Trece de las cruces que marcaron el camino de la Pasión de Jesucristo se encontraron distribuidas alrededor de la Plaza de la Mina, de nuevo el escenario para este recogimiento, pero el recorrido hacia el Calvario reservó la última, la catorce, en el interior de la capilla del Gran Poder, donde la imagen del Señor aguardaba a Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz y a Nuestra Señora de la Amargura, que protagonizaron un Vía Crucis inédito.
Y es que era la primera vez en Dos Hermanas en la que el Vía Crucis de las Hermandades, que organiza el Consejo de Cofradías, se desarrollaba en dos escenarios distintos: una plaza pública, que acogió con recogimiento a muchos nazarenos, y el interior de una capilla, la del Gran Poder, que sirvió para recoger la última de las estaciones en el camino que las imágenes titulares de la Hermandad de la Amargura debían seguir luego hacia su casa.
En La Mina, la Pasión del Señor se vivió con devoción en torno al sufrimiento de Jesucristo, con las imágenes entrelazadas de Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de la Amargura llevadas en andas por hermanos y cofrades, mientras que en un lugar fijo de esta plaza el párroco de Santa María Magdalena, don Manuel Sánchez de Heredia, daba lectura a los rezos acompañado por tres pregoneros: María Dolores Díaz, que lo fue de la Semana Santa de 2013; Juan María Ramírez, de la Romería de Valme 2016, y Rafael Camúñez, exaltador de la Navidad 2016.
Detrás de la Cruz de Guía, los hermanos mayores de las distintas corporaciones nazarenas, y presidiendo el cortejo, don Rafael Gutiérrez, vicario parroquial; Antonio Gavala, presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, y el hermano mayor de la Amargura, Alfonso Benítez. Junto a ellos, el conjunto vocal Santa Ángela de la Cruz de Dos Hermanas.
El Vía Crucis transcurrió en la Plaza de la Mina hasta que las imágenes de la Pasión que representan Jesús Descendido de la Cruz y la Virgen de la Amargura cubrieron las trece estaciones distribuidas por este espacio, tomando a continuación, cuando el reloj se aproximaba a las diez y media de la noche, dirección a la capilla del Gran Poder, donde numeroso público aguardaba ya, tanto en su exterior como en su interior, a completar un Vía Crucis que concluiría ante el altar que acoge al Señor del Gran Poder, a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso y a San Juan Evangelista.
De nuevo con recogimiento, se rezó la última de las estaciones mientras todos los presentes observaban una escena poco repetida, y única en el caso de un Vía Crucis, con imágenes unas frente a otras que forman parte de la rica imaginería local. Con metódica organización, el cortejo de hermanos y hermanas de la Amargura se dispuso finalmente para, sobre las once de la noche, iniciar el camino de regreso a su casa tras dos días en los que se convirtió en protagonista absoluto de la pasión nazarena.
Imágenes del Vía Crucis
Y es que era la primera vez en Dos Hermanas en la que el Vía Crucis de las Hermandades, que organiza el Consejo de Cofradías, se desarrollaba en dos escenarios distintos: una plaza pública, que acogió con recogimiento a muchos nazarenos, y el interior de una capilla, la del Gran Poder, que sirvió para recoger la última de las estaciones en el camino que las imágenes titulares de la Hermandad de la Amargura debían seguir luego hacia su casa.
En La Mina, la Pasión del Señor se vivió con devoción en torno al sufrimiento de Jesucristo, con las imágenes entrelazadas de Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de la Amargura llevadas en andas por hermanos y cofrades, mientras que en un lugar fijo de esta plaza el párroco de Santa María Magdalena, don Manuel Sánchez de Heredia, daba lectura a los rezos acompañado por tres pregoneros: María Dolores Díaz, que lo fue de la Semana Santa de 2013; Juan María Ramírez, de la Romería de Valme 2016, y Rafael Camúñez, exaltador de la Navidad 2016.
Detrás de la Cruz de Guía, los hermanos mayores de las distintas corporaciones nazarenas, y presidiendo el cortejo, don Rafael Gutiérrez, vicario parroquial; Antonio Gavala, presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, y el hermano mayor de la Amargura, Alfonso Benítez. Junto a ellos, el conjunto vocal Santa Ángela de la Cruz de Dos Hermanas.
El Vía Crucis transcurrió en la Plaza de la Mina hasta que las imágenes de la Pasión que representan Jesús Descendido de la Cruz y la Virgen de la Amargura cubrieron las trece estaciones distribuidas por este espacio, tomando a continuación, cuando el reloj se aproximaba a las diez y media de la noche, dirección a la capilla del Gran Poder, donde numeroso público aguardaba ya, tanto en su exterior como en su interior, a completar un Vía Crucis que concluiría ante el altar que acoge al Señor del Gran Poder, a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso y a San Juan Evangelista.
De nuevo con recogimiento, se rezó la última de las estaciones mientras todos los presentes observaban una escena poco repetida, y única en el caso de un Vía Crucis, con imágenes unas frente a otras que forman parte de la rica imaginería local. Con metódica organización, el cortejo de hermanos y hermanas de la Amargura se dispuso finalmente para, sobre las once de la noche, iniciar el camino de regreso a su casa tras dos días en los que se convirtió en protagonista absoluto de la pasión nazarena.
Imágenes del Vía Crucis
F. G. / REDACCIÓN