Comenzamos a caminar por un nuevo año, habiendo cerrado definitivamente el 2017. Y, como reconocimiento al 2018 que tenemos por delante, en esta ocasión quisiera hacer un homenaje a aquellos grandes discos que en este año se celebrará el cincuenta aniversario de sus salidas al mercado, puesto que vieron la luz en 1968. Es decir, en un año cercano al final de la denominada “época dorada” de la música popular, entendiendo por ello la que aglutina todos los estilos que orbitan alrededor del rock y del pop.
De todas las producciones musicales que por entonces se editaron, destacaré once de ellas que me parecen imprescindibles para entender la historia del rock. Bien es cierto que, además de los que comento, tendría que aparecer el denominado ‘disco blanco’ de los Beatles, pero, precisamente, porque su portada era totalmente blanca no tendría nada que decir de su imagen; de todos modos, habría que contar con él, ya que no hacerlo con uno de los discos del grupo de Liverpool sería un disparate.
Por otro lado, y puesto que es amplio el conjunto de los elepés seleccionados, me limitaré a hacer un breve comentario, centrándome en el título, la imagen de la portada y llevando a cabo alguna referencia a sus contenidos.
Comenzamos por Cheap Thrills de Big Brothers and the Holding Company, grupo en el que militaba por entonces la malograda Janis Joplin. En el mismo, se encontraba la desgarradora voz de su vocalista con su inolvidable versión de Summertime, tema que recreaba el aria de la ópera Porgy and Bess del compositor George Gershwin. Otro aspecto interesante a destacar fue el diseño de la portada, realizada en forma de cómic por el dibujante underground Robert Crumb.
Cuesta pensar que la censura de aquellos años diera paso al disco The Jimi Hendrix Experience que, con el título de Electric Ladyland, vio la luz en 1968. Y es que la funda del elepé que se abría a doble superficie nos mostraba a un numeroso grupo de mujeres desnudas, todas mirando hacia la cámara. Esta sería la tercera y última grabación de estudio llevada a cabo por Jimi Hendrix. En ella se encontraba el increíble tema Electric Ladyland que daba título al disco y que conviene volver a oír para sumergirse en la enorme fuerza del líder del grupo.
The Rolling Stones se había fundado en 1962, por los que seis años después marcaban la cumbre de la música popular junto a los Beatles. Tras un tiempo de desconcierto por problemas con la justicia debido a cuestiones de drogas, en 1968 recuperaron cierta estabilidad interna con el magnífico Beggars Banquet, o Banquete de los Pordioseros. El genial disco se inicia con Sympathy for the Devil y se cierra con Salt of the Earth. La portada que presento fue rechazada por Decca, por lo que se rehizo con una carátula doble blanca que recordaba al disco que por entonces habían sacado los Beatles.
En el año 1966 vio la luz en el Reino Unido el grupo Cream, compuesto por Jack Bruce, como bajista y vocalista, Ginger Baker a la batería y Eric Clapton como guitarrista y vocalista. Wheels of Fire, aparecido en 1968, era el tercero de los cuatro elepés que editó este grupo formado por tres músicos geniales. La mitad del disco fue grabado en estudio y la otra mitad en directo. Allí se encontraba su tema más conocido White Room, junto a Crossroads, este con uno de los mejores solos de Eric Clapton. La portada, con dibujos en negro sobre fondo plateado, responde a la estética Underground, tan popular por aquellos años.
Hay grupos que, tras alcanzar una enorme popularidad, al cabo de poco tiempo se derrumban en el anonimato. Es lo que le sucedió a Iron Butterfly que, después del enorme éxito de su segundo elepé, In-A-Gadda-Da-Vida, languidece hasta que en 1975 acaba su producción de estudio. De todos modos, hay que reconocer que la cara B de este disco contenía un único tema, de más de 17 minutos, con momentos de brillantez épica. También se le recuerda por las evocaciones a la psicodelia en su portada, con esas dos esferas que flotan por encima del grupo aludiendo a una “mariposa de hierro”.
Si uno quiere encontrar un grupo iconoclasta y totalmente irreverente, cargado de burlona imaginación e ironía, habría que acudir a Frank Zappa, líder del grupo The Mothers of Invention. Y qué mejor idea que elaborar su propia versión parodiando a la mítica portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Band de los Beatles. Además, titular el disco con We’re Only in it for the Money (Estamos aquí solo por dinero) acabó siendo una burla despiadada del orden establecido, sin olvidarse del ataque indirecto a los insípidos hippies que tanto abundaban por entonces.
A diferencia de otros países europeos, especialmente en el centro y norte de Europa, en el nuestro la música country apenas es seguida, si exceptuamos a algunos incondicionales que lo hacen con entusiasmo. Quizás en la versión de country-rock, que iniciara Gram Parsons, líder del grupo The Byrds (antes de su andadura en solitario), tuviera una aceptable acogida. Y sería Sweetheart of the Rodeo la expresión más brillante de esa fusión de dos estilos, a priori, antagónicos. La ingenua portada, que nos muestra a una cowgirl enmarcada en un corazón de flores amarillas, provoque alguna confusión, dada la brillantez del sexto disco del grupo.
En el año 1968 aparecería el magistral disco de un gran poeta canadiense: Leonard Cohen. Tardó un poco en ser editado en nuestro país, por lo que Cohen fue inicialmente conocido por aquel doble elepé titulado Llena tu cabeza de rock que incluía un tema suyo. En Songs of Leonard Cohen se encontraban canciones tan bellas como Suzanne, Sisters of Mercy o So Long Marianne. Leonard Cohen nos dejó el 7 de noviembre de 2016, siendo reconocido como uno de los grandes cantautores contemporáneos. La portada nos presenta el rostro del artista en un marco rectangular y sobre un fondo negro: la extrema sencillez de la imagen nos remite a la brillante austeridad musical del contenido.
Tras abandonar el grupo Them, con el que tendría un par de éxitos como Gloria y Brown-eyed Girl, Van Morrison, un joven irlandés amante del jazz nacido en 1945, saca Blowin’ Your Mind! Pero sería su segundo disco en solitario, Astral Weeks, el que mayor aplauso recogería dentro de su extensa producción. Sobre el mismo, la revista Rolling Stones, que lo sitúa en el número 19 de los “500 Mejores Álbumes de la Historia”, dice: “La música de Astral Weeks posee una belleza tan enigmática que, tras muchos años de su edición, aún se resiste a cualquier definición simple y admirativa”.
Y llegamos a la gran dama del soul, Aretha Franklin, hija de un cantante de góspel, de quien tomaría sus primeras lecciones. Cuando llegó al sello Atlantic Records, tras su paso anodino por la compañía Columbia, ya que la hacían cantar un pop insustancial, comenzó a desplegar todas sus energías por las músicas que la apasionaban: el rhythm and blues y el góspel. De esa conjunción nace su tercer disco en Atlantic con el título de Aretha: Lady Soul. Se iniciaba con el inolvidable Chains of Fools y se cerraba con Ain’t No Way. En conjunto: diez magníficas interpretaciones que la coronaban dentro del estilo denominado soul y de cuyo trono nunca se bajaría.
Cerramos este breve recorrido por lo mejor de la música que apareciera hace cincuenta años con otro de los grandes: Johnny Cash. He dicho que el country nunca ha tenido un gran arraigo en nuestro país; sin embargo, todos conocemos, aunque sea de oídas, a Johnny Cash, apodado ‘el hombre de negro’, dado que siempre vestía con este color. Y sería con Johnny Cash At Folsom Prison que interpretaría delante de 2.000 presos en la violenta cárcel de California donde dejaría lo mejor de sí ante el aplauso entusiasmado de los reclusos. Esta experiencia la volvería a repetir al año siguiente en otra cárcel, generando otro de sus grandes discos en directo: At San Quentin.
Para mi amigo Manolo Bellido,
gran conocedor de la historia del rock.
De todas las producciones musicales que por entonces se editaron, destacaré once de ellas que me parecen imprescindibles para entender la historia del rock. Bien es cierto que, además de los que comento, tendría que aparecer el denominado ‘disco blanco’ de los Beatles, pero, precisamente, porque su portada era totalmente blanca no tendría nada que decir de su imagen; de todos modos, habría que contar con él, ya que no hacerlo con uno de los discos del grupo de Liverpool sería un disparate.
Por otro lado, y puesto que es amplio el conjunto de los elepés seleccionados, me limitaré a hacer un breve comentario, centrándome en el título, la imagen de la portada y llevando a cabo alguna referencia a sus contenidos.
Comenzamos por Cheap Thrills de Big Brothers and the Holding Company, grupo en el que militaba por entonces la malograda Janis Joplin. En el mismo, se encontraba la desgarradora voz de su vocalista con su inolvidable versión de Summertime, tema que recreaba el aria de la ópera Porgy and Bess del compositor George Gershwin. Otro aspecto interesante a destacar fue el diseño de la portada, realizada en forma de cómic por el dibujante underground Robert Crumb.
Cuesta pensar que la censura de aquellos años diera paso al disco The Jimi Hendrix Experience que, con el título de Electric Ladyland, vio la luz en 1968. Y es que la funda del elepé que se abría a doble superficie nos mostraba a un numeroso grupo de mujeres desnudas, todas mirando hacia la cámara. Esta sería la tercera y última grabación de estudio llevada a cabo por Jimi Hendrix. En ella se encontraba el increíble tema Electric Ladyland que daba título al disco y que conviene volver a oír para sumergirse en la enorme fuerza del líder del grupo.
The Rolling Stones se había fundado en 1962, por los que seis años después marcaban la cumbre de la música popular junto a los Beatles. Tras un tiempo de desconcierto por problemas con la justicia debido a cuestiones de drogas, en 1968 recuperaron cierta estabilidad interna con el magnífico Beggars Banquet, o Banquete de los Pordioseros. El genial disco se inicia con Sympathy for the Devil y se cierra con Salt of the Earth. La portada que presento fue rechazada por Decca, por lo que se rehizo con una carátula doble blanca que recordaba al disco que por entonces habían sacado los Beatles.
En el año 1966 vio la luz en el Reino Unido el grupo Cream, compuesto por Jack Bruce, como bajista y vocalista, Ginger Baker a la batería y Eric Clapton como guitarrista y vocalista. Wheels of Fire, aparecido en 1968, era el tercero de los cuatro elepés que editó este grupo formado por tres músicos geniales. La mitad del disco fue grabado en estudio y la otra mitad en directo. Allí se encontraba su tema más conocido White Room, junto a Crossroads, este con uno de los mejores solos de Eric Clapton. La portada, con dibujos en negro sobre fondo plateado, responde a la estética Underground, tan popular por aquellos años.
Hay grupos que, tras alcanzar una enorme popularidad, al cabo de poco tiempo se derrumban en el anonimato. Es lo que le sucedió a Iron Butterfly que, después del enorme éxito de su segundo elepé, In-A-Gadda-Da-Vida, languidece hasta que en 1975 acaba su producción de estudio. De todos modos, hay que reconocer que la cara B de este disco contenía un único tema, de más de 17 minutos, con momentos de brillantez épica. También se le recuerda por las evocaciones a la psicodelia en su portada, con esas dos esferas que flotan por encima del grupo aludiendo a una “mariposa de hierro”.
Si uno quiere encontrar un grupo iconoclasta y totalmente irreverente, cargado de burlona imaginación e ironía, habría que acudir a Frank Zappa, líder del grupo The Mothers of Invention. Y qué mejor idea que elaborar su propia versión parodiando a la mítica portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Band de los Beatles. Además, titular el disco con We’re Only in it for the Money (Estamos aquí solo por dinero) acabó siendo una burla despiadada del orden establecido, sin olvidarse del ataque indirecto a los insípidos hippies que tanto abundaban por entonces.
A diferencia de otros países europeos, especialmente en el centro y norte de Europa, en el nuestro la música country apenas es seguida, si exceptuamos a algunos incondicionales que lo hacen con entusiasmo. Quizás en la versión de country-rock, que iniciara Gram Parsons, líder del grupo The Byrds (antes de su andadura en solitario), tuviera una aceptable acogida. Y sería Sweetheart of the Rodeo la expresión más brillante de esa fusión de dos estilos, a priori, antagónicos. La ingenua portada, que nos muestra a una cowgirl enmarcada en un corazón de flores amarillas, provoque alguna confusión, dada la brillantez del sexto disco del grupo.
En el año 1968 aparecería el magistral disco de un gran poeta canadiense: Leonard Cohen. Tardó un poco en ser editado en nuestro país, por lo que Cohen fue inicialmente conocido por aquel doble elepé titulado Llena tu cabeza de rock que incluía un tema suyo. En Songs of Leonard Cohen se encontraban canciones tan bellas como Suzanne, Sisters of Mercy o So Long Marianne. Leonard Cohen nos dejó el 7 de noviembre de 2016, siendo reconocido como uno de los grandes cantautores contemporáneos. La portada nos presenta el rostro del artista en un marco rectangular y sobre un fondo negro: la extrema sencillez de la imagen nos remite a la brillante austeridad musical del contenido.
Tras abandonar el grupo Them, con el que tendría un par de éxitos como Gloria y Brown-eyed Girl, Van Morrison, un joven irlandés amante del jazz nacido en 1945, saca Blowin’ Your Mind! Pero sería su segundo disco en solitario, Astral Weeks, el que mayor aplauso recogería dentro de su extensa producción. Sobre el mismo, la revista Rolling Stones, que lo sitúa en el número 19 de los “500 Mejores Álbumes de la Historia”, dice: “La música de Astral Weeks posee una belleza tan enigmática que, tras muchos años de su edición, aún se resiste a cualquier definición simple y admirativa”.
Y llegamos a la gran dama del soul, Aretha Franklin, hija de un cantante de góspel, de quien tomaría sus primeras lecciones. Cuando llegó al sello Atlantic Records, tras su paso anodino por la compañía Columbia, ya que la hacían cantar un pop insustancial, comenzó a desplegar todas sus energías por las músicas que la apasionaban: el rhythm and blues y el góspel. De esa conjunción nace su tercer disco en Atlantic con el título de Aretha: Lady Soul. Se iniciaba con el inolvidable Chains of Fools y se cerraba con Ain’t No Way. En conjunto: diez magníficas interpretaciones que la coronaban dentro del estilo denominado soul y de cuyo trono nunca se bajaría.
Cerramos este breve recorrido por lo mejor de la música que apareciera hace cincuenta años con otro de los grandes: Johnny Cash. He dicho que el country nunca ha tenido un gran arraigo en nuestro país; sin embargo, todos conocemos, aunque sea de oídas, a Johnny Cash, apodado ‘el hombre de negro’, dado que siempre vestía con este color. Y sería con Johnny Cash At Folsom Prison que interpretaría delante de 2.000 presos en la violenta cárcel de California donde dejaría lo mejor de sí ante el aplauso entusiasmado de los reclusos. Esta experiencia la volvería a repetir al año siguiente en otra cárcel, generando otro de sus grandes discos en directo: At San Quentin.
Para mi amigo Manolo Bellido,
gran conocedor de la historia del rock.
AURELIANO SÁINZ