Dos Hermanas Diario Digital se hace eco en su Buzón del Lector del artículo remitido por la concejala de Sí Se Puede Dos Hermanas y secretaria de Participación de Podemos Dos Hermanas, Inma del Pino Fernández, sobre participación ciudadana. Si lo desea, puede escribir a doshermanasdiariodigital@gmail.com exponiendo su queja, comentario o sugerencia, e incluso acompañarla también de alguna fotografía.
Hace algunos días, Laura, de 11 años, me preguntaba por qué en la hora del recreo del colegio solo se podía jugar a lo que las maestras y maestros habían decidido. Se planteaba que era injusto que los niños y niñas no pudieran decidir sobre su propio tiempo libre, nadie les había preguntado ni informado sobre el recreo…
Desde temprana edad, por no decir desde el nacimiento, perdemos la capacidad de participar en las decisiones de nuestra propia vida. Ejemplos como el de Laura, no son más que un pequeño instante en el que no permitimos que los niños y niñas participen en la organización de su tiempo de recreo. Pero esto que sucede a pequeña escala, se va multiplicando en todos los ámbitos de la vida dejándonos al margen de las decisiones que nos afectan.
¿Hemos tenido alguna vez en la historia la oportunidad real de PARTICIPAR en nuestra sociedad?
Pero, ¿qué entendemos por PARTICIPAR? La RAE lo define como “tomar parte de algo; compartir…”, es decir, que la participación ciudadana debería ser aquella en la que las personas “toman parte de ella y comparten sus ideas y opiniones”.
Un poco de legislación sobre el asunto. En la Constitución Española (C.E.) se reconoce expresamente la posibilidad de participar directamente en los asuntos públicos, recogido en el Título I, artículo 23.1 que dice taxativamente que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del cual emanan los poderes del Estado”. Pero en este artículo no vemos un desarrollo pleno en lo que a participación directa se refiere, apareciendo en el artículo 9.2 de la C.E. que “Corresponde a los poderes políticos… remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política económica, cultural y social”, produciéndose así un vacío jurídico. Este vacío jurídico se manifiesta en el momento en que las herramientas de participación directa de las personas no son vinculantes en el actual ordenamiento jurídico y, por lo tanto, somete la participación directa a la participación mediante representación no cumpliéndose de este modo la igualdad que proclama el artículo 23.1.
La realidad con que nos encontramos, nos muestra que en política limitamos la participación ciudadana al momento del sufragio, cada cuatro años, al referéndum, cada treintena o más años, y a la presentación de Iniciativas Legislativas Populares (ILP), de estas últimas solo se ha aprobado 1 en los últimos 30 años. Ni los referéndums ni las ILP son participación directa, porque necesitan, o bien que el referéndum lo convoquen y autoricen los y las representantes públicos, o bien que la ILP sea votada favorablemente por ellos y ellas (Título III. Artículo 87).
A nivel local, la Ley 57/2003, de 16 de diciembre, introduce un nuevo artículo que regula las Bases de Régimen Local, en cuyo apartado 2 establece una especie de iniciativa popular al determinar que los vecinos y vecinas que gocen del derecho de sufragio activo en las elecciones municipales; es decir, mayoría de edad para ejercer el derecho al voto, pueden presentar propuestas de acuerdos o actuaciones o proyectos de reglamentos en materias de la competencia municipal. ¿Lo sabíais?... En el caso de Dos Hermanas, estas iniciativas populares deben estar subscritas por el 10% del total de nazarenos y nazarenas (unas 13.000 personas). Pero, ¿conocen esta posibilidad de participación nuestros vecinos y vecinas? De hecho, no hay ni siquiera herramientas claras y públicas para elevarlas al órgano de gobierno. Los reglamentos de nuestro Ayuntamiento no pasan por el pueblo, no hay debate, no hay nada que nos permita participar en la política municipal de forma directa. ¿Se estarán cumpliendo las leyes en cuanto a participación municipal? Dejemos esta pregunta en el aire…
Podemos decir con esto, que en la práctica la participación directa es inexistente, somos agentes pasivos a los que se nos ha privado la posibilidad de “tomar parte” de lo que sucede en nuestra localidad, comunidad, país… Es a través del derecho a la manifestación, otra forma de participación ciudadana, como manifestamos nuestros desacuerdos ante las decisiones políticas, que la mayoría de veces no son tomadas en cuenta e incluso se desprestigia su valor.
Vivimos en una Democracia representativa que ha propiciado esta situación, delegando las decisiones en nuestros y nuestras representantes públicos. Pero esto no debería ser incompatible con el desarrollo de la Democracia participativa en la que los ciudadanos y ciudadanas tuvieran una mayor participación en las decisiones políticas de su entorno. Tomamos como ejemplo más conocido los “presupuestos participativos”, en los que se produce una consulta-diálogo entre ciudadanía e institución sobre cuáles son las prioridades de inversión en un municipio.
Volviendo al ejemplo de Laura, queremos que los niños y niñas sean participativos en clase, pero en realidad nos referimos a que contesten a las preguntas que les hacemos o a que muestren interés por los trabajos que les proponemos, aunque en lo referente a la toma de decisiones sobre lo que les interesa tan solo, en la mayoría de las ocasiones, les permitimos que se manifiesten, pero no que sean partícipes de los resultados. Quizás si Laura y sus compañeros y compañeras pudieran hacer propuestas sobre qué juegos y/o actividades quieren realizar en el recreo, pudieran después compartirlas con sus maestras y maestros y crear, a partir de ahí, un proceso participativo para votar cuáles son las más interesantes para llevar a la práctica, solo quizás, los niños y niñas serían más felices y habría menos conflictos en los recreos, ya que se adaptarían a sus verdaderas necesidades.
Extrapolando este ejemplo a la vida adulta, y centrándonos en nuestro entorno más próximo, nuestro municipio, sería un gran avance que desde la institución pública, el Ayuntamiento, nos informasen sobre las partidas presupuestarias (como punto de inicio), pero no a través de las redes sociales o webs, sino a través de la formación directa, creando foros y/o espacios de debates con las y los representantes públicos, para así poder compartir nuestras ideas y opiniones sobre dónde queremos que se invierta nuestro dinero, y finalizando el proceso con una toma de decisiones conjunta, organizada y coherente. Tal vez así, como le sucediera a Laura y sus amigos y amigas, seríamos más felices y tendríamos menos conflictos y/o dificultades porque las decisiones se adaptarían a nuestras verdaderas necesidades. Esto es PARTICIPACIÓN.
Hace algunos días, Laura, de 11 años, me preguntaba por qué en la hora del recreo del colegio solo se podía jugar a lo que las maestras y maestros habían decidido. Se planteaba que era injusto que los niños y niñas no pudieran decidir sobre su propio tiempo libre, nadie les había preguntado ni informado sobre el recreo…
Desde temprana edad, por no decir desde el nacimiento, perdemos la capacidad de participar en las decisiones de nuestra propia vida. Ejemplos como el de Laura, no son más que un pequeño instante en el que no permitimos que los niños y niñas participen en la organización de su tiempo de recreo. Pero esto que sucede a pequeña escala, se va multiplicando en todos los ámbitos de la vida dejándonos al margen de las decisiones que nos afectan.
¿Hemos tenido alguna vez en la historia la oportunidad real de PARTICIPAR en nuestra sociedad?
Pero, ¿qué entendemos por PARTICIPAR? La RAE lo define como “tomar parte de algo; compartir…”, es decir, que la participación ciudadana debería ser aquella en la que las personas “toman parte de ella y comparten sus ideas y opiniones”.
Un poco de legislación sobre el asunto. En la Constitución Española (C.E.) se reconoce expresamente la posibilidad de participar directamente en los asuntos públicos, recogido en el Título I, artículo 23.1 que dice taxativamente que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del cual emanan los poderes del Estado”. Pero en este artículo no vemos un desarrollo pleno en lo que a participación directa se refiere, apareciendo en el artículo 9.2 de la C.E. que “Corresponde a los poderes políticos… remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política económica, cultural y social”, produciéndose así un vacío jurídico. Este vacío jurídico se manifiesta en el momento en que las herramientas de participación directa de las personas no son vinculantes en el actual ordenamiento jurídico y, por lo tanto, somete la participación directa a la participación mediante representación no cumpliéndose de este modo la igualdad que proclama el artículo 23.1.
La realidad con que nos encontramos, nos muestra que en política limitamos la participación ciudadana al momento del sufragio, cada cuatro años, al referéndum, cada treintena o más años, y a la presentación de Iniciativas Legislativas Populares (ILP), de estas últimas solo se ha aprobado 1 en los últimos 30 años. Ni los referéndums ni las ILP son participación directa, porque necesitan, o bien que el referéndum lo convoquen y autoricen los y las representantes públicos, o bien que la ILP sea votada favorablemente por ellos y ellas (Título III. Artículo 87).
A nivel local, la Ley 57/2003, de 16 de diciembre, introduce un nuevo artículo que regula las Bases de Régimen Local, en cuyo apartado 2 establece una especie de iniciativa popular al determinar que los vecinos y vecinas que gocen del derecho de sufragio activo en las elecciones municipales; es decir, mayoría de edad para ejercer el derecho al voto, pueden presentar propuestas de acuerdos o actuaciones o proyectos de reglamentos en materias de la competencia municipal. ¿Lo sabíais?... En el caso de Dos Hermanas, estas iniciativas populares deben estar subscritas por el 10% del total de nazarenos y nazarenas (unas 13.000 personas). Pero, ¿conocen esta posibilidad de participación nuestros vecinos y vecinas? De hecho, no hay ni siquiera herramientas claras y públicas para elevarlas al órgano de gobierno. Los reglamentos de nuestro Ayuntamiento no pasan por el pueblo, no hay debate, no hay nada que nos permita participar en la política municipal de forma directa. ¿Se estarán cumpliendo las leyes en cuanto a participación municipal? Dejemos esta pregunta en el aire…
Podemos decir con esto, que en la práctica la participación directa es inexistente, somos agentes pasivos a los que se nos ha privado la posibilidad de “tomar parte” de lo que sucede en nuestra localidad, comunidad, país… Es a través del derecho a la manifestación, otra forma de participación ciudadana, como manifestamos nuestros desacuerdos ante las decisiones políticas, que la mayoría de veces no son tomadas en cuenta e incluso se desprestigia su valor.
Vivimos en una Democracia representativa que ha propiciado esta situación, delegando las decisiones en nuestros y nuestras representantes públicos. Pero esto no debería ser incompatible con el desarrollo de la Democracia participativa en la que los ciudadanos y ciudadanas tuvieran una mayor participación en las decisiones políticas de su entorno. Tomamos como ejemplo más conocido los “presupuestos participativos”, en los que se produce una consulta-diálogo entre ciudadanía e institución sobre cuáles son las prioridades de inversión en un municipio.
Volviendo al ejemplo de Laura, queremos que los niños y niñas sean participativos en clase, pero en realidad nos referimos a que contesten a las preguntas que les hacemos o a que muestren interés por los trabajos que les proponemos, aunque en lo referente a la toma de decisiones sobre lo que les interesa tan solo, en la mayoría de las ocasiones, les permitimos que se manifiesten, pero no que sean partícipes de los resultados. Quizás si Laura y sus compañeros y compañeras pudieran hacer propuestas sobre qué juegos y/o actividades quieren realizar en el recreo, pudieran después compartirlas con sus maestras y maestros y crear, a partir de ahí, un proceso participativo para votar cuáles son las más interesantes para llevar a la práctica, solo quizás, los niños y niñas serían más felices y habría menos conflictos en los recreos, ya que se adaptarían a sus verdaderas necesidades.
Extrapolando este ejemplo a la vida adulta, y centrándonos en nuestro entorno más próximo, nuestro municipio, sería un gran avance que desde la institución pública, el Ayuntamiento, nos informasen sobre las partidas presupuestarias (como punto de inicio), pero no a través de las redes sociales o webs, sino a través de la formación directa, creando foros y/o espacios de debates con las y los representantes públicos, para así poder compartir nuestras ideas y opiniones sobre dónde queremos que se invierta nuestro dinero, y finalizando el proceso con una toma de decisiones conjunta, organizada y coherente. Tal vez así, como le sucediera a Laura y sus amigos y amigas, seríamos más felices y tendríamos menos conflictos y/o dificultades porque las decisiones se adaptarían a nuestras verdaderas necesidades. Esto es PARTICIPACIÓN.
INMA DEL PINO FERNÁNDEZ, CONCEJALA DE SÍ SE PUEDE DOS HERMANAS Y SECRETARIA DE PARTICIPACIÓN DE PODEMOS DOS HERMANAS