David Díaz Cueli es sevillano de nacimiento, pero nazareno de corazón. Es más, sus padres son dos nazarenos de pro: José Díaz García, al que todos en Dos Hermanas y en el mundo del voleibol -ya que fue seleccionador nacional- conocen como Pepe Díaz, y Conchi Cueli Oliva, quienes pese a vivir en Sevilla desde hace muchos años nunca han perdido sus raíces.
Uno de sus dos hijos, David, se sintió atraído desde joven, como su padre, por el mundo del voleibol, del que llegó a ser jugador profesional en las filas del Caja Duero -con el que logró varios títulos nacionales-, pero desde muy joven tuvo claro que debía tomar otro camino profesional, y se centró en las Ciencias de la Salud y, más concretamente, en la Fisioterapia, iniciando una meteórica carrera que le ha llevado a trabajar con la Selección Española de Voleibol -y a participar con esta en dos olimpiadas-, a ganar el Scudetto italiano con el Lube Macerata -en la liga más importante del mundo-, y de allí a dar el salto al mundo del fútbol, que comenzó en el Español de Barcelona y que continúa en estos momentos en el CSKA de Moscú.
David Díaz, debido a su profesión, pasa muchos días del año fuera de Sevilla y lejos de su familia, que se encuentra integrada por su esposa, Teresa Fernández Bonillo, maestra de Infantil en la capital sevillana, y sus tres hijos: Marta, de 9 años; María, de 7, y Marco, que cuenta con tan sólo diez meses de vida. Pero no pierde ni un instante cada vez que tiene unos días de descanso para venir a Sevilla y, por supuesto, a Dos Hermanas, ciudad en la que estuvo recientemente.
- Dos Hermanas siempre ha estado presente en su vida, ¿no?
- Cuando mis padres se casaron, se fueron a Sevilla a vivir, pero desde pequeño todos hemos pasado las vacaciones escolares en Dos Hermanas, y por supuesto los fines de semana. Yo hacía vida familiar siempre aquí, como también mi vida de hermandad, ya que soy hermano de la Hermandad del Cautivo, donde sigo saliendo de nazareno, y mi vida deportiva. Y yo me quedaba siempre en casa de mis abuelos, Álvaro Cueli y Anita Escobar, en la que hoy es la calle Miguel de Unamuno.
- En un momento determinado decide decantar su vida profesional hacia la fisioterapia. ¿Por qué?
- Yo jugaba al voleibol, y estando en Soria decidí compaginar el deporte con los estudios. Empecé jugando al voleibol en el Colegio Aljarafe y en el Club Rochelambert, y poco después formé parte de una selección juvenil en Palencia, con los que estuve tres años, y de ahí surgió jugar en un equipo profesional, en Soria, que en ese momento se llama Caja Duero. Y como existía la posibilidad de estudiar, dentro de las Ciencias de la Salud, la Fisioterapia, alterné una cosa con otra. Fue un período muy bonito, porque logramos los primeros títulos para Soria, con una Copa del Rey, dos Ligas Nacionales y una Supercopa.
- ¿En qué posición jugaba en el Caja Duero?
- Yo era el colocador. En aquella época no existía la figura del líbero, aunque se podría decir que hacía ese rol. Y estando allí, una vez ya con el título de fisioterapeuta, surgió la llamada de la Selección Española Juvenil, con la que estuve un tiempo, y de ahí pasé ya al primer equipo nacional.
- Su camino al voleibol estuvo influenciado en cierto modo por su padre, claro.
- Él puso en marcha un pequeño proyecto de voleibol en el colegio donde yo estudiaba, y la verdad es que me gustó desde el principio este deporte. Había ido muchas veces a Los Montecillos, donde era recogepelotas, y a Chapina a ver voleibol. Y me metí en este mundo hasta hacerme profesional, donde estuve hasta que, con 24 años, muy joven la verdad, creí que debía dejarlo porque tuve la ocasión de empezar a desarrollarme como fisioterapeuta.
- ¿Por qué decidió estudiar Fisioterapia?
- Porque era una Ciencia de la Salud, y porque la fisioterapia se encuentra muy ligada al mundo del deporte.
- ¿Y lo hizo para dedicarse al mundo del deporte?
- Yo veía que era una vía, pero tampoco lo sabía, porque dentro de la fisioterapia hay muchas ramas. Eso sí, luego la especialización en el apartado del deporte me ha resultado muy beneficiosa.
- ¿Cuánto tiempo estuvo con la Selección Española de Voleibol?
- Con la absoluta, quince años, pero llegó la llamada del fútbol y ya no podía compaginar una cosa con otra.
- ¿Cómo fue esa etapa?
- Bonita. Pensé que iba a ser más corta, porque yo tenía previsto instalarme en Sevilla con una clínica, pero me llegó en un momento determinado la llamada de un equipo italiano, el Lube Macerata, un país que es donde se juega el mejor voleibol del mundo, y como me encajaban los calendarios para estar con este club y con la Selección Española, pues lo acepté.
- ¿Cuánto tiempo estuvo en Italia?
- Ocho temporadas. Macerata es una ciudad muy tranquila situada en el centro de Italia. Y la verdad es que allí viví momentos muy bonitos, porque estando con ellos ganamos por primera vez el Scudetto italiano. Pero después de tanto tiempo allí, y con el deseo del club de que siguiera, decidí que era suficiente y que me volvía para Sevilla.
- ¿Y por qué?
- Porque veía que allí había cumplido con todo lo que podía hacer; es más, creía que me estaba arraigando mucho, y familiarmente no teníamos decidido quedarnos a vivir en Italia.
- ¿Su esposa se encontraba en Sevilla?
- Sí, pero ella y mis dos hijas pasaban allí muchos momentos. Entonces, profesionalmente veía que era acumular años y yo tenía la idea de buscar nuevos retos. Fue cuando decidí instalarme en Sevilla, pero ese mismo año me llamaron de nuevo de Macerata porque dos jugadores claves se había lesionado gravemente, uno de ellos el capitán de la Selección Italiana, y tuve que estar allí cuatro meses más sólo para la recuperación de estos dos jugadores, que sufrieron sendas operaciones muy graves.
- Su época coincidió entonces con el paso de aquellos clubs que no contaban con fisioterapeuta, a otra en la que llegan a formar parte fundamental.
- Eso es. En España, incluso con clubs nacionales, el fisioterapeuta era un mero colaborador, pero a partir de los Juegos Olímpicos de Barcelona todo comenzó a cambiar. En Italia yo era un tipo extraño. ¿Un fisioterapeuta de fuera? Pero ahora mismo hay incluso fichajes de fisioterapeutas.
- Cuando le fichó el equipo italiano, ¿le explicó por qué?
- El primero que lo pregunté fui yo. Pero, bueno, en este caso lo que ocurrió es que el primer entrenador del Macerata, un seleccionador argentino que estuvo un tiempo con la Selección Española, fue el que decidió cambiar de médico y fisioterapeuta. Él me conocía, sabía cómo trabajaba y decidió incorporarme a la estructura del equipo.
- ¿Cuándo se le acaba la etapa en el voleibol?
- En el verano de 2014 a raíz de la llamada que me hacen desde el Español de Barcelona, que lo entrenaba entonces Sergio González. Me llamó el jefe de los servicios médicos, porque un compañero al que conocí en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, y que era el fisioterapeuta del Español, fue fichado por el Barça, y pensaron en mí. Ellos me preguntaron: "¿Quieres probar el fútbol?". Y yo les dije que sí, pero que antes había que alcanzar un acuerdo porque yo ya había hablado con algunos equipos de Sevilla.
- Del voleibol al fútbol. Vaya cambio, ¿no?
- Son diferentes, claro, sobre todo porque pasas de trabajar solo para un equipo, a hacerlo dentro de un cuerpo técnico donde hay muchas más personas. Es muy interesante cómo se trabaja en estos grandes clubs, porque se cuenta con cuatro fisioterapeutas, con dos médicos, un preparador físico principal y otro como asistente, el segundo entrenador y el primer entrenador. El ambiente de trabajo es además muy bonito. Nosotros somos, dentro de este organigrama, los primeros en llegar a la ciudad deportiva para reunirnos. Desayunamos primero y luego preparamos la sesión clínica, que nos duraba unos quince minutos, pero que era fundamental para ponernos en marcha y para que todos estuviéramos informados de lo que tenía que hacer cada uno. Y la verdad es que aclarar las cosas ahí solucionaba muchos problemas.
- ¿Cómo fue esa primera experiencia con el fútbol?
- Aunque ya venía de un alto nivel deportivo, habiendo participado además en Juegos Olímpicos, entrar en el fútbol supuso otra experiencia nueva y diferente; eso sí, con la diferencia de la mayor repercusión que tiene este deporte. Y es bonito también vivir la experiencia de acudir a esos estadios tan conocidos.
- ¿Y por qué se marchó?
- Pues estaba ya preparado para empezar la tercera temporada con el Español hasta que de pronto recibí una llamada del CSKA de Moscú, que cuenta con un preparador físico español, Paulino Granero, que lleva allí varios años, al que se le fue uno de los dos fisioterapeutas que tenía. Como nos conocíamos de habernos visto en algunos congresos, pues pensó en mí. En 24 horas arreglé todo con el Español y me marché para allá.
- ¿El CSKA es el equipo más importante que hay en estos momento en Rusia?
- Sí. Es el que más títulos ha ganado en los últimos años, junto con el Spartak, su principal rival.
- ¿Cuándo llegó a Rusia?
- Hace dos temporadas. Allí me encontré con que el segundo entrenador era un viejo conocido del fútbol español, Víktor Onopko, que jugó en el Oviedo y que habla perfectamente el español, con el que he hecho amistad, hasta el punto de que ahora es mi actual pareja de pádel. El ambiente de trabajo en Moscú es muy bonito, y lo curioso es que formamos un cuerpo técnico que se encuentra integrado por tres andaluces: Paulino, que es almeriense; Toni Tapia, cuyo padre, Antonio Tapia, fue entrenador del Málaga y del Betis, y yo, que soy sevillano.
- ¿Qué diferencia notó entre el Español y el CSK?
- Básicamente en su funcionamiento, aunque también en el cultural, ya que es un país totalmente distinto. Pero, bueno, trabajamos muy bien. Allí contamos con dos médicos y con tres masajistas, que nos quitan bastante trabajo, de forma que nosotros podemos centrarnos en cuestiones más importantes, como, por ejemplo, con todo lo relacionado con la prevención para intentar evitar factores de riesgo o porque conozcamos que determinado jugador pueda contar con antecedentes que hay que tener en cuenta. Eso nos permite estar muy encima de los jugadores y llevar directamente la lesión desde el primer momento. Y la verdad es que en el club están muy contentos con nuestra aportación.
- En el fútbol se habla muchas veces de cifras económicas tentadoras. ¿Ocurre lo mismo, aunque a otro nivel, en el mundo de la fisioterapia?
- Yo estoy en uno de los dos países, junto con China, donde las ofertas están muy por encima de los demás, incluso del fútbol español salvo en los casos del Real Madrid o el Barcelona. La verdad es que son pocos los equipos que cuentan con fisioterapeutas con dedicación exclusiva, y entonces muchos se tienen que buscar algo para por la tarde.
- ¿De momento piensa seguir allí?
- Sí. No tengo marcado límites, salvo otra nueva oferta que me pudiera surgir.
- Antes comentó que llegó a tener conversaciones con clubs sevillanos. ¿Con cuáles?
- Con los dos primeros clubs de fútbol, aunque más con el Sevilla, y con el entonces Cajasol de baloncesto. Y aunque hemos estado cerca en alguna ocasión, la verdad es que no cuajó ninguna.
Uno de sus dos hijos, David, se sintió atraído desde joven, como su padre, por el mundo del voleibol, del que llegó a ser jugador profesional en las filas del Caja Duero -con el que logró varios títulos nacionales-, pero desde muy joven tuvo claro que debía tomar otro camino profesional, y se centró en las Ciencias de la Salud y, más concretamente, en la Fisioterapia, iniciando una meteórica carrera que le ha llevado a trabajar con la Selección Española de Voleibol -y a participar con esta en dos olimpiadas-, a ganar el Scudetto italiano con el Lube Macerata -en la liga más importante del mundo-, y de allí a dar el salto al mundo del fútbol, que comenzó en el Español de Barcelona y que continúa en estos momentos en el CSKA de Moscú.
David Díaz, debido a su profesión, pasa muchos días del año fuera de Sevilla y lejos de su familia, que se encuentra integrada por su esposa, Teresa Fernández Bonillo, maestra de Infantil en la capital sevillana, y sus tres hijos: Marta, de 9 años; María, de 7, y Marco, que cuenta con tan sólo diez meses de vida. Pero no pierde ni un instante cada vez que tiene unos días de descanso para venir a Sevilla y, por supuesto, a Dos Hermanas, ciudad en la que estuvo recientemente.
- Dos Hermanas siempre ha estado presente en su vida, ¿no?
- Cuando mis padres se casaron, se fueron a Sevilla a vivir, pero desde pequeño todos hemos pasado las vacaciones escolares en Dos Hermanas, y por supuesto los fines de semana. Yo hacía vida familiar siempre aquí, como también mi vida de hermandad, ya que soy hermano de la Hermandad del Cautivo, donde sigo saliendo de nazareno, y mi vida deportiva. Y yo me quedaba siempre en casa de mis abuelos, Álvaro Cueli y Anita Escobar, en la que hoy es la calle Miguel de Unamuno.
- En un momento determinado decide decantar su vida profesional hacia la fisioterapia. ¿Por qué?
- Yo jugaba al voleibol, y estando en Soria decidí compaginar el deporte con los estudios. Empecé jugando al voleibol en el Colegio Aljarafe y en el Club Rochelambert, y poco después formé parte de una selección juvenil en Palencia, con los que estuve tres años, y de ahí surgió jugar en un equipo profesional, en Soria, que en ese momento se llama Caja Duero. Y como existía la posibilidad de estudiar, dentro de las Ciencias de la Salud, la Fisioterapia, alterné una cosa con otra. Fue un período muy bonito, porque logramos los primeros títulos para Soria, con una Copa del Rey, dos Ligas Nacionales y una Supercopa.
- ¿En qué posición jugaba en el Caja Duero?
- Yo era el colocador. En aquella época no existía la figura del líbero, aunque se podría decir que hacía ese rol. Y estando allí, una vez ya con el título de fisioterapeuta, surgió la llamada de la Selección Española Juvenil, con la que estuve un tiempo, y de ahí pasé ya al primer equipo nacional.
- Su camino al voleibol estuvo influenciado en cierto modo por su padre, claro.
- Él puso en marcha un pequeño proyecto de voleibol en el colegio donde yo estudiaba, y la verdad es que me gustó desde el principio este deporte. Había ido muchas veces a Los Montecillos, donde era recogepelotas, y a Chapina a ver voleibol. Y me metí en este mundo hasta hacerme profesional, donde estuve hasta que, con 24 años, muy joven la verdad, creí que debía dejarlo porque tuve la ocasión de empezar a desarrollarme como fisioterapeuta.
- ¿Por qué decidió estudiar Fisioterapia?
- Porque era una Ciencia de la Salud, y porque la fisioterapia se encuentra muy ligada al mundo del deporte.
- ¿Y lo hizo para dedicarse al mundo del deporte?
- Yo veía que era una vía, pero tampoco lo sabía, porque dentro de la fisioterapia hay muchas ramas. Eso sí, luego la especialización en el apartado del deporte me ha resultado muy beneficiosa.
- ¿Cuánto tiempo estuvo con la Selección Española de Voleibol?
- Con la absoluta, quince años, pero llegó la llamada del fútbol y ya no podía compaginar una cosa con otra.
- ¿Cómo fue esa etapa?
- Bonita. Pensé que iba a ser más corta, porque yo tenía previsto instalarme en Sevilla con una clínica, pero me llegó en un momento determinado la llamada de un equipo italiano, el Lube Macerata, un país que es donde se juega el mejor voleibol del mundo, y como me encajaban los calendarios para estar con este club y con la Selección Española, pues lo acepté.
- ¿Cuánto tiempo estuvo en Italia?
- Ocho temporadas. Macerata es una ciudad muy tranquila situada en el centro de Italia. Y la verdad es que allí viví momentos muy bonitos, porque estando con ellos ganamos por primera vez el Scudetto italiano. Pero después de tanto tiempo allí, y con el deseo del club de que siguiera, decidí que era suficiente y que me volvía para Sevilla.
- ¿Y por qué?
- Porque veía que allí había cumplido con todo lo que podía hacer; es más, creía que me estaba arraigando mucho, y familiarmente no teníamos decidido quedarnos a vivir en Italia.
- ¿Su esposa se encontraba en Sevilla?
- Sí, pero ella y mis dos hijas pasaban allí muchos momentos. Entonces, profesionalmente veía que era acumular años y yo tenía la idea de buscar nuevos retos. Fue cuando decidí instalarme en Sevilla, pero ese mismo año me llamaron de nuevo de Macerata porque dos jugadores claves se había lesionado gravemente, uno de ellos el capitán de la Selección Italiana, y tuve que estar allí cuatro meses más sólo para la recuperación de estos dos jugadores, que sufrieron sendas operaciones muy graves.
- Su época coincidió entonces con el paso de aquellos clubs que no contaban con fisioterapeuta, a otra en la que llegan a formar parte fundamental.
- Eso es. En España, incluso con clubs nacionales, el fisioterapeuta era un mero colaborador, pero a partir de los Juegos Olímpicos de Barcelona todo comenzó a cambiar. En Italia yo era un tipo extraño. ¿Un fisioterapeuta de fuera? Pero ahora mismo hay incluso fichajes de fisioterapeutas.
- Cuando le fichó el equipo italiano, ¿le explicó por qué?
- El primero que lo pregunté fui yo. Pero, bueno, en este caso lo que ocurrió es que el primer entrenador del Macerata, un seleccionador argentino que estuvo un tiempo con la Selección Española, fue el que decidió cambiar de médico y fisioterapeuta. Él me conocía, sabía cómo trabajaba y decidió incorporarme a la estructura del equipo.
- ¿Cuándo se le acaba la etapa en el voleibol?
- En el verano de 2014 a raíz de la llamada que me hacen desde el Español de Barcelona, que lo entrenaba entonces Sergio González. Me llamó el jefe de los servicios médicos, porque un compañero al que conocí en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, y que era el fisioterapeuta del Español, fue fichado por el Barça, y pensaron en mí. Ellos me preguntaron: "¿Quieres probar el fútbol?". Y yo les dije que sí, pero que antes había que alcanzar un acuerdo porque yo ya había hablado con algunos equipos de Sevilla.
- Del voleibol al fútbol. Vaya cambio, ¿no?
- Son diferentes, claro, sobre todo porque pasas de trabajar solo para un equipo, a hacerlo dentro de un cuerpo técnico donde hay muchas más personas. Es muy interesante cómo se trabaja en estos grandes clubs, porque se cuenta con cuatro fisioterapeutas, con dos médicos, un preparador físico principal y otro como asistente, el segundo entrenador y el primer entrenador. El ambiente de trabajo es además muy bonito. Nosotros somos, dentro de este organigrama, los primeros en llegar a la ciudad deportiva para reunirnos. Desayunamos primero y luego preparamos la sesión clínica, que nos duraba unos quince minutos, pero que era fundamental para ponernos en marcha y para que todos estuviéramos informados de lo que tenía que hacer cada uno. Y la verdad es que aclarar las cosas ahí solucionaba muchos problemas.
- ¿Cómo fue esa primera experiencia con el fútbol?
- Aunque ya venía de un alto nivel deportivo, habiendo participado además en Juegos Olímpicos, entrar en el fútbol supuso otra experiencia nueva y diferente; eso sí, con la diferencia de la mayor repercusión que tiene este deporte. Y es bonito también vivir la experiencia de acudir a esos estadios tan conocidos.
- ¿Y por qué se marchó?
- Pues estaba ya preparado para empezar la tercera temporada con el Español hasta que de pronto recibí una llamada del CSKA de Moscú, que cuenta con un preparador físico español, Paulino Granero, que lleva allí varios años, al que se le fue uno de los dos fisioterapeutas que tenía. Como nos conocíamos de habernos visto en algunos congresos, pues pensó en mí. En 24 horas arreglé todo con el Español y me marché para allá.
- ¿El CSKA es el equipo más importante que hay en estos momento en Rusia?
- Sí. Es el que más títulos ha ganado en los últimos años, junto con el Spartak, su principal rival.
- ¿Cuándo llegó a Rusia?
- Hace dos temporadas. Allí me encontré con que el segundo entrenador era un viejo conocido del fútbol español, Víktor Onopko, que jugó en el Oviedo y que habla perfectamente el español, con el que he hecho amistad, hasta el punto de que ahora es mi actual pareja de pádel. El ambiente de trabajo en Moscú es muy bonito, y lo curioso es que formamos un cuerpo técnico que se encuentra integrado por tres andaluces: Paulino, que es almeriense; Toni Tapia, cuyo padre, Antonio Tapia, fue entrenador del Málaga y del Betis, y yo, que soy sevillano.
- ¿Qué diferencia notó entre el Español y el CSK?
- Básicamente en su funcionamiento, aunque también en el cultural, ya que es un país totalmente distinto. Pero, bueno, trabajamos muy bien. Allí contamos con dos médicos y con tres masajistas, que nos quitan bastante trabajo, de forma que nosotros podemos centrarnos en cuestiones más importantes, como, por ejemplo, con todo lo relacionado con la prevención para intentar evitar factores de riesgo o porque conozcamos que determinado jugador pueda contar con antecedentes que hay que tener en cuenta. Eso nos permite estar muy encima de los jugadores y llevar directamente la lesión desde el primer momento. Y la verdad es que en el club están muy contentos con nuestra aportación.
- En el fútbol se habla muchas veces de cifras económicas tentadoras. ¿Ocurre lo mismo, aunque a otro nivel, en el mundo de la fisioterapia?
- Yo estoy en uno de los dos países, junto con China, donde las ofertas están muy por encima de los demás, incluso del fútbol español salvo en los casos del Real Madrid o el Barcelona. La verdad es que son pocos los equipos que cuentan con fisioterapeutas con dedicación exclusiva, y entonces muchos se tienen que buscar algo para por la tarde.
- ¿De momento piensa seguir allí?
- Sí. No tengo marcado límites, salvo otra nueva oferta que me pudiera surgir.
- Antes comentó que llegó a tener conversaciones con clubs sevillanos. ¿Con cuáles?
- Con los dos primeros clubs de fútbol, aunque más con el Sevilla, y con el entonces Cajasol de baloncesto. Y aunque hemos estado cerca en alguna ocasión, la verdad es que no cuajó ninguna.
FRANCISCO GIL / REDACCIÓN