No es ningún misterio, pues ya lo hemos confirmado en varias ocasiones, que en la actualidad 3DS está insuflando vida en una medida incalificable a las arcas de Nintendo frente a una difunta Wii y una ausente Wii U. Sin embargo, no es la primera vez que una portátil adquiere un papel protagonista en las finanzas de la compañía.
Estudiando con perspectiva su historia, vemos de hecho que su principal baza, en numerosas ocasiones, ha sido su mercado portátil. Y esta tradición se retrotrae a finales de los años ochenta, cuando apareció la “primera” portátil de la Gran N: la Game Boy.
El pasado lunes se cumplía el 25º aniversario de la existencia de esta consola, nacida en el 1989. Aunque en la actualidad la apodada Game Boy Classic no sea más que un ladrillo enorme e insostenible, su creación marcó el inicio de la era dorada de las portátiles, asentando su nicho de mercado hasta nuestra época.
Contando con una tecnología claramente inferior a otras consolas de su época –sus juegos estaban en “verde y negro” frente a los colores de Game Gear, la competencia directa de mano de SEGA-, todo indicaba inclinarse en contra de la por aquel entonces neonata.
Pero desde Nintendo se tuvo una inteligente estrategia con la que no contaban sus rivales: su diseño más ligero y reducido que el habitual, obra del visionario Gunpei Yokoi, la haría más atractiva que las del resto de firmas.
Adentrándonos en sus prestaciones, la grisácea requería de cuatro pilas que aseguraban una duración de entre 8-10 horas, frente a las 6 pilas que hacían falta para disfrutar de 4 a 6 horas en el resto de portátiles. Esto se traducía en una inversión menor de capital y en un incremento del tiempo en el que los infantes no requerían de una recarga de alcalinas. Y así todos contentos. A este recorte económico había que sumarle uno anterior, efectuado en el momento de la compra: Game Boy era la más barata del mercado.
Con tantas ventajas frente al resto, ¿alguien de la época debería haber buscado algún motivo adicional para invertir sus pesetas en este nuevo aparato? Falta no le hacía, pero aún queda por citar el elemento principal de todos: la calidad y cantidad de juegos de su catálogo.
La “maquinita” venía en un pack con el famoso Tetris, con el que las tardes de distracción estaban aseguradas, pero esto no es más que el comienzo del lienzo. Desde Link´s Awakening, hasta adaptaciones cinematográficas como Robocop, pasando por auténticos hitos de la historia del videojuego como Castlevania II: Belmont´s Revenge.
El colofón de sus ventajas llega en términos de resistencia: equiparable a la de un Nokia de la década anterior. Estaba hecha a prueba de golpes, caídas e incluso guerras. Resulta memorable y digno de alabanza que haya un ejemplar que sobreviviera a la Guerra del Golfo. Chamuscadito y todo, pero plenamente operativo.
Vendrían con los años, pero los logros de Game Boy no se han dejado de suceder hasta el fin de sus días en el 2003. Tal es así, que en sus entrañas se cocieron tres grandes sagas que cuentan con seguidores alrededor del mundo.
La primera es la línea de títulos relacionados con la bolita rosada Kirby, que aparecería por vez primera en Kirby´s Dreamland, seguida por la primera aparición del archienemigo Wario en Super Mario Land 2: 6 Golden Coins que le brindaría la oportunidad de protagonizar su propia forma de hacer juegos –Wario Land y Wario Ware-.
Aunque hemos dejado lo mejor para el final. En el 1996 para Japón, en torno a tres años después para el resto del mundo, estallaría gracias a esta consola una de las mayores fiebres de la cultura pop de los últimos años: Pokémon Rojo/Azul.
Los primeros 150 –Mew era cosa aparte- monstruos de bolsillos llegaron cuando Game Boy Color estaba en pleno proceso de gestión. Pese a ello, la versión Classic tuvo su renacer y sirvió de cobijo para cientos de jugadores que decidieron seguir los derroteros de Ash Ketchup de Pueblo Paleta.
Además de esta versión con pantalla a color, hubo una revisión que recibió el nombre de Pocket (más pequeña y ligera, que requería de tan sólo dos pilas), y las distintas variaciones de Game Boy Advance.
A todo color, mejores gráficos y con una reducción más acentuada aún de peso, esta última ya contaba con prestaciones más diversas, por lo que en algunos casos se ha llevado a separarla de la rama principal. Sería la DS la que rompería del todo con esta forma de entender el mercado portátil, con mejoras gráficas y la afamada pantalla táctil.
Hablar de Game Boy es recordar incontables horas de diversión infantiles. La tercera consola más vendida de la historia –más de 118 millones de unidades- aportó además del nacimiento de sagas intachables, la esencia misma del mercado portátil.
Por todo ello, fue un sistema que rompió moldes en todos sus sentidos. Aunque por su similitud con un ladrillo debería haberlos construido. Es igual. Sea como fuere, no queda más que felicitar los 25 años de ese “niño de juego” que ya casi debería denominarse “Game Young”. Jamás el color gris supuso tanta felicidad.
Estudiando con perspectiva su historia, vemos de hecho que su principal baza, en numerosas ocasiones, ha sido su mercado portátil. Y esta tradición se retrotrae a finales de los años ochenta, cuando apareció la “primera” portátil de la Gran N: la Game Boy.
El pasado lunes se cumplía el 25º aniversario de la existencia de esta consola, nacida en el 1989. Aunque en la actualidad la apodada Game Boy Classic no sea más que un ladrillo enorme e insostenible, su creación marcó el inicio de la era dorada de las portátiles, asentando su nicho de mercado hasta nuestra época.
Contando con una tecnología claramente inferior a otras consolas de su época –sus juegos estaban en “verde y negro” frente a los colores de Game Gear, la competencia directa de mano de SEGA-, todo indicaba inclinarse en contra de la por aquel entonces neonata.
Pero desde Nintendo se tuvo una inteligente estrategia con la que no contaban sus rivales: su diseño más ligero y reducido que el habitual, obra del visionario Gunpei Yokoi, la haría más atractiva que las del resto de firmas.
Adentrándonos en sus prestaciones, la grisácea requería de cuatro pilas que aseguraban una duración de entre 8-10 horas, frente a las 6 pilas que hacían falta para disfrutar de 4 a 6 horas en el resto de portátiles. Esto se traducía en una inversión menor de capital y en un incremento del tiempo en el que los infantes no requerían de una recarga de alcalinas. Y así todos contentos. A este recorte económico había que sumarle uno anterior, efectuado en el momento de la compra: Game Boy era la más barata del mercado.
Con tantas ventajas frente al resto, ¿alguien de la época debería haber buscado algún motivo adicional para invertir sus pesetas en este nuevo aparato? Falta no le hacía, pero aún queda por citar el elemento principal de todos: la calidad y cantidad de juegos de su catálogo.
La “maquinita” venía en un pack con el famoso Tetris, con el que las tardes de distracción estaban aseguradas, pero esto no es más que el comienzo del lienzo. Desde Link´s Awakening, hasta adaptaciones cinematográficas como Robocop, pasando por auténticos hitos de la historia del videojuego como Castlevania II: Belmont´s Revenge.
El colofón de sus ventajas llega en términos de resistencia: equiparable a la de un Nokia de la década anterior. Estaba hecha a prueba de golpes, caídas e incluso guerras. Resulta memorable y digno de alabanza que haya un ejemplar que sobreviviera a la Guerra del Golfo. Chamuscadito y todo, pero plenamente operativo.
Vendrían con los años, pero los logros de Game Boy no se han dejado de suceder hasta el fin de sus días en el 2003. Tal es así, que en sus entrañas se cocieron tres grandes sagas que cuentan con seguidores alrededor del mundo.
La primera es la línea de títulos relacionados con la bolita rosada Kirby, que aparecería por vez primera en Kirby´s Dreamland, seguida por la primera aparición del archienemigo Wario en Super Mario Land 2: 6 Golden Coins que le brindaría la oportunidad de protagonizar su propia forma de hacer juegos –Wario Land y Wario Ware-.
Aunque hemos dejado lo mejor para el final. En el 1996 para Japón, en torno a tres años después para el resto del mundo, estallaría gracias a esta consola una de las mayores fiebres de la cultura pop de los últimos años: Pokémon Rojo/Azul.
Los primeros 150 –Mew era cosa aparte- monstruos de bolsillos llegaron cuando Game Boy Color estaba en pleno proceso de gestión. Pese a ello, la versión Classic tuvo su renacer y sirvió de cobijo para cientos de jugadores que decidieron seguir los derroteros de Ash Ketchup de Pueblo Paleta.
Además de esta versión con pantalla a color, hubo una revisión que recibió el nombre de Pocket (más pequeña y ligera, que requería de tan sólo dos pilas), y las distintas variaciones de Game Boy Advance.
A todo color, mejores gráficos y con una reducción más acentuada aún de peso, esta última ya contaba con prestaciones más diversas, por lo que en algunos casos se ha llevado a separarla de la rama principal. Sería la DS la que rompería del todo con esta forma de entender el mercado portátil, con mejoras gráficas y la afamada pantalla táctil.
Hablar de Game Boy es recordar incontables horas de diversión infantiles. La tercera consola más vendida de la historia –más de 118 millones de unidades- aportó además del nacimiento de sagas intachables, la esencia misma del mercado portátil.
Por todo ello, fue un sistema que rompió moldes en todos sus sentidos. Aunque por su similitud con un ladrillo debería haberlos construido. Es igual. Sea como fuere, no queda más que felicitar los 25 años de ese “niño de juego” que ya casi debería denominarse “Game Young”. Jamás el color gris supuso tanta felicidad.
SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN