Y el cielo supo esperar el tiempo suficiente para que el Santo Entierro pusiera el broche de oro a una Semana Santa para enmarcar. Pese a que en la tarde de esta Sábado Santo las nubes ya comenzaron a aparecer, parecieron querer respetar el deseo de la última de las hermandades nazarenas de querer poner el cierre que corresponde a una representación de la pasión que se cumplió en su plenitud.
Aunque las estaciones de penitencia que realizan nuestras hermandades suelen parecer siempre idénticas de un año a otro, hay ocasiones en las que la llegada de una nueva Junta de Gobierno deja su nueva impronta, y eso fue lo que ocurrió con la del Santo Entierro, que se estrenaba en esta Semana Santa con Rafael Sánchez Pastor como hermano mayor.
Y se notó en numerosos detalles visibles. Uno, que pudiera parecer simple, es que a la comitiva de nazarenos pareció caminar más agrupada que antes. Otra, sobre la que seguro que hubo quien estuvo más pendiente, es que se estrenaba nuevo capataz mayor al frente de los pasos con el Cristo Yacente y con la Virgen de la Soledad; un Antonio Santiago que dejó su impronta y que dejó satisfecha a la Hermandad. Otra más, en la ausencia, después de muchos años, de los hermanos mayores de las Hermandades de Penitencia, en cumplimiento de las nuevas Reglas aprobadas recientemente. Y, uno último, en el nuevo recorrido, el que se desarrolló por calles como San Alberto o Alegría, y que también dejó satisfecha a la Hermandad.
Si a todo ello se añaden los momentos culminantes de su tradicional recorrido procesional, como son la salida a la calle, el paso por Nuestra Señora de Valme, Manuel de Falla, donde por cierto el cantante nazareno cantó una sentida saeta a la Virgen de la Soledad, o la Plaza Menéndez Pelayo, además, por supuesto, de la entrada, se puede deducir entonces que de nuevo la gente de Dos Hermanas se volcó con esta seria cofradía en la que su misterio porta al Cristo Yacente y la Virgen muestra el luto por su muerte.
Por lo demás, todo respondió a lo previsto: la campana del muñidor para alertar de la llegada de la cofradía, los nazarenos en representación de las distintas Hermandades de Penitencia, las representaciones de las Virtudes Teologales, Santa Mujer Verónica y Tres Marías, las autoridades civiles, la representación del Consejo de Hermandades y Cofradías, con su presidente, Antonio Gavala, estrenando representación; y la música de capilla para acompañar al paso del Señor y la de la Banda del Maestro Tejera para marchar detrás de la Virgen.
Las autoridades civiles contaron en esta ocasión con una amplia representación, al frente de la cual se encontraron los tenientes de alcalde del Ayuntamiento de Dos Hermanas Francisco Rodríguez, José Román, Antonio Morán y Lourdes López; y a los que acompañaron los miembros del Grupo Popular en esta misma corporación Manuel Alcocer, María José Rodríguez, Isabel Uribe, Gina Salazar y Manuel Pino; así como los responsables en nuestra ciudad de la Policía Local y del Cuerpo Nacional de Policía.
En total, fueron cuatro horas y media, desde que salió la Cruz de Guía por la puerta de la Parroquia de Santa María Magdalena y hasta que el palio de la Virgen entró de nuevo en este templo, el tiempo que la cofradía del Santo Entierro empleó en realizar su recorrido. Se ponía así fin a una Semana Santa nazarena plena. Se ponía fin a una Semana Santa para enmarcar.
Aunque las estaciones de penitencia que realizan nuestras hermandades suelen parecer siempre idénticas de un año a otro, hay ocasiones en las que la llegada de una nueva Junta de Gobierno deja su nueva impronta, y eso fue lo que ocurrió con la del Santo Entierro, que se estrenaba en esta Semana Santa con Rafael Sánchez Pastor como hermano mayor.
Y se notó en numerosos detalles visibles. Uno, que pudiera parecer simple, es que a la comitiva de nazarenos pareció caminar más agrupada que antes. Otra, sobre la que seguro que hubo quien estuvo más pendiente, es que se estrenaba nuevo capataz mayor al frente de los pasos con el Cristo Yacente y con la Virgen de la Soledad; un Antonio Santiago que dejó su impronta y que dejó satisfecha a la Hermandad. Otra más, en la ausencia, después de muchos años, de los hermanos mayores de las Hermandades de Penitencia, en cumplimiento de las nuevas Reglas aprobadas recientemente. Y, uno último, en el nuevo recorrido, el que se desarrolló por calles como San Alberto o Alegría, y que también dejó satisfecha a la Hermandad.
Si a todo ello se añaden los momentos culminantes de su tradicional recorrido procesional, como son la salida a la calle, el paso por Nuestra Señora de Valme, Manuel de Falla, donde por cierto el cantante nazareno cantó una sentida saeta a la Virgen de la Soledad, o la Plaza Menéndez Pelayo, además, por supuesto, de la entrada, se puede deducir entonces que de nuevo la gente de Dos Hermanas se volcó con esta seria cofradía en la que su misterio porta al Cristo Yacente y la Virgen muestra el luto por su muerte.
Por lo demás, todo respondió a lo previsto: la campana del muñidor para alertar de la llegada de la cofradía, los nazarenos en representación de las distintas Hermandades de Penitencia, las representaciones de las Virtudes Teologales, Santa Mujer Verónica y Tres Marías, las autoridades civiles, la representación del Consejo de Hermandades y Cofradías, con su presidente, Antonio Gavala, estrenando representación; y la música de capilla para acompañar al paso del Señor y la de la Banda del Maestro Tejera para marchar detrás de la Virgen.
Las autoridades civiles contaron en esta ocasión con una amplia representación, al frente de la cual se encontraron los tenientes de alcalde del Ayuntamiento de Dos Hermanas Francisco Rodríguez, José Román, Antonio Morán y Lourdes López; y a los que acompañaron los miembros del Grupo Popular en esta misma corporación Manuel Alcocer, María José Rodríguez, Isabel Uribe, Gina Salazar y Manuel Pino; así como los responsables en nuestra ciudad de la Policía Local y del Cuerpo Nacional de Policía.
En total, fueron cuatro horas y media, desde que salió la Cruz de Guía por la puerta de la Parroquia de Santa María Magdalena y hasta que el palio de la Virgen entró de nuevo en este templo, el tiempo que la cofradía del Santo Entierro empleó en realizar su recorrido. Se ponía así fin a una Semana Santa nazarena plena. Se ponía fin a una Semana Santa para enmarcar.
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN
