La predisposición del público que acudió al concierto que Eduardo Ortega ofreció en la noche de este viernes en el Teatro Municipal era la de disfrutar de la voz de este cantante nazareno. Pero no pensó en la emoción que éste, con su voz, claro, pero también con sus palabras, consiguió impregnar a todos cuanto le escucharon. Sobre las tablas de este escenario, Eduardo Ortega dejó sus muestras de artista grande.
Se trató más de un vis a vis que de un monólogo, porque Eduardo Ortega cantó, pero hizo partícipe de todo cuanto ocurría sobre el escenario a todos los que acudieron al Teatro Municipal, que no se llenó para la ocasión pero que consiguió reunir a muchos de los que ya son fans de este cantante nazareno que se estrenaba sobre "el escenario de mi pueblo".
Y la prueba de ello es que Eduardo Ortega buscó en todo momento el encuentro con su público, confesándole con sus palabras sus emociones, y se dejó emocionar por lo que éste le transmitió, y hasta no dudó en obedecerle cada vez que le transmitía un deseo, de ahí que bajara en varias ocasiones del escenario, que se mezclara con ellos, y hasta que cantara y bailara una sevillana.
Fue, por tanto, un concierto que se prolongó durante algo más de dos horas, pero que en ningún momento se hizo pesado, prueba de lo bien que lo hizo y de lo distraído que resultó todo. Pero si se hizo ameno, sobre todo, fue por la voz tan poderosa que tiene este joven nazareno. Una voz profunda y delicada, grave y suave, tierna y dura, pero, sobre todo, muy especial, lo que le hace convertirse en una de esas voces privilegiadas y únicas del panorama local, pero también nacional.
El concierto lo estructuró en tres partes y en una obertura, integrada esta última por dos canciones, 'El amor de mi vida' y 'No', sobre un escenario en el que estuvo acompañado en todo momento por una orquesta que dirigió el productor y compositor Francisco Carmona, y que con músicos cogidos de aquí y de allá consiguió formar a un grupo que supo darle el acompañamiento adecuado al cantante.
Entre ellos se encontraba Jesús Garrido (bajo), Selu Ortega (guitarra acústica) Daniel Ballesteros (batería), David Chupete (percusión), Fran Lozano y José Ramón Lozano (trompetas), Jesús Martín (saxo) y Tatiana Ruiz, Goyo Lovera, Francesco Giortentti y Álvaro Amorosio (violines), además del teclado y piano del citado Francisco Carmona.
En el resto del concierto, Eduardo Ortega entremezcló éxitos del pop español, tal vez con la figura de Rocío Jurado en todo momento como gran referente, composiciones de Francisco Carmona y alguno de los temas de su primer disco, 'El último tren'. Una mezcla perfecta que supo alternar con sus palabras, en muchos momentos de emoción.
A lo largo de su concierto, se dirigió en numerosas ocasiones a muchos de los presentes, a los que llamó por su nombre (eran familiares, amigos, vecinos), pero especialmente estuvo atento en todo momento y entregado a los miembros de ANIDI (Asociación Nazarena para la Integración de Personas con Discapacidad Intelectual), que contaron con un hueco especial en el patio de butacas y que siguieron con entrega todo cuanto hizo Eduardo Ortega, quien ya antes del concierto anunció que el 50% de lo recaudado en el mismo iría destinado a esta asociación.
Pero tal vez sus momentos más emocionantes fueron cuando dedicó un par de canciones a su madre, "además de a Juana y Leonor", a las que también consideró sus madres, y a su padre, que siguió gran parte del concierto de pie, en una esquina del teatro, y con quien se fundió en un abrazo tras dedicarle el tema 'Quizás'; bueno, y a sus abuelos, que no pudieron asistir al concierto, y a los que dedicó otro tema, 'Así fue'.
Otro de los momentos también más significativo de la noche estuvo en los instantes en los que Eduardo Ortega se hizo acompañar por otros dos de los grandes cantantes nazarenos, Vicky Luna y Jaime Stévez, con quien interpretó a dúo 'No puedo quitar mis ojos de ti', en el caso de la primera, y 'Procuro olvidarte', con el segundo. Fueron, de nuevo, instantes que entusiasmaron al público.
Pero además del triunfo como cantante, Eduardo Ortega no dejó de piropear al público asistente y, especialmente, de transmitir sus emociones: "Ustedes me habéis dado la vida.., qué bien me lo estoy pasando.., gracias porque me habéis hecho cumplir un sueño", y, en numerosas ocasiones, de dar las gracias al Ayuntamiento en general, "desde el primero y hasta el último, por cómo os habéis portado conmigo", y, en concreto, a Rosario Sánchez (delegada de Cultura), a Marta Caro (coordinadora de la citada Delegación), así como a todo el personal del Teatro Municipal.
Se trató, en definitiva, de un gran concierto por parte de una de las voces con más proyección del panorama actual que está dispuesto a darlo todo con tal de triunfar en la música. Para ello, como destacó Jaime Stévez, era necesario el apoyo de todos, pero, especialmente, que los artistas nazarenos se mantuvieran siempre unidos porque "estamos superorgullosos de ser de Dos Hermanas".
Se trató más de un vis a vis que de un monólogo, porque Eduardo Ortega cantó, pero hizo partícipe de todo cuanto ocurría sobre el escenario a todos los que acudieron al Teatro Municipal, que no se llenó para la ocasión pero que consiguió reunir a muchos de los que ya son fans de este cantante nazareno que se estrenaba sobre "el escenario de mi pueblo".
Y la prueba de ello es que Eduardo Ortega buscó en todo momento el encuentro con su público, confesándole con sus palabras sus emociones, y se dejó emocionar por lo que éste le transmitió, y hasta no dudó en obedecerle cada vez que le transmitía un deseo, de ahí que bajara en varias ocasiones del escenario, que se mezclara con ellos, y hasta que cantara y bailara una sevillana.
Fue, por tanto, un concierto que se prolongó durante algo más de dos horas, pero que en ningún momento se hizo pesado, prueba de lo bien que lo hizo y de lo distraído que resultó todo. Pero si se hizo ameno, sobre todo, fue por la voz tan poderosa que tiene este joven nazareno. Una voz profunda y delicada, grave y suave, tierna y dura, pero, sobre todo, muy especial, lo que le hace convertirse en una de esas voces privilegiadas y únicas del panorama local, pero también nacional.
El concierto lo estructuró en tres partes y en una obertura, integrada esta última por dos canciones, 'El amor de mi vida' y 'No', sobre un escenario en el que estuvo acompañado en todo momento por una orquesta que dirigió el productor y compositor Francisco Carmona, y que con músicos cogidos de aquí y de allá consiguió formar a un grupo que supo darle el acompañamiento adecuado al cantante.
Entre ellos se encontraba Jesús Garrido (bajo), Selu Ortega (guitarra acústica) Daniel Ballesteros (batería), David Chupete (percusión), Fran Lozano y José Ramón Lozano (trompetas), Jesús Martín (saxo) y Tatiana Ruiz, Goyo Lovera, Francesco Giortentti y Álvaro Amorosio (violines), además del teclado y piano del citado Francisco Carmona.
En el resto del concierto, Eduardo Ortega entremezcló éxitos del pop español, tal vez con la figura de Rocío Jurado en todo momento como gran referente, composiciones de Francisco Carmona y alguno de los temas de su primer disco, 'El último tren'. Una mezcla perfecta que supo alternar con sus palabras, en muchos momentos de emoción.
A lo largo de su concierto, se dirigió en numerosas ocasiones a muchos de los presentes, a los que llamó por su nombre (eran familiares, amigos, vecinos), pero especialmente estuvo atento en todo momento y entregado a los miembros de ANIDI (Asociación Nazarena para la Integración de Personas con Discapacidad Intelectual), que contaron con un hueco especial en el patio de butacas y que siguieron con entrega todo cuanto hizo Eduardo Ortega, quien ya antes del concierto anunció que el 50% de lo recaudado en el mismo iría destinado a esta asociación.
Pero tal vez sus momentos más emocionantes fueron cuando dedicó un par de canciones a su madre, "además de a Juana y Leonor", a las que también consideró sus madres, y a su padre, que siguió gran parte del concierto de pie, en una esquina del teatro, y con quien se fundió en un abrazo tras dedicarle el tema 'Quizás'; bueno, y a sus abuelos, que no pudieron asistir al concierto, y a los que dedicó otro tema, 'Así fue'.
Otro de los momentos también más significativo de la noche estuvo en los instantes en los que Eduardo Ortega se hizo acompañar por otros dos de los grandes cantantes nazarenos, Vicky Luna y Jaime Stévez, con quien interpretó a dúo 'No puedo quitar mis ojos de ti', en el caso de la primera, y 'Procuro olvidarte', con el segundo. Fueron, de nuevo, instantes que entusiasmaron al público.
Pero además del triunfo como cantante, Eduardo Ortega no dejó de piropear al público asistente y, especialmente, de transmitir sus emociones: "Ustedes me habéis dado la vida.., qué bien me lo estoy pasando.., gracias porque me habéis hecho cumplir un sueño", y, en numerosas ocasiones, de dar las gracias al Ayuntamiento en general, "desde el primero y hasta el último, por cómo os habéis portado conmigo", y, en concreto, a Rosario Sánchez (delegada de Cultura), a Marta Caro (coordinadora de la citada Delegación), así como a todo el personal del Teatro Municipal.
Se trató, en definitiva, de un gran concierto por parte de una de las voces con más proyección del panorama actual que está dispuesto a darlo todo con tal de triunfar en la música. Para ello, como destacó Jaime Stévez, era necesario el apoyo de todos, pero, especialmente, que los artistas nazarenos se mantuvieran siempre unidos porque "estamos superorgullosos de ser de Dos Hermanas".
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN