El camino ya no tiene vuelta atrás, y este domingo los cultos y actos que culminarán el tercero de octubre ha vivido una jornada muy especial en torno a Nuestra Señora de Valme, y a la Romería que ya se prepara, con la celebración de la Función Principal en su honor, que presidió el arzobispo de Sevilla, don Juan José Asenjo, y con la lectura del Pregón de Valme a cargo del nazareno Juan María Ramírez Gutiérrez.
Y para ambos acontecimientos la Parroquia de Santa María Magdalena se vio engalanada con la gran presencia de nazarenos y de nazarenas que quisieron vivir uno de esos días grandes de los que se viven a lo largo del año en honor a su Protectora. Solemnidad primero con la Misa que presidió el arzobispo de Sevilla, un habitual ya en estos cultos, y ferviente pasión por parte del pregonero en su defensa de cuanto significa Valme y de cuanto representa como Virgen.
Porque el pregón que ha pronunciado Juan María Ramírez ha sorprendido por su prosa y su verso, pero no por su contenido, porque quienes lo conocen, quienes saben de su espiritualidad y de su devoción a la Virgen, sea la suya del Mayor Dolor y Traspaso, sea -"porque es lo mismo", dijo él- también la suya de Valme, conocía perfectamente que con sus palabras trataría de entrar en lo más profundo de su pasión y de sus sentimientos hacia Ella.
Y así fue. Salpicado de poemas con los que levantó su propia figura y provocó el aplauso sentido de cuantos llenaban el Templo nazareno, Juan María Ramírez imploró al Año de la Misericordia para ganar su indulgencia pidiendo perdón a cuantos hubiera podido ofender, dedicó unas palabras muy cariñosas hacia sus padres, allí presentes, hacia su presentador, su 'hermano' Manuel Jesús García Blanco, hacia muchos otros, pero con especial énfasis hacia Magdalena Romero y hacia Sor Presentación, ambas fallecidas recientemente.
El pregonero agradeció a la providencia que la Virgen de Valme llegara hace más de ocho siglos a tierras de Dos Hermanas para quedarse ya siempre aquí, recordó aquella primera vez en la que siendo un niño, en compañía de sus padres, vio a la Virgen en su carreta y se quedó prendado de Ella, y cómo su fe hacia la Protectora se fue haciendo poco a poco más profunda, ya de joven, ya de adulto, hasta apoderarse de él totalmente hasta el punto de afirmar que "si me faltas tú, Valme, no tengo nada".
En su camino, destacó el importante papel que jugó la figura del Rey San Fernando, tanto en la reconquista como en la llegada de Valme a Dos Hermanas, pidió a los jóvenes que se sintieran orgullosos de contar con Ella y llegó a proponer, de forma entregada, que nuestra tierra acogiera un Año Mariano de Valme.
Juan María también hizo referencia al "milagro" que surgen cada tercer domingo de octubre, en el que, después de un año de trabajo, surge "el milagro" y la "apertura del paraíso", hizo un recorrido por el camino que lleva hasta el Santuario de Cuarto y concluyó con una encendida defensa de Nuestra Señora de Valme, a quien le dedicó un sentido "¡Viva!" para concluir.
Y para ambos acontecimientos la Parroquia de Santa María Magdalena se vio engalanada con la gran presencia de nazarenos y de nazarenas que quisieron vivir uno de esos días grandes de los que se viven a lo largo del año en honor a su Protectora. Solemnidad primero con la Misa que presidió el arzobispo de Sevilla, un habitual ya en estos cultos, y ferviente pasión por parte del pregonero en su defensa de cuanto significa Valme y de cuanto representa como Virgen.
Porque el pregón que ha pronunciado Juan María Ramírez ha sorprendido por su prosa y su verso, pero no por su contenido, porque quienes lo conocen, quienes saben de su espiritualidad y de su devoción a la Virgen, sea la suya del Mayor Dolor y Traspaso, sea -"porque es lo mismo", dijo él- también la suya de Valme, conocía perfectamente que con sus palabras trataría de entrar en lo más profundo de su pasión y de sus sentimientos hacia Ella.
Y así fue. Salpicado de poemas con los que levantó su propia figura y provocó el aplauso sentido de cuantos llenaban el Templo nazareno, Juan María Ramírez imploró al Año de la Misericordia para ganar su indulgencia pidiendo perdón a cuantos hubiera podido ofender, dedicó unas palabras muy cariñosas hacia sus padres, allí presentes, hacia su presentador, su 'hermano' Manuel Jesús García Blanco, hacia muchos otros, pero con especial énfasis hacia Magdalena Romero y hacia Sor Presentación, ambas fallecidas recientemente.
El pregonero agradeció a la providencia que la Virgen de Valme llegara hace más de ocho siglos a tierras de Dos Hermanas para quedarse ya siempre aquí, recordó aquella primera vez en la que siendo un niño, en compañía de sus padres, vio a la Virgen en su carreta y se quedó prendado de Ella, y cómo su fe hacia la Protectora se fue haciendo poco a poco más profunda, ya de joven, ya de adulto, hasta apoderarse de él totalmente hasta el punto de afirmar que "si me faltas tú, Valme, no tengo nada".
En su camino, destacó el importante papel que jugó la figura del Rey San Fernando, tanto en la reconquista como en la llegada de Valme a Dos Hermanas, pidió a los jóvenes que se sintieran orgullosos de contar con Ella y llegó a proponer, de forma entregada, que nuestra tierra acogiera un Año Mariano de Valme.
Juan María también hizo referencia al "milagro" que surgen cada tercer domingo de octubre, en el que, después de un año de trabajo, surge "el milagro" y la "apertura del paraíso", hizo un recorrido por el camino que lleva hasta el Santuario de Cuarto y concluyó con una encendida defensa de Nuestra Señora de Valme, a quien le dedicó un sentido "¡Viva!" para concluir.
F. G. / REDACCIÓN