Los sueños, las esperanzas, la familia, la educación, la cultura... son parte indivisible de un territorio. Los municipios son la parte político-administrativa de un territorio e, institucionalmente, son responsables de la aplicación de las normas y políticas que se aprueban a nivel nacional e regional, aunque es cierto que tienen cierta autonomía para aplicar y aprobar políticas públicas a nivel local. Por tanto, es en el municipio donde realmente se pueden erradicar las desigualdades y donde se puede llegar a una igualdad plena y efectiva.
Los municipios son el espacio más cercano a los ciudadanos, ya que es aquí donde viven y se desarrollan las personas. También en estos microespacios territoriales es donde aprenden, se forman y se culturizan nuestros jóvenes.
Las limitaciones, los paradigmas, los efectos del micro y del macromachismo se dan en la vida cotidiana de los municipios, siendo más acuaciantes en los territorios más pequeños, pues este concepto se simplifica más conforme más pequeño es el municipio, dado que resulta más fácil de controlar lo que hacen y no hacen los vecinos.
Ello implica que las tradiciones, las formas obsoletas de ver las cosas, se multiplican por diez, siendo la crítica destructiva la que refiere el quehacer social de las pequeñas urbes. Sin embargo, el potencial de producir cambios es muy fuerte –e incluso sostenible–, ya que este acontecer urbano puede producir cambios sostenibles en el tiempo, desintegrando los estereotipos desde el aprendizaje por imitación.
La promoción del asociacionismo, sentar las bases de la igualdad de género, trabajar desde la cercanía, hacer que las Administraciones se conviertan en los inductores de la igualdad, son el punto de inflexión necesario para que comencemos a erradicar las desigualdades y a trabajar en las potencialidades de las personas, sin distinciones ni desigualdades.
Hasta ahora son las ciudades de medio y gran porte las que han generado y han sido protagonistas de los distintos movimientos y acciones dirigidas a concienciar en la necesidad imperativa de trabajar por la igualdad. Sin embargo, se hace necesario promover desde lo urbano y lo rural acciones que permitan perforar todas las fases inductoras de las desigualdades, concienciando a la ciudadanía de la necesidad de erradicar viejos conceptos desde el núcleo de la familia.
Son los rincones más recónditos de los municipios donde hay que trabajar para que las mujeres y las niñas puedan sentir una igualdad plena. Son muchos los municipios andaluces que, en pleno siglo XXI, sientan sus bases y creencias en estereotipos erróneos que fueron marcados a fuego.
De hecho, aún podemos apreciar muchas familias en las que ellas renuncian a todo para estar al cuidado de los hijos, teniendo el hombre el roll de traer el dinero a casa y visitar los bares populares de hombres después del trabajo, evitando participar de la educación ni de la vida de los hijos.
La cultura es una parte importante de nuestros pueblos y medios rurales, pero es cierto que en muchas ocasiones confundimos cultura con estereotipos y creencias erróneas que tienen su origen muchos siglos atrás. Ello limita a personas y familias, que sufren en silencio para no hacer público su sentir y, de esta forma, ser criticados y puestos en evidencia.
Trabajar con estos municipios, crear conceptos nuevos, construir una nueva mirada construida por todos y todas permitirá crear una mirada conjunta e territorial que identifique a cada espacio municipal como único y especial, donde se trabaje la igualdad de género, la integración, la transversalidad del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 y su capilaridad en todas las acciones del acontecer urbano de una forma más personalizada y adecuada a las necesidades y exigencias del territorio.
El ODS 5, que es la Igualdad de Género y la Agenda 2030, son herramientas que deben estar en la base del ordenamiento territorial y de la erradicación de las desigualdades, poniendo en la mirada de los territorios la necesidad de que se conciencie y actúe desde una perspectiva más igualitaria, incluyendo el género como un vértice fundamental y transversal de las políticas públicas y de los proyectos que se desarrollen en el territorio. Por lo tanto, son los municipios el ángulo y vértice indiscutible y necesario para el desarrollo y la aplicación de políticas y acciones firmes y contundentes en género e igualdad.
Estando en Brasil como asesora del movimiento municipalista latinoamericano, tuve la gran suerte de poder participar como consultora de un grupo humano para la construcción y la fundación del Movimiento de Mujeres Municipalitas de Brasil, que tiene entre sus objetivos promover la participación de las mujeres en la vida pública y política de sus municipios.
Este movimiento, con base en la Confederación Nacional de los Municipios de Brasil, es hoy día un modelo de buenas prácticas que ya tiene estadísticas municipales, en las que la participación de las mujeres en el acontecer municipal y rural ha crecido considerablemente, lo que pone de manifiesto la importancia de empoderar y trabajar con los municipios en la implementación de acciones que tengan como objetivo final las personas, sin dejar a nadie atrás.
En definitiva, si fortalecemos a las mujeres y a las niñas con programas, proyectos y políticas locales, estaremos trabajando para una Andalucía más justa y más equitativa para las personas.
Los municipios son el espacio más cercano a los ciudadanos, ya que es aquí donde viven y se desarrollan las personas. También en estos microespacios territoriales es donde aprenden, se forman y se culturizan nuestros jóvenes.
Las limitaciones, los paradigmas, los efectos del micro y del macromachismo se dan en la vida cotidiana de los municipios, siendo más acuaciantes en los territorios más pequeños, pues este concepto se simplifica más conforme más pequeño es el municipio, dado que resulta más fácil de controlar lo que hacen y no hacen los vecinos.
Ello implica que las tradiciones, las formas obsoletas de ver las cosas, se multiplican por diez, siendo la crítica destructiva la que refiere el quehacer social de las pequeñas urbes. Sin embargo, el potencial de producir cambios es muy fuerte –e incluso sostenible–, ya que este acontecer urbano puede producir cambios sostenibles en el tiempo, desintegrando los estereotipos desde el aprendizaje por imitación.
La promoción del asociacionismo, sentar las bases de la igualdad de género, trabajar desde la cercanía, hacer que las Administraciones se conviertan en los inductores de la igualdad, son el punto de inflexión necesario para que comencemos a erradicar las desigualdades y a trabajar en las potencialidades de las personas, sin distinciones ni desigualdades.
Hasta ahora son las ciudades de medio y gran porte las que han generado y han sido protagonistas de los distintos movimientos y acciones dirigidas a concienciar en la necesidad imperativa de trabajar por la igualdad. Sin embargo, se hace necesario promover desde lo urbano y lo rural acciones que permitan perforar todas las fases inductoras de las desigualdades, concienciando a la ciudadanía de la necesidad de erradicar viejos conceptos desde el núcleo de la familia.
Son los rincones más recónditos de los municipios donde hay que trabajar para que las mujeres y las niñas puedan sentir una igualdad plena. Son muchos los municipios andaluces que, en pleno siglo XXI, sientan sus bases y creencias en estereotipos erróneos que fueron marcados a fuego.
De hecho, aún podemos apreciar muchas familias en las que ellas renuncian a todo para estar al cuidado de los hijos, teniendo el hombre el roll de traer el dinero a casa y visitar los bares populares de hombres después del trabajo, evitando participar de la educación ni de la vida de los hijos.
La cultura es una parte importante de nuestros pueblos y medios rurales, pero es cierto que en muchas ocasiones confundimos cultura con estereotipos y creencias erróneas que tienen su origen muchos siglos atrás. Ello limita a personas y familias, que sufren en silencio para no hacer público su sentir y, de esta forma, ser criticados y puestos en evidencia.
Trabajar con estos municipios, crear conceptos nuevos, construir una nueva mirada construida por todos y todas permitirá crear una mirada conjunta e territorial que identifique a cada espacio municipal como único y especial, donde se trabaje la igualdad de género, la integración, la transversalidad del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 y su capilaridad en todas las acciones del acontecer urbano de una forma más personalizada y adecuada a las necesidades y exigencias del territorio.
El ODS 5, que es la Igualdad de Género y la Agenda 2030, son herramientas que deben estar en la base del ordenamiento territorial y de la erradicación de las desigualdades, poniendo en la mirada de los territorios la necesidad de que se conciencie y actúe desde una perspectiva más igualitaria, incluyendo el género como un vértice fundamental y transversal de las políticas públicas y de los proyectos que se desarrollen en el territorio. Por lo tanto, son los municipios el ángulo y vértice indiscutible y necesario para el desarrollo y la aplicación de políticas y acciones firmes y contundentes en género e igualdad.
Estando en Brasil como asesora del movimiento municipalista latinoamericano, tuve la gran suerte de poder participar como consultora de un grupo humano para la construcción y la fundación del Movimiento de Mujeres Municipalitas de Brasil, que tiene entre sus objetivos promover la participación de las mujeres en la vida pública y política de sus municipios.
Este movimiento, con base en la Confederación Nacional de los Municipios de Brasil, es hoy día un modelo de buenas prácticas que ya tiene estadísticas municipales, en las que la participación de las mujeres en el acontecer municipal y rural ha crecido considerablemente, lo que pone de manifiesto la importancia de empoderar y trabajar con los municipios en la implementación de acciones que tengan como objetivo final las personas, sin dejar a nadie atrás.
En definitiva, si fortalecemos a las mujeres y a las niñas con programas, proyectos y políticas locales, estaremos trabajando para una Andalucía más justa y más equitativa para las personas.
MERCEDES C. BELLOSO