Es un fenómeno curioso. La gente del conocido como barrio de la 'Costa del Sol', popular donde los haya, no sólo disfruta viendo por las calles a su Virgen de la Amargura sosteniendo en sus brazos a Jesús una vez descendido de la Cruz, sino que vive con plenitud todo lo que significa el Viernes Santo, conviviendo tanto en casa como en la calle, con los suyos, este día tan especial para ellos.
Porque las calles de la 'Costa del Sol' de Dos Hermanas son una fiesta cada Viernes Santo, en lo que parece más la celebración de una boda que el encuentro con la pasión. Todos y todas se visten con sus mejores galas, salen a la calle con tiempo para pasear, especialmente si, como ayer, a mediodía y a primeras horas de la tarde el sol luce con esplendor, quedan en casas o en bares, y se preparan, compartiendo, bebiendo y comiendo, para la hora del encuentro con su Hermandad.
Luego, claro, todo resulta muy fácil para todos, porque la cofradía se siente tremendamente arropada y porque la gente se entrega por completo a una Hermandad con la que se siente muy identificada; tanto, que son uno para el otro, y viceversa, durante este día auténticamente festivo en la 'Costa del Sol'.
Pero a su gente no sólo le gusta vivir la cofradía y a su Madre y Señor por el barrio, sino que inunda el centro de Dos Hermanas, apoderándoselo durante unas horas, ésas en las que quieren demostrar a todos que se sienten tremendamente orgullosos de su cofradía y de su raíz popular.
Por eso este Viernes Santo resulta tan distinto en relación a todos los días de la Semana Santa nazarena; por eso parece que por las calles hay más gente que nunca; por eso se ven en los rostros tantas caras de felicidad y tantas lágrimas derramadas, porque es que ya afloran muchos sentimientos, muchos recuerdos y muchos sueños, no siempre cumplidos.
Si, además, los capataces, costaleros, nazarenos, las muchachas que encarnan a las virtudes teologales, las mujeres vestidas de mantilla y toda la Hermandad lo da todo, la Estación de Penitencia no tiene más remedio que resultar todo un éxito. Y así volvió a ocurrir este Viernes Santo nazareno.
Imágenes del Viernes Santo
Porque las calles de la 'Costa del Sol' de Dos Hermanas son una fiesta cada Viernes Santo, en lo que parece más la celebración de una boda que el encuentro con la pasión. Todos y todas se visten con sus mejores galas, salen a la calle con tiempo para pasear, especialmente si, como ayer, a mediodía y a primeras horas de la tarde el sol luce con esplendor, quedan en casas o en bares, y se preparan, compartiendo, bebiendo y comiendo, para la hora del encuentro con su Hermandad.
Luego, claro, todo resulta muy fácil para todos, porque la cofradía se siente tremendamente arropada y porque la gente se entrega por completo a una Hermandad con la que se siente muy identificada; tanto, que son uno para el otro, y viceversa, durante este día auténticamente festivo en la 'Costa del Sol'.
Pero a su gente no sólo le gusta vivir la cofradía y a su Madre y Señor por el barrio, sino que inunda el centro de Dos Hermanas, apoderándoselo durante unas horas, ésas en las que quieren demostrar a todos que se sienten tremendamente orgullosos de su cofradía y de su raíz popular.
Por eso este Viernes Santo resulta tan distinto en relación a todos los días de la Semana Santa nazarena; por eso parece que por las calles hay más gente que nunca; por eso se ven en los rostros tantas caras de felicidad y tantas lágrimas derramadas, porque es que ya afloran muchos sentimientos, muchos recuerdos y muchos sueños, no siempre cumplidos.
Si, además, los capataces, costaleros, nazarenos, las muchachas que encarnan a las virtudes teologales, las mujeres vestidas de mantilla y toda la Hermandad lo da todo, la Estación de Penitencia no tiene más remedio que resultar todo un éxito. Y así volvió a ocurrir este Viernes Santo nazareno.
Imágenes del Viernes Santo
FRANCISCO GIL / REDACCIÓN