Dos Hermanas sigue gozando de una Semana Santa plena, llena de calor, de devociones, de momentos únicos a pesar de que cada año parecen idénticos, y en esta jornada del Miércoles Santo se hizo una sola Oración para recibir a una de sus hermandades más señeras. Y, de nuevo, la multitud se apoderó de muchas calles y plazas para entregarse a sus imágenes.
Cuando la Cruz de Guía de la Hermandad de la Oración en el Huerto se asomó a la calle Aníbal González, lo que pudo contemplar fueron los rostros de cientos de personas que aguardaban desde bastante tiempo antes para asistir un año más a esos momentos que forman parte de la tradición y de la historia personal de cada uno.
Y ya empezaron pronto las estampas que identifican de forma especial a esta cofradía de nazarenos, ya que los primeros tramos aparecieron integrados por esos infantes nazarenos que le dan un sabor especial. Siempre, alrededor de esta cofradía, es habitual ver a madres y padres, también abuelos, que acompañan durante todo el recorrido -los que lo aguantan, claro- a sus hijos o nietos, y que realizan su particular Estación de Penitencia suministrando de agua o algún alimento a quienes quieren salir, de nazareno o de monaguillo, en la Hermandad de toda la vida de su familia.
Por eso fueron habituales estas imágenes y por eso quienes acuden a presenciar esta cofradía no sólo disfrutan de la contemplación de sus titulares, sino que también se entretienen con esas secuencias tan particulares. Y así fue transcurriendo todo hasta que hizo su salida el Misterio con la secuencia de la Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, que lo hizo de forma magistral, muy despacito y gustándose los costaleros, lo que provocó el aplauso de los allí congregados.
La salida de la Virgen de los Dolores también fue espectacular, ya que a la hermosura de su palio se unió, como siempre, la dificultad del momento en el que debe pasar bajo el dintel de su Casa Hermandad, que fue guiada de forma serena por el capataz mayor, Fernando Gutiérrez Luna.
A partir de ahí se inició un recorrido por las calles más céntricas de la ciudad, en el que los pasos parecieron ir sin prisa, gustándose y recreándose con cada momento que consideraron particular, como ocurrió durante su paso por la Carrera Oficial. Pero, por encima de todas ellas, las presentaciones ante las sedes de las cofradías hermanas de la Estrella, Gran Poder y Vera-Cruz se vivieron de forma especial y siempre arropadas por una gran cantidad de personas. Y, por supuesto, la entrada en su casa-hermandad, a donde no parecía que tuviera prisa por entrar.
Crónica gráfica de la salida
Cuando la Cruz de Guía de la Hermandad de la Oración en el Huerto se asomó a la calle Aníbal González, lo que pudo contemplar fueron los rostros de cientos de personas que aguardaban desde bastante tiempo antes para asistir un año más a esos momentos que forman parte de la tradición y de la historia personal de cada uno.
Y ya empezaron pronto las estampas que identifican de forma especial a esta cofradía de nazarenos, ya que los primeros tramos aparecieron integrados por esos infantes nazarenos que le dan un sabor especial. Siempre, alrededor de esta cofradía, es habitual ver a madres y padres, también abuelos, que acompañan durante todo el recorrido -los que lo aguantan, claro- a sus hijos o nietos, y que realizan su particular Estación de Penitencia suministrando de agua o algún alimento a quienes quieren salir, de nazareno o de monaguillo, en la Hermandad de toda la vida de su familia.
Por eso fueron habituales estas imágenes y por eso quienes acuden a presenciar esta cofradía no sólo disfrutan de la contemplación de sus titulares, sino que también se entretienen con esas secuencias tan particulares. Y así fue transcurriendo todo hasta que hizo su salida el Misterio con la secuencia de la Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, que lo hizo de forma magistral, muy despacito y gustándose los costaleros, lo que provocó el aplauso de los allí congregados.
La salida de la Virgen de los Dolores también fue espectacular, ya que a la hermosura de su palio se unió, como siempre, la dificultad del momento en el que debe pasar bajo el dintel de su Casa Hermandad, que fue guiada de forma serena por el capataz mayor, Fernando Gutiérrez Luna.
A partir de ahí se inició un recorrido por las calles más céntricas de la ciudad, en el que los pasos parecieron ir sin prisa, gustándose y recreándose con cada momento que consideraron particular, como ocurrió durante su paso por la Carrera Oficial. Pero, por encima de todas ellas, las presentaciones ante las sedes de las cofradías hermanas de la Estrella, Gran Poder y Vera-Cruz se vivieron de forma especial y siempre arropadas por una gran cantidad de personas. Y, por supuesto, la entrada en su casa-hermandad, a donde no parecía que tuviera prisa por entrar.
Crónica gráfica de la salida
F. G. / REDACCIÓN