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Luci Gómez, hija predilecta de Dos Hermanas: "Cuando me lo comunicaron, me puse a llorar"

Quien bien conoce a Lucía Gómez Román sabrá que se trata de una de esas personas que lo da todo a cambio de nada; si acaso, de algo de amistad. El Ayuntamiento acordó el pasado 23 de mayo, junto a otros cuatro nazarenos y nazarenas, otorgarle el título de Hija Predilecta. En una serie de entrevistas que se inician hoy trataremos de profundizar algo en la vida de cada uno de ellos y de ellas. Habla hoy Luci Gómez.

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"Yo nací el 24 de diciembre de 1943 a las doce de la noche, como el Niño Jesús, en el número 53 de la calle Santa María Magdalena, en la que era mi casa. El médico que me trajo al mundo era don Juan Lara, de Dos Hermanas, que tiene un libro escrito que se titula 'Diario de un médico rural'. Mi padre se llamaba Manuel Gómez Gutiérrez, de Madrid, y mi madre, María Dolores Román Díaz, de Dos Hermanas, pero que como se quedó muy joven sin su madre y sin un hermano, pues la tuvieron que criar unos tíos suyos, que eran los capataces de la Hacienda de Don Rodrigo, en Utrera".

"A mi padre resulta que lo desterraron desde Alicante, donde se encontraba trabajando en la Renfe, al apeadero de Dos Hermanas, y como mi madre tenía que coger el tren para ir a Utrera, un día le comentaron a ella que había llegado al pueblo un factor nuevo de la Renfe, se lo presentaron y dijo entonces mi padre: "Para el año que viene nos casamos". Y así fue".

"Mis padres tuvieron dos hijos, mi hermano, al que todo el mundo llamaba 'El Caco', y yo. Lo de 'El Caco' no sé por qué vino, pero todos en Dos Hermanas empezaron a llamarlo así, hasta el punto de que muchos desconocían su verdadero nombre. Es más, en el cementerio de Dos Hermanas, su lápida tiene puesto su nombre, Francisco Gómez Román, y luego su apodo 'El Caco'. Mi hermano era tremendo, porque era una persona querida por todo el mundo..., y fue una pena. Mi padre, que era doce años mayor que mi padre, murió con 70 años, y mi madre, con 83".

"Yo estudié en el Colegio de la Sagrada Familia. Hice el Bachiller y luego parte del Magisterio, porque mi padre, a pesar de que él era agnóstico, nunca me impidió que me educara en la Sagrada Familia. Pero resulta que cuando me quedaban tres asignaturas para terminar Magisterio, una amiga me dijo un día: "¿Por qué no nos examinamos de ingreso a Enfermería?". Total, que acabamos haciendo el ingreso en el Hospital de las Cinco Llagas".

"Y todo fue porque yo, mientras estudiaba Magisterio, había trabajado como auxiliar de clínica en el ambulatorio de Dos Hermanas, que por entonces se encontraba frente a la que era mi casa, y hoy es Calzados Luyma, en la Plazoleta. Y como me fue gustando, pues decidí estudiar Enfermería. Poco después se abrió el Hospital Maternal, en el Virgen del Rocío, y don José María Bedoya me llevó allí. Al Maternal llegué con unos 26 años, y allí conocí, entre a otros muchos, al doctor Luis Yáñez, a Juan Manuel Galeote y a Patxi Cuberta".

"En total, en la UCI del Maternal, que lo llevaba el doctor Murillo, que fue quien introdujo la anestesia epidural en Sevilla, estuve 19 años seguidos, y fue allí donde descubrí que me gustaba mucho mi trabajo, hasta el punto de que me olvidé completamente de Magisterio, y eso que sólo me quedaban tres asignaturas para acabarla".

"Pero resulta que mi madre ya comenzó a encontrarse cada vez más torpe, y como no quería que se quedara sola por la noche, pues empecé a plantearme dejar el Maternal. Entonces ocurrió una de esas cosas que viene Dios por delante, porque resulta que se me presenta un día don Antonio de la Cuesta, que era el director del Hospital de Osuna, porque a su mujer la acababan de ingresar en la UCI del Maternal, y me pregunta que si yo era la médico. Le dije que no, que debía buscar a don Antonio Reina, que era de Cazalla de la Sierra, y que además de médico era flamencólogo. Así lo hizo. Lo buscó, estuvo hablando con él y resulta que con el tiempo acabaron teniendo una amistad tremenda. El doctor Antonio Reina operó a la mujer de don Antonio de la Cuesta, y en un momento determinado, hablando con él, le comenté que yo ya quería dejar el Maternal, porque no podía hacer noches por el tema de mi madre, y él me dijo que cuando quisiera, que él me reclamaba para el Hospital del Tomillar. Y así fue como llegué a otro lugar en el que fui tremendamente feliz".

"Cuando llegué al Tomillar, mi primer destino fue la Sala del Despertar, donde había un médico, el doctor Álvarez, que en paz descanse, que era un tanto especial, hasta el punto de que nadie cuadraba con él. Pero, mira, me ponen a trabajar con él, y como yo soy como soy, pues acabamos cogiendo una amistad tremenda. Luego me pasaron a Cardiología, donde me dediqué a realizar las pruebas de esfuerzo a los enfermos que pasaban por allí. Y allí trabajé también con el doctor Belmonte, sobrino nieto de Juan Belmonte, el torero, y con el doctor Caparrós. En el Tomillar estuve, en total, otros dieciocho años, hasta que me jubilé. Y puedo asegurar que fueron los mejores años de mi vida".

"Como yo era una persona muy contestataria de joven, pronto comencé a relacionarme algo con el mundo de la política. Aún recuerdo el día en el que Felipe González vino a Dos Hermanas a la Casa del Pueblo, que entonces se encontraba frente al bar Jaula. Mi padre quería ir a verlo, a donde acudió con el padre de Carmela, la del estanco de la calle Real, y de pronto los vi llorando mientras escuchaban hablar a Felipe González".

"Yo me afilé al Partido Socialista creo recordar que en 1973. Me fue gustando aquello, las reuniones a las que iba, me ofrecía para echar una mano en todo lo que podía, y así estuve hasta que un día me llamó Toscano y me dijo que le gustaría que yo formara parte de su candidatura para las Elecciones Municipales. Total, que las ganamos y resulta que yo era la única mujer que formé parte de aquel equipo de Gobierno durante esa Legislatura. Es más, recuerdo que cuando el Rey entró en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, yo era la única mujer que se encontraba allí".

"Cuando tomamos posesión como concejales, me nombraron entonces delegada de Sanidad, donde trabajé durante cuatro años lo mejor que supe y dentro de los medios con los que entonces contábamos, porque en aquella época yo no tenía ni despacho. Y cuando volvimos a ganar las siguientes Municipales, yo seguí como concejal y me nombraron ya delegada de Asuntos Sociales. De esta época la verdad es que guardo una bonita experiencia, porque además conté con unos técnicos maravillosos trabajando a mi lado. Lo di de nuevo todo, porque yo iba por el Ayuntamiento todos los días a pesar de que nunca quise estar liberada, porque siempre quise seguir con mi trabajo en el Hospital".

"Pues ésta ha sido, en resumidas cuentas, mi vida. Eso sí, entregada a mucha gente y ayudando a todos cuantos pude. Por eso, cuando me comunicaron la concesión del título de Hija Predilecta, me puse a llorar. Cuando me lo dijeron, resulta que yo estaba en un entierro. Quien me lo dijo fue Paco Sánchez, al que también lo han nombrado Hijo Predilecto. Claro, cuando veo que me llama por teléfono, pues lo que me imaginé, así de pronto, es que se había puesto malo o que le pasaba algo..., pero cómo me iba a imaginar que me dijera, de parte de Toscano, que me habían designado Hija Predilecta de Dos Hermanas".

"Llegué ese día a mi casa muy contenta y muy agradecida, porque es una de las cosas más importantes que me han pasado en mi vida, y eso que mi trabajo me ha dado muchas satisfacciones, porque, por ejemplo, aún no tengo palabras para explicar lo que sentí el día que me jubilé y lo que organizaron allí, porque fueron compañeros y compañeras que ya no estaban en El Tomillar. Se trató de una sorpresa tremenda. Pero, claro, cuando Paco me dio esa noticia, pues lloré, y lo hice también porque me acordé mucho de mis padres y de mi hermano, porque sé que hubieran disfrutado muchísimo. Yo me jubilé, hace ya cinco años, un mes de noviembre, y mi hermano murió en abril siguiente".

"Al principio de jubilarme, la verdad, eché mucho en falta el Hospital y a mis compañeros y compañeras, pero ya me he adaptado y ahora estoy muy a gusto haciendo mi vida. Porque, para empezar, me apunté a la OGN Nazarena para la Esperanza, donde llevo ya tres o cuatro años, porque sabía que necesitaban gente que les echara una mano y porque quiero mucho a Juan Bando, que ha luchado y trabajado mucho; y además me apunté a la Asociación Primero de Mayo, donde todas las mañanas voy a hacer gimnasia y donde he encontrado también a una gente maravillosa. Total, que así voy pasando los días, y muy feliz además porque entre unas cosas y otras no tengo tiempo ni de aburrirme".

FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN
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