En la tarde de ayer, lunes 8 de julio, alrededor de medio centenar de personas se dieron cita en la puerta del Ayuntamiento de Dos Hermanas para mostrar en apoyo a la menor de 14 años de Manresa agredida sexualmente por seis acusados en el año 2016. Esta iniciativa fue impulsada por los colectivos feministas y se realizó en los consistorios de toda España.
Tras dar la bienvenida a todos los asistentes, se procedió a un manifiesto redactado a nivel nacional que decía lo siguiente:
La Fiscalía califica los hechos como ABUSO SEXUAL y los acusa de haberla asaltado sexualmente, SIN CAPACIDAD DE REACCIÓN, solicitando la pena de prisión de entre 10 y 12 años. Y aún existe otro acusado que se masturbó mientras presenciaba la violación por turnos de 15 minutos, sin que hiciera ni dijera nada para impedirlo.
Nuevamente nos encontramos con los mismos problemas de la violación en grupo de Pamplona. Ahora es la fiscalía quien considera que no hubo intimidación, obviando que se trata de una menor de 14 años, en estado de embriaguez, y frente a 7 hombres. Y ello a pesar de la reciente sentencia del Tribunal Supremo en relación al caso de Pamplona, ilustrativa de los criterios con los que debe valorarse la existencia de intimidación, elemento central para que los hechos puedan ser considerados como violación y no como abuso.
Queremos mostrar nuestra indignación por la calificación de la fiscalía y, sobre todo, mostrar nuestro apoyo y solidaridad con la chica agredida que, tras casi tres años, continúa con secuelas. El miedo a que no la crean, a que la marginen en el instituto donde estudia, a que se la culpe por estar con siete chicos, por su estado de embriaguez o comportamiento. Miedo que tiene una base real, ya que comentarios como estos los han soportado la mayoría de las mujeres que han sufrido agresiones sexuales.
Estas opiniones y actitudes sociales en nada contribuyen a la recuperación y reparación por el daño sufrido y a responsabilizar a los agresores de sus conductas. Antes, al contrario, actúan como un límite general a la libertad de todas las mujeres.
Habrá que recordar nuevamente que ninguna circunstancia justifica que se atente contra la libertad sexual de una persona y, menos aún, la hace responsable de estas conductas. Ella es la agredida, no la agresora.
Seguiremos movilizándonos, fuertes, unidas y organizadas, hasta lograr una educación sexual de calidad, con perspectiva de género y eficaz en la prevención de la violencia en éste y otros ámbitos de la vida. Y para que se reforme el Código Penal en lo referente a los delitos contra la libertad sexual para que todos ellos sean llamados de la misma forma: agresión sexual, cuya gravedad y pena dependerá de las circunstancias concretas de los hechos (presencia de violencia añadida, engaño, intimidación, con penetración o sin ella, por una o varias personas…) y desaparezca la actual figura de abuso sexual.
NO ES ABUSO, ES VIOLACIÓN. SOLIDARIDAD CON LA VÍCTIMA DE MANRESA
Tras dar la bienvenida a todos los asistentes, se procedió a un manifiesto redactado a nivel nacional que decía lo siguiente:
La Fiscalía califica los hechos como ABUSO SEXUAL y los acusa de haberla asaltado sexualmente, SIN CAPACIDAD DE REACCIÓN, solicitando la pena de prisión de entre 10 y 12 años. Y aún existe otro acusado que se masturbó mientras presenciaba la violación por turnos de 15 minutos, sin que hiciera ni dijera nada para impedirlo.
Nuevamente nos encontramos con los mismos problemas de la violación en grupo de Pamplona. Ahora es la fiscalía quien considera que no hubo intimidación, obviando que se trata de una menor de 14 años, en estado de embriaguez, y frente a 7 hombres. Y ello a pesar de la reciente sentencia del Tribunal Supremo en relación al caso de Pamplona, ilustrativa de los criterios con los que debe valorarse la existencia de intimidación, elemento central para que los hechos puedan ser considerados como violación y no como abuso.
Queremos mostrar nuestra indignación por la calificación de la fiscalía y, sobre todo, mostrar nuestro apoyo y solidaridad con la chica agredida que, tras casi tres años, continúa con secuelas. El miedo a que no la crean, a que la marginen en el instituto donde estudia, a que se la culpe por estar con siete chicos, por su estado de embriaguez o comportamiento. Miedo que tiene una base real, ya que comentarios como estos los han soportado la mayoría de las mujeres que han sufrido agresiones sexuales.
Estas opiniones y actitudes sociales en nada contribuyen a la recuperación y reparación por el daño sufrido y a responsabilizar a los agresores de sus conductas. Antes, al contrario, actúan como un límite general a la libertad de todas las mujeres.
Habrá que recordar nuevamente que ninguna circunstancia justifica que se atente contra la libertad sexual de una persona y, menos aún, la hace responsable de estas conductas. Ella es la agredida, no la agresora.
Seguiremos movilizándonos, fuertes, unidas y organizadas, hasta lograr una educación sexual de calidad, con perspectiva de género y eficaz en la prevención de la violencia en éste y otros ámbitos de la vida. Y para que se reforme el Código Penal en lo referente a los delitos contra la libertad sexual para que todos ellos sean llamados de la misma forma: agresión sexual, cuya gravedad y pena dependerá de las circunstancias concretas de los hechos (presencia de violencia añadida, engaño, intimidación, con penetración o sin ella, por una o varias personas…) y desaparezca la actual figura de abuso sexual.
NO ES ABUSO, ES VIOLACIÓN. SOLIDARIDAD CON LA VÍCTIMA DE MANRESA
REDACCIÓN / DHD DIGITAL