Juan Olea sorprendió el pasado mes de noviembre al mundo futbolístico nazareno tras anunciar su dimisión como entrenador del primer equipo del C.D. Los Caminantes, después de cinco años en este Club y de lograr importantes resultados. Poco después, la P.D. Rociera lo llamó para hacerse con las riendas del filial, equipo al que, en poco más de tres semanas, ha colocado mirando ya de cerca a los puestos de ascenso.
- ¿Cómo ha asumido el nuevo reto de entrenar a la Rociera B?
- Yo he llegado con la idea de terminar la liga de la mejor manera posible, y aunque pensaba que aún quedaba tiempo para mirar a un posible ascenso, la verdad es que estábamos a once puntos de la cabeza y solo me pidieron que intentáramos quedar lo más arriba posible para que ya el año que viene se intentara dar el salto. Pero ¿qué ha pasado?, pues que en tres semanas hemos sumado siete puntos, pendientes de poder sumar otros tres si conseguimos sacar adelante los veinte minutos que nos quedan por jugar ante el Cantarrana y que se suspendió cuando íbamos ganando por 2-0. Y lo mejor es que lo hemos hecho jugando además bien y hemos logrado meternos ahí arriba.
Estamos ahora a cinco puntos del ascenso y con toda una segunda vuelta por delante.
- Las victorias, además, han sido de peso, ante dos equipos que estaban en lo alto de la clasificación.
- Cierto. Ganamos al Montequinto, que era líder, al Pilas, que ahora mismo es primero, y estamos pendientes de lo que pase ante el Cantarrana, que va por delante nuestra. Sabemos que es muy difícil, porque la plantilla es corta y porque no podemos olvidar que somos un filial, de forma que dependemos del primer equipo. Pero además tenemos que jugar este fin de semana ante el Villanueva Atlético, que es tercero, y luego vamos a casa del Porvenir, que es segundo. Entonces, cuando pasen estos partidos vamos a saber realmente dónde vamos a estar.
- La llegada al filial de la Rociera ¿es un paso hacia atrás como entrenador?
- Para nada, porque cuando se me abre una posibilidad de entrenar yo no miro la categoría. Esta temporada la empecé entrenando a Los Caminantes en Tercera Andaluza, algo que hice con toda la ilusión del mundo, y ahora vuelvo a mi categoría, porque yo pienso que soy entrenador de Cuarta Andaluza, donde cuento además con unos registros maravillosos. Es una aventura nueva la que me llega ahora y otra experiencia más.
- ¿Qué pasó en Los Caminantes para que presentara la dimisión?
- Bueno, yo llevo entrenando desde la temporada 2002/2003 y desde el principio lo máximo que he exigido es compromiso a los jugadores, y en Los Caminantes este año creo que no lo había. El equipo lo conformé yo y el máximo responsable de que no hubiera ese compromiso puede que sea yo también, pero, claro, fuimos a Cazalla y a Camas con doce jugadores, el Club no me dejaba tirar de juveniles, y la verdad es que me sentía atado de pies y manos... A ello se suma que yo tenía a cinco jugadores que no entrenaban con el equipo por motivos de trabajo, y esto hizo que no hubiera buena sintonía. Cierto es, y es importante recalcarlo, que había muchos jugadores comprometidos, pero yo tengo que mirar al grupo entero y había otros que no lo estaban.
- Porque el equipo de Los Caminantes fue un trabajo suyo, ¿no?
- Ese equipo lo formé yo, para lo bueno y para lo malo. Está claro que sin mí no se acaba el mundo, pero las cosas no se estaban haciendo bien. Es curioso que ahora el Club sí deja que los juveniles vayan con el primer equipo... Yo ya dije cuando me marché que lo mejor que le podía pasar al Club era que yo saliera, porque seguro que se iban a poner las pilas. ¿Puede ser ya un poco tarde? No lo sé, pero la plantilla que yo tenía era para estar arriba del todo.
- Volviendo a la Rociera B. ¿Es posible aún el ascenso?
- Yo siempre soy muy optimista. Pero, claro, yo llegué a Carrión, mi primer partido, con doce o trece jugadores, dos de ellos juveniles, y aunque no dimos muy buena imagen, conseguimos empatar. Pero el partido ante el Pilas sí nos dio mucha moral, la actitud fue muy buena y se hizo un encuentro muy completo, hasta el punto de que a partir de ahí los chicos comenzaron a creer en sí mismos. Luego fuimos a Montequinto y resulta que hicimos un trabajo perfecto, nos mantuvimos como un bloque y dimos una imagen de equipo como hacía mucho tiempo que no se veía. Y, encima, ganamos.
- El caso que os habéis colocado a 'tiro de piedra' de la cabeza.
- Cuando yo llegué estábamos a once puntos del ascenso, y ahora a cinco, contando además con que de los seis próximos encuentros, cuatro son en casa, que es donde realmente somos fuertes, ¿y quién dice ahora que con toda una segunda vuelta por delante no vas a luchar por el ascenso? Pero recuerdo que nosotros seguimos dependiendo del primer equipo.
- ¿Cómo le recibieron en Montequinto?
- Bueno, fue complicado, pero quiero resaltar que cuando acabó el partido todos los jugadores me mandaron mensajes de ánimo y el Club me respaldó, porque lo pasé muy mal. Mi hijo estaba en la grada y allí escuché muchos insultos. Pero quiero decir ahora que cuando llegue el partido de vuelta, aquí no va a pasar nada y lo que nosotros haremos será dedicarnos a jugar al fútbol, simplemente.
- ¿Cómo ha asumido el nuevo reto de entrenar a la Rociera B?
- Yo he llegado con la idea de terminar la liga de la mejor manera posible, y aunque pensaba que aún quedaba tiempo para mirar a un posible ascenso, la verdad es que estábamos a once puntos de la cabeza y solo me pidieron que intentáramos quedar lo más arriba posible para que ya el año que viene se intentara dar el salto. Pero ¿qué ha pasado?, pues que en tres semanas hemos sumado siete puntos, pendientes de poder sumar otros tres si conseguimos sacar adelante los veinte minutos que nos quedan por jugar ante el Cantarrana y que se suspendió cuando íbamos ganando por 2-0. Y lo mejor es que lo hemos hecho jugando además bien y hemos logrado meternos ahí arriba.
Estamos ahora a cinco puntos del ascenso y con toda una segunda vuelta por delante.
- Las victorias, además, han sido de peso, ante dos equipos que estaban en lo alto de la clasificación.
- Cierto. Ganamos al Montequinto, que era líder, al Pilas, que ahora mismo es primero, y estamos pendientes de lo que pase ante el Cantarrana, que va por delante nuestra. Sabemos que es muy difícil, porque la plantilla es corta y porque no podemos olvidar que somos un filial, de forma que dependemos del primer equipo. Pero además tenemos que jugar este fin de semana ante el Villanueva Atlético, que es tercero, y luego vamos a casa del Porvenir, que es segundo. Entonces, cuando pasen estos partidos vamos a saber realmente dónde vamos a estar.
- La llegada al filial de la Rociera ¿es un paso hacia atrás como entrenador?
- Para nada, porque cuando se me abre una posibilidad de entrenar yo no miro la categoría. Esta temporada la empecé entrenando a Los Caminantes en Tercera Andaluza, algo que hice con toda la ilusión del mundo, y ahora vuelvo a mi categoría, porque yo pienso que soy entrenador de Cuarta Andaluza, donde cuento además con unos registros maravillosos. Es una aventura nueva la que me llega ahora y otra experiencia más.
- ¿Qué pasó en Los Caminantes para que presentara la dimisión?
- Bueno, yo llevo entrenando desde la temporada 2002/2003 y desde el principio lo máximo que he exigido es compromiso a los jugadores, y en Los Caminantes este año creo que no lo había. El equipo lo conformé yo y el máximo responsable de que no hubiera ese compromiso puede que sea yo también, pero, claro, fuimos a Cazalla y a Camas con doce jugadores, el Club no me dejaba tirar de juveniles, y la verdad es que me sentía atado de pies y manos... A ello se suma que yo tenía a cinco jugadores que no entrenaban con el equipo por motivos de trabajo, y esto hizo que no hubiera buena sintonía. Cierto es, y es importante recalcarlo, que había muchos jugadores comprometidos, pero yo tengo que mirar al grupo entero y había otros que no lo estaban.
- Porque el equipo de Los Caminantes fue un trabajo suyo, ¿no?
- Ese equipo lo formé yo, para lo bueno y para lo malo. Está claro que sin mí no se acaba el mundo, pero las cosas no se estaban haciendo bien. Es curioso que ahora el Club sí deja que los juveniles vayan con el primer equipo... Yo ya dije cuando me marché que lo mejor que le podía pasar al Club era que yo saliera, porque seguro que se iban a poner las pilas. ¿Puede ser ya un poco tarde? No lo sé, pero la plantilla que yo tenía era para estar arriba del todo.
- Volviendo a la Rociera B. ¿Es posible aún el ascenso?
- Yo siempre soy muy optimista. Pero, claro, yo llegué a Carrión, mi primer partido, con doce o trece jugadores, dos de ellos juveniles, y aunque no dimos muy buena imagen, conseguimos empatar. Pero el partido ante el Pilas sí nos dio mucha moral, la actitud fue muy buena y se hizo un encuentro muy completo, hasta el punto de que a partir de ahí los chicos comenzaron a creer en sí mismos. Luego fuimos a Montequinto y resulta que hicimos un trabajo perfecto, nos mantuvimos como un bloque y dimos una imagen de equipo como hacía mucho tiempo que no se veía. Y, encima, ganamos.
- El caso que os habéis colocado a 'tiro de piedra' de la cabeza.
- Cuando yo llegué estábamos a once puntos del ascenso, y ahora a cinco, contando además con que de los seis próximos encuentros, cuatro son en casa, que es donde realmente somos fuertes, ¿y quién dice ahora que con toda una segunda vuelta por delante no vas a luchar por el ascenso? Pero recuerdo que nosotros seguimos dependiendo del primer equipo.
- ¿Cómo le recibieron en Montequinto?
- Bueno, fue complicado, pero quiero resaltar que cuando acabó el partido todos los jugadores me mandaron mensajes de ánimo y el Club me respaldó, porque lo pasé muy mal. Mi hijo estaba en la grada y allí escuché muchos insultos. Pero quiero decir ahora que cuando llegue el partido de vuelta, aquí no va a pasar nada y lo que nosotros haremos será dedicarnos a jugar al fútbol, simplemente.
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN