¿Origen y significado de la expresión "mujer de bandera"? Posiblemente, según los eruditos, estemos hablando de una costumbre que entra en el movimiento de masas, como puede ser, por ejemplo, un ejército. Los ejércitos siempre iban acompañados de una patulea de gente. Entre dicho personal solían ir también prostitutas. Más concretamente, parece ser que entre los musulmanes dichas mujeres tenían que poner a la puerta de su tienda una bandera roja como señal de su presencia y así surge el dicho "mujer de bandera". Verdadero o falso, no lo sé, sentido sí que tiene.
Según la RAE, dicha expresión también hace referencia a una “mujer muy atractiva e impresionante”. Esta referencia ahora puede resultar menos tolerable dadas las circunstancias “removidas con poco acierto”, con respecto a este tipo de dichos políticamente menos aceptables (incorrectos, dicen).
Con el tiempo, la frase original se ha ido magnificando. Hoy la referimos a mujeres que, por razones varias, dejaron profunda y destacada huella en la historia de los humanos, es decir que marcaron momentos importantes.
Sigo con el importante tema del papel que debe jugar la mujer en la sociedad actual y cara al futuro. Hago la referencia al posible origen de la expresión “mujer de bandera” para transferirlo a un plural mayestático de “mujeres de banderas”. El origen del dicho puede ser ramplón pero el cambio de significado acaecido a lo largo del tiempo le da un valor que enaltece, esa es la intención, a quien se le aplica.
En la actualidad, cuando hablamos de “una mujer de bandera” nos referimos a mujeres que a lo largo de la historia han marcado un hito, que escribieron en mayúscula su paso por la historia de nuestra cultura y, sobre todo, han intervenido de modo significativo y relevante desde el siglo XVIII hasta nuestros días en pro de la igualdad de derechos para la mujer. ¿Antes no? Veamos algunos ejemplos de estas féminas atrevidas.
Buscando información me encuentro con la siguiente noticia que me sorprende. Gracias a un artículo del historiador Ignacio Ruiz publicado en El País y citado por otras fuentes cuenta lo que sigue: “La mujer que consiguió divorciarse por malos tratos en 1624. Francisca de Pedraza obtuvo la primera sentencia de violencia de género de la historia”. Dicha noticia, como no podía ser de otra manera, quedará guardada en el cajón del olvido.
Desde dicha fecha hasta el siglo XIX trascurre bastante tiempo. Los pasos en pro de la igualdad de derechos serán lentos y cargados de sufrimiento, a veces de humillaciones y desprecio por no hablar de sangre vilmente derramada. El final del siglo XIX y todo el XX será movido en pro de dicha igualdad que, entrados en el siglo XXI, aun no está conseguida.
El material que ofrezco a continuación está extractado de los artículos Un volcán rojo y violeta y Teselas sueltas para construir un mosaico. Este escrito es de Antonio Chazarra, profesor de Historia de la Filosofía. Ambos son interesantes y de ellos extraigo algunas ideas. Por cierto, dato para la curiosidad: la tesela es “cada una de las piezas con que se forma un mosaico” (sic) y el tema que estamos tocando es interesante por razones varias.
Hablemos pues de Margarita Nelken (1894-1968). En su libro La condición social de la mujer en España arremete contra la situación de dependencia que soportan, reivindica la igualdad social y sexual de la misma, defiende el divorcio y ataca al cristianismo como culpable de tal atraso.
Madre soltera por voluntad se casará con Martín de Paul 13 años después de nacer su segundo hijo. Funda la primera guardería laica para hijos de trabajadoras. El centro fracasa porque si pide una subvención deberá ser regido por monjas. Fue rechazada como miembro del Lyceum Club por su liberalismo sexual, por vivir con un casado y defender el divorcio.
Frecuenta el Ateneo de Madrid y se relaciona con Pérez Galdós, Ramón y Cajal y otros. “Ferviente republicana, sindicalista, diputada socialista, escritora, periodista...” y sobre todo es una mujer comprometida, rebelde y controvertida que amó la libertad.
Diputada por Badajoz en 1931, también logra acta en 1933 y 1936. En la Guerra Civil participa en la defensa de Madrid y forma parte del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas. Su vida estuvo marcada por el conflicto y la tragedia. A partir de 1934 será perseguida y tendrá que exiliarse.
Para algunos era una heroína; otros la vinculan con las “checas” y las líneas represivas más duras. En vida tiene detractores como “Azaña, que la considera una indiscreta”; Queipo de Llano, que la tacha de “zorra y prostituta”; o el anarquista García Oliver, que la hace responsable de capitanear grupos violentos y de participar en la ejecución de presos. Pio Moa la descalifica, al igual que Andrés Trapiello, que apunta aspectos obscuros...
Otra mujer interesante será Clara Campoamor Rodríguez (1888-1972), que nace en Madrid y muere en Lausana (Suiza). Escritora, política y abogada, luchó por los derechos de la mujer. Impulsora en pro del sufragio femenino, contribuyó decididamente a que las mujeres pudieran votar por primera vez en 1933.
Por circunstancias familiares, muere su padre, deja la escuela a la edad de 10 años y trabajará como modista, dependienta o telefonista. Como auxiliar de Telégrafos en Gobernación fue destinada a Zaragoza y a San Sebastián. De vuelta a Madrid en 1914 oposita al Ministerio de Instrucción Pública como profesora de taquimecanografía.
Trabajando en el periódico La Tribuna se interesa por la política. En 1920 inicia Bachillerato y después se matriculará en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar Derecho. Se graduó en 1924 y, al año siguiente, se inscribe en el Colegio de Abogados. Gana sus puestos de trabajo con el sudor de su frente.
Republicana convencida, se mete en política y, en 1931, proclamada la Segunda República, será elegida diputada por Madrid donde se entrega en cuerpo y alma para conseguir el sufragio universal que permitiera el voto de la mujer. Tuvo un fuerte encontronazo con Victoria Kent, contraria al voto femenino. Se aprobó el sufragio femenino con 161 votos a favor y 121 en contra. En otro momento hablaremos de Victoria Kent.
¿Razón de dicha negación al voto femenino? Los diputados contrarios piensan que las mujeres no están preparadas para votar y, de hacerlo, votarían a la derecha porque están muy influidas por la Iglesia. Aunque alegan que no les niegan tal derecho.
La guerra “incivil” que estalla en 1936 le obliga a emigrar. El intento de volver una vez terminada la guerra es fallido. Vivió en Buenos Aires y luego en Lausana (Suiza) donde muere. Está enterrada en el cementerio de Polloe en San Sebastián. Curiosidad: dicho cementerio, inaugurado en 1878, es obra del arquitecto José de Goicoa y está repleto de historia, arte y curiosidades.
Mucho ha llovido desde aquellos primeros pasos en pro de la igualdad, por desgracia aun no conseguida pese al esfuerzo de muchas mujeres y también de hombres, y a la labor de organizaciones nacionales e internacionales.
En este desdichado tema, la realidad es tozuda porque una cuestión es lo que decimos de cara a la galería y otra distinta la intrarrealidad del asunto. A los hechos me remito con la triste lacra de la violencia doméstica, silenciada incluso por la misma mujer, en muchos de los casos. O las agresiones a transexuales y homosexuales que no dejan de ser un lamentable ejemplo de violencia sexista. El problema más grave es el aumento del odio.
Según la RAE, dicha expresión también hace referencia a una “mujer muy atractiva e impresionante”. Esta referencia ahora puede resultar menos tolerable dadas las circunstancias “removidas con poco acierto”, con respecto a este tipo de dichos políticamente menos aceptables (incorrectos, dicen).
Con el tiempo, la frase original se ha ido magnificando. Hoy la referimos a mujeres que, por razones varias, dejaron profunda y destacada huella en la historia de los humanos, es decir que marcaron momentos importantes.
Sigo con el importante tema del papel que debe jugar la mujer en la sociedad actual y cara al futuro. Hago la referencia al posible origen de la expresión “mujer de bandera” para transferirlo a un plural mayestático de “mujeres de banderas”. El origen del dicho puede ser ramplón pero el cambio de significado acaecido a lo largo del tiempo le da un valor que enaltece, esa es la intención, a quien se le aplica.
En la actualidad, cuando hablamos de “una mujer de bandera” nos referimos a mujeres que a lo largo de la historia han marcado un hito, que escribieron en mayúscula su paso por la historia de nuestra cultura y, sobre todo, han intervenido de modo significativo y relevante desde el siglo XVIII hasta nuestros días en pro de la igualdad de derechos para la mujer. ¿Antes no? Veamos algunos ejemplos de estas féminas atrevidas.
Buscando información me encuentro con la siguiente noticia que me sorprende. Gracias a un artículo del historiador Ignacio Ruiz publicado en El País y citado por otras fuentes cuenta lo que sigue: “La mujer que consiguió divorciarse por malos tratos en 1624. Francisca de Pedraza obtuvo la primera sentencia de violencia de género de la historia”. Dicha noticia, como no podía ser de otra manera, quedará guardada en el cajón del olvido.
Desde dicha fecha hasta el siglo XIX trascurre bastante tiempo. Los pasos en pro de la igualdad de derechos serán lentos y cargados de sufrimiento, a veces de humillaciones y desprecio por no hablar de sangre vilmente derramada. El final del siglo XIX y todo el XX será movido en pro de dicha igualdad que, entrados en el siglo XXI, aun no está conseguida.
El material que ofrezco a continuación está extractado de los artículos Un volcán rojo y violeta y Teselas sueltas para construir un mosaico. Este escrito es de Antonio Chazarra, profesor de Historia de la Filosofía. Ambos son interesantes y de ellos extraigo algunas ideas. Por cierto, dato para la curiosidad: la tesela es “cada una de las piezas con que se forma un mosaico” (sic) y el tema que estamos tocando es interesante por razones varias.
Hablemos pues de Margarita Nelken (1894-1968). En su libro La condición social de la mujer en España arremete contra la situación de dependencia que soportan, reivindica la igualdad social y sexual de la misma, defiende el divorcio y ataca al cristianismo como culpable de tal atraso.
Madre soltera por voluntad se casará con Martín de Paul 13 años después de nacer su segundo hijo. Funda la primera guardería laica para hijos de trabajadoras. El centro fracasa porque si pide una subvención deberá ser regido por monjas. Fue rechazada como miembro del Lyceum Club por su liberalismo sexual, por vivir con un casado y defender el divorcio.
Frecuenta el Ateneo de Madrid y se relaciona con Pérez Galdós, Ramón y Cajal y otros. “Ferviente republicana, sindicalista, diputada socialista, escritora, periodista...” y sobre todo es una mujer comprometida, rebelde y controvertida que amó la libertad.
Diputada por Badajoz en 1931, también logra acta en 1933 y 1936. En la Guerra Civil participa en la defensa de Madrid y forma parte del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas. Su vida estuvo marcada por el conflicto y la tragedia. A partir de 1934 será perseguida y tendrá que exiliarse.
Para algunos era una heroína; otros la vinculan con las “checas” y las líneas represivas más duras. En vida tiene detractores como “Azaña, que la considera una indiscreta”; Queipo de Llano, que la tacha de “zorra y prostituta”; o el anarquista García Oliver, que la hace responsable de capitanear grupos violentos y de participar en la ejecución de presos. Pio Moa la descalifica, al igual que Andrés Trapiello, que apunta aspectos obscuros...
Otra mujer interesante será Clara Campoamor Rodríguez (1888-1972), que nace en Madrid y muere en Lausana (Suiza). Escritora, política y abogada, luchó por los derechos de la mujer. Impulsora en pro del sufragio femenino, contribuyó decididamente a que las mujeres pudieran votar por primera vez en 1933.
Por circunstancias familiares, muere su padre, deja la escuela a la edad de 10 años y trabajará como modista, dependienta o telefonista. Como auxiliar de Telégrafos en Gobernación fue destinada a Zaragoza y a San Sebastián. De vuelta a Madrid en 1914 oposita al Ministerio de Instrucción Pública como profesora de taquimecanografía.
Trabajando en el periódico La Tribuna se interesa por la política. En 1920 inicia Bachillerato y después se matriculará en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar Derecho. Se graduó en 1924 y, al año siguiente, se inscribe en el Colegio de Abogados. Gana sus puestos de trabajo con el sudor de su frente.
Republicana convencida, se mete en política y, en 1931, proclamada la Segunda República, será elegida diputada por Madrid donde se entrega en cuerpo y alma para conseguir el sufragio universal que permitiera el voto de la mujer. Tuvo un fuerte encontronazo con Victoria Kent, contraria al voto femenino. Se aprobó el sufragio femenino con 161 votos a favor y 121 en contra. En otro momento hablaremos de Victoria Kent.
¿Razón de dicha negación al voto femenino? Los diputados contrarios piensan que las mujeres no están preparadas para votar y, de hacerlo, votarían a la derecha porque están muy influidas por la Iglesia. Aunque alegan que no les niegan tal derecho.
La guerra “incivil” que estalla en 1936 le obliga a emigrar. El intento de volver una vez terminada la guerra es fallido. Vivió en Buenos Aires y luego en Lausana (Suiza) donde muere. Está enterrada en el cementerio de Polloe en San Sebastián. Curiosidad: dicho cementerio, inaugurado en 1878, es obra del arquitecto José de Goicoa y está repleto de historia, arte y curiosidades.
Mucho ha llovido desde aquellos primeros pasos en pro de la igualdad, por desgracia aun no conseguida pese al esfuerzo de muchas mujeres y también de hombres, y a la labor de organizaciones nacionales e internacionales.
En este desdichado tema, la realidad es tozuda porque una cuestión es lo que decimos de cara a la galería y otra distinta la intrarrealidad del asunto. A los hechos me remito con la triste lacra de la violencia doméstica, silenciada incluso por la misma mujer, en muchos de los casos. O las agresiones a transexuales y homosexuales que no dejan de ser un lamentable ejemplo de violencia sexista. El problema más grave es el aumento del odio.
PEPE CANTILLO