El libro 'Los oficios de la aceituna' (La Plazoleta de Valme, 2017), de Rosa María Muñoz Gómez, es un nuevo homenaje a una industria que puso los cimientos para que Dos Hermanas se convirtiera en la gran población que es en la actualidad, pero, sobre todo, a los hombres y mujeres que dedicaron parte de su vida a un sector que hoy, por desgracia, ha quedado ya en algo casi residual.
"Es casi una obligación moral mantener viva la memoria de esta nuestra historia reciente, dar el debido reconocimiento a las personas que la protagonizaron y salvar de la total desaparición y posterior olvido al producto que la hizo posible: la aceituna manzanilla y, sobre todo, la gordal sevillana". Con estas palabras expresa Rosa María Muñoz Gómez el deseo que le llevó a tratar de hacer un compendio de lo que fue y significó la industria de la aceituna en Dos Hermanas, remontándose en la historia, recordando los numerosos molinos y almacenes que se repartieron por todo su territorio, el trabajo que se realizaba en ellos, el vocabulario empleado, los talleres de tonelería y todo lo relacionado con la aceituna y la vida social en esta ciudad.
Rosa María Muñoz, diplomada en Magisterio y licenciada en Geografía e Historia, es profesora en la actualidad del Colegio Cervantes de Dos Hermanas, una ciudad en la que nació en el seno de una familia ligada al cultivo del olivar, ya que fueron trabajadores en haciendas y pequeños propietarios. Amante de la investigación histórica, es también autora del libro 'El habla andaluza de Dos Hermanas', publicado igualmente por la editorial nazarena 'La Plazoleta de Valme' en el año 2015.
En la noche de este jueves, Rosa María Muñoz presentó en el Centro Cultural La Almona su último libro, 'Los oficios de la aceituna', en un acto que contó con una gran presencia de público y donde estuvo acompañada por los responsables de 'La Plazoleta de Valme' Álvaro Cueli Caro y Rafael López Márquez, así como por el historiador nazareno Juan José Domínguez González.
En 'Los oficios de la aceituna' recoge cómo el mundo del olivar y del tratamiento de la aceituna se encuentra ligado a los dos últimos siglos de la ciudad de Dos Hermanas, apareciendo ya en documentos datados en el siglo XIX que hacían referencia a que los campos nazarenos no sólo abastecían de aceite a Sevilla, sino que los exportaba ya a América y Europa, con reseña además de las haciendas que fueron emblema de esta industria, como Doña María, Quintos, La Corchuela, Bujalmoro, El Hospicio, Maestre o La Florida.
En el libro se recoge que en el año 1966, el 80% de la superficie cultivada en el término municipal de Dos Hermanas es olivar y cómo entre 1879 y 1880 se abren los primeros almacenes: el de Antonio Varela, el de los hermanos Gómez Claro, de Campano, Carbonell, José Lissén o Ybarra, además de recordar que 15.000 de los 30.000 habitantes con los que Dos Hermanas contaba en el año 1966, trabajaban en la industria de la aceituna, y de los que 7.000 eran mujeres.
Pero las décadas siguientes comenzaron a marcar el inicio de la decadencia de este sector, en parte por la mecanización de los procesos de aderezo, deshuesado o relleno, y en otra parte por la creciente competencia extranjera, quedando en la actualidad algunos almacenistas, que suelen actuar de intermediarios entre los pequeños productores y los exportadores, así como algunas fábricas.
Como recuerda Rosa María Muñoz, quedan en estos momentos algunas haciendas en los alrededores del casco urbano, y, dentro del mismo algunos restos del pasado olivarero (torres de molinos o tapias de almacenes), vestigios que hacen referencia a cómo el olivar siempre fue, desde el siglo XVIII, su principal cultivo, cómo los molinos y los almacenes contribuyeron al desarrollo demográfico, económico y social de Dos Hermanas, cómo el aderezo 'al estilo sevillano' tuvo su origen en este localidad, o cómo el cultivo de la aceituna 'gordal sevillana' se inició en estas tierras, así como el hecho de que el trabajo femenino fuera clave en el desarrollo de la ciudad.
"Es casi una obligación moral mantener viva la memoria de esta nuestra historia reciente, dar el debido reconocimiento a las personas que la protagonizaron y salvar de la total desaparición y posterior olvido al producto que la hizo posible: la aceituna manzanilla y, sobre todo, la gordal sevillana". Con estas palabras expresa Rosa María Muñoz Gómez el deseo que le llevó a tratar de hacer un compendio de lo que fue y significó la industria de la aceituna en Dos Hermanas, remontándose en la historia, recordando los numerosos molinos y almacenes que se repartieron por todo su territorio, el trabajo que se realizaba en ellos, el vocabulario empleado, los talleres de tonelería y todo lo relacionado con la aceituna y la vida social en esta ciudad.
Rosa María Muñoz, diplomada en Magisterio y licenciada en Geografía e Historia, es profesora en la actualidad del Colegio Cervantes de Dos Hermanas, una ciudad en la que nació en el seno de una familia ligada al cultivo del olivar, ya que fueron trabajadores en haciendas y pequeños propietarios. Amante de la investigación histórica, es también autora del libro 'El habla andaluza de Dos Hermanas', publicado igualmente por la editorial nazarena 'La Plazoleta de Valme' en el año 2015.
En la noche de este jueves, Rosa María Muñoz presentó en el Centro Cultural La Almona su último libro, 'Los oficios de la aceituna', en un acto que contó con una gran presencia de público y donde estuvo acompañada por los responsables de 'La Plazoleta de Valme' Álvaro Cueli Caro y Rafael López Márquez, así como por el historiador nazareno Juan José Domínguez González.
En 'Los oficios de la aceituna' recoge cómo el mundo del olivar y del tratamiento de la aceituna se encuentra ligado a los dos últimos siglos de la ciudad de Dos Hermanas, apareciendo ya en documentos datados en el siglo XIX que hacían referencia a que los campos nazarenos no sólo abastecían de aceite a Sevilla, sino que los exportaba ya a América y Europa, con reseña además de las haciendas que fueron emblema de esta industria, como Doña María, Quintos, La Corchuela, Bujalmoro, El Hospicio, Maestre o La Florida.
En el libro se recoge que en el año 1966, el 80% de la superficie cultivada en el término municipal de Dos Hermanas es olivar y cómo entre 1879 y 1880 se abren los primeros almacenes: el de Antonio Varela, el de los hermanos Gómez Claro, de Campano, Carbonell, José Lissén o Ybarra, además de recordar que 15.000 de los 30.000 habitantes con los que Dos Hermanas contaba en el año 1966, trabajaban en la industria de la aceituna, y de los que 7.000 eran mujeres.
Pero las décadas siguientes comenzaron a marcar el inicio de la decadencia de este sector, en parte por la mecanización de los procesos de aderezo, deshuesado o relleno, y en otra parte por la creciente competencia extranjera, quedando en la actualidad algunos almacenistas, que suelen actuar de intermediarios entre los pequeños productores y los exportadores, así como algunas fábricas.
Como recuerda Rosa María Muñoz, quedan en estos momentos algunas haciendas en los alrededores del casco urbano, y, dentro del mismo algunos restos del pasado olivarero (torres de molinos o tapias de almacenes), vestigios que hacen referencia a cómo el olivar siempre fue, desde el siglo XVIII, su principal cultivo, cómo los molinos y los almacenes contribuyeron al desarrollo demográfico, económico y social de Dos Hermanas, cómo el aderezo 'al estilo sevillano' tuvo su origen en este localidad, o cómo el cultivo de la aceituna 'gordal sevillana' se inició en estas tierras, así como el hecho de que el trabajo femenino fuera clave en el desarrollo de la ciudad.
F. G. / REDACCIÓN