Dos Hermanas Diario Digital se hace eco en su Buzón del Lector del relato corto remitido por Ana Parra y escrito por su hija Ana Bueno Parra, con el deseo de que sea publicado con motivo de su reciente cumpleaños. Si lo desea, puede escribir a doshermanasdiariodigital@gmail.com exponiendo sus propuestas, comentarios o sugerencias, e incluso acompañarla también de alguna fotografía.
Cuando alguien te pregunta qué es lo mejor que te ha pasado en la vida, una gran mayoría de las personas que tenemos hij@s, respondemos que su nacimiento. Pero si además la vida te premia con una hija y un hijo excepcional, ya poco más tienes que esperar de ésta.
El día cuatro de diciembre mi hija Ana cumplió 18 años, aunque ya hace mucho que nos ha demostrado a su padre y a mí que no hace falta cumplir esa edad para ser mayor de edad con todo lo que conlleva esa expresión. Además de ser dulce, cariñosa, sentimental…, se le da bastante bien escribir y, aunque últimamente lo tiene un poco abandonado por los estudios, quiero rescatar uno de sus primeros relatos cortos para compartir con vosotros y al mismo tiempo desearle lo mejor del mundo, que seguro lo tendrá porque se lo merece. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS ANA!
Ana Parra
'La pluma blanca'
Sólo un paso más, sólo un paso más para separar la vida y la muerte. Una escalera infinita hacia el cielo o un tobogán al infierno. Una decisión y una chica en lo alto de un edificio. ¿Para qué seguir viviendo? ¿Para tener una vida solitaria? ¿Para vivir tristemente sin nadie que te diga te quiero o que al menos te salude? Eso no es vida.
-Sí es vida, tú tienes una vida- se dio la vuelta de pronto, ¿de quién era esa voz? Ahí no había nadie.
-¿Quién… eres?- seguía buscando a su alrededor.
-No me busques, no me verás. No me conoces…
-Entonces, ¿Cómo sabes que tengo vida? Dices que no te conozco.
-Tú no me conoces pero yo a ti sí. Tienes padres, amigos, vives bien, sólo te falta abrir los ojos y comprobar lo que hay a tu alrededor.
-No te creo- se dirigió de nuevo al borde del edificio, pero justo cuando miró hacia el vacío, algo tiró de ella hacia atrás, alejándola de su elección- ¡Déjame!
-Jamás- de nuevo aquella voz- Hasta que no te quedes en un lugar seguro estaré a tu lado protegiéndote. Vamos mira a tu alrededor y dime lo que te falta.
-Yo… ¿quién eres?- cambió de tema bruscamente.
-Cuando bajes te lo diré- no sabía qué hacer, la curiosidad la comía por dentro. Decidió bajar las escaleras poco a poco. La voz seguía a su lado, susurrando “muy bien”. Cada puerta que atravesaba se cerraba detrás de ella, impidiéndole regresar. En cuanto llegó abajo, le volvió a preguntar a aquella voz, pero esta vez nadie contestó. Enfadada por haber roto la promesa, quiso volver arriba. Demasiado tarde, las puertas estaban cerradas. Soltó un grito de ira, y justo cuando iba a cometer otra locura, una gran pluma blanca cayó suavemente sobre su cabeza, con un pequeño papel pegado en el extremo. Lo retiró con cuidado y lo leyó, “¿Crees en los ángeles de la guarda?”
Cuando alguien te pregunta qué es lo mejor que te ha pasado en la vida, una gran mayoría de las personas que tenemos hij@s, respondemos que su nacimiento. Pero si además la vida te premia con una hija y un hijo excepcional, ya poco más tienes que esperar de ésta.
El día cuatro de diciembre mi hija Ana cumplió 18 años, aunque ya hace mucho que nos ha demostrado a su padre y a mí que no hace falta cumplir esa edad para ser mayor de edad con todo lo que conlleva esa expresión. Además de ser dulce, cariñosa, sentimental…, se le da bastante bien escribir y, aunque últimamente lo tiene un poco abandonado por los estudios, quiero rescatar uno de sus primeros relatos cortos para compartir con vosotros y al mismo tiempo desearle lo mejor del mundo, que seguro lo tendrá porque se lo merece. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS ANA!
Ana Parra
'La pluma blanca'
Sólo un paso más, sólo un paso más para separar la vida y la muerte. Una escalera infinita hacia el cielo o un tobogán al infierno. Una decisión y una chica en lo alto de un edificio. ¿Para qué seguir viviendo? ¿Para tener una vida solitaria? ¿Para vivir tristemente sin nadie que te diga te quiero o que al menos te salude? Eso no es vida.
-Sí es vida, tú tienes una vida- se dio la vuelta de pronto, ¿de quién era esa voz? Ahí no había nadie.
-¿Quién… eres?- seguía buscando a su alrededor.
-No me busques, no me verás. No me conoces…
-Entonces, ¿Cómo sabes que tengo vida? Dices que no te conozco.
-Tú no me conoces pero yo a ti sí. Tienes padres, amigos, vives bien, sólo te falta abrir los ojos y comprobar lo que hay a tu alrededor.
-No te creo- se dirigió de nuevo al borde del edificio, pero justo cuando miró hacia el vacío, algo tiró de ella hacia atrás, alejándola de su elección- ¡Déjame!
-Jamás- de nuevo aquella voz- Hasta que no te quedes en un lugar seguro estaré a tu lado protegiéndote. Vamos mira a tu alrededor y dime lo que te falta.
-Yo… ¿quién eres?- cambió de tema bruscamente.
-Cuando bajes te lo diré- no sabía qué hacer, la curiosidad la comía por dentro. Decidió bajar las escaleras poco a poco. La voz seguía a su lado, susurrando “muy bien”. Cada puerta que atravesaba se cerraba detrás de ella, impidiéndole regresar. En cuanto llegó abajo, le volvió a preguntar a aquella voz, pero esta vez nadie contestó. Enfadada por haber roto la promesa, quiso volver arriba. Demasiado tarde, las puertas estaban cerradas. Soltó un grito de ira, y justo cuando iba a cometer otra locura, una gran pluma blanca cayó suavemente sobre su cabeza, con un pequeño papel pegado en el extremo. Lo retiró con cuidado y lo leyó, “¿Crees en los ángeles de la guarda?”
ANA BUENO PARRA