La Hermandad del Rocío entra en Dos Hermanas por la barriada del Rocío. Y el resultado es la unión de un grupo de rocieros que regresa después de su peregrinar hasta la aldea de Almonte, y de la de cientos de vecinos rocieros que aguardan esta llegada con la ilusión de quien quiere sumarse a una fiesta. El resultado no puede ser otro que la emotividad y el regusto a unos momentos muy especiales.
Pasadas las ocho de la tarde de este jueves hacía su entrada en Dos Hermanas la Hermandad del Rocío, y lo hacía, como es habitual, por la barriada nazarena que lleva su nombre. En las mismas puertas de esta barriada la esperaba la Banda de Música Santa Ana, y, pocos metros más adelante, los vecinos y vecinas del Rocío, que aguardaban a las puertas de su parroquia para fundirse de nuevo con la tradición.
Pero no se ha tratado en esta ocasión de una entrada de las habituales, porque la Parroquia del Rocío, con su párroco, don Carlos Carrasco Schlatter, al frente, abrió las puertas de este templo y situó en la antesala de la calle a su Virgen del Rocío, que se sumaba así a un nuevo abrazo con una Hermandad con la que comparte muchas afinidades. Y, junto a todos, el hermano mayor del Cautivo, Juan Carlos Gómez Quirós, que se fundió en un abrazo con su homónimo rociero, Raúl Romero.
Entre la multitud sonaron unas sencillas y sentidas sevillanas de una voz femenina, y tras cantarse la Salve de la Hermandad nazarena, se dirigieron, con carácter extraordinario, hasta la Casa Hermandad del Cautivo, que se había engalanado como merecía la ocasión. Y es que con motivo del 75 Aniversario Fundacional y el 50 como Hermandad Sacramental del Cautivo, quería que su hermana del Rocío no pasara por el barrio sin que le rindieran un sencillo homenaje, que no fue más allá de un rezo y unas sevillanas cantadas a coro, pero que resultaron tremendamente emotivas, y, además, arropadas por cientos de personas.
Desde allí, la Hermandad continuó su camino hasta la Parroquia de Santa María Magdalena, siempre ya acompañada por muchos nazarenos, cuya presencia se hizo más densa conforme se aproximaba al centro de la ciudad. Allí, de nuevo ante el monumento a la Virgen de Valme, fue recibida por una representación de esta Hermandad, con su hermano mayor, Francisco Díaz Terrero, al frente, y también con la presencia del párroco de Santa María Magdalena, don Lorenzo Nieto, que acompañaron al Simpecado rociero ya hasta su entrada en el Templo mayor de Dos Hermanas.
Se cumplía así, un año más, con una tradición que de nuevo se vio arropada por cientos de personas y concluía un camino que, según el hermano mayor del Rocío, había transcurrido de forma maravillosa tanto a la ida como a la vuelta, y aún con el regusto especial del regalo que los almonteños le ofrecieron, ya que el lunes, durante la salida de la Virgen por la aldea, se acercó hasta la casa hermandad nazarena como nunca antes lo había hecho.
Momentos para el recuerdo
Pasadas las ocho de la tarde de este jueves hacía su entrada en Dos Hermanas la Hermandad del Rocío, y lo hacía, como es habitual, por la barriada nazarena que lleva su nombre. En las mismas puertas de esta barriada la esperaba la Banda de Música Santa Ana, y, pocos metros más adelante, los vecinos y vecinas del Rocío, que aguardaban a las puertas de su parroquia para fundirse de nuevo con la tradición.
Pero no se ha tratado en esta ocasión de una entrada de las habituales, porque la Parroquia del Rocío, con su párroco, don Carlos Carrasco Schlatter, al frente, abrió las puertas de este templo y situó en la antesala de la calle a su Virgen del Rocío, que se sumaba así a un nuevo abrazo con una Hermandad con la que comparte muchas afinidades. Y, junto a todos, el hermano mayor del Cautivo, Juan Carlos Gómez Quirós, que se fundió en un abrazo con su homónimo rociero, Raúl Romero.
Entre la multitud sonaron unas sencillas y sentidas sevillanas de una voz femenina, y tras cantarse la Salve de la Hermandad nazarena, se dirigieron, con carácter extraordinario, hasta la Casa Hermandad del Cautivo, que se había engalanado como merecía la ocasión. Y es que con motivo del 75 Aniversario Fundacional y el 50 como Hermandad Sacramental del Cautivo, quería que su hermana del Rocío no pasara por el barrio sin que le rindieran un sencillo homenaje, que no fue más allá de un rezo y unas sevillanas cantadas a coro, pero que resultaron tremendamente emotivas, y, además, arropadas por cientos de personas.
Desde allí, la Hermandad continuó su camino hasta la Parroquia de Santa María Magdalena, siempre ya acompañada por muchos nazarenos, cuya presencia se hizo más densa conforme se aproximaba al centro de la ciudad. Allí, de nuevo ante el monumento a la Virgen de Valme, fue recibida por una representación de esta Hermandad, con su hermano mayor, Francisco Díaz Terrero, al frente, y también con la presencia del párroco de Santa María Magdalena, don Lorenzo Nieto, que acompañaron al Simpecado rociero ya hasta su entrada en el Templo mayor de Dos Hermanas.
Se cumplía así, un año más, con una tradición que de nuevo se vio arropada por cientos de personas y concluía un camino que, según el hermano mayor del Rocío, había transcurrido de forma maravillosa tanto a la ida como a la vuelta, y aún con el regusto especial del regalo que los almonteños le ofrecieron, ya que el lunes, durante la salida de la Virgen por la aldea, se acercó hasta la casa hermandad nazarena como nunca antes lo había hecho.
Momentos para el recuerdo
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN