"La cardiología es una especialidad muy agradecida, porque de alguna manera gracias a ella puedes hacer mucho por los enfermos de corazón". El doctor Caparrós pronuncia estas palabras días después de dejar atrás toda una vida dedicada a cuidar el corazón de miles de sevillanos y nazarenos. Y lo hace, ya jubilado, agradecido a su profesión, a sus compañeros y, especialmente, a todos los enfermos a los que ha tratado.
Es curioso, pero el doctor Jorge Caparrós Valderrama (Málaga, 1949) es un especialista en Cardiología que eligió esta disciplina al margen del problema cardíaco que él mismo padece. Así como suena, esta persona que irradia vitalidad por los cuatro costados padece desde pequeño la enfermedad del nódulo sinusal (una zona específica del corazón que es la que produce los estímulos eléctricos para que éste se contraiga), que le ha obligado a acoger en su tórax desde el año 1978 un marcapasos. Pero él mismo se encarga de dejar claro que esta especialidad, de la que se convirtió en una auténtica referencia en el mundo de la medicina, no la eligió nunca debido a este padecimiento.
El doctor Caparrós ya demostró desde su juventud que era una persona con ganas de aprender y a la que no le daban miedo los retos. De esta forma, y tras terminar el Bachillerato con 16 años, no tuvo ningún problema en marcharse a Estados Unidos a "conocer el idioma inglés" y pasar allí un año que aún califica de "maravilloso".
Y cuando regresó, tampoco tuvo inconveniente en dejar su ciudad natal, Málaga, para irse a estudiar Medicina a Sevilla, ciudad a la que llegó en 1967 y en la que reside desde entonces. En 1973 terminó la carrera, y tras completar algunas prácticas en el Hospital Carlos Haya de Málaga, regresó a Sevilla en 1975 para realizar la especialidad de Cardiología. Y ya fue en 1983 cuando entró en el Hospital de Valme, centro al que ha estado vinculado hasta su reciente jubilación, el pasado 31 de diciembre.
Ya ejerciendo vida civil sin los compromisos del trabajo, el doctor Caparrós asegura que no echa de menos la actividad en el Hospital, aunque sí a sus compañeros e, incluso, a los enfermos. "A mí me han querido mucho mis enfermos, y con algunos de ellos he llegado a establecer una relación especial".
Nada de ello, sin embargo, le ha impedido jubilarse y hacerlo, además, con ganas. "Yo he cumplido este mes de marzo cuarenta años de actividad profesional y creo que ya está bien", asegura, mientras confiesa que, pese a todo, aún mantiene dos consultas semanales en la propia Dos Hermanas y en Los Palacios, algo que "no me supone ninguna carga".
La especialidad de Cardiología
El doctor Caparrós asegura que se decidió por la Cardiología cuando, cursando tercero de carrera, realizó unas prácticas que le clarificaron mucho sus ideas. Desde entonces y hasta ahora reconoce que la Cardiología ha cambiado de forma radical, gracias a las innovaciones, a las tecnologías y a los descubrimientos que han permitido una mejor asistencia a los enfermos crónicos y, por consiguiente, una mayor calidad de vida de éstos.
Las estadísticas indican que la mortalidad cardiovascular es la más elevada de todas las enfermedades existentes, además del cáncer. Pese a ello, considera que aún existe escasa educación entre las personas en cuanto al cuidado de su corazón. "Es algo en lo que se avanza muy poco a poco, aunque en lo que sí se ha avanzado mucho es en la educación de los pacientes que ya tienen una enfermedad coronaria, porque los programas de rehabilitación cardiaca han hecho una gran labor, como es el caso del Hospital de Valme, que es pionero en Sevilla".
Precisamente, el doctor Caparrós fue el responsable en el Hospital del Tomillar, desde 2000 a 2005, de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca, a cuya finalización regresó de nuevo al Valme. "Está claro que cada vez hay más profusión en los medios sobre determinados tipos de comportamientos que permiten mejorar la calidad de vida y, sobre todo, prevenir enfermedades, pero está claro que aún queda mucho por hacer en este campo. Si la gente aprendiera a vivir de una forma sana, la posibilidad de que enferme es mucho menor. Pero eso no lo ven ni los políticos ni las casas comerciales, entre otras cosas porque a estas últimas lo que les interesa es que se vendan sus pastillas y no que el enfermo coma verduras".
Y en este sentido, añade: "Yo creo que el futuro de la medicina, y en concreto de la Cardiología, va un poco en este sentido, de forma que todo lo que no sea prevenir, es seguir donde estamos, porque muchas de las incidencias cardiológicas se deben al tipo de vida que llevamos, a la alimentación, a la inactividad física, a que hay que mirarse la tensión de forma regular a partir de los 40 ó 45 años, y a que los fumadores, además, no reparan en el daño que ello supone para su organismo".
Médico adjunto del Hospital de Valme
En el Hospital de Valme, hasta su jubilación, ha sido médico adjunto, "que es lo que he sido toda mi vida", y responsable de una serie de camas de la planta de hospitalización. "Hay algo que es consustancial con la edad, y es que a medida que vamos cumpliendo años, todos los organismos del cuerpo se van deteriorando, y uno de los aspectos que más inciden en las enfermedades cardiacas es la degeneración del sistema específico de conducción del corazón".
Por eso cree que "la alimentación es el primer escalón de la salud, y, por tanto, del corazón. Yo creo que las personas que no están bien alimentadas, enferman. Y, con respecto al corazón, las personas que comen mal, bien porque comen mucho, porque toman mucha sal, porque ingieren muchas grasas saturadas de origen animal..., terminan todas hipertensas, diabéticas, con colesterol, con placas por todas las arterias y, por supuesto, con infartos cardíacos o cerebrales". Algo que si, además, se acompaña de sedentarismo y tabaco, pues hará que el corazón sufra aún mucho más.
Estos días, ya alejado del Hospital, recuerda que cada vez que le entregaba el alta a un enfermo, siempre lo acompañaba de un escrito con sus 'Recomendaciones de vida', en las que se recogían desde la práctica de ejercicio físico diario, como, por ejemplo, andar una hora y media al día, a dietas con muy poca sal, sin colesterol, la prohibición de fumar y la recomendación de tomar una copa de vino en la comida o, en su defecto, una cerveza, "porque ambas bebidas, tomadas con moderación, tienen cualidades saludables".
Muchos proyectos por delante
Pero el doctor Caparrós no es precisamente de esas personas que una vez que pasan a la jubilación, no sabe qué hacer con su vida, porque es increíble la gran cantidad de proyectos e ideas que tiene en mente y que está convencido de que llevará a cabo. Así, junto a sus "miles de aficiones", porque le gusta la cocina, la lectura, el ajedrez, la fotografía o la jardinería, quiere añadir otra "antes de que me muera" que es la escritura. "Aún no sé qué quiero hacer, pero me gustaría escribir un libro", comenta.
Una relación de aficiones y proyectos que no se detienen tampoco ahí, ya que ha dado también los pasos necesarios para convertirse en voluntario de la Cruz Roja y para, a partir de abril o mayo, matricularse en la Universidad, "no con la idea de terminar ninguna carrera, sino con el fin de seguir aprendiendo cosas". Si a ello se le añade que todos los días va a nadar y, en días sueltos, a andar sobre una cinta y a realizar algo de musculación, difícil será que tenga tiempo para otra de sus pequeños placeres: beber vino tinto, "porque, en dosis concretas, es muy bueno para el corazón".
Un buen tinto, seguro, fue el que pudo disfrutar recientemente cuando sus compañeros, amigos y familiares se sumaron a un homenaje masivo y en el que, además de una serie de regalos, recibió algo mucho más importante: el cariño de todos; un cariño que recogió emocionado y que fue la lógica consecuencia de treinta años de trabajo junto a unos compañeros que confiesa que echa de menos, y de entrega a unos enfermos que seguro que se lo agradecerán toda la vida.
El doctor Jorge Caparrós. En las siguientes imágenes, diversos momentos del homenaje recibido el pasado 21 de febrero por parte de sus compañeros y amigos. |
Es curioso, pero el doctor Jorge Caparrós Valderrama (Málaga, 1949) es un especialista en Cardiología que eligió esta disciplina al margen del problema cardíaco que él mismo padece. Así como suena, esta persona que irradia vitalidad por los cuatro costados padece desde pequeño la enfermedad del nódulo sinusal (una zona específica del corazón que es la que produce los estímulos eléctricos para que éste se contraiga), que le ha obligado a acoger en su tórax desde el año 1978 un marcapasos. Pero él mismo se encarga de dejar claro que esta especialidad, de la que se convirtió en una auténtica referencia en el mundo de la medicina, no la eligió nunca debido a este padecimiento.
El doctor Caparrós ya demostró desde su juventud que era una persona con ganas de aprender y a la que no le daban miedo los retos. De esta forma, y tras terminar el Bachillerato con 16 años, no tuvo ningún problema en marcharse a Estados Unidos a "conocer el idioma inglés" y pasar allí un año que aún califica de "maravilloso".
Y cuando regresó, tampoco tuvo inconveniente en dejar su ciudad natal, Málaga, para irse a estudiar Medicina a Sevilla, ciudad a la que llegó en 1967 y en la que reside desde entonces. En 1973 terminó la carrera, y tras completar algunas prácticas en el Hospital Carlos Haya de Málaga, regresó a Sevilla en 1975 para realizar la especialidad de Cardiología. Y ya fue en 1983 cuando entró en el Hospital de Valme, centro al que ha estado vinculado hasta su reciente jubilación, el pasado 31 de diciembre.
Ya ejerciendo vida civil sin los compromisos del trabajo, el doctor Caparrós asegura que no echa de menos la actividad en el Hospital, aunque sí a sus compañeros e, incluso, a los enfermos. "A mí me han querido mucho mis enfermos, y con algunos de ellos he llegado a establecer una relación especial".
Nada de ello, sin embargo, le ha impedido jubilarse y hacerlo, además, con ganas. "Yo he cumplido este mes de marzo cuarenta años de actividad profesional y creo que ya está bien", asegura, mientras confiesa que, pese a todo, aún mantiene dos consultas semanales en la propia Dos Hermanas y en Los Palacios, algo que "no me supone ninguna carga".
La especialidad de Cardiología
El doctor Caparrós asegura que se decidió por la Cardiología cuando, cursando tercero de carrera, realizó unas prácticas que le clarificaron mucho sus ideas. Desde entonces y hasta ahora reconoce que la Cardiología ha cambiado de forma radical, gracias a las innovaciones, a las tecnologías y a los descubrimientos que han permitido una mejor asistencia a los enfermos crónicos y, por consiguiente, una mayor calidad de vida de éstos.
Las estadísticas indican que la mortalidad cardiovascular es la más elevada de todas las enfermedades existentes, además del cáncer. Pese a ello, considera que aún existe escasa educación entre las personas en cuanto al cuidado de su corazón. "Es algo en lo que se avanza muy poco a poco, aunque en lo que sí se ha avanzado mucho es en la educación de los pacientes que ya tienen una enfermedad coronaria, porque los programas de rehabilitación cardiaca han hecho una gran labor, como es el caso del Hospital de Valme, que es pionero en Sevilla".
Precisamente, el doctor Caparrós fue el responsable en el Hospital del Tomillar, desde 2000 a 2005, de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca, a cuya finalización regresó de nuevo al Valme. "Está claro que cada vez hay más profusión en los medios sobre determinados tipos de comportamientos que permiten mejorar la calidad de vida y, sobre todo, prevenir enfermedades, pero está claro que aún queda mucho por hacer en este campo. Si la gente aprendiera a vivir de una forma sana, la posibilidad de que enferme es mucho menor. Pero eso no lo ven ni los políticos ni las casas comerciales, entre otras cosas porque a estas últimas lo que les interesa es que se vendan sus pastillas y no que el enfermo coma verduras".
Y en este sentido, añade: "Yo creo que el futuro de la medicina, y en concreto de la Cardiología, va un poco en este sentido, de forma que todo lo que no sea prevenir, es seguir donde estamos, porque muchas de las incidencias cardiológicas se deben al tipo de vida que llevamos, a la alimentación, a la inactividad física, a que hay que mirarse la tensión de forma regular a partir de los 40 ó 45 años, y a que los fumadores, además, no reparan en el daño que ello supone para su organismo".
Médico adjunto del Hospital de Valme
En el Hospital de Valme, hasta su jubilación, ha sido médico adjunto, "que es lo que he sido toda mi vida", y responsable de una serie de camas de la planta de hospitalización. "Hay algo que es consustancial con la edad, y es que a medida que vamos cumpliendo años, todos los organismos del cuerpo se van deteriorando, y uno de los aspectos que más inciden en las enfermedades cardiacas es la degeneración del sistema específico de conducción del corazón".
Por eso cree que "la alimentación es el primer escalón de la salud, y, por tanto, del corazón. Yo creo que las personas que no están bien alimentadas, enferman. Y, con respecto al corazón, las personas que comen mal, bien porque comen mucho, porque toman mucha sal, porque ingieren muchas grasas saturadas de origen animal..., terminan todas hipertensas, diabéticas, con colesterol, con placas por todas las arterias y, por supuesto, con infartos cardíacos o cerebrales". Algo que si, además, se acompaña de sedentarismo y tabaco, pues hará que el corazón sufra aún mucho más.
Estos días, ya alejado del Hospital, recuerda que cada vez que le entregaba el alta a un enfermo, siempre lo acompañaba de un escrito con sus 'Recomendaciones de vida', en las que se recogían desde la práctica de ejercicio físico diario, como, por ejemplo, andar una hora y media al día, a dietas con muy poca sal, sin colesterol, la prohibición de fumar y la recomendación de tomar una copa de vino en la comida o, en su defecto, una cerveza, "porque ambas bebidas, tomadas con moderación, tienen cualidades saludables".
Muchos proyectos por delante
Pero el doctor Caparrós no es precisamente de esas personas que una vez que pasan a la jubilación, no sabe qué hacer con su vida, porque es increíble la gran cantidad de proyectos e ideas que tiene en mente y que está convencido de que llevará a cabo. Así, junto a sus "miles de aficiones", porque le gusta la cocina, la lectura, el ajedrez, la fotografía o la jardinería, quiere añadir otra "antes de que me muera" que es la escritura. "Aún no sé qué quiero hacer, pero me gustaría escribir un libro", comenta.
Una relación de aficiones y proyectos que no se detienen tampoco ahí, ya que ha dado también los pasos necesarios para convertirse en voluntario de la Cruz Roja y para, a partir de abril o mayo, matricularse en la Universidad, "no con la idea de terminar ninguna carrera, sino con el fin de seguir aprendiendo cosas". Si a ello se le añade que todos los días va a nadar y, en días sueltos, a andar sobre una cinta y a realizar algo de musculación, difícil será que tenga tiempo para otra de sus pequeños placeres: beber vino tinto, "porque, en dosis concretas, es muy bueno para el corazón".
Un buen tinto, seguro, fue el que pudo disfrutar recientemente cuando sus compañeros, amigos y familiares se sumaron a un homenaje masivo y en el que, además de una serie de regalos, recibió algo mucho más importante: el cariño de todos; un cariño que recogió emocionado y que fue la lógica consecuencia de treinta años de trabajo junto a unos compañeros que confiesa que echa de menos, y de entrega a unos enfermos que seguro que se lo agradecerán toda la vida.
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN