El año 2007 parece ser que no solo fue el comienzo de una crisis económica y social que todavía arrastramos, a pesar de los cantos de sirena con los que nos quiere arrullar el Gobierno, encabezado por su presidente, en el sentido de que ya la hemos dejado atrás porque las cifras macroeconómicas, que son los actuales dogmas neoliberales en los que hay que creer, nos dicen que crecemos y crecemos sin parar.
Es posible que quienes nos lanzan estos mensajes no pisan la calle porque se trasladan en vehículos oficiales y no sepan lo que le sucede a la mayoría de la gente que no entiende las enrevesadas fórmulas matemáticas que determinan que la luz del bienestar se expande por todo el territorio nacional.
Pues bien, como la gente se ha vuelto totalmente escéptica ante los discursos oficiales y atiende más a la realidad que le rodea, una de las industrias de servicios necesarias del mercado, como es la publicidad (que, por cierto, no es tonta, dado que no habría venta de la mayor parte de los productos si no existieran los medios que los anuncian, promocionan y actualizan), ha dado una vuelta de tuerca a sus estrategias persuasivas, de modo que en algunas de sus campañas se ha situado del lado de los desfavorecidos, del pueblo y sus reivindicaciones (eso quiere hacernos creer).
Hemos de tener en cuenta que en la actualidad se hace muy difícil volver a la euforia en la que nos encontrábamos tiempo atrás, hace algo más de una década, puesto que en ese fatídico 2007 empezó a resquebrajarse el paraíso del consumo en el que se nos hacía creer que viviríamos eternamente.
No es necesario devanarse los sesos para recordar que hasta entonces los precios de la vivienda subían como la espuma, dado que todo hijo de vecino tenía la posibilidad de comprarse un piso hipotecándose sin problemas, ya que los bancos te acogían con los brazos abiertos y te mostraban sus más amplias sonrisas, sin que te preguntaran mucho sobre el tipo de trabajo que se tenía. Todo era júbilo: hasta los recién salidos de la adolescencia se compraban un coche con el primer sueldo que recibían, como demostración de que la vida era maravillosa.
Y mira por dónde, la versión financiera del capitalismo global asomó sus orejas de lobo para decir que la fiesta se había acabado, que las vacas flacas pastarían por el territorio hispano durante años, pues los pastos que las alimentaban se habían agotado.
Pues bien, tal como decía, la publicidad tuvo que reinventarse y ponerse del lado “del pueblo”. Así, aparecieron campañas publicitarias en las que se veían a jovencitos manifestándose airadamente (¡A favor del amor!). Había que tomar la estética de las concentraciones que se daban en distintos países para que los que disponen de unos papás con buenas cuentas corrientes no se quedaran al margen de la efervescencia de unas generaciones que se veían en los márgenes de la sociedad.
Como ejemplo, traigo este cartel de la marca italiana Just Cavalli, en el que vemos a unos chicos y chicas, todos guapísimos, todos recién salidos de las selectas tiendas en las que se visten, diciéndonos que ellos también sufren las “injusticias del sistema”, puesto que no pueden tener todo lo que quieren, y eso, como es de suponer, no lo pueden tolerar.
Pero no nos vayamos a creer que esto solo acontece en Occidente, donde los niveles de bienestar parecen la envidia de otros países. No, la publicidad se extiende por todo el planeta y se monta al carro de cualquier evento que protagonizan los jóvenes para decirles que “está de su lado”.
Como pequeña muestra sirve este rótulo de las calles de El Cairo en las fechas en las que las manifestaciones que se producían, allá por el 2011, en la Plaza Tahrir contra la dictadura de Hosni Mubarak, que, por cierto, la represión que llevó a cabo se cerró con 300 muertos. Pues bien, ahí tenemos a un chico y a una chica, muy actuales en su vestimenta, ella bebiéndose una coca-cola y él, metafóricamente, arrastrando las paredes de un muro para que apareciera un mundo limpio, brillante y feliz (del que, lógicamente, Coca-Cola Company está a favor del mismo).
Nuestro país no se podía quedar atrás en la línea de la nueva publicidad “comprometida”. Así, dos marcas que se han sumado a esta corriente de “estar a favor del pueblo” y de las reivindicaciones de “liberación” son Lotería Nacional y Campofrío.
Bien es cierto que los spots de la primera, en sus campañas de Lotería de Navidad, apelan a los sentimientos familiares y hogareños en los que la nostalgia no puede quedar fuera, pues son días de encuentros, de vuelta al pueblo, de regreso a las tradiciones…
Sin embargo, Campofrío ha optado por “denunciar y defender” reivindicaciones de sectores en los que la crisis se ha cebado duramente. Sobre ello, tiempo atrás publiqué un par de artículos (Retorno al pasado y Un gran anuncio con trampa) en los que analizaba las estrategias persuasivas que la agencia publicitaria estadounidense McCann-Erickson, junto con la directora Icíar Bollaín, empleaba en esas pequeñas películas, a las que hay que reconocer que técnicamente eran impecables, pero que el nivel de utilización de los problemas sociales se hacía de forma un tanto descarada.
Pues bien, en esta línea, y dando una vuelta de tuerca, Pavofrío, una marca y producto de la empresa cárnica Campofrío, ha lanzado su nuevo anuncio de 2017 y que lleva por título “Deliciosa Calma”.
Así, MRM/McCann, la agencia encargada de la realización del spot, nos dice lo siguiente del corto que ha creado: “Pavofrío lanza ‘Deliciosa Calma’, con la finalidad de liberar a las mujeres de sus tensiones diarias. Se trata de una iniciativa que llama a la reflexión sobre el origen de las cargas y a las maneras de liberarse de esta presión social haciendo lo que deseen y siendo lo que quieran, ya que, según un informe Nielsen, más del 66 por ciento de las mujeres españolas sufre estrés, tanto en el ámbito laboral como en el personal”.
Pues bien, en esta línea de preocupación que últimamente tienen las empresas españolas por los problemas que agobia a la gente, Campofrío parece que es la más “concienciada” de todas, por lo que no es de extrañar que haya descubierto que las españolas están muy estresadas y necesitan, no el apoyo de su pareja y sus hijos (caso de que los tuvieran), ni siquiera la consulta de los psicólogos (cuyas clínicas están a rebosar), sino de una dieta adecuada, adobada con reivindicaciones ‘feministas’, tal como hemos visto en el corto.
Para que nadie pierda el sentido del humor, en el restaurante ‘Deliciosa Calma’ se encontraban las inolvidables Carmen Maura, Rossy de Palma y María Barranco que tan buenos momentos nos hicieron pasar hace nada menos que 28 años (¡cómo pasa el tiempo!) en Mujeres al borde de un ataque de nervios de Pedro Almodóvar.
Puesto que Pavofrío verdaderamente es todo compromiso social, y para que nadie dude de sus buenas intenciones, tiene previsto para los días 19, 23 y 31 de mayo, así como el 7 de junio, transformar el restaurante La Contraseña de Madrid en ‘Deliciosa Calma’, un restaurante al que solo podrán acceder mujeres.
Así, la chef Susi Díaz, que ha sido galardonada con una estrella Michelín, será la encargada de crear la carta a las afortunadas que puedan acceder esos días. Hemos de tener en cuenta que estará elaborada con una serie de productos, entre ellos el pavo, y que según la Universidad de Berkeley ayudan a aliviar el estrés.
Ah, se me olvidaba: Campofrío, empresa totalmente solidaria con los problemas de las mujeres ha creado una web a la que pueden acceder las interesadas en eliminar su estrés, de modo que cualquiera tenga opción a ganar una deliciosa cena en ‘Deliciosa Calma’.
¿No es maravilloso que cualquier mujer española pueda acudir una de esas noches a disfrutar de la compañía de sus amigas, al tiempo que juntas van desgranando sus desgracias regadas con buenos vinos y platos servidos por una chef que atenderá cualquier ocurrencia que se les venga a la cabeza, puesto que serán halagadas, agasajadas y filmadas con el fin de que posteriormente sus penas puedan ser conocidas por el resto de la población?
¿No es fantástico que las mujeres, por fin, puedan dar rienda suelta a tantas y tantas preocupaciones, y que, gracias a Pavofrío, sean capaces de liberarse de un sistema que las oprime, simplemente decidiéndose por una sencilla dieta que ha sido descubierta, nada menos, que por la Universidad de Berkeley?
Es posible que quienes nos lanzan estos mensajes no pisan la calle porque se trasladan en vehículos oficiales y no sepan lo que le sucede a la mayoría de la gente que no entiende las enrevesadas fórmulas matemáticas que determinan que la luz del bienestar se expande por todo el territorio nacional.
Pues bien, como la gente se ha vuelto totalmente escéptica ante los discursos oficiales y atiende más a la realidad que le rodea, una de las industrias de servicios necesarias del mercado, como es la publicidad (que, por cierto, no es tonta, dado que no habría venta de la mayor parte de los productos si no existieran los medios que los anuncian, promocionan y actualizan), ha dado una vuelta de tuerca a sus estrategias persuasivas, de modo que en algunas de sus campañas se ha situado del lado de los desfavorecidos, del pueblo y sus reivindicaciones (eso quiere hacernos creer).
Hemos de tener en cuenta que en la actualidad se hace muy difícil volver a la euforia en la que nos encontrábamos tiempo atrás, hace algo más de una década, puesto que en ese fatídico 2007 empezó a resquebrajarse el paraíso del consumo en el que se nos hacía creer que viviríamos eternamente.
No es necesario devanarse los sesos para recordar que hasta entonces los precios de la vivienda subían como la espuma, dado que todo hijo de vecino tenía la posibilidad de comprarse un piso hipotecándose sin problemas, ya que los bancos te acogían con los brazos abiertos y te mostraban sus más amplias sonrisas, sin que te preguntaran mucho sobre el tipo de trabajo que se tenía. Todo era júbilo: hasta los recién salidos de la adolescencia se compraban un coche con el primer sueldo que recibían, como demostración de que la vida era maravillosa.
Y mira por dónde, la versión financiera del capitalismo global asomó sus orejas de lobo para decir que la fiesta se había acabado, que las vacas flacas pastarían por el territorio hispano durante años, pues los pastos que las alimentaban se habían agotado.
Pues bien, tal como decía, la publicidad tuvo que reinventarse y ponerse del lado “del pueblo”. Así, aparecieron campañas publicitarias en las que se veían a jovencitos manifestándose airadamente (¡A favor del amor!). Había que tomar la estética de las concentraciones que se daban en distintos países para que los que disponen de unos papás con buenas cuentas corrientes no se quedaran al margen de la efervescencia de unas generaciones que se veían en los márgenes de la sociedad.
Como ejemplo, traigo este cartel de la marca italiana Just Cavalli, en el que vemos a unos chicos y chicas, todos guapísimos, todos recién salidos de las selectas tiendas en las que se visten, diciéndonos que ellos también sufren las “injusticias del sistema”, puesto que no pueden tener todo lo que quieren, y eso, como es de suponer, no lo pueden tolerar.
Pero no nos vayamos a creer que esto solo acontece en Occidente, donde los niveles de bienestar parecen la envidia de otros países. No, la publicidad se extiende por todo el planeta y se monta al carro de cualquier evento que protagonizan los jóvenes para decirles que “está de su lado”.
Como pequeña muestra sirve este rótulo de las calles de El Cairo en las fechas en las que las manifestaciones que se producían, allá por el 2011, en la Plaza Tahrir contra la dictadura de Hosni Mubarak, que, por cierto, la represión que llevó a cabo se cerró con 300 muertos. Pues bien, ahí tenemos a un chico y a una chica, muy actuales en su vestimenta, ella bebiéndose una coca-cola y él, metafóricamente, arrastrando las paredes de un muro para que apareciera un mundo limpio, brillante y feliz (del que, lógicamente, Coca-Cola Company está a favor del mismo).
Nuestro país no se podía quedar atrás en la línea de la nueva publicidad “comprometida”. Así, dos marcas que se han sumado a esta corriente de “estar a favor del pueblo” y de las reivindicaciones de “liberación” son Lotería Nacional y Campofrío.
Bien es cierto que los spots de la primera, en sus campañas de Lotería de Navidad, apelan a los sentimientos familiares y hogareños en los que la nostalgia no puede quedar fuera, pues son días de encuentros, de vuelta al pueblo, de regreso a las tradiciones…
Sin embargo, Campofrío ha optado por “denunciar y defender” reivindicaciones de sectores en los que la crisis se ha cebado duramente. Sobre ello, tiempo atrás publiqué un par de artículos (Retorno al pasado y Un gran anuncio con trampa) en los que analizaba las estrategias persuasivas que la agencia publicitaria estadounidense McCann-Erickson, junto con la directora Icíar Bollaín, empleaba en esas pequeñas películas, a las que hay que reconocer que técnicamente eran impecables, pero que el nivel de utilización de los problemas sociales se hacía de forma un tanto descarada.
Pues bien, en esta línea, y dando una vuelta de tuerca, Pavofrío, una marca y producto de la empresa cárnica Campofrío, ha lanzado su nuevo anuncio de 2017 y que lleva por título “Deliciosa Calma”.
Así, MRM/McCann, la agencia encargada de la realización del spot, nos dice lo siguiente del corto que ha creado: “Pavofrío lanza ‘Deliciosa Calma’, con la finalidad de liberar a las mujeres de sus tensiones diarias. Se trata de una iniciativa que llama a la reflexión sobre el origen de las cargas y a las maneras de liberarse de esta presión social haciendo lo que deseen y siendo lo que quieran, ya que, según un informe Nielsen, más del 66 por ciento de las mujeres españolas sufre estrés, tanto en el ámbito laboral como en el personal”.
Pues bien, en esta línea de preocupación que últimamente tienen las empresas españolas por los problemas que agobia a la gente, Campofrío parece que es la más “concienciada” de todas, por lo que no es de extrañar que haya descubierto que las españolas están muy estresadas y necesitan, no el apoyo de su pareja y sus hijos (caso de que los tuvieran), ni siquiera la consulta de los psicólogos (cuyas clínicas están a rebosar), sino de una dieta adecuada, adobada con reivindicaciones ‘feministas’, tal como hemos visto en el corto.
Para que nadie pierda el sentido del humor, en el restaurante ‘Deliciosa Calma’ se encontraban las inolvidables Carmen Maura, Rossy de Palma y María Barranco que tan buenos momentos nos hicieron pasar hace nada menos que 28 años (¡cómo pasa el tiempo!) en Mujeres al borde de un ataque de nervios de Pedro Almodóvar.
Puesto que Pavofrío verdaderamente es todo compromiso social, y para que nadie dude de sus buenas intenciones, tiene previsto para los días 19, 23 y 31 de mayo, así como el 7 de junio, transformar el restaurante La Contraseña de Madrid en ‘Deliciosa Calma’, un restaurante al que solo podrán acceder mujeres.
Así, la chef Susi Díaz, que ha sido galardonada con una estrella Michelín, será la encargada de crear la carta a las afortunadas que puedan acceder esos días. Hemos de tener en cuenta que estará elaborada con una serie de productos, entre ellos el pavo, y que según la Universidad de Berkeley ayudan a aliviar el estrés.
Ah, se me olvidaba: Campofrío, empresa totalmente solidaria con los problemas de las mujeres ha creado una web a la que pueden acceder las interesadas en eliminar su estrés, de modo que cualquiera tenga opción a ganar una deliciosa cena en ‘Deliciosa Calma’.
¿No es maravilloso que cualquier mujer española pueda acudir una de esas noches a disfrutar de la compañía de sus amigas, al tiempo que juntas van desgranando sus desgracias regadas con buenos vinos y platos servidos por una chef que atenderá cualquier ocurrencia que se les venga a la cabeza, puesto que serán halagadas, agasajadas y filmadas con el fin de que posteriormente sus penas puedan ser conocidas por el resto de la población?
¿No es fantástico que las mujeres, por fin, puedan dar rienda suelta a tantas y tantas preocupaciones, y que, gracias a Pavofrío, sean capaces de liberarse de un sistema que las oprime, simplemente decidiéndose por una sencilla dieta que ha sido descubierta, nada menos, que por la Universidad de Berkeley?
AURELIANO SÁINZ