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María Jesús Sánchez | Historia

Leo los periódicos, veo las noticias en televisión y me pregunto si estoy en el siglo XX o en el XXI. Suben los nacionalismos, egoístas , sean del color que sean; se producen rebrotes de extremismo que sueñan con pasados lejanos ficticios y los políticos solo se preocupan de ellos mismos. "Los pueblos que no aprenden están condenados a repetir su historia". Es una frase que he leído en algún lugar.



Vivimos tiempos de egos masculinos más inflados que el pecho del gallo rey del corral. Quieren llegar, ser presidentes, tener poder y mandar. Pero no piensan ni un minuto en la gente, esa masa viscosa que está allí abajo y que solo son peldaños que pisar en su carrera ascendente hacia el delirio ególatra.

Que haya paro, pobreza, desigualdades, dolor, exclusiones... Da igual. La masa es un número y, si el número alcanza para que yo gobierne, todo da igual. La política, esa vocación de dedicarse a lo público por el bien común, es una utopía amarillenta, encerrada en un cajón antes de que naciera Cristo.

¿Qué da estabilidad a un país o a cualquier conjunto de personas? Que no haya grandes desigualdades, que haya una gran clase media que evite el conflicto entre pobres y ricos. Señores políticos, ¿no han aprendido nada de la Revolución Francesa? ¿Ni de la Rusa? ¿Ni de las migraciones? Cuando la gente pasa hambre, cuando el futuro no existe y cuando el dolor de la desesperación te ahoga, haces lo que sea para sobrevivir. ¿Y qué si pierdes la vida en ello? Si tú ya no tenías vida: solo buscabas entre la basura algo que calmara tu tripa.

Pues nada, los burros no lo ven. Clase media desaparecida, más sociedad consumista que nos recuerda que no somos nadie si no compramos el último modelo de lo que sea. Y todo eso da como resultado una mecha encendida para que aumenten la delincuencia y la violencia.

Aquí en España son ciegos totales: se están dedicando a cabrear al personal con lo fácil que lo tienen... El españolito medio es feliz teniendo una casa y un sueldo con el que pasearse a tomar una cervecita de vez en cuando. No tiene, como en Estados Unidos, ningún sueño americano ni desean las grandezas: solo vivir sin sobresaltos.

Pues prepárense que viene una generación que tiene miles de necesidades creadas y que se va a encontrar con un panorama desolador de desempleo y precariedad. ¿Se conformarán con ver que solo algunos tienen acceso a todo mientras que ellos no llegan a final de mes?

Lean, señores políticos. Lean libros de Historia y sean listos. ¿O prefieren vivir rodeados de vallas y con vigilantes armados en la puerta de sus casas como ocurre en los países menos desarrollados? Bajen de la nube o, mejor dicho, de su ego y creen una sociedad más justa. Si no lo hacen por los demás, háganlo por ustedes. No querrán que les asalten sus hogares o secuestren a sus hijos, ¿verdad? Lean, por favor, lean. Y piensen.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ
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