Se trató de un día de fiesta por todo lo alto, en el que jugadores y aficionados se fundieron en uno sólo para celebrar el logro del ascenso de categoría. Y lo hicieron como acostumbran cuando logran una proeza de este calibre, marchando en un autobús descapotable desde su campo en la barriada del Rocío y hasta la plaza de Los Jardines, en cuya fuente plantaron la bandera del equipo campeón.
La P.D. Rociera aprovechó el primer partido que tenía en casa tras lograr matemáticamente el ascenso para celebrar con sus aficionados el nuevo ascenso a Tercera División. Y la verdad es que el partido, dentro de que había que jugarlo, era lo de menos, porque lo importante era que los aficionados y los jugadores y técnicos se felicitaran mutuamente por toda una temporada de entrega y sacrificio que ha tenido una recompensa final que pocos soñaban.
Por eso, el Club regaló unas camisetas a todos sus aficionados conmemorativa del ascenso, de forma que la fiebre amarilla y azulona se apoderó de todo el espacio que rodea al campo. Fiesta al principio, cuando se le hizo el pasillo a los campeones en el momento de saltar al terreno de juego, fiesta durante el partido, que se siguió con la relajación propia de un encuentro en el que no se jugaba nada, y fiesta final que, además, se remató de la mejor forma posible, ya que coincidió con un penalti a favor de los rocieros, que transformó Marcos para hacer el empate a un gol, y que sirvió para que los aficionados y los jugadores se fundieran de nuevo para cantar, para gritar y para saltar.
La celebración en el campo llevó su tiempo, lógicamente, que se prolongó ya en el interior del vestuario y, una vez que se calmaron las gargantas, con el inicio de la otra fiesta, que incluía el paseo por Dos Hermanas a bordo de un autobús descapotable con destino a la Plaza de la Constitución, a cuya fuente se subieron para ondear los colores del equipo que va a representar a nuestra ciudad en una categoría nacional.
Empate a un gol ante el Lucena
En relación con el partido en sí, poco hay que contar, salvo que el técnico Emilio López continuó con su política de dar minutos a los menos habituales como forma de agradecer el compromiso demostrado a lo largo de toda la temporada. Llegaba al Manuel Adema el Ciudad de Lucena, un conjunto cordobés que se está jugando mantener la categoría y que se quedó con la miel en los labios después de adelantarse en el marcador y ver cómo al final se le fueron dos puntos con un penalti que señaló el colegiado cuando se jugaba el último minuto del descuento y que transformó Marcos.
A los rocieros aún le quedan dos partidos por disputar en esta Primera Andaluza, que, según el técnico Emilio López, va a ir a por ellos como aún no tuvieran nada logrado: el primero en casa del el Atlético Espeleño, que será segundo y que tendrá que jugar el play-off de ascenso, y el último, el próximo 8 de junio, en el Manuel Adame ante el Osuna, otro equipo que se está jugando mantener la categoría. Y, a partir de ahí, a disfrutar de unas buenas y merecidas vacaciones deportivas.
La P.D. Rociera aprovechó el primer partido que tenía en casa tras lograr matemáticamente el ascenso para celebrar con sus aficionados el nuevo ascenso a Tercera División. Y la verdad es que el partido, dentro de que había que jugarlo, era lo de menos, porque lo importante era que los aficionados y los jugadores y técnicos se felicitaran mutuamente por toda una temporada de entrega y sacrificio que ha tenido una recompensa final que pocos soñaban.
Por eso, el Club regaló unas camisetas a todos sus aficionados conmemorativa del ascenso, de forma que la fiebre amarilla y azulona se apoderó de todo el espacio que rodea al campo. Fiesta al principio, cuando se le hizo el pasillo a los campeones en el momento de saltar al terreno de juego, fiesta durante el partido, que se siguió con la relajación propia de un encuentro en el que no se jugaba nada, y fiesta final que, además, se remató de la mejor forma posible, ya que coincidió con un penalti a favor de los rocieros, que transformó Marcos para hacer el empate a un gol, y que sirvió para que los aficionados y los jugadores se fundieran de nuevo para cantar, para gritar y para saltar.
La celebración en el campo llevó su tiempo, lógicamente, que se prolongó ya en el interior del vestuario y, una vez que se calmaron las gargantas, con el inicio de la otra fiesta, que incluía el paseo por Dos Hermanas a bordo de un autobús descapotable con destino a la Plaza de la Constitución, a cuya fuente se subieron para ondear los colores del equipo que va a representar a nuestra ciudad en una categoría nacional.
Empate a un gol ante el Lucena
En relación con el partido en sí, poco hay que contar, salvo que el técnico Emilio López continuó con su política de dar minutos a los menos habituales como forma de agradecer el compromiso demostrado a lo largo de toda la temporada. Llegaba al Manuel Adema el Ciudad de Lucena, un conjunto cordobés que se está jugando mantener la categoría y que se quedó con la miel en los labios después de adelantarse en el marcador y ver cómo al final se le fueron dos puntos con un penalti que señaló el colegiado cuando se jugaba el último minuto del descuento y que transformó Marcos.
A los rocieros aún le quedan dos partidos por disputar en esta Primera Andaluza, que, según el técnico Emilio López, va a ir a por ellos como aún no tuvieran nada logrado: el primero en casa del el Atlético Espeleño, que será segundo y que tendrá que jugar el play-off de ascenso, y el último, el próximo 8 de junio, en el Manuel Adame ante el Osuna, otro equipo que se está jugando mantener la categoría. Y, a partir de ahí, a disfrutar de unas buenas y merecidas vacaciones deportivas.
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN