Vivimos en un mundo cada vez más complejo, inestable y muy cambiante. Nuevos desafíos y retos se añaden a los ya conocidos diariamente. La pobreza en nuestro país y en el mundo; el crecimiento de las desigualdades en todos los países; el cambio climático –no olviden lo que está pasando en la Amazonia, por ejemplo– o las nuevas y viejas formas de violencia e inseguridad.
Retos que, a menudo, generan incertidumbre; rechazo a las diferencias y a los diferentes; discursos populistas de “nosotros primero”; nuevas formas de discriminación, violencia, totalitarismos, inclusive en regímenes llamados democráticos; además de una sistemática violación de los derechos humanos, migraciones forzadas, cierre de fronteras y nuevos proteccionismos.
Más que nunca, debemos actuar diariamente con firmeza y convencimiento, ya que existe una alternativa: una respuesta diferente y mejor es posible. El modo en que afrontamos los grandes retos que se nos presentan como país y como sociedad en España y como humanidad no puede estar guiado por el miedo. Las respuestas deben estar basadas en los valores universales los Derechos Humanos, que son la base de la Agenda 2030.
Debemos y queremos, como sociedad civil, dar una respuesta que ponga a las personas primero, cualquiera que sea su origen y condición; que respete nuestro planeta y los derechos de las generaciones futuras; que genere un progreso compartido, seguro y sostenible; que construya la paz y la justicia; que sea la de todos y de todas, en alianza.
La Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –que el Gobierno de España, desde la llegada a la Presidencia de Pedro Sánchez y la creación del Alto Comisionado, ha asumido con entusiasmo, responsabilidad, pragmatismo, seriedad y convencimiento– sintetizan esta respuesta.
En efecto, los ODS son un referente ético, a la vez que operativo, para todos los Gobiernos autonómicos y locales, que serán los grandes beneficiarios por la Localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un nuevo contrato social global, el cimiento más sólido para construir el mundo y la Europa más social que queremos.
Se trata además, de una gran oportunidad para España. La lectura de la crisis económica y sus persistentes efectos nos deja importantes lecciones. Es necesario cambiar nuestro modelo productivo; hacer una profunda transición ecológica de nuestra economía; asegurar que los beneficios del crecimiento económico redunden en una menor pobreza y en una mayor igualdad; asegurar los derechos humanos y nuestro Estado social de derecho.
España tiene ventajas competitivas y capacidades de su capital social, tanto en el sector público como en el privado, para articular políticas públicas y acción colectiva alrededor de la nueva agenda global de desarrollo sostenible. Este es un tema que une a todos los partidos políticos independientemente de su ideología, salvo los extremos.
Una España que haya alcanzado los ODS en 2030 será un país con el que todos y todas las personas sueñen. Por eso, la Agenda 2030 está ya en el centro de la visión de Estado y de la acción de gobierno actual. Porque representa una forma de actuar en el mundo. En definitiva, un proyecto de sociedad, ni más ni menos, para no dejar a nadie atrás. Y para recordar, esta es nuestra hoja de ruta:
Retos que, a menudo, generan incertidumbre; rechazo a las diferencias y a los diferentes; discursos populistas de “nosotros primero”; nuevas formas de discriminación, violencia, totalitarismos, inclusive en regímenes llamados democráticos; además de una sistemática violación de los derechos humanos, migraciones forzadas, cierre de fronteras y nuevos proteccionismos.
Más que nunca, debemos actuar diariamente con firmeza y convencimiento, ya que existe una alternativa: una respuesta diferente y mejor es posible. El modo en que afrontamos los grandes retos que se nos presentan como país y como sociedad en España y como humanidad no puede estar guiado por el miedo. Las respuestas deben estar basadas en los valores universales los Derechos Humanos, que son la base de la Agenda 2030.
Debemos y queremos, como sociedad civil, dar una respuesta que ponga a las personas primero, cualquiera que sea su origen y condición; que respete nuestro planeta y los derechos de las generaciones futuras; que genere un progreso compartido, seguro y sostenible; que construya la paz y la justicia; que sea la de todos y de todas, en alianza.
La Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –que el Gobierno de España, desde la llegada a la Presidencia de Pedro Sánchez y la creación del Alto Comisionado, ha asumido con entusiasmo, responsabilidad, pragmatismo, seriedad y convencimiento– sintetizan esta respuesta.
En efecto, los ODS son un referente ético, a la vez que operativo, para todos los Gobiernos autonómicos y locales, que serán los grandes beneficiarios por la Localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un nuevo contrato social global, el cimiento más sólido para construir el mundo y la Europa más social que queremos.
Se trata además, de una gran oportunidad para España. La lectura de la crisis económica y sus persistentes efectos nos deja importantes lecciones. Es necesario cambiar nuestro modelo productivo; hacer una profunda transición ecológica de nuestra economía; asegurar que los beneficios del crecimiento económico redunden en una menor pobreza y en una mayor igualdad; asegurar los derechos humanos y nuestro Estado social de derecho.
España tiene ventajas competitivas y capacidades de su capital social, tanto en el sector público como en el privado, para articular políticas públicas y acción colectiva alrededor de la nueva agenda global de desarrollo sostenible. Este es un tema que une a todos los partidos políticos independientemente de su ideología, salvo los extremos.
Una España que haya alcanzado los ODS en 2030 será un país con el que todos y todas las personas sueñen. Por eso, la Agenda 2030 está ya en el centro de la visión de Estado y de la acción de gobierno actual. Porque representa una forma de actuar en el mundo. En definitiva, un proyecto de sociedad, ni más ni menos, para no dejar a nadie atrás. Y para recordar, esta es nuestra hoja de ruta:
- Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
- Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible.
- Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos los ciudadanos, sea cual sea su edad.
- Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente.
- Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
- Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento.
- Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna.
- Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
- Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.
- Reducir la desigualdad en los países y entre ellos.
- Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
- Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
- Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
- Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.
- Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertización, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.
- Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible.
- Facilitar el acceso a la justicia para todos y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas.
- Fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
SANTIAGO MARTÍN GALLO