antes, si bien todavía no se sitúa en los 25 grados, que es la temperatura recomendada en verano por la Agencia Andaluza de la Energía.
Conciencia medioambiental
También se percibe una evolución en la concienciación medioambiental de la población de Andalucía, a través de otros comportamientos tales como la participación activa en acciones a favor del medio ambiente y algunos factores que se tienen presentes a la hora de consumir.
En las encuestas se percibe un aumento claro en la última década en acciones como firmar en contra de situaciones que afectan al medio ambiente o en la participación en voluntariados y manifestaciones. Por el contrario, la colaboración económica con organizaciones que centran su actividad en este ámbito apenas ha cambiado.
Estas pautas son transversales en toda la población, si bien las características sociodemográficas permiten comprender en qué sectores se localizan principalmente este tipo de actitudes y comportamientos. Por ejemplo, mientras el porcentaje general de personas que firman en contra de acciones o situaciones perjudiciales para el medio ambiente es del 32,7 por ciento, aumenta hasta el 45 por ciento entre las personas con estudios universitarios.
Uso de vehículos
Otra forma de observar los cambios de modelo de consumo de la población está relacionada con las pautas de uso de los vehículos de motor. Actualmente, del total de viviendas que tienen como principal modo de desplazamiento un vehículo a motor, el 98,1 por ciento utilizan un combustible fósil, de los cuales la mayoría es diésel (61,8%).
De este modo, un 1,9 por ciento tiene vehículos híbridos o eléctricos y un 27,6 por ciento se ha planteado comprar un vehículo de este tipo en el futuro. Este último porcentaje aumenta hasta el 35,4% en los hogares con mayores ingresos (más de 3.000 euros netos al mes).
Atendiendo a la antigüedad del parque automovilístico, el 44,9 por ciento de la población tiene un vehículo principal a motor con más de diez años, si bien esta cifra se reduce hasta el 29,7 por ciento entre las viviendas de mayores ingresos.
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: I. TÉLLEZ
FOTOGRAFÍA: I. TÉLLEZ