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La importante labor que realizan los bomberos en Lesbos, relatada por un voluntario nazareno

La noticia de la detención de tres bomberos sevillanos que han sido detenidos este jueves en la isla griega de Lesbos, supuestamente por un delito de tráfico ilegal de personas cuando, en realidad, se dedican a rescatar a refugiados, ha dado la vuelta al mundo. En Dos Hermanas, el bombero José Antonio Sánchez, conocido por sus amigos y compañeros como 'Torres', relata la importante labor humanitaria que realizan allí.

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'Torres' es un bombero que pertenece a la plantilla del Cuerpo de Bomberos de Dos Hermanas y que el martes de esta semana, justo dos días antes de que sus compañeros de Sevilla fueran detenidos, detalló la labor que realizan en Lesbos, por qué lo hacen y las vivencias tan tremendas que han experimentado, incluida, incluso, la detención de la que a punto estuvieron de sufrir.

Dos Hermanas Diario Digital recoge a continuación el relato en primera persona de 'Torres', uno de los voluntarios pertenecientes a la Asociación Proem-aid, de ayuda a los refugiados, que estuvo el pasado mes de diciembre en esta isla y compañero de los que se encuentran ahora detenidos. Ellos entregan su dinero y sus vacaciones con el único fin de evitar que mueran los refugiados sirios, afganos, iraquíes o turcos que huyen de la guerra y de la miseria. Y la experiencia vivida la cuenta de esta forma:

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Yo he estado estas Navidades en Lesbos como voluntario. Somos un grupo de seis o siete personas que cada quince días nos vamos turnando para ir a esta isla. En estos momentos se encuentra allí el tercer grupo, integrado por bomberos de Dos Hermanas, Sevilla y de la Mancomunidad del Aljarafe. Para ir la primera vez, Protección Civil de Gelves nos dejó una barca, Acualum nos dio cuatro trajes de neopreno y, en su propio coches, fueron desde Sevilla hasta Grecia los que formaron parte del primer grupo, recorriendo más de 4.800 kilómetros.

La cosa fue que cuando llegaron a Lesbos, querían primero informarse un poco de cómo era aquello, pero no les dio tiempo porque en seguida comenzaron a llegar inmigrantes. En estos momentos Lesbos es el lugar donde más necesitan el tipo de ayuda que nosotros podemos prestar. Somos un grupo de profesionales que el pasado mes de noviembre nos pusimos de acuerdo tras ver lo que estaba pasando allí.

Sabíamos que no teníamos medios, pero sí conocimientos, y queríamos dar cobertura donde nadie la está dando, que es mar adentro. Los refugiados llegan a las costas de Lesbos en unas barcas que allí llaman 'dingui', que las hacen exclusivamente para estas personas y que está compuesta por una loneta, unos maderos de aglomerado marino en el suelo y un motor de 15 caballos, en los que, más o menos, suelen meter a unas sesenta personas.

El patrón del 'dingui' suele ser además alguien de la misma tripulación, porque los meten dentro, les dicen hacia dónde tienen que ir, y, sin conocimiento ninguno de navegación, los lanzan al mar. Nosotros trabajamos de noche y en alta mar, en algunas ocasiones a varios grados bajo cero, y nuestra misión es muy importante porque somos los que damos rumbo a los 'dingui', ya que en esa parte hay zonas con arrecifes de coral y con piedras y es muy peligrosa.

Cuando detectamos un 'dingui', si éste va bien lo vamos dirigiendo hacia un rumbo seguro para evitar que encallen en las corales o pedreras y que se vayan todos al agua. Y cuando tienen problemas, entonces los remolcamos, les damos asistencia y en algunas ocasiones les arrancamos el motor porque ellos no saben. En ocasiones hemos recogido a personas a tres millas de la costa, que estaban perdidas en barcas que se habían quedado sin motor.

Nosotros hemos detectado que el 40% de las personas que llegan a Lesbos son niños, muchos de ellos sin padres. E incluso hemos recogido a pequeños con tres días de vida, a enfermos, a personas con síndrome de down... Hay días en los que hemos recibido hasta dieciocho 'dinguis', con unas sesenta personas cada uno.

Esta labor que hacemos la pagamos nosotros de nuestros bolsillos. De momento hemos puesto cada uno alrededor de 500 ó 600 euros, y para ello renunciamos además a nuestras vacaciones y a nuestros cambios de guardia. En todo este tiempo hemos recogido a ciudadanos sirios, afganos, iraquíes, turcos... Hubo una imagen que me impactó porque un día recogimos a una familia afgana en la que los niños, con unos 12 años de edad, llegaron sin zapatos, y cuando les vimos los pies nos dimos cuenta de que sufrían necrosis en los dedos.

Las necesidades que están pasando los inmigrantes allí son bastante grandes. Sólo en quince días asistimos a más de siete mil personas. Y muchas de ellas cuando ven que vamos a ayudarles, no saben cómo darnos las gracias. Pero lo que no hacemos nunca es tripular sus embarcaciones, porque eso sería tráfico ilegal de personas. Es más, en una ocasión los patrulleros griegos nos quisieron detener, pero menos mal que el día anterior estuvimos solucionando un problema con el motor de nuestra embarcación y conocimos a uno de los responsables de Capitanía Marítima, al que nos presentamos y al que le explicamos la labor que estábamos realizando, y cuando conoció que nos llevaban presos, habló con Capitanía y se pudo quedar todo en una anécdota. Si no, no estaríamos seguro ahora aquí.

FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN
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